docente de la universidad décadas después. Entonces, sí: discutir la dictadura en la UnB
reviste de un carácter simbólico especial.
¿Qué acogida han tenido estas jornadas? ¿Encontró alguna forma de resistenáa ante la propuesta?
Estamos sufriendo muchos ataques a la libertad de cátedra en Brasil, de parte de grupos
que, bajo el pretexto de combatir lo que llaman adoctrinamiento, desean impedir cualquier
forma de pensamiento crítico. Las discusiones sobre injusticia social, sobre desigualdades
de género o sobre la dictadura siempre son acusadas de parciales, como si cerrar los ojos a
todo eso no fuera también una toma de posición. Pero las jornadas no fueron un blanco
específico.
Uno de sus estudios iniciales reveló que el canon literario brasileño constituye un espado poco
democrático, dominado por hombres de clase media, e interesados en temáticas urbanas y de su misma clase
social. En relaáón con los eventos académicos de los que veníamos hablando, sabemos que usted también
promueve permanentemente espacios de participación para escritoras: ¿Tiene esta acáón que ver con una
forma de contrarrestar esa ausencia en las letras brasileñas?
No tendría sentido apuntar la exclusión de determinados grupos de la literatura,
reflexionando sobre las pérdidas que eso acarrea, y proceder de la misma manera. En
nuestros eventos, en nuestras investigaciones, en nuestros libros y en el aula, hacemos un
esfuerzo para abarcar aquello que suele dejarse fuera, incluyendo la producción y el habla
de mujeres, negros, indígenas, inmigrantes, pobres, trabajadores, homosexuales, etc.
Entendemos que ese es un gesto político, pero también una forma de enriquecer las
discusiones sobre la literatura brasileña contemporánea, mostrando que ella es mucho más
interesante y variada de lo que las grandes editoras parecen creer.
¿Cómo ve usted el rol de la mujer en ese contexto en la actualidad?, ¿cómo es la escritora brasileña hoy?
Hay una diversidad inmensa de escritoras en actuación en Brasil hoy, desde las más
maduras, con una producción que ya alcanzó alguna visibilidad, hasta las muy jóvenes, que
vienen construyendo su espacio especialmente por medio de las redes sociales. Ellas tienen
diferentes estilos, trabajan con diferentes temáticas, se posicionan de diferentes maneras
ante la sociedad y el campo literario brasileño. De la novela policial a la poesía feminista
(que viene pautando la discusión sobre violación y acoso sexual en el país, por ejemplo),
pasando por los comics, los cuentos, la fantasía y la escritura de sí, las mujeres se sienten más
libres para producir, lo que no quiere decir que sean publicadas por las grandes editoriales o
agraciadas con premios literarios importantes. Pero esa diversidad es importante, incluso
como experimento. Creo que ese es el legado de esas escritoras para las niñas que verán ahí
Revista Pelícano vol.4 (2018) - 205