El lenguaje guaraní, entonces, configura un “modo de ser”. En la palabra recibida está el
modo de vida que configura la identidad comunitaria, el “ñande reko” (nuestro-modo-de-ser).
En 1639 Antonio Ruiz de Montoya, en su Tesoro de la lengua guaraní expresaba que el
“ñande reko” puede ser entendido como “Modo de ser, modo de estar, sistema, ley, cultura,
norma, comportamiento, hábito”. (Montoya, 1636, p.363).
Los trabajos etnológicos de los antropólogos pioneros como los de León Cadogan en
su Ayvu Rapyta3, se encuentran inscriptos en la descripción del “teko guaraní”, una serie de
relatos míticos recogidos por el autor y en los que se nos muestra con clarividencia los
imaginarios y representaciones culturales del pueblo Mby’a Guaraní.
Por otra parte, la cosmovisión entendida como palabra la encontramos en varios relatos
de distintos pueblos guaraníes como los pai, mbya, avá, apapokuva, etc. Ahora bien,
dependiendo de la comunidad de la que provengan los relatos, las nomenclaturas narrativas
tienen ciertos matices, así como teogonías diferentes que responden a las variaciones
culturales propias de cada pueblo.
Así, en el Ayvu Rapyta, aparece la palabra como “ayvu, ñe'e, ñ e'ej”, las que tendrían una
triple significación irreductible:
1) Lenguaje humano: origen de la porción divina del alma humana.
2) Palabra: porción divina del alma.
3) Decir: el principio vital; el alma, el decir (Verbo). (Cadogan, 1997, p.303).
Siguiendo la fundamentación de Cadogan, es claro que si queremos escudriñar la
filosofía guaraní, debemos empezar por entender la “palabra”, pues en ella se encontrarían
el fundamento de la concepción y el origen de toda la realidad. Todo lo que pueda decirse
de la “palabra” será, pues, una reflexión sobre uno mismo; de ahí la íntima relación del
nombre con lo que uno es.
3 Los textos recogidos en este volumen son transcripciones realizadas por el autor de mitos y cantos sagrados
dictados por los propios Mbyá a Cadogan, tras haber conseguido la liberación de “un indio de nombre
Mario Higinio recluido en la Cárcel Regional de Villarrica”. El propio autor narra este acontecimiento
afirmando que el cacique Pablo Vera, de Yro’ysa, Potrero Blanco (Colonia Independencia, cerca de Paso
Jovái) “[...] obedeciendo a un llamado mío, vino a Villarrica el cacique a fin de hacerse cargo de su protegido.
Conversando con mis huéspedes, abordé el tema de las tradiciones religiosas. Mario, quien ya había conocía
mi afición a estas cosas [ . ] se dirigió al cacique preguntándole si ya había discurrido conmigo: gueroayvu,
sobre el origen del lenguaje humano: ayvy rapyta... le volvió a preguntar si me había divulgado los himnos
sagrados relacionados con los huesos de quien porta la vara-insignia”:yvyra’i kanga... Mario le dijo que yo era
merecedor de que se me divulgara las ñe’apora tenonde, ‘las primeras palabras hermosas”; por cuanto dijo, los
favores que los Mbyá me debían me hacían acreedor a que se me considerase como miembro de las tribus:
Ñane retará ae, ñande rataypygua ae i: “nuestro verdadero compatriota, miembro genuino del asiento de nuestros
fogones”. (Cadogan, 1997, pp.16-17).
Revista Pelícano vol.4 (2018) - 14