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Revista Pelícano
Vol.
8
(202
2
)
P
ágs. 24
-
42
ISSN 2469
-
0775
-
Publicado
noviembre
2023
Página
1
EL ASALTO DE LO IMPE
NSADO
Los colectivos minoritarios y las distancias sociales en tiempos de
pandemia
Damián Andrés Cantón Gardes
¿Es posi
b
le una religión atea? Religión, ética y política en John
Dewey y G. F. Hegel
Germán David Arroyo
L
AS FORMAS DE LA MEMORIA
El deseo en la transmisión del conocimiento. Una experiencia en
convivencialidad
Eugenio Pablo Mazzucco
,
Lisa María Gilli
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8
(202
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42
ISSN 2469
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0775
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Publicado
noviembre
2023
Página
2
Director
Dr. José Daniel López, S. J., Universidad Católica de Córdoba, Argentina
Editora
Dra. Karina Clissa, Universidad Católica de Córdoba, Argentina
Comité Editorial
Dra. Valeria Secchi (Filosofía) Universidad Católica de Córdoba,
Argentina
Dr.
Claudio Viale (Filosofía) Universidad Católica de Córdoba, Argentina
Mgter. Emilio Moyano (Letras) Universidad Católica de Córdoba,
Argentina
Dr. Gabriel Garnero (Historia) Universidad Católica de Córdoba,
Argentina
Comité Científico Internacional
Dra. N
ancy Bedford, Garrett
-
Evangelical Theological Seminary, USA; e
Instituto Universitario ISEDET, Argentina
Dra. Susana Frías, Miembro de Número de la Academia Nacional de la
Historia, Miembro de Número Académico del Instituto Nacional
Browniano, Argentina
D
ra. Adela Salas, Universidad del Salvador, Argentina
Lic. Sofía Isabel Luzuriaga Jaramillo, Pontificia Universidad Católica del
Ecuador, Ecuador
Dr. Ivo Ibri, Pontificia Universidad Católica de São Paulo, Brasil
Dr. Horacio Cerutti, Universidad Nacional Au
tónoma de México, México
Mtro
. Miguel Ángel Cerón Ruiz, Universidad Nacional Autónoma de
México, México
Dr. Carlos Schickendantz, Universidad Alberto Hurtado, Chile
Dr. Martín Morales, Pontificia Universidad Gregoriana, Italia
Dr. Carlos Domínguez Morano,
Facultad de Teología de Granada, España
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3
Dr. Daniel Kalpokas, Universidad Nacional de Córdoba, CONICET,
Argentina
Dr. Diego Fonti, CONICET, Universidad Católica de Córdoba, Argentina
Dr. Marcelo González, Universidad Nacional de San Martín, Argentina
Dr. Ca
rlos Mateo Martínez Ruiz, Universidad Católica de Córdoba,
Argentina
Dr. Michael Löwy, Directeur de Recherche émérite du CNRS, Francia
Comité Académico (2016
-
2022)
Dr. Gustavo Ortíz (+), CONICET, Universidad Católica de Córdoba,
Argentina
Dra. Lila
Perrén (+), Universidad Católica de Córdoba, Argentina
Dr. Eugenio Rubiolo, Universidad Católica de Córdoba, Argentina
Dr. Aaron Saal, Universidad Nacional de Córdoba, Argentina
Dra. Beatriz Moreyra, CONICET, Universidad Nacional de Córdoba
-
Universidad C
atólica de Córdoba, Argentina
Orientaciones para la presentación de trabajos
Esta revista de la Universidad Católica de Córdoba es una
publicación periódica anual de artículos de investigación científica,
originales y de revisión, sobre temáti
cas de Historia, Psicología, Filosofía,
Letras y Ciencias de las Religiones, escritos por investigadores de la
propia institución y externos a ella.
Pelícano es una revista plural que sólo exige calidad científica, para lo
cual se vale de un sistema de arb
itraje basado en dos evaluaciones con
reserva de identidad de los autores y evaluadores, estos últimos
integrantes del Comité Editorial de la Revista y especialistas externos
convocados al efecto.
El Consejo de Redacción de la Revista a
ceptará artículos originales
e inéditos con pedido de publicación en idioma español, inglés y
portugués.
El envío de los artículos puede hacerse durante todo el año, más allá
de las convocatorias periódicas que se efectúen y deberán ajus
tarse
a las Instrucciones para los autores.
Las contribuciones que se recepten podrán obedecer a la siguiente
estructura interna de la publicación:
1)
El vuelo del Pelícano
: sección en la que se puede participar sólo por
invitación o pedid
o expreso de la Revista Pelícano. Consiste en un
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Revista Pelícano
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ISSN 2469
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0775
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Página
4
Dossier con artículos (hasta siete) originales que debaten en torno a
un tema o eje temático común, y que persiguen objetivos similares
entre sí. Estarán supervisados por uno o
dos coordinadores como
máximo, quienes escribirán una “presentación general” de la
propuesta, que rescate los principales aportes individuales.
2)
El asalto de lo impensado
: de participación libre. Consiste en artículos
de revisión e investigación
científica que exponen, de manera
exhaustiva, los resultados originales de proyectos de
investigación individuales o colectivos. Abarca también las
investigaciones que analizan, sistematizan e integran los resultados de
i
nvestigaciones publicadas o no publicadas, sobre un campo de las
ciencias sociales, humanas y/o teorías y desarrollos conceptuales en
el ámbito de la filosofía, psicología, las ciencias de las religiones, la
historia y la literatura, con el fi
n de dar cuenta de los marcos teórico
-
epistemológicos, metodologías y estados de las investigaciones en
cuestión. Se caracteriza por presentar una cuidadosa revisión
bibliográfica y por su rigor teórico y metodológico. Además
por la
argumentación reflexiva y crítica sobre nuevos problemas teóricos y
prácticos.
3)
Las formas de la memoria:
de participación libre.
Ocasionalmente, Pelícano publicará traducciones de documentos
relevantes para el
estudio de las Humanidades, como así también
entrevistas a personalidades destacadas en dichas disciplinas. Como
también artículos y/o trabajos en homenaje a algún autor o
personalidad destacada.
4)
Nuevas narraciones:
de participación l
ibre. Consiste en
comentarios bibliográficos breves en la que se presentan los aportes
científicos de un libro de reciente aparición en el mercado editorial
(hasta cuatro años). No se atiene solamente al contenido, sino a una
revisión crít
ica y contextual de su contenido.
Orientaciones para la presentación de
trabajos
Esta revista de la Universidad Católica de Córdoba es una
publicación periódica anual de artículos de investigación científica,
originales y de revisión, sobre
temáticas de Historia, Psicología, Filosofía,
Letras y Ciencias de las Religiones, escritos por investigadores de la
propia institución y externos a ella.
Pelícano es una revista plural que sólo exige calidad científica, para lo
cual se vale de un sistema
de arbitraje basado en dos evaluaciones con
reserva de identidad de los autores y evaluadores, estos últimos
integrantes del Comité Editorial de la Revista y especialistas externos
convocados al efecto.
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El Consejo de Redacción de la Revista aceptará artículos originales
e inéditos con pedido de publicación en idioma español, inglés y
portugués.
El envío de los artículos puede hacerse durante todo el año, más allá
de las convocatorias pe
riódicas que se efectúen y deberán ajustarse
a las Instrucciones para los autores.
Las contribuciones que se recepten podrán obedecer a la siguiente
estructura
interna de la publicación:
1)
El vuelo del Pelícano
: s
ección en la que se
puede participar sólo por
invitación o pedido expreso de la Revista Pelícano. Consiste en un
Dossier con
artículos (hasta siete) originales que debaten en torno a
un tema o eje temático
común, y que persiguen objetivos similares
e
ntre sí. Estarán supervisados por
uno o dos coordinadores como
máximo, quienes escribirán una “presentación
general” de la
propuesta, que rescate los principales aportes individuales.
2)
El asalto de
lo impensado
: d
e participación libre.
Consiste en artículos
de revisión e
investigación científica que exponen, de manera
exhaustiva, los resultados
originales de proyectos de
investigación individuales o colectivos. Abarca
también las
investigaciones que an
alizan, sistematizan e integran los resultados
de
investigaciones publicadas o no publicadas, sobre un campo de las
ciencias
sociales, humanas y/o teorías y desarrollos conceptuales en
el ámbito de la
filosofía, psicología, las ciencias de las
religiones, la
historia y la literatura, con el
fin de dar cuenta de los marcos teórico
-
epistemológicos, metodologías y
estados de las investigaciones en
cuestión. Se caracteriza por presentar una
cuidadosa revisión
bibliográfica
y por su rigor teórico y metodológico.
Además por
la
argumentación reflexiva y crítica
sobre nuevos problemas teóricos y
prácticos.
3)
Las formas de la memoria
:
d
e participación libre.
Ocasionalmente
,
Pelícano publicará
traducciones de documentos
relevantes para el estudio de las
Humanidades, como así también
entrevistas a personalidades destacadas en
dichas disciplinas.
Como
también artículos y/o trabajos en homenaje a algún autor o
personalidad dest
acada.
4)
Nuevas narraciones
:
d
e participación libre. Consiste en
comentarios
bibliográficos breves en la que se presentan los aportes
científicos de un libro de
reciente aparición en el mercado editorial
(hasta cuatro años). No se ati
ene
solamente al contenido, sino a una
revisión crítica y contextual
de su contenido.
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ÍNDICE
EL ASALTO DE LO IMPE
NSADO
Los colectivos minoritarios y las distancias sociales en tiempos de
pandemia
(pp.
7
-
2
3
)
Damián Andrés Cantón Gardes
¿Es posile una religión atea? Religión, ética y política en John Dewey
y G. F. Hegel
(pp.
24
-
4
2
)
Germán David Arroyo
LAS FORMAS DE
LA MEMORIA
El deseo en la transmisión del conocimiento. Una experiencia en
convivencialidad
(pp.
43
-
59
)
Eugenio Pablo Mazzucco
,
Lisa María Gilli
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¿Es posible una religión atea?
Religión, ética y política
en John Dewey y G. W. F.
Hegel
Is an atheis
tic religion possible? Religion, Ethics
and Politics
in John Dewey and G. W. F. Hegel
Germán David Arroyo
1
Resumen
Este trabajo se propone explorar los vínculos de continuidad y de quiebre entre la
filosofía de la religión de Hegel y la de John Dewey, a partir de tres núcleos temáticos:
el cristianismo como religión revelada; la relación entre religión, vida
ética y política; y
la necesidad de la existencia de Dios. Mediante un recorrido desde las obras de Dewey
pertenecientes a su etapa neo
-
hegeliana hasta aquellas en donde su idealismo fue
conviriténdose progresivamente en un instrumentalismo, lo que intent
amos mostrar es
que en esa transición la religión fue perdiendo poco a poco su contenido propio,
cediendo, de este modo, paso a la democracia y a la ciencia como garantes de la libertad
individual y la armonía social, es decir, proporcionando las bases ét
icas y políticas que
en otro tiempo le correspondían a la religión. En otras palabras, el abandono de la idea
de Dios
-
producto del abandono de la Personalidad Ideal de los neo
-
hegelianos
-
como
garante de la unidad orgánica del mundo y de la comunidad por
parte de Dewey volvió
prácticamente inaplicable el propósito de seguir considerando a la religión como esfera
relevante de la vida democrática, al lado de los avances en términos de política y
experimentación científica, un problema que Hegel supo eludir a
partir de una
1
Integrante del grupo de investigación “Psicoanálisis y Filosofía/Filosofía y Psicoanálisis:
encuentros, influencias y discusiones”, (CIFFyH). Facultad de Filosofía y Humanidades
-
Universidad Nacional de Córdoba.
https://orcid.org/0009
-
0001
-
2810
-
9660 Corr
eo
electrónico:
[email protected]
Artículo publicado bajo Licencia Creative Commons Atribución
-
NoComercial
-
CompartirIgual. © Universidad Católica de Córdoba
.
Recibido: 14/05/2023
-
Aceptado: 10/09/
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concepción de la religión según la cual ésta podía conservar su independencia e
importancia propias.
Palabras clave:
R
eligión,
É
tica, Política,
I
dealismo,
N
eo
-
hegelianismo
Abstract
This work aims to explore the links of continuity and rup
ture between Hegel's
philosophy of religion and that of John Dewey, focusing on three thematic cores:
Christianity as a revealed religion; the relationship between religion, ethical life, and
politics; and the necessity of the existence of God. Through an
examination spanning
from Dewey's works in his neo
-
Hegelian stage to those where his idealism
progressively evolved into instrumentalism, our intent is to demonstrate that in this
transition, religion gradually lost its distinctive content, giving way to d
emocracy and
science as guarantors of individual freedom and social harmony. In other words, the
abandonment of the idea of God
—
resulting from the rejection of the Ideal Personality
by the neo
-
Hegelians
—
as a guarantor of the organic unity of the world and
the
community by Dewey practically rendered the purpose of considering religion as a
relevant sphere of democratic life impractical. This occurred alongside advancements in
politics and scientific experimentation, a problem that Hegel managed to avoid thro
ugh
a conception of religion in which it could maintain its independence and significance.
Key
-
words:
Religion, Ethics, Politics, Idealism, Neo
-
Hegelianism
1.
Introducción
El presente trabajo pretende explorar la recepción de la filosofía de la
religión de Hegel en un período particular de la obra de John Dewey, esto es,
aquél comprendido entre 1884 y 1894, sus años de Michigan, considerado por la
literatura secundaria
-
sobr
e todo a partir de 1890
-
como de transición entre su
idealismo neo
-
hegeliano y el funcionalismo característico de su producción
tardía. Nuestro objetivo es doble: por un lado, señalar los puntos de contacto
entre las filosofías de Dewey y de Hegel respecto
del problema de la religión en
el mundo contemporáneo; por el otro, señalar las diferencias entre ambos
planteos, poniendo atención, especialmente, al modo en que Dewey reconfigura
los elementos de la filosofía de Hegel para dar lugar a una filosofía atea
y
democrática de la religión.
Nuestra hipótesis es que Dewey, a medida que se fue alejando del neo
-
hegelianismo, propuso una interpretación de la religión cristiana que, con el
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pasar de los años, la fue vaciando de contenido propio, principalmente, debid
o
a la falta de necesidad de la idea de Dios como principio fundamental y
unificador de la vida en comunidad. En cierto sentido, que deberemos
explicitar, puede considerarse que la religión dio paso a la política y a la ciencia
como garantes de la moralida
d y la libertad de los individuos, y que en su
ambición de cerrar la grieta entre lo religioso y lo secular, Dewey acabó por
formular una teoría donde lo segundo absorbió a lo primero de manera
definitiva.
2.
Dos versiones del cristianismo
Si hubiera que
señalar, en términos generales, cuál es el punto de
coincidencia más llamativo (por tratarse de dos filósofos y no de dos teólogos)
entre Hegel y Dewey respecto de la religión, sin lugar a dudas habría que
comenzar por el hecho de que, en ambos casos, cons
tituye uno de los núcleos
temáticos más importantes de buena parte de sus obras. Esto implica que no
puede pensarse la filosofía de Hegel ni la de Dewey sin indagar en el papel que
desempeña la religión en cada una de ellas, no sólo por su propio valor sin
o
-
lo
cuál es, quizá, más interesante
-
en virtud de su vínculo con otras áreas de
estudio, entre ellas, la ética y la política. Sin ir más lejos, Shook (2010) asegura
que, en cierto punto de su producción filosófica, “
Dewey reconcilia la moral, la
religión
, y la política” (p. 54). El caso de Hegel no es tan distinto. No es
casualidad, pues, que haya sido de este gran filósofo de donde Dewey tomase
las herramientas teóricas más significativas para llevar adelante sus propia
empresa filosófica. Como lo dejan
bien en claro Good y Shook (2010):
las ideas de Dewey sobre la función de la religión y de la experiencia
religiosa en la moral y la sociedad se deben a temas hegelianos, del
mismo modo en que lo hacen su teoría política democrática y su
manera de lidiar
con el futuro de la religión. (ix)
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Ahora bien, ¿cuáles son esos temas hegelianos a los que se refieren los
intérpretes? La respuesta a esta pregunta es, precisamente, nuestra tarea en este
trabajo. Sin pretensión de agotar las conexiones entre los dos fi
lósofos en una
caracterización taxativa, los temas en los que ambos concuerdan pueden
clasificarse en tres núcleos problemáticos estrechamente ligados entre sí: 1) el
cristianismo como religión revelada; 2) el vínculo entre religión, vida ética y
política;
y 3) la necesidad de la existencia de Dios.
3.
Revelación, encarnación y comunidad
Más allá del carácter eminentemente teórico que adopta el tratamiento de
la religión por parte de Hegel y de Dewey, es preciso destacar que ninguno de
ellos aborda este tema
desde un punto de vista a
-
histórico y trascendental. Es
decir, no consideran que se pueda estudiar la religión apartándose de su
historia para especular acerca de sus características y alcances de una manera
descarnada, intentando, como lo hicieron algunos
filósofos de la Ilustración,
entre ellos, Kant y Lessing, alcanzar a comprender ciertas verdades eternas con
el uso de la mera razón. El cristianismo, que, como veremos a continuación, es
para Hegel y para Dewey la religión
verdadera
, cuenta con una histo
ria sin la
cual jamás habría llegado a ser lo que es, independientemente de que esa
historia pueda ser intepretada de diferentes maneras. En este sentido, Charles
Taylor (1975), en su clásico libro sobre Hegel, establece claramente qué es lo que
distingue
a este último de sus predecesores alemanes:
Hegel combatió esta deshistorización del cristianismo, que atacaba
las enseñanzas centrales de la fe cristiana, pues en la filosofía de
Hegel la verdad eterna (
timeless
) se desarrolla ella misma en la
historia de manera necesaria. Los eventos históricos no son meros
hechos secundarios que, como mucho, ilustran o dramatizan la
verdad universal, sino el inevitable medio por el cual estas verdades
se realizan y manifiestan.
Por lo tanto, la filosofía de Hegel, que dice
ser una interpretación de la teología cristiana, restablece la
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importancia histórica de los eventos decisivos de la fe cristiana. (p.
492)
El propio Dewey señala este aspecto de la filosofía de la religión de
Hegel en su conferencia titulada
Hegel’s Philosophy of Spirit
(1897), añadiendo,
además, un comentario sobre la importancia del aspecto sentimental de la
experiencia religiosa:
El racionalismo imperante, incluso el de Kant, era abstracto; no
tomaba en c
uenta del desarrollo histórico. No otorgaba valor a los
sentimientos, los deseos, ni el lado sensible (
sensuous
) del hombre.
Era una religión sólo para filósofos, y sólo en la región de las
abstracciones intelectuales. En contra de esta religión abstracta,
Hegel concibió una religión natural que uniría la razón, evitando
todas las supersticiones, con el curso positivo de la historia y con la
imaginación y los sentimientos. (pp. 99/100)
Pero Dewey no se limita a reproducir el costado histórico del
cristiani
smo en la filosofía de Hegel, sino que lo hace propio, tal como lo
revelan dos de sus discursos frente a la Student Christian Asociation de la
Universidad de Michigan, a saber: “The Value of Historical Christianity” (1889)
y el reconocido “Christianity and
Democracy” (1892). En esta última aparece un
pasaje que se asemeja bastante a lo que menciona Taylor respecto del valor de la
historia en Hegel para el conocimiento de la verdad: “La Verdad es liberadora,
pero ha sido el trabajo de la historia liberar a l
a verdad (...)” (EW 4:9).
Ahora bien, esta verdad que se materializa en la historia, que se expresa en
“eventos decisivos”, es justamente lo que le otorga al cristianismo su privilegio
en tanto es la única religión que es capaz de
revelar
esa verdad. En t
érminos de
Hegel, tal como lo expresa en sus
Lecciones sobre la filosofía de la religión
, el
cristianismo es la religión reveladora [
offenbare Religion
] o revelada [
geoffenbarte
].
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Pero, ¿qué es lo revelado? ¿cuál es el contenido de esa verdad revelada? Ta
l
como lo señala Peter Hodgson (2009): “
El cristianismo es (...) la religión “revelada” [
die geoffenbarte Religion
],
sugiriendo que algo ha sido desvelado a través de ella de un modo
histórico, positivo, objetivo. Hegel afirma esto, pero insiste en que l
o
que en primera instancia ha sido revelado acerca de Dios es que éste
es intrinsecamente “revelador” (
revelatory
), manifiesto (...). La
revelación no tiene otro objeto o contenido más que sí misma. La
coincidencia entre
offenbar
y
geoffenbart
significa qu
e para Hegel todo
el debate de la Ilustración tardía respecto de la razón versus la
revelación estaba fuera de lugar. Lo que es revelado es precisamente
el proceso en el cual la razón y la verdad se vuelven ellas mismas
abiertas y manifiestas. (p. 246)
Es
ta idea, más o menos abstracta, puede ser leída a partir, precisamente,
del carácter histórico de ciertos eventos considerados artículos de fe por el
cristianismo, y Dewey así lo hace. En efecto, Dewey “vincula estrechamente la
revelación de la verdad con
el proceso de la encarnación divina, el cual había
sido un tema prominente en algunos de sus escritos religiosos tempranos”
(Rockefeller, 1991, p. 190). La encarnación es un punto nodal en la filosofía de la
religión de Dewey, y su manera de interpretarla,
influenciada fuertemente por
Hegel, es la puerta de acceso al vínculo entre religión y vida ética, que
analizaremos en el siguiente apartado.
Contrariamente a lo establecido por la creencia tradicional cristiana, la
encarnación para Dewey no es un aconte
cimiento único que tuvo lugar en un
momento particular de la historia de la humanidad, es decir, en el cuerpo de
Jesucristo, y atestiguado por los apóstoles en virtud de la inspiración divina del
Espíritu Santo. “Dewey interpreta las sentencias del Nuevo T
estamento
respecto de la identidad entre lo divino y lo humano en Jesús como una
metáfora
[las ítalicas son nuestras] de la inmanencia de Dios en la vida de la humanidad
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en general” (Rockefeller, 1991, p. 161). En “The Value of Historical
Christianity”, De
wey deja en claro que, según su lectura, no es posible reducir
la encarnación a un sólo hombre, sino que es la humanidad toda la que,
históricamente, se halla en relación directa con Dios a partir de la inmanencia
de éste en la vida todos los seres humanos
. La diferencia con Jesús es que éste
fue el único capaz de tomar conciencia de dicha inmanencia y vivir de acuerdo
a ella. Y sin embargo, hay que ir más allá de su figura para comprender el
verdadero significado de la revelación que tiene lugar a partir d
e la encarnación
de Dios en la humanidad, independientemente de quiénes sean los individuos
que la componen. Hay una necesidad de trascender la encarnación de Dios en
Cristo si es que hemos de comprender cabalmente el valor de la religión
cristiana para la
sociedad moderna.
El origen de la propuesta de esta interpretación, esto es, ir más allá de la
encarnación de Cristo, puede hallarse en varios lugares de la obra de Hegel.
No es posible, debido a la extensión de este trabajo, hacer una
recopilación exhaustiva de todos los pasajes en los que Hegel trata el tema de la
encarnación; sin embargo, podemos comenzar señalando que tanto en la
Fenomenología del Espíritu
como en las
Le
cciones sobre la filosofía de la religión
Hegel insiste en el valor y la verdad histórica de la encarnación tal como es
relatada en el Nuevo Testamento. Esto, que parece contrario a la interpretación
metafórica de Dewey, termina por ser bastante similar.
D
ebido a la metafísica propia de la filosofía de la religión de Hegel, la
encarnación tuvo lugar como una de las formas en las que el Espíritu Absoluto
se hizo presente en el mundo de manera concreta. En la
Fenomenología
, por
ejemplo, Hegel afirma que, a di
ferencia de lo que ocurre con la religión natural
o las religiones artísticas, en la religión revelada “Dios deviene inmediatamente
como sí mismo, como un hombre singular y real sensiblemente intuido” (PhG,
552). Es decir, se trata de la identidad de Dios
y el hombre de forma
efectiva
, real
(
wircklich
), y no imaginada, a partir de la cual el Espíritu Absoluto deviene
autoconsciente
. En palabras de Taylor (1975):
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La Encarnación es única de esta manera: mientras para las religiones
más antiguas lo divino era
frecuentemente visto en algún sentido
presente en el mundo, habitando diversos avatares misteriosos, para
el cristianismo Jesús es Dios, hay una identidad entre este hombre y
Dios que se refleja en la proposicón teológica de que esta persona
tiene dos nat
uralezas”. (p. 209)
Hasta aquí no pareciera haber mayores discrepancias respecto de la
interpretación tradicional de la encarnación. Podría tratarse, simplemente, de
una reconstrucción en clave filosófica de un hecho histórico cuya verdad no esté
siendo
puesta en duda. No obstante, cabe señalar que Hegel da un paso más, y
es precisamente en ese paso el que le permite a Dewey sacar sus propias
conclusiones acerca del valor social de la verdad revelada en la encarnación.
Nos referimos al hecho de que, si bi
en Dios deviene inmediatamente idéntico al
hombre en el cuerpo de un individuo particular, no es posible que el
autoconocimiento de Dios se realice de una vez y para siempre en ese hecho. Es
necesario ir más allá, esto es, más allá del individuo. No sólo d
esde el punto de
vista del filósofo que quiere comprender el fenómeno religioso, sino incluso
desde el punto de vista del Espíritu Absoluto, para Hegel la culminación de la
encarnación divina en el hombre se halla no en el individuo sino en la
comunidad
. I
ncluso la propia historia oficial del cristianismo, esto es, que Jesús
murió en la cruz y resuscitó para ascender y unirse al Padre, quien envió al
Espíritu Santo a los hombres, sustenta esta necesidad de trascender la
encarnación individual de Jesucristo.
Dice Taylor (1975):
Dios, como pura abstracción, ya ha dado un paso gigante hacia el
hombre al devenir encarnado; pero para llegar a realizarse
completamente en el hombre tiene que dar otro paso, es decir, morir
como Dios encarnado y así cancelar su prop
ia inherencia en un
tiempo y lugar particulares, de manera tal que la encarnación de
Dios pueda convertirse en la encarnación en la comunidad de los
hombres en general. (p. 211)
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O en palabras de Hegel: “Dios es esencialmente Espíritu en la medida en
que s
e encuentra en su comunidad” [
Gott ist Geist wesentlich, insofern er in seiner
Gemeinde ist
]. (BRel, 54).
En la interpretación deweyeana de este acontecimiento, Dios estuvo
siempre encarnado, aunque implícitamente, en el mundo y en cada uno de los
seres hu
manos. Pero lo más importante es que no se trata de la presencia divina
en las personas entendidas como individuos aislados, que se solazan en su
experiencia particular de la unión con Dios. Al igual que Hegel, Dewey rechaza
enfáticamente el sentimentalism
o propio de algunas corrientes del
protestantismo, del mismo modo que rechaza la religión racional de la
Ilustración tardía. No hay, en este sentido, un elogio de la inmediatez por sí
misma en el contacto del hombre con Dios, sino más bien todo lo contrari
o. Lo
que Dewey expresa de manera bien clara es que sólo en tanto seres sociales es
posible tomar conciencia de la presencia de Dios entre los hombres. Según
Rockefeller (1991), esto permitió a Dewey cerrar la grieta entre lo secular y lo
sagrado, entre Di
os y el hombre, pero para ello era necesario que la religión no
quedase recluida entre los muros de la parroquia, sino que se extienda más allá.
“Dewey empleó su concepto del Dios inmanente como una herramienta
dirigida a asegurar el sentido divino y el va
lor inherente de la vida ordinaria y
práctica de la humanidad” (p. 164). El paso siguiente, pues, consistía en
articular filosóficamente las implicancias éticas de la religión, lo que condujó
Dewey a elaborar su teoría de la identidad entre cristianismo y
democracia,
algo que comenzó a pensar ya desde “The Ethics of Democracy” (1888) y
culminó en el mencionado “Christianity and Democracy”.
4.
Religión, vida ética y política
El texto de 1888 es, por decirlo de alguna manera, la contraparte social de lo
expuesto en “The Value of Historical Christianity”, esto es, la exposición del
vínculo ético desde un punto de vista político. Si se leen los dos textos en
paralelo, se puede ex
traer la conclusión de que para el Dewey de fines de 1880
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la ética cristiana y la ética de la vida democrática confluyen en el mismo punto.
Se trata de la idea de que sociedad e individuo deben hallar la armonía
necesaria para permitir a cada persona alcan
zar el mayor grado de auto
-
realización sin por ello ir en contra de los intereses de la comunidad en la que se
desarrolla como tal. Esto último será llamado “postulado ético” en su texto
Outlines of a Critical Theory of Ethics
, de 1891, y en palabras de De
wey reza de la
siguiente manera:
En la realización de la individualidad se halla también la realización
de alguna comunidad de personas de la cual el individuo es
miembro; e inversamente, el agente que debidamente satisface a la
comunidad de la cual part
icipa, por esa misma acción se satisface a sí
mismo. (EW 3: 323)
Esto último sólo es posible si tanto Dios, como principio de unidad
orgánica
a partir de su inmanencia en la totalidad de los seres humanos, como
la democracia, en tanto garante de la unidad
social a partir de los valores de
libertad, igualdad y fraternidad, proporcionan las bases para que esa armonía
entre individuo y comunidad se lleve a cabo de la manera más pacífica y
concreta posible. Podría decirse que para Dewey la religión debe ser
de
mocrática y la democracia debe ser religiosa, en el sentido de que no puede
tratarse de dos esferas separadas de la vida social. El hecho de que la
democracia sea religiosa implica que no se trata, en ningún caso, de un sistema
de gobierno sin más. Es tamb
ién un sentimiento, y sobre todo, un ideal: “
La
democracia, en una palabra, es una concepción social, es decir, ética, y sobre su
significado ético se basa su significado gubernamental. La democracia es una
forma de gobierno solamente porque es una forma d
e asociación moral y
espiritual (EW 1: 241)”
Estos dos elementos que, para Dewey, sustentan el principio
fumdamental de la vida ética de la comunidad en tanto armonía entre
individuo y sociedad, es decir, la idea de un Dios inmanente en todos y cada
uno de
los seres humanos y la vida democrática como expresión
concreta
del
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espíritu compartido intersubjetivamente, tienen una fuerte raigambre hegeliana
que pasaremos a explicitar a continuación.
Como sabemos, uno de los estadios del Espíritu en el recorrido h
acia su
autoconocimiento es el Espíritu Objetivo, que es la “Idea absoluta pero que está
siendo sólo en sí; por cuanto el espiritu está así sobre el suelo de la finitud, su
racionalidad efectivamente real retiene en ella misma el aspecto del aparecer
exter
ior” (EG, 497). Este aparecer exterior se da bajo tres formas: el derecho, la
moralidad (
Moralität
) y la eticidad (
Sittlichkeit
). Esta última, a su vez, se divide
en tres instituciones: familia, sociedad civil, y Estado. Todas estas son
manifestaciones ext
ernas de lo mismo: la voluntad
libre
. La eticidad es “el
cumplimiento del espiritu objetivo, la verdad del espiritu subjetivo y objetivo
mismo” (EG, 515). Es en la
Sittlichkeit
donde la abstracción de la
persona
, propia
del derecho, y del
sujeto
de la mora
lidad alcanzan su concreción en virtud de la
introducción del individuo en el orden social a partir del cual puede, mediante
su
actividad
, alcanzar la verdadera
auto
-
realización
. Pero no en la familia ni en la
sociedad civil, sino en el Estado moderno. Com
o señala Hegel en sus
Principios
de la Filosofía del Derecho
:
El Estado es la realidad efectiva (
Wirklichkeit
) de la Idea ética, el
Espítitu ético, como voluntad substancial
revelada
, clara para sí
misma (...). En las
costumbres
(
Sitte
)
tiene su existenci
a inmediata y en
la
autoconciencia
del individuo, en su saber y en su actividad, su
existencia mediata; el individuo tiene a su vez su
libertad sustancial
en
el sentimiento de que él es su propia esencia, el fin y el producto de
su actividad. (PR, § 257)
2
Hay algo en esta cita que hay que retener, además de la idea de libertad
que ya mencionamos, y es el valor que le otorga Hegel a la
actividad
del
individuo. Este es el aspecto práctico de los vínculos objetivos que establecen
2
Para este pasaje nos servimos de la traducción de Juan Luis Verman, editorial Sudamericana
(2004).
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los individuos entre sí en el
marco del Estado moderno, independientemente de
sus sentimientos y pensamientos más íntimos. En lugar de considerar que las
instituciones son cargas que se imponen a la libertad de acción de los
individuos, Hegel plantea que sólo a partir de una instituci
ón como el Estado es
posible llevar adelante una vida que satisfaga las exigencias de una voluntad
verdaderamente libre, pues ésta demanda una materialización que extraiga al
individuo de su subjetividad mezquina. En palabras del propio Dewey (2010):
(..
.) sólo en la medida en que el espíritu subjetivo hace suyas estas
relaciones objetivas [del Estado y la naturaleza] es capaz de devenir
espiritual o libre (...). Hegel, digamos, salva este principio al mostrar
que la individualidad incluye, más que excluy
e, las relaciones
concretas de la Naturaleza y del Estado; pero las incluye no de una
forma pasiva sino en y a través de su
actividad
(las itálicas son
nuestras). (p. 113)
Esta actividad, sin embargo, no debe entenderse como la búsqueda
meramente instrume
ntal de satisfacer necesidades materiales de tipo individual
y colectivo, sino que debe mantener una dimensión espiritual que sólo se puede
comprender en el contexto de una vida religiosamente activa. Después de todo,
el Espíritu que se encarna en la socie
dad éticamente consolidada y que
mantiene ligados a los individuos es Dios mismo. Podría decirse, pues, que, al
igual que en el caso de Dewey, hay dos principios que sustentan la vida ética de
una comunidad, uno político y uno religioso, y ninguno de ellos
puede dejarse
de lado. Pero esto no es tan sencillo, puesto que, si tenemos en cuenta lo que
establece Hegel respecto de los componentes de la religión, y el modo en que
ésta se vincula con el Estado y la eticidad en general, parecería que la vida
religio
sa no tiene cabida en la sociedad moderna.
La religión está compuesta, según Hegel, por tres elementos: la
representación (
Vorstellung
) de Dios, que es una forma imperfecta de
conocimiento, y cuya perfección se alcanza en la filosofía; la devoción (
Andach
t
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que es la conciencia de la separación entre Dios y el hombre en el ámbito del
sentimiento; y el culto, la parte que corresponde a la esfera del espíritu práctico,
en virtud de la cual se lleva a cabo la unión de Dios y la comunidad de los
creyentes. Ha
sta aquí, se puede entender perfectamente el planteo hegeliano.
Sin embargo, las confusiones surgen cuando Hegel caracteriza al culto y lo
identifica con otras dos esferas de la vida del Espíritu. Como señala Taylor
(1975):
“(...) si pensamos en el rol de
l culto como el de traer a los hombres
desde su subjetividad finita hacia la unidad con lo universal,
entonces esto no es diferente de las instituciones que vimos bajo la
forma del espíritu objetivo. De este modo, pues, no sorprende
encontrar a Hegel dicie
ndo: „si el corazón y la voluntad están
seriamente formados hasta la verdad uniersal, entonces tenemos lo
que se conoce como
Sittlichkeit
. En esta medida, la
Sittlichkeit
es el
culto más verdadero‟”. (p. 484)
Hegel no se detiene allí, sino que, al necesit
ar la religión también un
conocimiento de Dios, que se da imperfectamente mediante la representación
religiosa, entonces la filosofía, que lleva a cabo ese conocimiento de manera
cabal mediante el pensamiento (
Denken
), es “un culto permanente” (BRel, 236).
Sittlichkeit
y filosofía, pues, son dos modos de unión entre lo universal y lo
finito, uno bajo la forma de la vida práctica y el otro bajo la forma del
pensamiento especulativo. Surge, pues, una pregunta ineludible: ¿dónde queda
la religión en este cont
exto? Es decir,
Si la religión es una unión del hombre con lo absoluto, tanto en la
conciencia (mediante la
Vorstellung
religiosa) como en la práctica
efectiva (mediante el culto), ¿no es superada en ambos aspectos por
la filosofía (como la forma más alta de autoconciencia del Espíritu) y
por el Estado (como una práctica verdaderamente efectiva, una
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forma de vida auto
-
subs
istente, que ninguna comunidad religiosa
moderna puede adjudicarse)? (Taylor, 1975, p. 485)
La solución de Hegel a esta aparente disolución de la religión en la
política y la filosofía se halla en el tercer elemento que la compone, esto es, la
devoción, la cual brinda el elemento de sensibilidad y sentimiento necesarios
para cualquier religión. T
anto el Estado como la filosofía deben contar con la
unión del hombre con Dios en el
corazón
, en el sentimiento. En definitiva, la
devoción a Dios es lo que salva a la religión, un sentido de comunión que
excede el pensamiento y la vida práctica de la
Sitt
lichkeit
, y que al mismo
tiempo los integra, les da un fundamento, es el trasfondo en el cual toda vida
en comunidad y toda filosofía hallan su sentido.
Llegamos, ahora, a la tercera y última parte de nuestro trabajo, donde
analizaremos la posibilidad de
la religión de mantenerse, a pesar de su
integración en la vida ética de una sociedad, como parte integrante y
distinguible. Ya vimos cuál es la respuesta de Hegel. Tenemos que examinar,
en la filosofía de Dewey, si existe también una respuesta a esa pregu
nta, es
decir: ¿cuál es el lugar de la religión en el marco de una vida ética donde
religión y democracia se confunden en su propósito?
5.
Cristianismo sin Dios
Si bien Dewey, a fines de 1880 y principios de 1890, establece que el
espíritu de la democracia
y el del cristianismo consisten, en igual medida, en
mantener la armonía entre los individuos de una comunidad, es decir, en
llevar adelante una tarea ética, esto no quiere decir que la religión se vea
reducida a la moralidad, de manera indistinguible. Com
o señala Rockefeller
(1991): “El corazón de la experiencia religiosa permanece para Dewey (...)
siendo un acto de fe en Dios, en el ideal (...). La fe se manifiesta y desarrolla
en y a través de la acción ética, pero implica un acto de la voluntad distinto
de la moralidad” (p. 167). Esto se explica, en gran medida, por el hecho de
que, en ese momento de su vida, Dewey sigue siendo neo
-
hegeliano, es decir,
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sigue creyendo en que Dios existe en las comunidades humanas como
garante de su unidad orgánica, y que
la democracia es la contraparte objetiva
de esa unidad. El ideal democrático, en última instancia, “es identificado con
el ideal cristiano del Reino de Dios” (Rockefeller, 1991, p. 165).
En “Christianity and Democracy” (1892), sin embargo, Dios va a perde
r
cualquier estatuto de absoluto, es decir, dejará de ser un referente al cual
apuntar para devenir totalmente integrado a la vida de la sociedad. Es
importante señalar esta diferencia, puesto que marca el punto de viraje hacia
lo que será la filosofía de
la religión deweyeana después de 1892. A partir de
su
Psychology
(1887), Dewey adoptó la idea neo
-
hegeliana de que Dios es una
personalidad absoluta, ideal, hacia la cual todo individuo debe tender en su
trabajo de auto
-
realización. Alcanzar el mayor creci
miento posible de la
personalidad era, a esta altura del desarrollo filosófico de Dewey, un ideal
que sólo podía conseguirse si había una voluntad religiosa de identificarse
con Dios en tanto yo ideal. Incluso había la necesidad de un conocimiento de
Dios
que fuera diferente del que proporcionaba la ciencia, puesto que Dios
era el principio de unidad entre lo ideal y lo real detrás de lo cual se hallaba
todo conocimiento. Estamos hablando de un neo
-
hegelianismo puro y duro,
que irá mutando con el tiempo. Pa
ra 1892, como dijimos, Dios ya no será
ningún principio, ninguna persona ideal hacia la cual tender a identificarnos;
se volverá indistinguible de la Verdad revelada a la inteligencia,
independientemente de su origen. Si bien Dewey todavía profesaba su ide
a
de la encarnación de Dios en la humanidad, no obstante comenzaban a
asomar algunos puntos que serían definitorios para su futuro
instrumentalismo, entre ellos, la idea de que sólo en la
acción
el hombre
puede apropiarse de la verdad, y de que el conocimi
ento científico,
impulsado gracias a la libertad propiciada por la democracia, puede ser una
extensión y profundización de la revelación divina de una manera nunca
antes vista. En palabras de Dewey:
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La democracia aparece así como el medio por el cual la
revelación de
la verdad es llevada adelante. Es en democracia, la comunidad de
ideas y de interés a través de la comunidad de acción, que la
encarnación de Dios en el hombre (...) se vuelve una cosa viva,
presente (...). Esta verdad es llevada a la vida; s
u segregación
removida; es realizada como una verdad común ejercitada en todos
los departamentos de acción, no en una esfera aislada llamada
religiosa. (EW 4: 10)
Con esta última oración, Dewey firma la sentencia de muerte del
cristianismo, como veremos a
continuación. Lo que Dewey logra en
“Christianity and Democracy”, a fin de cuentas, es articular la idea de que “la
moral cristiana y la vida religiosa encuentran su cumplimiento en la forma
de vida democrática junto con la búsqueda experimental de la ver
dad, pues
ésta promete la liberación y la unificación de la humanidad” (Rockefeller,
1991, p. 195/196). Es decir que ya no es necesario para Dewey confiar en la
existencia de Dios como garante de la unidad orgánica del mundo natural y
social, puesto que ha
cedido su paso a las formas más concretas de la vida
humana, empíricamente comprobables y prácticamente más efectivas.
A pesar de que Dewey mantuvo su postura respecto de que el mayor
ideal ético es el de la auto
-
realización del individuo en su comunidad
, al
eliminar, como dijimos, la personalidad ideal propia del neo
-
hegelianismo, el
sustento de esa armonía pasó a depender de la política y de la ciencia. En
1893, por caso, Dewey publica “Self
-
Realization as the Moral Ideal”, donde
explícitamente rechaza
la teoría de Green respecto de la existencia de un yo
completamente realizado como guía moral para la auto
-
realización. La
principal razón consistía en que esta figura propia de la metafísica neo
-
hegeliana no proporcionaba ninguna ayuda de índole práctica
para la vida
cotidiana de las personas. Es la ciencia experimental la que debe brindar esos
principios para la acción práctica, en tanto es ella la que nos acerca de
manera más segura a la verdad. La psicología, la fisiología, la biología, se
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convierten a
partir de ese momento en los referentes para comprender y
juzgar los actos morales, a pesar de que Dewey se sigue considerando un
idealista experimental
. Su texto cúlmine en este sentido es
The Study of Ethics
:
A
Syllabus
, de 1894.
Como señala John Shook (
2010), en esta etapa de su pensamiento,
“Dewey había decidido que el idealismo neo
-
Hegeliano de sus años
anteriores (...) ya no podía guiar a nadie hacia el progreso moral puesto que
la perfección moral de Dios condena al completo fracaso todos los esfuerz
os
humanos” (p. 16/17). No hay necesidad de un Dios, y no sólo en sentido
trascendental, lo cual era algo que Dewey había negado casi desde su llegada
a Michigan en 1884, sino de cualquier referencia a él más allá de algún
comentario sobre el Reino de Dios
en sus últimos textos y conferencias antes
de partir hacia chicago en 1894. Lo que hay es una identificación perfecta
entre la religión y la vida democrática, y entre la revelación y el trabajo de la
ciencia moderna. En términos ontológicos, solamente la
humanidad y la
naturaleza son algo de cuya existencia se puede hablar, y sin embargo
Dewey no se denominó naturalista sino hasta 1906. Shook (2010) afirma, en
este sentido, que la filosofía de la religión de Dewey “no es simplemente un
naturalismo ateo, au
nque él fue un naturalista y un ateo. Su naturalismo
amplio daba lugar para el espíritu humano del de la libertad humana y la
responsabilidad moral” (p. 55). Pero esto no es razón suficiente para sostener
que Dewey, para mediados de 1890, no haya decidido
eliminar a la religión
como esfera significativa de la vida en comunidad. La pregunta que surge es
la misma que la planteada en el caso de Hegel: ¿qué lugar queda para la
religión? Es decir, una vez que Dewey elimina la particularidad de Dios e
identifica
a la democracia como el único modo de armonizar los vínculos
entre individuo y comunidad, y una vez que la ciencia se convierte en la
única capaz de elaborar y proponer guías efectivas para el conocimiento
práctico, esto es, para el único conocimiento últi
l con miras al
perfeccionamiento moral de los seres humanos, ¿qué papel juega la religión
más allá de ser una palabra que apunta a alguna especie de espiritualismo
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débil? Es muy difícil afirmar que el cristianismo tenga algo que decir una vez
que sus princ
ipios fundamentales han sido negados, partiendo desde los
dogmas, la iglesia, la verdad histórica de la encarnación, hasta incluso la
existencia misma de Dios. Hegel pudo sortear la fagocitación de la religión
en la filosofía (que sería la contraparte idea
lista de la ciencia en este caso) y
en la política del Estado moderno al mantener la devoción y la fe en Dios
como elemento central. Pero Dewey no parece brindar una solución propia a
la disgregación del cristianismo en la ciencia y la democracia que justi
fique
mantenerlo como elemento relevante de la vida social, más allá de la fe en el
espíritu democrático y algunos comentarios sobre la dimensión espiritual de
los avances científicos.
Referencias bibliográficas
Abreviaturas de las obras de Hegel:
PhG: Hegel, G. W. F. “Phänomenologie des Geistes.”
Werke
. Band III. 1807.
Suhrkamp Verlag, 1974.
PR: “Grundlinien der Philosophie des Rechts oder Naturrecht und
Staatswissenschaft im Grundrisse”.
Werke
. Band VII. 1821. Suhrkamp Verlag,
1986.
[Hegel, G.W.F
. (2004).
Principios de la filosofía del derecho
. Trad.: Vermal J. L.
Sudamericana]
BRel:
Vorlesungen über die Philosophie der Religion. Teil I
.
Begriff der Religion
(1827). Felix Meiner Verlag, 1993.
EG: “Enzyklopädie der philosophischen Wissenschaften im
Grundrisse.
Dritter Teil. Die Philosophie des Geistes”.
Werke
. Band 10. 1830 Suhrkamp
Verlag, 1986.
Dewey, J. (1967
-
1991). The Collected Works of John Dewey, 1882
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1953. Jo
Ann Boydston (ed.). SIU Press.
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En Beiser, F. C. (Ed.),
The
Cambridge Companion to HEGEL AND NINETEENTHCENTURY
PHILOSOPHY
(pp. 230
-
252). Cambridge University Press.
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Rockefeller, S. (1991).
John Dewey. Religious Faith and Democratic Humanism
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Cambridge University Press.
Shook, J. R. y Go
od, J. A. (2010).
John Dewey’s Philosophy of Spirit, with the 1897
Lecture on Hegel
. Fordham University Press.
Taylor, Ch. (1975).
Hegel
. Cambridge University Pres
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