Revista Pelícano Vol. 3. Nuevas narraciones
ISSN 2469-0775 - pelicano.ucc.edu.ar – Pp.131-135
Agosto 2017 – Córdoba
El sujeto hegeliano se expresa en un
constante irse convirtiendo en lo que ya es. Este
se desarrolla y se hace cada vez más sintético,
incorporando todo lo que descubre fuera de sí
mismo en el mundo y como mundo. El yo se
identifica con la vida, la conciencia, el Espíritu,
la Razón, el Conocimiento absoluto. Ese
convertirse es el proceso de articular o de hacer
explícitas las relaciones implícitas que
constituyen a ese sujeto. El desarrollo o la
constitución del sujeto hegeliano es el proceso
de saber qué es aquello que el sujeto ya es.
El yo según Kierkegaard es una relación que
se relaciona consigo misma y que en tanto se
relaciona consigo misma, está relacionándose a
otro. En tanto que ese otro es infinito, y esta
infinitud previa constituye al yo, el yo también
participa de la infinitud. Pero el yo también está
determinado, corporeizado, y por lo tanto es
finito, lo cual significa que todo yo particular es
tanto infinito como finito. Por ende, la fe se
concibe como una interioridad infinita,
incesante y apasionada afirmación del infinito.
Se trata entonces de una oportunidad para que
el infinito aparezca en el yo. La infinitud es
previa al yo, la infinitud de la que emerge el yo
no existe. Lo finito se funda en lo infinito. Pero
lo finito nunca llega a expresar por completo
aquel infinito que está en su origen. Este pasaje
de lo infinito a lo finito no puede pensarse. La
existencia puede entenderse como un tipo de
don inesperado, que es concedido con la misma
facilidad con la que es arrebatado. Tener fe
significa afirmar esta contingencia, el absurdo
de convertirse en un ser existente, más allá del
sufrimiento que implica reconocer esa
absurdidad.
La diferencia sexual y el “tú”
Para Luce Irigaray
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existe una relación ética
entre los sexos. Ella misma asevera que lo
femenino está completamente al margen del
discurso filosófico dominante. Pero la razón de
ello es que lo masculino no está siendo capaz de
ser sin el Otro.
El lenguaje que se utiliza no es neutral o
indiferente a la cuestión de sexo. Es masculino,
no en el sentido de que represente los intereses
4 Luce Irigaray (1930- ) es una de las mayores
exponenetes del movimiento filosófico feminista
contemporáneo, particularmente de la diferencia.
contingentes de los hombres, sino en el sentido
de que rechaza firmemente la identificación del
universal con lo masculino, que sin embargo,
representa. La tendencia a la universalización es
lo que caracteriza a lo masculino. Por el
contrario, la ruptura o diferencia inasimilable
que pone en cuestión este movimiento es lo que
caracteriza a lo femenino en el lenguaje.
Universalizar una norma o sustituir por otra
son procedimientos éticos que presupone una
posición simétrica de hombres y mujeres en el
lenguaje.
El circuito cerrado en el que se encuentra
este sujeto reduce la alteridad al yo. Es incapaz
de observar al Otro que está, en un sentido
fundamental, más allá de mí, y en este sentido,
el Otro representa la condición limitadora de
mi yo. Este Otro, que no soy yo, aun así me
define en lo fundamental al representar
precisamente lo que yo no puedo asimilar a mi
yo, a lo que ya es familiar para mí.
El tacto, como hemos visto previamente, se
trata del conjunto de relaciones vinculantes, en
las que todas las diferencias aparentes quedan
suprimidas en la totalidad del lenguaje mismo.
En el discurso filosófico no hay tacto, pareciera
estar denunciando la pensadora.
“¿Quién eres tú?” es la pregunta ética por
excelencia, porque aspira a superar la división
de la diferencia sexual, a conocer lo que es
diferente, pero a conocerlo de tal modo que
aquello diferente, al ser conocido, no quede
asimilado o reducido al que aspira a conocer.
La diferencia sexual es precisamente una
diferencia insondable e irreversible, constitutiva
de lo masculino lo femenino en la relación entre
ambos. No existe lo masculino sin una
implicación previa en los términos de lo
femenino, y no existe lo femenino sin una
implicación previa en los términos de lo
masculino. La relación no es en primer término
un encuentro, sino más bien un entrelazamiento
constitutivo, una diferenciación dinámica en la
proximidad.
Por último, la autora distingue dos esferas de
masculinidades en la participación de Jean Paul
Sartre en la obra de Frantz Fanon (1983).
5
Por
un lado, los colonizados hacia los que se dirige
5 Por deseo expreso de la viuda de Fanon, el prefacio de
Sartre se eliminó de la edición de 1967, a pesar de que ha
vuelto a aparecer en otras posteriores.
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