Revista
Pelícano
vol.5 (2019) - 44
la tecnología, entendiendo al cuerpo en su carácter performativo (Butler, 2006; Preciado,
2008). En síntesis, es un cuerpo vigilado, pero al mismo tiempo moldeable. Si se lo
entiende como un sistema también es factible de ser “programado”, que nuevamente las
hormonas permiten evidenciar.
Ya sea para promover una ovulación extraordinaria como para “preparar el endometrio”
para la implantación de los embriones, la hormonización del cuerpo de las mujeres da
cuenta de un proceso performativo que opera a nivel molecular. Cabe señalar que cuando
se dice que las hormonas se viven como potencia, ello sucede de forma literal: para
promover la ovulación extraordinaria las mujeres se hormonizan de tal modo que producen
hasta el triple de ovocitos de los que produce el cuerpo regularmente.
Sin obviar las consecuencias que este tratamiento puede tener para su salud, y que se
expresa en experiencias de malestar, las usuarias señalan la importancia de potenciar este
proceso de ovulación. Esto se debe a que en cada extracción es preciso contar con la mayor
cantidad de óvulos para fecundar, proceso que de no ser así se debería repetir teniendo
presente sus costos, tiempo y salud en juego, lo que lleva a que por todos estos motivos se
termine acordando con una lógica eficientista en la producción y extracción de ovocitos.
Esta preparación, vivida como potencia corporal, tiene luego sus consecuencias.
Catalina, luego de un proceso de hormonización, llegó a una instancia del embarazo donde
los médicos le dijeron que el cuerpo podía “seguir solo”:
[contando su experiencia durante el embarazo] C: hasta que un día te dicen “no tomás
más la medicación, seguís con tu cuerpo”. Me re asusté, porque como mi cuerpo nunca
generaba nada, y que de golpe iba a tener las hormonas para hacer vivir al chico, digo
no, no me va a salir. “Ay no que me sigan dando una pastillita” Y yo necesitaba. “No,
no necesitas nada porque ya está tu cuerpo, está el sistema funcionando”. ¡Ahhh! Y
funcionó, no lo podía creer. No lo podía creer (Catalina, 38 años).
Que el cuerpo siga “funcionando solo” o que se “pueda seguir con el cuerpo” y sin la
medicación, se traduce desde las propias experiencias corporales de las usuarias en una
relación intermitente entre la biología y la tecnología, como si fuera posible pasar de un
estado de intervención tecnológica a uno de naturaleza plena, y donde la tecnología es la
que asiste a la naturaleza como algo dado y estable. En este sentido, estos discursos
médicos reproducen una ficción bajo la idea de que “el sistema ahora funcionaría sin la
asistencia tecnológica” negando que el cuerpo es tecnológico desde antes de comenzar las
TRHA y lo seguirá siendo ya que forma parte de las propias subjetividades desde antes de