Revista Pelícano Vol. 9 (2023)
ISSN 2469-0775 Universidad Católica de Córdoba Página 1
REFLEXIONES SOBRE LA DEMOCRACIA EN ARGENTINA.
BALANCE Y PERSPECTIVAS A 40 AÑOS DE SU RESTAURACIÓN
EL ASALTO DE LO IMPENSADO (artículos)
Aportes para repensar la tradición de la democracia desde/en
América Latina
Mariano Montero
H.I.J.O.S. y el inicio de los juicios de crímenes de lesa humanidad en
Córdoba, Argentina
María Paula Puttini
La nueva derecha en Argnetina, la anti-política y el rol de las redes
sociales
Gonzalo Fiore Viani, Jorge Dallera
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cual se vale de un sistema de arbitraje basado en dos evaluaciones con
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entre sí. Estarán supervisados por uno o dos coordinadores como
máximo, quienes escribirán una “presentación general” de la
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2) El asalto de lo impensado: de participación libre. Consiste en artículos
de revisión e investigación científica que exponen, de manera
exhaustiva, los resultados originales de proyectos de
investigación individuales o colectivos. Abarca también las
investigaciones que analizan, sistematizan e integran los resultados de
investigaciones publicadas o no publicadas, sobre un campo de las
ciencias sociales, humanas y/o teorías y desarrollos conceptuales en
el ámbito de la filosofía, psicología, las ciencias de las religiones, la
historia y la literatura, con el fin de dar cuenta de los marcos teórico-
epistemológicos, metodologías y estados de las investigaciones en
cuestión. Se caracteriza por presentar una cuidadosa revisión
bibliográfica y por su rigor teórico y metodológico. Además por la
argumentación reflexiva y crítica sobre nuevos problemas teóricos y
prácticos.
3) Las formas de la memoria: de participación libre.
Ocasionalmente, Pelícano publicará traducciones de documentos
relevantes para el estudio de las Humanidades, como así también
entrevistas a personalidades destacadas en dichas disciplinas. Como
también artículos y/o trabajos en homenaje a algún autor o
personalidad destacada.
4) Nuevas narraciones: de participación libre. Consiste en
comentarios bibliográficos breves en la que se presentan los aportes
científicos de un libro de reciente aparición en el mercado editorial
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(hasta cuatro os). No se atiene solamente al contenido, sino a una
revisión crítica y contextual de su contenido.
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ÍNDICE
REFLEXIONES SOBRE LA DEMOCRACIA EN ARGENTINA.
BALANCE Y PERSPECTIVAS A 40 AÑOS DE SU RESTAURACIÓN
EL ASALTO DE LO IMPENSADO (artículos)
Aportes para repensar la tradición de la democracia desde/en
América Latina (pp. 7-40)
Mariano Montero
H.I.J.O.S. y el inicio de los juicios de crímenes de lesa humanidad en
Córdoba, Argentina (pp. 41-66)
María Paula Puttini
La nueva derecha en Argentina, la anti-política y el rol de las redes
sociales (pp. 67-87)
Gonzalo Fiore Viani, Jorge Dallera
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REFLEXIONES SOBRE LA DEMOCRACIA EN
ARGENTINA. BALANCE Y PERSPECTIVAS A 40 AÑOS DE SU
RESTAURACIÓN
Aportes para repensar la tradición de la democracia
desde/en América Latina
Contributions to rethinking the tradition of democracy
from/in Latin America
Mariano Montero
1
Resumen
El siguiente artículo, busca recuperar el pensamiento de José Aricó, para
discutir tradición política de la democracia en América Latina. El mismo se
desprende de un trabajo más amplio en torno los aportes del ensayista, político
y editor en la década del ochenta sobre la democracia. A su vez se incorporan
otras lecturas que provienen del Pensamiento Crítico Latinoamericano que
sostienen, en sintonía con la propuesta de Aricó, un cuestionamiento a cierta
comprensión o continuidad entre democracia y formas institucionales
1
Profesor en Filosofía (CEFyT), Licenciado en Filosofía (UCC). Adscripto al proyecto de
investigación: “Democracias, sujetos y subjetividades: indagaciones desde el pensamiento
crítico latinoamericano”. FFYH, FCP Y RRII, Universidad Católica de Córdoba Unidad
Asociada a CONICET (Director: Dr. Carlos Asselborn, Co Director: Dr. Oscar Pacheco).
Actualmente trabajo en Institutos de Formación Docente en la provincia de Santa Fe (ENS N° 30
“D.F. Sarmiento - ISP 8 “A.G. Brown” - ISP 68 Esperanza). Jefatura de Investigación ISP
N° 68. ORCID: 0009-0003-0752-3584 Correo electrónico: momontero86@gmail.com
Artículo publicado bajo Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-
CompartirIgual. © Universidad Católica de Córdoba.
Recibido: 01/11/2023 - Aceptado: 10/12/2023
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funcionales al orden vigente en los años de la recuperación de la democracia en
Argentina y en América Latina.
Palabras clave: pensamiento crítico latinoamericano, democracia, Aricó, 1980′s.
Abstract
The following article seeks to recover the thought of José Aricó, to discuss the
political tradition of democracy in Latin America. It emerges from a broader
work around the contributions of the essayist, politician and editor in the
eighties around democracy. At the same time, other readings are incorporated
that come from Latin American Critical Thought that maintain, in line with
Aricó's proposal, a questioning of a certain understanding or continuity
between democracy and the rule of law in the years of the recovery of
democracy in Argentina and in Latin America.
Keyword: latin american critical thinking, democracy, Aricó, 1980 s.
De la necesidad de pensar la realidad
Hace cincuenta años se publicaba Hacia una filosofía de la liberación
latinoamericana (1973) En él, se reunían una serie de escritos de quienes
postulaban o afirmaban una manera distinta de filosofar: “un nuevo estilo de
pensar filosófico ha nacido en América Latina”.
2
La novedad, radica en cambiar
el punto de partida del filosofar, dejando a un lado la centralidad del sujeto
colonizador, conquistador del proyecto moderno globalizador, que se
constituye desde el centro hacia la periferia. Y en su avance destruye, niega,
oculta, vacía de contenido. Se trata de hacer opción, por un nuevo punto de
partida de este filosofar: del oprimido, del marginado, del pobre, desde los
países dependientes de la Tierra presente” (Ídem). Así enuncian el
posicionamiento que asumen los presentes en esta publicación de la Editorial
Bonum, que nosotros leemos como fundacional. Ahora, lo enunciado no se
acaba sólo en un pensar nuevo partiendo de los excluidos, los marginados, sino
que se completa con un movimiento que implica un proyecto de transformación
de esta realidad, que este grupo expresa como liberación. Es más, se sostiene
que, si se asumen los condicionamientos de la opresión y la dependencia, la
2
“A manera de manifiesto”, en AAVV, Hacia una filosofía de la liberación latinoamericana, Bonum,
Bs. As., 1973. El texto se encuentra en la contratapa.
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filosofía “no puede ser sino una filosofía de la liberación (Ídem). Liberación,
entendida, como la posibilidad de pensar para transformar la realidad de los
pueblos pobres y marginados América Latina en tiempos de mayor humanidad
y justicia.
El trabajo que aquí se presenta es parte de las indagaciones que se dan dentro
del pensamiento crítico latinoamericano. Ahora bien, para el caso de la filosofía
latinoamericana o de un filosofar propiamente latinoamericano me permito
recuperar algunos elementos del andamiaje construido por el filósofo
mendocino, Horacio Cerutti Guldberg, que permitan justificar el desarrollo de
la exposición dentro de lo que él delimita metodológicamente. En Filosofar desde
nuestra América, ensayo problematizador de su modus operandi, expone una
comprensión de lo que a su entender implica un filosofar nuestro americanista:
Consiste en un pensar la realidad a partir de la propia historia
crítica y creativamente para transformarla. Porque la crítica culmina
en creación y es desde ellas que se puede pensar la realidad
repensando la historia de lo pensado en el marco de la historia
global, con el horizonte de la transformación utópica hacia la
justicia con dignidad a la vista (Cerutti Guldberg, 2000, p. 176).
Para Cerutti, la realidad es el punto de partida y, a la vez, el lugar del que no
debe salir la filosofía. No puede separarse o fugarse de la misma. Realidad, que
es histórica y por tanto compleja de aprehender, sobre todo por su comprensión
del pasado y su tensión utópica. Es por eso que urge la necesidad de trabajar
con otros en la tarea de pensar la misma y la invitación o convite a participar a
nuevos operarios/as. A su vez, sostener la condición de apertura, es decir, de
una filosofía terminada, cerrada o cancelada.
Hay algo en esta realidad que se torna intolerable (Ibid, p. 164), que no se
puede soportar, en tanto injusta, lo que particularmente dispara para la filosofía
latinoamericana la necesidad de pensar esa realidad para la transformación. Es
esta condición, propia de toda la tradición de la filosofía en nuestra América,
señala Cerutti, la que justifica el desarrollo del trabajo.
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Recuerdo, con claridad, que hace varios años, el Dr. Pacheco nos decía que el
tema de la teoría política en la actualidad es la democracia. Este 2023, se cumplen
cuarenta años del retorno a la democracia y la discusión política en torno a la
construcción de una memoria de estos años será fundamental. Sumado, a que
este es un año electoral, lo que se diga en torno a la democracia ocupará un
lugar central en los discursos y las estrategias partidarias.
En sintonía con lo mencionado, la democracia, pareciera ser, como sostiene
Aricó el destino de América Latina
3
. Hay algo en la democracia, particularmente
en el proceso de recuperación de la democracia, desde los años ochenta en
varios países de América Latina, que hace que la misma esté en constante
discusión. En lo que refiere a nuestro trabajo, hay una comprensión de la misma
en tanto forma de construcción de un orden que se asume o deviene post
dictadura militar en Argentina, pero que, hasta el día de hoy, no logra saldar las
demandas económico-sociales de grandes sectores de la población. No sólo en
Argentina, también en América Latina. Para decirlo de otra manera, hay una
comprensión de la democracia como forma de organización política que
garantiza el orden después del terror, pero que además debería permitir
alcanzar o aproximar el proyecto de liberación, o sea, la construcción de una
sociedad mucho más humana y justa. Es aquí, donde la crítica aparece para
revisar, preguntar, construir a partir de la propia historia, porque esta forma de
la democracia no está logrando esto. A tal fin, me propongo revisar la reflexión
del tema en década del ochenta en Argentina, como un momento en el cual
estos interrogantes se habían abierto junto a muchos otros. Particularmente con
la intención de revisar los aportes de Aricó, a partir de su retorno a la
Argentina, luego del exilio en México, para pensar la democracia.
La intención, claramente está puesta en pensar la democracia, partiendo del
intento por revisar las discusiones de un período histórico, en tensión con el
presente y en orden a la transformación de la misma o a una comprensión
crítica que la ubique más cerca de responder a las demandas para una sociedad
3
Cf. “América Latina, el destino se llama democracia”, en Horacio Crespo (comp.), JoAricó:
entrevistas 1974-1991, Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba, 2014.
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más justa y más humana. En palabras de Cerutti, “hacer de la realidad un
ámbito apto para la convivencia de los seres humanos; aquellos que merezcan
tal nombre” (Cerutti Guldberg, 2000, p. 173).
En sintonía con lo anteriormente mencionado, Yamandú Acosta sostiene que
cada uno de los asuntos que dan nombre a su trabajo, Pensamiento crítico, sujeto
y democracia en América Latina, al menos desde los años setenta en adelante han
adquirido el carácter de problemática radical, cuya elaboración a nivel del
pensamiento alcanza la identidad de un problema filosófico auténtico” (Acosta,
2010). El filósofo uruguayo afirma que las dictaduras de seguridad nacional de
los años setenta, entendida como respuesta conservadora y aniquiladora de
cualquier posibilidad de transformación que pudiera revertir las formas de
ordenamiento capitalista, hacen que los asuntos antes mencionados como
fundamentales, adquieran el carácter de un auténtico “problema filosófico”
(Ídem). En relación con lo mencionado, Acosta propone que una compresión de
la democracia puede ser pensada más allá de una continuidad formal de los
objetivos planteados por las dictaduras. Entiende que es necesaria una
democratización de la democracia “en los términos de la construcción de un
orden en el que todos puedan vivir” (Ídem). Por el momento, y en referencia a
lo mencionado, interesa resaltar el énfasis de la comprensión de los asuntos
mencionados como auténtico problema filosófico.
Hegemonía, sujeto político preconstituido y democracia
En 1984, Aricó regresa a Argentina. Tomamos este año como punto de
referencia, no sólo por el retorno a su país, sino más bien porque Guillermo
Ricca señala que puede percibirse un giro en el trabajo de Aricó a partir de la
publicación de El concepto de lo Político de Carl Schmitt que: “pondrá toda su
reflexión sobre la democracia más allá de las condiciones en que ésta venía
dándose desde la época de Controversia” (Ricca, 2016, p. 233).
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A partir del señalamiento de Ricca, revisaremos una serie de trabajos que son
propios de este período. Además, intentaremos recuperar algunas discusiones
propias del contexto en el que se inscriben.
Una intervención importante en el trabajo de Aricó, se da, a partir de un
encuentro de lo que Ansaldi llama “comunidad científico social
latinoamericana” (Ansaldi, 2008, p. 30), en Morelia-Michoacán en torno al
concepto de hegemonía de Gramsci. La particularidad de este texto, más allá del
contenido del mismo, tiene que ver con que dicho encuentro se reali en 1980,
pero la publicación del texto, que recoge las intervenciones de los participantes,
aparece en su primera edición en 1985.
4
Al respecto de éste y su importancia,
sostiene Ricca que “posibilitó recuperar desde la tradición marxista el concepto
de democracia que desde posiciones revolucionarias concebidas como asalto al
poder del Estado había sido desechado en el sentido que Aricó expusiera en su
intervención de Controversia” (Ricca, 2016, p. 322).
En esta publicación Aricó se encarga de realizar el prólogo/presentación de
toda la obra. Señala que la edición presente difiere en cierta manera a lo
sucedido en el congreso, debido a que cada autor tuvo la posibilidad de revisar
sus ponencias para la publicación. Más allá de esta cuestión, los señalamientos
siguientes son los que nos interesan recuperar. Aricó parte de una advertencia
de forma respecto a su intervención: “nos referiremos a algunas ideas allí
expuestas que pensamos justifican estas reflexiones” (Aricó, 1985, p. 11). En
segundo lugar, enuncia dos perspectivas que se buscaron respetar durante el
congreso respecto del análisis de la realidad latinoamericana y el concepto
gramsciano de hegemonía. Las dos tienen que ver con asumir posicionamientos
claros para el análisis que, por un lado, buscan recuperar “cómo y a través de
qué procesos y recomposiciones teóricas y prácticas puede construirse una
hegemonía proletaria o popular”, que sea capaz de transformarse en un
proyecto de transformación “acorde con las aspiraciones democráticas de la
clase trabajadora del continente” (p. 11). Particularmente, sostiene Aricó, se
4
Labastida Martín del Campo, Julio, Hegemonía y alternativas políticas en América Latina, Siglo
XXI, México, 1985.
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acordó esta opción porque se entendía que en los ámbitos en los que se
concentra la reflexión intelectual no había sido analizada y estudiada. Por otro
lado, una segunda apuesta que se buscó sostener durante el congreso, tiene que
ver con sortear el límite que presenta la brecha abierta entre análisis de la
realidad y propuestas teórico políticas de transformación” (p. 12). Aricó piensa
que los análisis de la realidad están centrados en lo que termipor imponerse
en la historia y no en las alternativas que buscaron, sin llegar a concretarse:
“procesos efectivos de democratización y socialización progresiva de las
sociedades latinoamericanas” (p. 11). Esto es de suma importancia, porque
representa una manera de trabajar por parte de la comunidad científico-social
latinoamericana, y que Aricó comparte, buscando distanciarse de un tipo de
práctica que con la idea de permanecer en lo políticamente correcto,
concluye instituyendo una forma de ver la realidad según la cual
detenerse en las vicisitudes de la derrota de las clases populares
pareciera ser un indebido desplazamiento al terreno de la política,
plano que debería ser evitado si se desea permanecer en el ámbito
“académico” en el que tendió a concentrarse el debate no
políticamente partidario de los problemas latinoamericanos (pp. 11-
12).
Este señalamiento representa una crítica a la forma de trabajar en las ciencias
sociales latinoamericanas. Claro está que esto no es sencillo, implica trabajar en
un terreno en el cual las fronteras “entre lo académico y lo político se
desdibujaran”, con el cuidado de sostenerse siempre dentro del trabajo de las
ciencias sociales en América Latina. De todas maneras, para ayudar en esta
búsqueda, el tema del debate se ubicó en “la relación entre proyecto
transformador y sujeto histórico transformador” (p. 12), con la intención de que
su relación con la política sea inevitable. Nos detenemos en ello porque
representa una forma de trabajar en la teoría y la práctica, que es propia del tipo
de práctica intelectual que intentó animar el propio Aricó.
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Hay dos cuestiones centrales que son analizadas por el presentador de la
publicación: el concepto de hegemonía y las continuidades y rupturas entre
Lenin y Gramsci, y el problema del sujeto de transformación social. Ambas
cuestiones estrechamente vinculadas con el problema de la democracia o con
una idea de democracia que se buscaba construir o proponer.
El primero de los debates, vinculado a la tradición del marxismo-leninismo,
generó a los ojos de Aricó, las discusiones más enardecidas debido a que la
misma “constituye precisamente la forma teórica que de manera casi excluyente
adquirió entre nosotros la reformulación del marxismo como teoría y política de
la transformación social” (Aricó, 1985, p. 12). Según se recupera en el texto,
algunas ponencias hicieron hincapié en los aportes novedosos del propio
Gramsci dejando de lado su vínculo con Lenin. Otras respondieron fuertemente
a éstas desestimando los aportes del italiano. Por su parte, Aricó sostendrá que
el propio Gramsci “admitía como puntos de partida ciertos paradigmas
esenciales de la interpretación leninista de Marx” (p. 13). Pero sobre todo
insistirá en recuperar el contexto histórico en el que se dan sus reflexiones en
torno al concepto de hegemonía debido a que la misma se sitúa “en un
momento en que la hegemonía comenzaba a extinguirse como principio rector
en la construcción de un nuevo orden social” (p. 13). Esto es, lo que a decir de
Aricó, constituye un elemento importantísimo para pensar el presente: por un
lado, ciertas similitudes en el contexto histórico, de crisis del socialismo real, y,
por otro, la necesidad de pensar si no es acaso necesario revisar los elementos
de una tradición que quizás se hayan agotado y perdido su potencial para
transformarse en proyecto transformador, y no estén a la altura de medirse con
los hechos.
Específicamente, uno de los temas centrales pasa por la cuestión del sujeto de
aquellas transformaciones. Al interior de la tradición marxista aparece la
necesidad de revisar la comprensión del proletariado “como clase fundante,
como soporte histórico y social de una forma de sociedad” (p. 14). Aricó, explica
que, durante el seminario, algunos señalaron el peligro de analizar ciertos
comportamientos sociales que por solos producirían los sujetos sociales
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responsables de las transformaciones sociales. A su vez, advierte que la idea de
los sujetos sociales preconstituidos son el resultado de una “lectura ingenua del
pensamiento de Marx” (p. 14) fruto de un reduccionismo netamente
economicista, considerada por los participantes del seminario, como una de las
barreras que hay que franquear, si se quiere recrear el marxismo en su
dimensión explicativa y transformadora de la realidad. En este contexto, la
recuperación del concepto de hegemonía de Gramsci se presenta estableciendo
una ruptura con las concepciones del sujeto político establecidas por la Segunda
y la Tercera Internacional: “el proletariado, típico de las teorizaciones de la
Segunda Internacional o aun su parcial corrección mediante la incorporación
del concepto lenininsta de alianza de clases, propio de la Tercera Internacional”
(Ídem), sobre todo por su incapacidad de “devenir Estado” (p. 14).
Así entendida, la hegemonía es un proceso de constitución de los
propios agentes sociales en su proceso de devenir estado, o sea,
fuerza hegemónica. De tal modo, aferrándonos a categorías
gramscianas como las de “formación de una voluntad nacional” y
de “reforma intelectual y moral” a todo lo que ellas implican más
allá del terreno histórico-concreto del que emergieron, el proceso de
configuración de la hegemonía aparece como un movimiento que
afecta ante todo a la construcción social de la realidad y que
concluye recomponiendo de manera inédita a los sujetos sociales
mismos (p. 14).
En este punto, definida la concepción de hegemonía de Gramsci, Aricó suma
su perspectiva a la larga discusión que se dio durante el congreso. Si bien, no se
puede sostener que las reflexiones del italiano parten exclusivamente de las
elaboraciones propias de la experiencia del leninismo y su trabajo en la teoría de
Marx, tampoco puede sostenerse que el concepto de hegemonía es prácticamente
lo mismo que el concepto de alianza de clases, soslayando la originalidad del
propio Gramsci. Esto implica afirmar una cuestión que, vista desde el presente,
pareciera una obviedad. Nos referimos al trabajo de revisar constantemente las
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elaboraciones teóricas en relación a las transformaciones o a la marcha de los
procesos históricos, la necesidad de “medirse con la realidad de nuestro
tiempo” (p. 15). En este sentido Aricó sostiene que las elaboraciones de Gramsci
deben ser ubicadas en relación a la lectura que el italiano realiza de la
“experiencia mutilada de implementación de un proyecto hegemónico
revolucionario como fue el iniciado por la revolución de octubre” (p. 15). Este
principio hermenéutico, al que refiere Aricó, vale para la lectura de Gramsci en
relación a la tradición que le precede. Pero especialmente para las lecturas que,
a partir de Gramsci, se quieran hacer de los procesos de transición en América
Latina. Tal principio hermenéutico nos obliga a confrontar las elaboraciones
teóricas de una tradición (marxista) “con las diferenciadas realidades
latinoamericanas, paradigmas que exigen de nosotros ʻtraduccionesʼ menos
puntuales e infinitamente más cautas” (p.15). En fin, hasta qué punto se puede
forzar una realidad “que nunca llega a ser como la teoría quiere que sea para
que ésta tenga capacidad explicatoria y predictiva y por tanto potencialidad
política” (p. 16). Para Aricó, el aporte de Gramsci implica el trabajo de
reconstrucción de una teoría, un trabajo en la teoría, fuertemente interpelada
por la realidad. El análisis de los procesos históricos es el disparador para la
reconstrucción de una teoría, que necesita ser revisada, y no la excusa que
impide la resolución de los conflictos, o traslada su resolución a un “futuro
siempre inalcanzado de maduración de la realidad” (p. 16). Para el cordobés,
esto implica “indagar las posibilidades y las condiciones en que fuerzas sociales
que se constituyen a partir del carácter contradictorio del mundo capitalista
pueden convertirse en sujetos históricos transformadores” (p. 16).
De allí que el análisis de este texto cobra una importancia fundamental en las
reflexiones de Aricó en torno a la democracia, por lo elementos que incorpora
en el desarrollo de este prólogo. La Democracia, entendida como proceso
político hegemónico, “es democracia social y no sólo la adscripción al orden
jurídico de la democracia política” (Ricca, 2016, p. 226). Además, el sujeto
político será el resultado del propio proceso de construcción hegemónica y no
un sujeto preconstituido que hay que buscar o esperar que aparezca en la
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historia. Los sujetos de la política, son sujetos sociales “tramados por el plexo
social, en sus relaciones materiales de producción, en sus visiones del mundo y
formas de vida dadas por una historia práctica que es insuprimible”. Por último
y retomando la propuesta inicial, las problematizaciones en torno a la
hegemonía, sostienen la idea de que Aricó sigue pensando la política desde la
tradición de Marx y de Gramsci y no abandona este andamiaje teórico por más
que la preocupación está puesta, por esos años, en las discusiones en torno a la
democracia. Como bien señala Cortés, esta manera de recuperar el concepto
gramsciano de hegemonía, como un modo de ejercicio de la democracia, hace
ineludible el problema de una relación entre socialismo y democracia:
Si la hegemonía no es sólo una forma de organización y dirección
de las masas, sino también un modo de ejercicio de la democracia y
de construcción de una alternativa política, se plantea el problema
de la relación entre socialismo y democracia (Cortés, 2015, p. 229-
230).
Así, la recuperación de la hegemonía, como categoría para problematizar la
democracia, abre la posibilidad para pensar la democracia desde una
perspectiva socialista. Esta apertura, evidentemente también va a implicar
poner en cuestión toda una cultura política de izquierda. En los textos que
seguiremos analizando estas cuestiones estarán presentes.
Democracia o alcanzar el lugar de la decisión soberana
Ricca sostiene que el retorno de Aricó a la Argentina y particularmente el
trabajo asumido en la editorial Folios, representa un giro significativo en sus
elaboraciones y discusiones respecto a la democracia.
La importancia que se le asigna a lo enunciado en el párrafo anterior ocupa
un lugar central en el desarrollo de las reflexiones de Ricca (2016). En 1984
cuando Aricó vuelve a Argentina, además de la fundación del Club de la
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Cultura Socialista
5
, asume la tarea de dirigir una colección de textos de la
Editorial Folios titulada “El tiempo de la política”
6
. Esto, no sólo le permite
continuar con su tarea editorial, sino introducir un elemento en las discusiones
sobre la democracia que se venían dando desde el exilio mexicano. Discusiones
que se profundizaban con el retorno a la democracia, la participación de
algunos compañeros del Club en el “Grupo Esmeralda”
7
y la necesidad de
continuar con las reflexiones en lo que refiere a la democracia por construir.
Lo que en general llama la atención, es la decisión del propio Aricó: que el
primer número de esta colección que se edite en Argentina sea El concepto de lo
político de Carl Schmitt. En la presentación de la publicación sostiene que
pareciera necesario tener que justificar la presencia desde el inicio en “una
editorial democrática de quien es por lo general considerado un pensador
político nazi por su adhesión al partido nacional socialista y, esencialmente, por
la justificación teórica que él dio a la práctica y a las instituciones del nazismo”
(Aricó, 1984, p. IX). La justificación se sustenta en una postura respecto del
trabajo editorial entendido como una “empresa de cultura o, para decirlo con
mayor precisión, de cultura ʻcríticaʼ (p. X). El énfasis radica en la necesidad o
la búsqueda de un pensamiento transformador, que se ubica desde la
5
El Club de Cultura Socialista José Aricó abrió sus puertas como lugar de pensamiento en julio
de 1984 y las cerró en 2008. En la página web, que ha sobrevivido como memoria virtual viva, se
lee que el Club nació con la idea de plasmar un espacio de análisis y debate “de los problemas
políticos, sociales y culturales de la sociedad argentina y del mundo” y así “contribuir a la
renovación del pensamiento actual atrayendo el esfuerzo de todos aquellos que se interroguen
críticamente sobre el significado del socialismo como identidad ideológica, cultural y política”.
Héctor Pavón, Los intelectuales y la política en la argentina. El combate por las ideas 1983-2012,
Debate, Bs. As. 2012, p. 143. En su libro reconstruye el surgimiento del Club de la Cultura
Socialista, sus aportes y sus discusiones, como también los vaivenes que él mismo experimen
en los años de vida del mismo, recuperando las voces de muchos de los actores del propio club.
6
La colección “El tiempo de la Política”, incluyó otros textos. Entre ellos, Los usos de Gramsci, de
Portantiero; el volumen colectivo Discutir el Estado, los Escritos Políticos de Max Weber, los
Escritos Políticos de Karl Korsch y El concepto de lo político, de Carl Schmitt. Martín Cortés
describe y analiza lo que fue el trabajo de Aricó en Editorial Folios y reconstruye el trabajo de
edición y sus búsquedas. Cortés, Martín; “El tiempo de la política. La última aventura editorial
de JoAricó”, Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierda, Políticas
de la Memoria, 15, 2015, 257-267.
7
Héctor Pavón reconstruye el proceso de la conformación del Grupo Esmeralda. Quienes
participaron directamente en el mismo fueron Juan Carlos Portantiero y Emilio De Ípola luego
de su retorno en el exilio. Una de sus intervenciones más importantes dentro del Grupo, fue el
trabajo que realizaron en la construcción del recordado “Discurso de Parque Norte”. (Pavón, H.
Los intelectuales y la política en la Argentina. El combate por las ideas 1983-2012, Debate, Bs As,
2012).
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deconstrucción, no solo como una manera de trabajar con los textos, sino también
de un pensamiento que se inserta,
en ese contradictorio terreno donde el carácter destructivo de un
pensamiento que no se cierra sobre mismo es capaz de
transformarse en constructor de nuevas maneras de abordar
realidades cargadas de tensiones y de provocar a la vez tensiones
productivas de un sentido nuevo (p.X).
Esta manera de trabajar situadamente, es a entender de Ricca, una clara
manifestación del “derrotero último de la trayectoria que dibuja la práctica
discursiva de Aricó” (Ricca, 2016, p. 235), la cual le permite apropiarse de la
herencia de Marx: “de un Marx atópico y solitario, no marxista y, por esa
misma razón, en la crítica de todo lo cristalizado y desechable que hay en el
marxismo” (p. 235).
Esta manera de hacer marxismo” (Cortés, 2015, p. 40) es la que le permite leer
a Schmitt “como uno de los ʻproseguidoresʼ de Marx” (Aricó, 1984, p. XI). Su
intención va mucho más allá de una mera provocación para la época. Busca más
bien, incorporar en las discusiones la recepción de un pensador que en
principio no sería receptado dentro de la cultura de izquierda, pero que en la
comprensión de Aricó, resulta significativo en la discusión política. Apunta
Guillermo Ricca:
Schmitt fue ideológicamente un reaccionario, crítico del liberalismo
y del parlamentarismo, como así también de todos los efectos que la
Ilustración descargó sobre la política. En este sentido, Aricó no hace
s que reconocer que Schmitt está en las antípodas de Marx. Sin
embargo, hay algo en lo que Marx y Schmitt estarían de acuerdo: en
la determinación esencialmente política de la economía (Ricca, 2016,
p. 236).
Es aquí donde se abre la posibilidad de leer a Schmitt en sintonía con la
propuesta de Marx. Marx señalaba que la estrategia de la Economía Política
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consistía en mostrar cómo no político lo constitutivo de la dominación, y es allí
donde él “descubría la emergencia de lo político: la antítesis de clases y la
consiguiente lucha” (Aricó, 1984, p. XII). Para Schmitt de la misma manera
funciona el liberalismo al presentar como morales o humanitarias, y no
políticas, las premisas que sostienen o garantizan el establecimiento de un
orden. Ahora bien, nuestra pregunta tiene que ver con la relación entre estas
reflexiones de Schmitt y la apertura democrática que se está dando luego de que
asume Alfonsín en diciembre del 1983.
El aporte de Schmitt en el que Aricó está interesado es el que
permite dotar a lo político de autonomía en relación con filosofías
de la historia universal y de cualquier otra justificación normativa
externa, como la que identifica sin más lo político con la esfera
estatal burocrática o el orden liberal. De allí al nihilismo apolítico
que hace de la técnica el sustituto de la política, hay nada más que
un paso, como bien saben los cultores de la vulgata neoliberal y de
la restauración conservadora que es su motivo (Ricca, 2016, p. 237).
Ricca señala una de las cuestiones centrales de los inicios de los ochenta, de
la cual Aricó se va a distanciar y tiene que ver con cierta identificación entre
democracia y Estado de Derecho (Ricca, 2015). Cuestión por la cual recupera el
aporte de Schmitt en las discusiones que se planteaban desde los sectores
vinculados a la cultura de izquierda. Es el propio Aricó, utilizando el
seudónimo de Albino Zeni (1985), el que responde a las resistencias o las
críticas que recibió la edición y la presentación en la revista Punto de vista
8
dirigida por Beatriz Sarlo. La misma se expresa con claridad al señalar que no se
trata de establecer una continuidad de las categorías que el propio Schmitt
construyó en los años 20 de Alemania. Más bien, pasa por comprender que
“sigue siendo nuestro el campo de problemas que sus reflexiones permitieron
abrir (Zeni, 1985, p. 43).
8
Al respecto de Punto de vista, Héctor Pavón reconstruye el itinerario de la revista. Los
intelectuales y la política en la Argentina. El combate por las ideas 1983-2012, Debate, Bs As, 2012, pp.
164-169.
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Nos interesa resaltar cuáles son los elementos en los que Aricó hace énfasis
para el debate que lo está atravesando por esos años. Ricca los presenta como
expresión de un giro en las reflexiones en torno a la democracia a construir,
posterior al tiempo de las dictaduras:
- La primera cuestión tiene que ver con la identificación despolitizadora
entre democracia y estado derecho. En esta cita, un tanto extensa, se expone
claramente el problema en cuestión:
Aricó advierte, a partir de su lectura de Schmitt, el riesgo que acecha al
Estado de derecho: resolverse como neutralización de lo político y como
mera legitimación fáctica de un orden dado de cosas: el orden de la
mercancía y de las corporaciones que se la reparten; es decir, resolverse en
la legitimidad liberal clásica que deja intocado el problema relativo a cómo
imaginar una transformación de la cultura política en un sentido social
avanzado (Ricca, 2016, p. 240).
Se advierte uno de los peligros en la democracia a construir. Por un lado,
debe asumir el desafío de erigir la construcción de un orden distinto al
espanto
9
de la dictadura cívico-militar
10
, pero que, a su vez, asuma la
necesidad de las transformaciones económico-sociales urgentes. Resuenan en
estas disputas propias de la teoría política las tensiones entre democracia
formal y democracia sustantiva.
- Otro elemento tiene que ver con la concepción de la política, el conflicto
y la violencia. Aricó recupera la lógica Schmittina del amigo/enemigo como
previa a la decisión soberana. Se trata de un conflicto que no implica la
desaparición del otro. Más bien es representativo de los antagonismos reales,
9
La idea de espanto está trabajada por Silvia Schwarzböck. Los espantos es lo que le sigue al
terror de la última dictadura cívico-militar, y anidan en la democracia de las posdictadura. Cfr.
Schwarzböck, S, Los espantos: estética y posdictadura, Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Las
Cuarenta y El río sin orillas, 2016.
10
Martín Cortés lo expresa de la siguiente manera: “Ya mencionamos que Aricó señala que la
principal causa de la reconsideración del problema de la democracia en el antecedente
inmediato: el terrorismo de Estado, la constatación de aquello que las clases dominantes son capaces
de hacer por fuera de las reglas mínimas de la democracia formal”; Cortés, Martín, Un nuevo marxismo
para América Latina: José Aricó: traductor, editor, intelectual, Siglo XXI, Bs As, 2015, p. 242. Cursivas
de Mariano Montero.
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“como posibilidad latente y extrema en el conflicto que constituye a lo social
y que antecede a la decisión soberana” (Ricca, 2016, p. 238). Esto implica
asumir el conflicto y la violencia como constitutivos del entramado social,
que deben ser abordados por una política capaz de “transformar el
antagonismo social en agonismo político” (pp. 238-239). Las categorías de
antagonismo y agonismo, son abordadas por la filósofa Chantal Mouffe y
particularmente refieren a la posibilidad de una construcción democrática
que asume el conflicto o el desacuerdo como algo fundamental o constitutivo
de la construcción de un orden. Donde el otro no es entendido como enemigo
que debe ser eliminado, sino como adversario con el que hay que disputar
los sentidos de la construcción de un orden: “en una política agonista, la
dimensión antagónica está siempre presente, ya que lo que está en juego es
una lucha entre proyectos hegemónicos opuestos” (Mouffe, 2014, p. 26), la
confrontación es tal, pero debe desarrollarse en “condiciones reguladas por
una serie de procedimientos democráticos aceptados por los adversarios” (p.
28).
En este sentido, sostiene Aricó que “La acción política para Schmitt es sobre
todo opción, riesgo, decisión: „producción de un mito‟ que no deja espacio
libre y que compromete al sujeto imponiéndole la elección” (Aricó, 1984, p.
XIII).
Este segundo elemento, que el propio Aricó asume incorporando el
decisionismo schmittiano a sus reflexiones en torno a la democracia, lo aleja
de otras posiciones, como las del pacto democrático, que proponen algunos de
sus compañeros. La idea de pacto
11
que asumen Portantiero y De Ípola, se
asienta en una creencia de la política atravesada por una serie de normas
11
Raúl Burgos se refiere a la noción de pacto democrático en sintonía con lo que venimos
exponiendo: “El Grupo Esmeralda participó de la elaboración del concepto de democracia que
propondría Raúl Alfonsín, en medio de un extenso proceso de discusión sobre el tipo de
régimen democrático que debería sustituir a la dictadura militar. El proyecto de democracia y
de transición que el presidente Alfonsín intendesarrollar era una versión particularizada de
la concepción liberal, centrada en una práctica política basada en “reglas de juego”
universalmente aceptadas y respetadas, que superasen la situación de interferencias
corporativas que habían constituido la vida política argentina, por lo menos a partir de 1930”;
en Burgos, Raúl, Los gramscianos argentinos: cultura y política en la experiencia de Pasado y Presente,
Siglo XXI de Argentina Editores, Bs As, 2004, pp. 322-323.
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establecidas de antemano y que todos deberían de respetar. Es por eso que
las críticas apuntan a confrontar esta recuperación del decisionismo que
Aricó introduce “como opuesto a la deliberación pacificadora, considerada
ésta como consubstancial con la democracia” (Ricca, 2015, p. 41). El propio
Federico Galende, en un artículo de la revista Confines, se refiere a la noción
de pacto como uno de los significantes más importantes en las discusiones de
la época, del cual se desprendían una serie de palabras “que funcionaban
como santo y seña, de una nueva terminología política en argentina: ética,
tolerancia, pluralismo, gobernabilidad, o discurso” (Galende, 2009, p. 51).
Estos señalamientos se insertan en el centro de las discusiones y las relecturas
al respecto de la época. Particularmente, se suele leer a Aricó como parte del
grupo de La ciudad futura, revista propia del Club de la Cultura Socialista
dirigida por Aricó, Portantiero y Tula, como si fuera un bloque de pensamiento
sin disidencias o discordancias.
12
Un ejemplo claro de esto se presenta en el
trabajo mencionado de Federico Galende. En el mismo, el filósofo radicado
actualmente en Chile, hace una referencia al trabajo intelectual de la época, en el
que refiere ciertos bloques agrupados en torno a las revistas de cultura política
como La ciudad futura, Punto de vista, Crisis y Unidos. Cuando hace mención de
su recuerdo sobre lo que sucedía en la revista del Club de la cultura socialista,
dice lo siguiente:
Lo cierto es que La ciudad futura era un concilio de restauración
institucional que odiaba las ciudades del pasado o que, más
precisamente, odiaba que en el pasado de aquellas ciudades no
hubieran existido ciudadanos. Que para qué queríamos ciudades si
no éramos ciudadanos, que si nos comportábamos como
12
Raúl Burgos se refiere a esta situación de la siguiente manera: “Es importante indicar, con
respecto a las relaciones de los intelectuales vinculados a la trayectoria de Pasado y Presente con
el gobierno de Alfonsín, que éstas no eran homogéneas. Mientras Portantiero y otros postulaban
y ejercían una participación más íntima con el gobierno, Aricó y otros conservaron, durante
algún tiempo, una posición más independiente y crítica. Las diferencias entre estas posiciones
son públicas y señaladas por varios de los observadores directos de aquellos debates,
entrevistados para esta investigación. Aunque los meandros de esas posiciones estén aún por
ser completamente aclarados, es posible apuntar algunos elementos que permiten establecer
algunas posiciones divergentes” Cf. Burgos, Raúl, Los gramscianos argentinos: cultura y política en
la experiencia de Pasado y Presente, Siglo XXI de Argentina Editores, Bs As, 2004, p. 326.
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ciudadanos entonces tendríamos un día una ciudad futura
(Galende, 2009, p. 54).
La referencia es muy clara e incluye en la síntesis a quienes hacían la revista.
Para Ricca este es un aspecto que hay que discutir fuertemente respecto del
pensamiento de Aricó o la lectura que se hacen del mismo. En lo que concierne
al cordobés, es difícil encontrar sintonía con la categoría de ciudadano como el
sujeto de una democracia política sin atributos” (Ricca 2016, p. 246). En la
misma línea, y por eso la importancia de la inclusión de Schmitt y la crítica al
liberalismo, será necesario recuperar aquellas discusiones políticas que no
pierdan de vista “la necesidad de transformar un orden social que ya por
entonces es percibido por el propio Aricó como crisis de civilización.
A partir de aquí, las reflexiones de Aricó en torno a la democracia seguirán
este camino y se perciben en dos intervenciones que se dan en el año 1986, que
continuando con el análisis cronológico que intentamos sostener, vamos a
revisar en lo que sigue.
La primera de las intervenciones aparece en el segundo número de la revista
La ciudad futura. Esta revista tiene su primer número en agosto de 1986, y es una
iniciativa de algunos integrantes del Club de la Cultura Socialista. En su primer
número se afirma que la revista “aspira a ser un terreno crítico de confrontación
de las distintas voces que animan un proyecto de reconstitución de la sociedad
argentina sobre bases democráticas y socialistas” (La ciudad futura, 1986, p. 3).
Por otro lado, dejan claro que “no somos alfonsinistas, ni radicales, ni
socialdemócratas. Somos simplemente socialistas” (p. 3). Y que, a partir de la
posibilidad de construir una nueva democracia, buscarán “ser un elemento
activo en la construcción de una democracia social avanzada, no porque
hayamos renunciado a nuestros ideales socialistas, sino porque es la única
forma de mantenerse fiel a ellos” (p. 3).
Este es el tema sobre el que vuelve Aricó en su texto “Una oportunidad de
ponernos al día”. No quedan dudas que la tarea de impulsar una reforma en la
sociedad implica no dejar las cosas como están. Es más, Aricó lo pone en
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términos de necesidad, salvo para la derecha política que confía en alcanzar un
orden estable liberando el mercado y frenando la dilatación de las libertades
positivas, podríamos afirmar que, un país con las características señaladas, es
ansiado por la mayoría de nuestro pueblo” (Aricó, 1986, p. 36). ¿Cuáles son las
características? Las que permitan “la conquista de un orden político sustentado
en una democracia social avanzada, con formas de intervención de más amplia
participación social y política, con una profunda democratización del poder y
una mayor socialización de la vida económica” (p. 36). Aricó no sólo afirma que
esto sea necesario, también sostiene que esto difícilmente ocurra. Descree que
esto sea posible:
no creo que exista en la sociedad, en sus instituciones
representativas, en sus estamentos políticos y profesionales, en sus
dimensiones ideológicas y culturales, el suficiente consenso, la
necesaria voluntad reformadora, el perdurable compromiso
político, que torne viables las reformas institucionales y
estructurales que el país requiere para clausurar su inestabilidad
política y reestructurar su vida económica (p. 36).
Una vez más, estas afirmaciones ponen al cordobés muy lejos de lo que
algunos de sus compañeros venían sosteniendo, porque claramente “no llega a
constituirse como voluntad, ni como decisión política” (Ricca, 2016, p. 248). Se
trata de una crítica que recae directamente sobre la dirigencia política y
particularmente al Ejecutivo y las formas políticas de la reforma institucional
que está llevando adelante. Esas formas políticas deberían sostener una
voluntad y una decisión política que logre que “la sociedad tuviera una noción
más plena de lo que hoy está en juego, de los obstáculos que una voluntad
reformadora deberá sortear para poder imponerse” (Aricó, 1986, p. 36).
Lo que Arisostiene como democracia social avanzada, necesariamente va un
poco más allá de la recuperación y estabilización formal institucional. Es más,
afirma sin rodeos, que es imposible de concretar procesos de democratización
efectiva si no se incorporan las demandas sociales y económicas urgentes, como
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también la manera de generar la necesaria democratización política, para que
éstas puedan ser expresadas en una forma de participación más amplia y
nueva. En este punto es donde confronta con quienes afirman que es necesario
“congelar la situación actual y seguir insistiendo en el respeto a un
ordenamiento jurídico-institucional cuyas limitaciones y anacronismo todos
advertimos, cualquier respuesta de este tipo elude una cuestión fundamental”
(p. 36). Es clarísima la referencia o el análisis que Aricó hace de la situación que
atraviesa el gobierno de Alfonsín y el problema fundamental pasa por el anhelo
de que esto pueda ser realmente posible:
Cuando se afirma que los cambios son necesarios, pero que es
preciso esperar momentos de mayor tranquilidad para hacerlos, se
supone que se puede alcanzar la “tranquilidad” sin el cambio. En mi
opinión esta es una forma de soñar con los ojos abiertos porque se
afirma en una creencia que rechaza las lecciones de los hechos y
desplaza a un futuro imprevisible una necesidad del presente (p.
36).
Esta afirmación expresa el pesimismo inicial de Aricó respecto de la
posibilidad de consolidar una forma de organización política, de orden, sólo
atendiendo al cuidado de las instituciones de la democracia y postergando dar
“respuestas a las formas complejas de nuestra situación actual y a las demandas
de intervención colectiva” (p. 36).
En el desarrollo de esta intervención, no sólo se muestra crítico respecto de
las apuestas del ejecutivo nacional del momento. Además, apunta cuestiones
centrales para con los partidos políticos por la indiferencia manifiesta. Y
cuestiona el accionar de dos tradiciones de izquierda: la nacional y popular y la
izquierda socialista, que no tienen en el centro de sus preocupaciones este
desarrollo en torno a la democracia. En particular, toma nota de lo que sucede
al interior de su propia tradición:
El hecho de que no sean estos los temas de izquierda, de que las
propuestas de reforma sean vistas por ellas como puras maniobras
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electorales o mezquinas apetencias personales, y de que las reduzca
a solo apariencia, es de algún modo la demostración de que el
discurso de la izquierda y su cultura están instalados en la ideología
y no en la política (p. 36).
Para el cordobés, es de suma urgencia que se asuma la comprensión de que
la democracia como régimen es lo que hoy se presenta como posibilidad, como
oportunidad de ponernos al día, para construir un ordenamiento institucional y
político que garantice libertad e igualdad. Aquí es donde el tono pesimista del
principio cambia de forma y encuadra las posibilidades de transformación
posibles, solo dentro de los límites de la democracia. Se afirma que la coyuntura
histórica le ofrece a esas dos tradiciones políticas la oportunidad de
transformarse en una opción política, de consolidar una democracia donde se
asuman las reformas políticas necesarias y, a su vez, se atiendan a las demandas
de transformación social y económica urgentes: “A partir del despliegue de esta
pugna por la ampliación de los procedimientos de control democráticos podrá
determinarse lo que se quiere cambiar y cómo, lo que efectivamente puede ser
objeto de reformas”. En este punto se empieza a vislumbrar una característica
más que Aricó destaca de la democracia: forma de organización política que
permite alcanzar el lugar de la decisión soberana, en sintonía con el desarrollo que
venimos realizando desde la incorporación de Schmitt a sus reflexiones.
En ese mismo año, 1986, encontramos una intervención de Aricó en Perú, en
un encuentro de ciencias sociales. Las ponencias de quienes participaron fueron
recogidas y publicadas en 1992 en Lo popular en América Latina ¿Una visión en
crisis? Entre las intervenciones, encontramos una participación del cordobés que
lleva como título “El difícil camino de la reforma democrática”.
En esta participación hay una primera cuestión a destacar: Aricó se presenta
de manera distinta a los demás participantes, como un “comentarista” que
intenta historiar “ciertos momentos de una historia que ya pereció” y manifiesta
cierta incomodidad con el cartel de panelista asignado para realizar una
“exposición formal porque, como ustedes saben, yo soy sapo de otro pozo.
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Vengo de otro lugar; no vengo estrictamente de las Ciencias Sociales, ni me
ubico con facilidad en ese plano” (Aricó, 1992, p. 1).
El desarrollo de la exposición se da a partir de una toma de posición que
Aricó enuncia como “buen reformista, de un cabal reformista demócrata” (p. 1).
A nuestro entender busca generar un quiebre. Primero, respecto de la
comprensión de lo popular por la cultura de izquierda. Segundo, respecto de la
comprensión de la democracia.
La primera de las cuestiones tiene que ver con lo popular. De hecho, la
publicación final en el título sostiene la relación entre lo popular y América
Latina. Particularmente, lo que Ari hace es revisar cómo asume lo popular la
izquierda de tradición marxista. Hay, al menos, tres cuestiones centrales para
destacar.
1. Respecto de lo popular, del movimiento popular, el problema señalado
pasa por la compatibilidad con una determinada legalidad. Es decir, la
legalidad de las luchas sociales con la gobernabilidad de un sistema político”
(pp. 1-2), en el particular momento de la historia de Argentina y de América
Latina y del régimen democrático como tal.
2. Segundo, y dirigido al socialismo como tal, si quiere ser una posibilidad
para América Latina, si quiere transformarse en un proyecto, debe
necesariamente convertirse en una fuerza de gobierno: “en tanto no sea
fuerza de gobierno, puede ser apenas una fuerza de contestación” (p. 3). Esto
se presenta como una tarea urgente: la necesidad de construir un discurso
capaz de atraer fuerzas sociales y de transformarse en una alternativa política
viable y capaz de gobernar en democracia.
3. Por último, se apunta un peligro encubierto de lo popular. Todavía
circula cierta comprensión que asocia lo popular con la posibilidad de la
revolución. Aricó afirma que el tema de discusión no permite desprenderse
de un andamiaje teórico-conceptual al cual denomina como arcaico. Lo
popular se transforma así en “una manera de desplazar el problema de la
revolución, es una manera de desplazar el problema de identificar proceso de
transformación con revolución radical (p. 5). A lo que apunta es a hacer foco
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en el problema de la democracia: “porque si nos instalamos en el problema
de la democracia, no se puede hablar de la conquista del poder. Se tiene que
hablar simplemente de la conquista del gobierno, porque no existe tampoco
el poder” (p. 5).
Evidentemente, Aricó busca trasladar el debate que se estaba dando en torno
a lo popular y ponerlo en otro lugar que es el de la democracia y sus
posibilidades. Entiende que es sumamente necesario un cambio en la forma en
la que se dan las discusiones y en la que se construye un conocimiento nuevo
sobre lo que está sucediendo. Identificada la democracia como problema
central, el desafío pasa por saber cómo se aborda el mismo, teniendo en cuenta
la diversidad de experiencias y discursos que provienen de distintas regiones
cuando no existe “una tradición socialista democrática en América Latina que
nos sirva como punto de referencia para medir estos otros discursos (p. 5).
Además observa “la persistencia en el plano cultural y político de una tradición
leninista y nacional popular que no ha sido conmovida” (p. 5). Estos factores,
afirma Aricó, hacen que la tarea en torno al problema de la democracia se
dificulte.
Teniendo en cuenta la cuestión sobre el discurso de la izquierda que ha
pasado de la revolución a la democracia, como bien describe Lechner, no sólo
por los fracasos del pasado sino también por las construcciones teóricas de la
realidad que deben ser revisadas; y asumiendo que la democracia
“coincidiendo con lo que decía Grüner, es en el fondo, al límite, en el último
extremo, anticapitalista” (p. 5), se transforma en una necesidad revisar una
cultura política que ya no puede leer el presente a partir de viejas categorías:
Esto, por supuesto, supone formas distintas de pensar, maneras
distintas de ordenar la realidad. Y como tenemos la imposibilidad
de pensar lo nuevo si no es a través de las categorías viejas, la única
manera de reordenar una cultura política es lograr establecer un
proceso sincrético, de reabsorción de aquellas culturas políticas que
aparecen como excluyentes en la sociedad presente, aun cuando se
planteen todas objetivos de transformación. (p. 11)
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Esta transformación implica abrir las construcciones en torno a la democracia
de una manera nueva, aceptando aquellas “palabras que nos fastidian” (p. 5),
que profundice la crítica de las construcciones anteriores y las nuevas, no solo
como una forma de trabajo intelectual que pone a prueba la construcción de un
discurso, “sino como forma de entender una realidad que, a veces, se nos
aparece como inaprensible” (p. 1). Dicho esto, los aportes centrales respecto a
las discusiones en torno a la democracia, como enunciamos más arriba, avanzan
en dirección a comprender la misma como la forma que permite alcanzar el
lugar de quien decide.
Aricó plantea que los procesos de democratización se dan en paralelo a una
profunda crisis del Estado y de la economía ¿Es posible pensar procesos de
democratización avanzados, radicales, profundos, en medio de una crisis
económica?” (p. 7). Aun cuando la relación entre economía y sistema político no
sea determinante o directa, lo cierto es que se torna una dificultad real
consolidar un proceso democrático. El desafío está a la vista: ¿cómo se sostiene
el largo plazo de profundización de la democracia sin desatender a las
urgencias que se presentan debido a la crisis de los Estados nacionales y la crisis
económica?
Esta encrucijada, para la cultura de izquierda de tradición marxista,
encontraba respuestas en la idea de revolución: “la revolución era el punto
mágico que nos permitía sortearla” (p. 7). En la situación actual, el discurso de
la revolución no comprende muchas de las situaciones que se deben asumir y
debe convivir con nuevos discursos. Ante esta situación, “me parece que la
única salida que nos queda, aunque sea una forma de arar en el desierto, es una
profundización del discurso democrático y una comprensión más cabal de lo
que significa ese discurso” (p. 8).
Llegados a este punto, Aricó señala algunas cuestiones que son de suma
importancia a los fines de avanzar en su comprensión de la democracia y que
están en sintonía con los análisis que venimos desarrollando:
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1. Se hace referencia a una cuestión de la teoría política, la cual comprende
el régimen democrático como continuación o como devenir del formalismo
propio del Estado de Derecho moderno. Es claro que este Estado está
compuesto por una serie de reglas que deben ser asumidas y que la
posibilidad de la democracia se da dentro de las mismas, pero de ninguna
manera “hay continuidad entre el formalismo jurídico del Estado de derecho
y la propia democracia. Como tampoco hay un pacto de solidaridad entre
democracia y capitalismo. Son dos cosas diferentes y son cosas que pueden
ser contradictorias” (p. 8).
2. Si se asume que la democracia “no es asimilable a la forma liberal del
derecho; vale decir a la norma liberal democrática. Tampoco es una forma
débil de procedimiento. Es un hecho nuevo, y hay que entenderlo como un
hecho nuevo” (p. 8). Ese hecho nuevo remite a una construcción, a una
posibilidad que se abre a partir de que la democracia es el régimen que
permite cuestionar “la decisión que preside este artificio normativo que
hemos planteado antes. Alcanzar el lugar de quien decide, ser el que decide”
(p. 8). La democracia como forma que permite disputar el lugar de la
decisión soberana, de transformar o reformar todo el aparato normativo en
orden a favorecer las necesidades de transformación social urgentes. La
democracia como forma de organización, como régimen, permite “alcanzar
el puesto de quien decide, y la democracia crea los mecanismos por los
cuales esto está siempre en discusión” (p. 8).
Tomando estas afirmaciones y sumándole otras que venimos desarrollando,
podemos aproximarnos un poco más a lo que sostiene como comprensión de la
democracia que desarrolla Aricó en los años ochenta:
1. La crítica que se realiza a la identidad entre Estado de Derecho y
democracia, aceptada por algunos compañeros en los años de la apertura
democrática (Ricca, 2015), es pertinente por las consecuencias que acarrea. A
saber, reducir la comprensión de la democracia a una débil forma de
procedimiento legal y reducir a los sujetos sólo a la tarea de respetar las
reglas impuestas (ciudadano). Si bien se señala que las demandas sociales y
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transformaciones sociales deben darse dentro de la formalidad, la
comprensión de la misma no se puede reducir sólo al marco formal de la
democracia. De fondo, la discusión es con aquellos que sostienen un proceso
de transición a la democracia y una posterior profundización de la misma y
que Aricó ya cuestionó como una manera de soñar con los ojos abiertos o lograr
tranquilidad sin el cambio: “Aricó lo considera parte de un mismo proceso de
transformación que debe ser orientado en una dirección política precisa,
puesto que lo que está en juego es el significado mismo de la democracia”
(Ricca, 2016, p. 261).
La manera en que la democracia es asumida por Aricó no genera este salto
entre distintos momentos. La incorporación de Schmitt, referida a la decisión
soberana, le permite pensar la democracia como la forma de organización
política que puede poner en discusión y disputar el lugar de la decisión
soberana. De esta manera, se otorga una legitimidad a las luchas sociales, se
evita esa escisión entre movimiento social y política, y la democracia asume
la forma de un “proceso hegemónico en una cultura democrática” (pp. 53-
254). Proceso “instituyente, desde abajo” (p. 254), que necesariamente debe
constituirse en una alternativa, que genere consenso, para alcanzar el lugar
de quien decide; llegar a ser una forma de gobierno.
2. De lo anterior se desprende la cuestión referida al sujeto político de la
democracia. Para Aricó: “No hay evolución histórica ni social, más allá de la
dirección que los propios sujetos políticos puedan imprimirle a esa historia
en términos de construcción de una opción de gobierno” (p. 254). La
propuesta democrática a la que se refiere se asume como opción, por tanto,
no acepta o no depende de sujetos políticos previamente constituidos, y
tampoco se reduce a la tibia comprensión del ciudadano. Más bien, los
sujetos políticos se constituyen en el propio proceso político hegemónico,
desde abajo
13
, en orden a constituirse en alternativa de gobierno, que alcance
13
“El debate en torno al concepto de Hegemonía vuelve a poner en primer plano que Aricó
sigue pensando lo político desde una perspectiva heredera de la tradición marxiana y
gramsciana; esto es, como un movimiento “desde abajo”, desde un lugar de agregación que no
es cualquier lugar, sino aquel que compromete la fuerza de las clases subalternas para
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el lugar de la decisión soberana y logre las transformaciones del propio
régimen democrático. En una dirección que permita favorecer las
transformaciones sociales urgentes e impostergables sin las cuales ningún
proyecto democrático puede sostenerse en el tiempo.
La respuesta es la democracia
Durante el desarrollo del trabajo se hizo un análisis de la importancia de la
democracia en los años ochenta del siglo pasado. Evidentemente subyace a la
década analizada, y resuena en el presente la necesidad de precisar, discutir y
disputar el sentido de la democracia como tal. Lechner (1986), sostiene que la
democracia se constituyó en los ochenta como una salida esperanzadora y no en
un problema como tal. De esta manera el retorno de la misma fue asumido
como una posibilidad para todas las fuerzas que hacían al desarrollo o
construcción de las sociedades: disputar la finalidad de la democracia o el uso
que se daría a la misma. Es por esta razón que otros, como León Rozitchner, se
referirán a la democracia de los años ochenta como “democracias aterrorizadas”
(2015, p. 57) ya que la misma es una concesión que el s fuerte en esa guerra
hace al más débil, sabiendo que el terror se imprimió en el interior de los
derrotados. Por esta razón sostiene que “la democracia actual fue abierta desde
el terror, no desde el deseo” (p. 57). En sintonía con lo anteriormente
mencionado, Hinkelammert habla de democracias de seguridad nacional, para
referirse al proceso de democratización de los años ochenta del cual surgen
democracias que en ninguno de los casos “disuelven es Estado de Seguridad
Nacional” (Hinkelammert, 1990, p. 230).
Señalo estos apuntes críticos, intentando señalar que para todos la respuesta
o la salida a los procesos dictatoriales, se encontraba en la democracia. Razón
por la cual, en ella confluyen, no sólo, los sectores del pensamiento crítico en
América Latina, sino que también la derecha teórica latinoamericana y sus
transformar y reconfigurar a la sociedad toda. Democracia, desde esta concepción de la
hegemonía, es democracia social y no sólo la adscripción al orden jurídico de la democracia
política”. Ibid., p.226.
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intelectuales orgánicos como señala Roitman (2001, pp. 121-122). El sociólogo
chileno explica de manera contundente cómo sectores de la derecha asumieron
positivamente los golpes militares en tanto movimientos en defensa de la
democracia del peligro que suponía la toma del poder de sectores subalternos y
populares. Con el desarrollo de las dictaduras sufrieron el desplazamiento y “la
pérdida de protagonismo económico, social y político de la burguesía
intervencionista también arrastró a los sectores medios, base social y electoral
de sus postulados políticos”. Esto los llevó a buscar en la revalorización de la
democracia una forma de recuperar los lugares de poder que habían perdido y
distanciarse de los gobiernos militares.
La democracia sin adjetivos, como procedimiento de elección de élites o
como sinónimo de gobernabilidad fue la construcción teórica de los sectores
que se distanciaron de los gobiernos militares, que en un principio habían
apoyado. Esto hizo que se incorporaran al debate en torno a la democracia en
sintonía con el pensamiento crítico. Es decir, el tema era común; diferían en sus
contenidos. A su vez, con la finalidad de terminar con las dictaduras, sectores
del pensamiento crítico latinoamericano que acusaron recibido del impacto de
la crisis del marxismo, abandonaron posiciones críticas y confluyeron con
sectores conservadores y neoliberales en la construcción de una teoría de la
democracia vacía de todo contenido económico, social, político y cultural.
Como, señala Roitman, esto produjo una ruptura al interior del pensamiento
crítico y permitió que converjan en un mismo discurso sectores que fueron
contrarios a las dictaduras y sectores que por momento las habían apoyado.
Esta situación determinó la discusión en torno a la democracia: por un lado,
quienes entendían la democracia como un fin en misma, como la forma de
organización política que permite el final de las dictaduras y se erige como
forma de organización política que reestablece una forma de orden y paz social.
Y la reducen a una forma procedimental-jurídica que garantiza las libertades
individuales, con una forma de participación social en las elecciones, vaciándola
de contenido social, político, económico y cultural. Para esta forma de pensar la
democracia:
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Cualquier alternativa política construida sobre la base de demandas
sociales, redistribución del ingreso y beneficios económicos, será
considerada como una propuesta residual de la izquierda totalitaria
sin capacidad para valorar suficientemente los beneficios de una
práctica democrática, por ello causante de una posible
desestabilización del orden democrático (p. 124).
Por otro lado, estarán los sectores del pensamiento crítico que no
abandonaron una manera de pensar la democracia. Democracia no sólo como
respuesta a las dictaduras existentes, sino entendida como forma de
organización política que posibilite la transformación de las sociedades en los
que respecta a la desigualdad social, política y económica. Pero que, sobre todo,
no abandonan el vínculo entre democracia y socialismo y la crítica al
capitalismo. Para quienes se inscriben en esta manera de pensar, sostiene
Yamandú Acosta, una democracia sin adjetivos, reduce a la misma a una
forma de gobierno que descansa en el cumplimiento de condiciones
formales y procedimentales propias de una institucionalidad
jurídico-política en la que la perspectiva instituyente no debe
trascender las reglas y lógicas de lo instituido y especialmente el
espíritu de las mismas (Acosta, 2010, p. 39-40)
El espíritu al que hace referencia Yamandú, tiene que ver con la
“acumulación del capital” (p. 36). Ésta es la cuestión de fondo en las discusiones
en torno a la democracia y que divide las aguas, legitimando a unos y
condenando o demonizando a otros. “Los que defienden este “espíritu” pueden
violar la constitución sin violarla. Los que se oponen a este “espíritu” violan la
constitución, aunque no la violen”.
14
Legitima a quienes sostienen el espíritu de
las mismas a tal punto que se transforman en la medida para la democracia y
por tanto les está permitido “estar más allá” o por encima de las instituciones
14
Hinkelammert, F. (1981), Las armas ideológicas de la muerte, San José de Costa Rica: DEI, p. 65.
Citado por (Acosta, 2010, p. 36)
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que dicen defender. Ante esta referencia, es inevitable pensar en procesos en
torno a la democracia en Argentina y otros países de América Latina que se
dieron en los últimos años y en la actualidad. Procesos donde sectores
conservadores, liberales y defensores de las instituciones de la democracia, ante
una amenaza o indicio de trasformación del espíritu que sostiene las reglas de
las instituciones no dudan en ignorar, desestimar, desconocer o violar la regla
en orden a destruir o deslegitimar todo movimiento, fuerza o proceso con el
propósito de defender o restablecer el orden funcional al espíritu (del capital).
Llegados a este punto, nos interesa sostener dos cuestiones respecto del
trabajo que se presenta. En primer lugar, las reflexiones de Aricó en torno a la
democracia se distancian totalmente de una comprensión de la misma en la que
ésta sólo sea una salida a los tiempos oscuros de la dictadura, en orden a
sostener “cierta estabilidad del orden democrático”. El cordobés afirma que no
se puede alcanzar la paz o la tranquilidad si se postergan a futuro las
trasformaciones y las demandas económico-sociales. En sintonía con esta
afirmación, también hay que señalar una distancia respecto del diagnóstico de
Guillermo O´Donnell (1995, p. 170), al afirmar que los análisis en torno a la
democracia fueron de corte netamente politicista. Ni las reflexiones de Aricó,
como tampoco las de Lechner, Hinkelammert, pueden ser encuadradas dentro
de lo que plantea el politólogo.
En segundo lugar, se hizo mención a una discusión, que presenta
directamente Guillermo Ricca, sobre las lecturas o los análisis de la democracia
en Aricó enfocados en sostener la idea de una democracia sin atributos, sin
adjetivos. Al respecto y recuperando la idea anterior -de que la democracia fue
la respuesta que asumió no solamente el pensamiento crítico en América
Latina- cabe señalar que, posteriormente se construye una manera de trabajar el
concepto de democracia en esta década con una finalidad muy particular: “se
trata de invertir el proceso de análisis de la democracia situando como eje su
sentido procedimental, alejando la democracia de una crítica sustantiva y
desvinculándola de las formas de la dominación política de las clases
dominantes” (Roitman Rosenmann, 2001, p.115). En este punto es donde se
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asientan las críticas y las discusiones en torno a las lecturas actuales de una
década que debe ser interpretada desde el presente y deben disputar con otras
formas de leer, que no son ingenuas o desinteresadas. Esta es la razón por la
cual Ricca asume el desafío de evidenciar y disputar con otras lecturas de la
obra de Aricó. Lecturas que se presentan como legítimas, pero con la intención
de imponer una única manera de pensar la democracia.
Se trata de poder pensar de otra manera
Hay una idea que no si podré reflejarla con claridad. Tiene que ver con la
posibilidad de pensar de otra manera la democracia. Una de las cuestiones que
puedo afirmar con fuerza es que la idea de democracia social avanzada en el
pensamiento de Ari implica una forma de pensar de otra manera. Pensar de
otra manera aquello que casi obstinadamente se buscar imponer: que la
democracia no puede pensarse más allá de los límites que le impone el
capitalismo.
Galende sostiene que la política en los ochenta era sinónimo de reforma
institucional. Ése era el valor más fuerte que se le confería a la recuperación
democrática. Ahora, las demandas económico-sociales de las grandes mayorías,
deberían ser postergadas en orden a sostener la gobernabilidad ¿Qué implica
sostener la gobernabilidad? Aceptar, casi con resignación, que con la finalidad
de sostener la democracia como algo superador del horror de los años previos,
la misma sea comprendida como el conjunto de reglas que garantizan la paz
social, pero que no puede resolver las demandas económico-sociales de las
mayorías empobrecidas. A su vez, lo que se pone en cuestión es que la pugna
por sostener la gobernabilidad no toca las reglas de la economía política
impuestas por la forma de organización del capitalismo.
La idea del trabajo parte de que en la actualidad la democracia es el tema de
discusión política. Pero parece que no puede pensarse la democracia s allá
de los límites que estipula cierta tradición liberal en la cual el desarrollo de la
democracia no altera en lo más mínimo las estructuras del capitalismo actual.
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Por momentos tiendo a pensar que cierta tensión utópica con un mundo más
justo, más humanamente vivible es comprendido como un riesgo para las
posibilidades actuales de la democracia. Entonces, si bien hay cierta sintonía
con lo que sucedía en los inicios de los ochenta en argentina y los debates en
torno a la democracia; en la actualidad los límites dentro de los cuales se la
puede pensar están encorsetados por el sostenimiento de formas que imponen
ciertas reglas de juego. Y que desestiman el conflicto en pos de “tirar todos para
un mismo lado” y posterga siempre a futuro la solución de las demandas de las
grandes mayorías excluidas. Tanto es la fuerza de dicha forma que, por
momentos, existe la sensación de que ni siquiera puede pensarse de otra
manera.
Pensar la democracia implica un trabajo en la teoría y en la práctica
realmente transformadora de la sociedad. Allí radica, a mi entender, la
intensidad de la democracia como democracia social avanzada que propone Aricó.
Que no resigna el trabajo en y sobre Marx y de la tradición de izquierda en lo
que refiere a su crítica al capitalismo. Y ello para poner en cuestión cierta
continuidad esencialista entre democracia y capitalismo. Dicho de otra manera,
democracia social avanzada implica un trabajo en la teoría de pensar la misma
incorporando la crítica a la forma económico política hegemónica, propia de la
tradición de Marx. Y que dicha crítica se traduzca en una práctica realmente
trasformadora de la sociedad. Es esa necesidad de transformación social de una
realidad encauzada en un proceso constante de autodestrucción, como lo
denomina Aricó, la que se torna insoportable. Por eso la necesidad de pensar
más allá de lo que pareciera ser una democracia anémica totalmente débil.
Pensar más al de una democracia apuntalada sólo en su formalidad. Como
dice Horacio González (2010), un pellejo vacío sin capacidad de acción para
hacerse cargo de la transformación social.
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