Revista
Pelícano
vol.5 (2019) - 138
También es cierto que no siempre el exiliado vaga de nación en nación como un paria
sino que, muy por el contrario, en no pocas oportunidades, el sujeto desterrado encuentra,
en la nación extranjera que lo alberga, un verdadero aliciente a su angustia a partir de la
fraternidad y compañía de los sujetos que allí lo reciben. Además, buena parte de los
exilios, al ser provocados por fenómenos político-sociales complejos, se cuentan en
términos de años, lo que somete al exiliado a una estancia prolongada en el/los país/es que
lo recibe/n. Estas situaciones, aportan al exiliado una mayor seguridad y un sentido de
pertenencia profundamente acentuado para con el país que lo ha acogido.
De la misma manera que la noción de patria y la afectividad a ella asociada no puede
limitarse a meros aspectos simbólicos, tampoco el país que recibe al exiliado es para el
sujeto una circunstancialidad cronológica-espacial, sino que se encuentra, necesariamente,
atravesado por connotaciones que, si bien seguramente en un principio son negativas
debido a la angustia del exilio, con el tiempo comienzan a tornarse sumamente positivas.
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Para finalizar, cabe destacar que la exploración en torno a las diferentes formas de
percibir la instancia del regreso, por parte de los exiliados no es exclusiva de Mario
Benedetti ni, tampoco, un recurso narrativo solamente reconocible en Tomás Eloy
Martínez, sino que encuentra eco en otros autores latinoamericanos contemporáneos a los
antes mencionados.
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2. Noción líder carismático
Esta particular conjunción entre los conceptos de liderazgo
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y carisma
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ha sido desarrollada
por diferentes ángulos por pensadores de diversos campos y en marco de estructuras
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Afirma Benedetti: “La nostalgia suele ser un rasgo determinante del exilio, pero no debe descartarse que
la contranostalgia lo sea del desexilio. Así como la patria no es una bandera ni un himno, sino la suma
aproximada de nuestras infancias, nuestros cielos, nuestros amigos, nuestros maestros, nuestros amores,
nuestras calles, nuestras cocinas, nuestras canciones, nuestros libros, nuestro lenguaje y nuestro sol, así
también el país (y sobre todo el pueblo) que nos acoge nos va contagiando fervores, odios, hábitos, palabras,
gestos, paisajes, tradiciones, rebeldías, y llega un momento (más aún si el exilio se prolonga) en que nos
convertimos en un curioso empalme de culturas, de presencias, de sueños” (Benedetti, 1983, p.3).
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En 1990 la escritora cordobesa Tununa Mercado publica En Estado de memoria (1990), una recopilación de
dieciséis textos en donde recupera una serie de sensaciones experimentadas durante sus años de exilio: el
primero, en Francia, entre 1967 y 1970, y el segundo, en México, entre 1974 y 1987. Nos resulta interesante
remarcar que tanto Benedetti como Mercado y Martínez comparten el común denominador del exilio como
experiencia que atraviesa sus vidas y repercute en sus obras como una huella indeleble que nunca deja de
mostrar sus bordes a pesar del tiempo.
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María Fernanda Arias Núñez, en su artículo “Liderazgo presidencial en el mundo y en Latinoamérica:
nuevos elementos de análisis” (2015), elabora un sintético panorama de las diferentes concepciones que desde
el Renacimiento hasta comienzos del siglo XX han dominado la reflexión en torno a las diferentes formas de
ejercer el liderazgo político en occidente.
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Una de las primeras aproximaciones a este término la propone, desde la psicología, Gustave Le bon, con su
libro La psicología de las masas (1895). Otras aproximaciones al mismo concepto las realizan, además del propio
Max Weber, Shamuel Eisenstadt, en textos como Ensayos sobre el cambio social y la modernización (1970); y
Salvador Giner, con Sociedad masa: crítica del pensamiento conservador (1974).