Revista Pelícano Vol. 3. El vuelo del Pelícano
ISSN 2469-0775 - pelicano.ucc.edu.ar – Pp. 8-15
Agosto 2017 – Córdoba
habitan la totalidad de la obra? ¿Cómo y por
qué vías las han habitado, tanto en los trabajos
explícitamente consagrados al estudio del
legado cristiano como en aquellos que,
proyectados sobre la escena contemporánea
interrogan ese legado, o parecen no interrogarlo
sino desplazarse a lugares sociales o espacios de
pensamiento que le son extraños, o se han
vuelto extraños, en particular en lo que
concierne a las investigaciones sociológicas y
antropológicas de Certeau – Certeau que, por
tanto, conocía sin dudas mejor que nadie sus
“raíces cristianas”, y la historia compleja de la
gestación de estas disciplinas en el paso al siglo
XX?
Por otra parte, la “cuestión mística” fractura
en su interior mismo la cuestión de la
pertenencia cristiana y la de la fe en un Dios, ya
que todo el trabajo de Michel de Certeau ha
consistido, en su vasta empresa de descifrado
del “lenguaje místico”, en identificar en ese
lenguaje los signos de una desafiliación o de una
dificultad –hasta el extremo de la ex-sistencia, la
salida de sí– de decir el nombre del Padre, de
hablar el lenguaje recibido en el nombre del
Padre, en ser de ese nombre; haciendo de esta
dificultad el síntoma de una crisis y de una
transformación social mayores en la sociedad
cristiana de la primera modernidad, en la cual
los “místicos” habrían sido a la vez heraldos y
víctimas, sin jamás dejar de ser lo uno y lo otro
como lo ha demostrado Jacques Le Brun, en un
diálogo constante con la obra de Michel de
Certeau, a lo largo de sus trabajos.
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Las numerosas investigaciones inspiradas
por, habitadas por, inquietadas por esta obra en
su incómoda posteridad, han hecho a menudo
opciones muy diferentes. Se pueden diferenciar
brevemente tres orientaciones: la primera tiende
a substituir a Michel de Certeau por su objeto,
subsumiendo bajo su propia autoridad, que se
convierte en la de un autor, o sea un escritor, la
esfuerzan en conectar estos hilos; y también subrayar la
importancia de un pequeño libro de Alfonso Mendiola,
Michel de Certeau (2014), que presenta lo que hoy es la
primera síntesis histórica y teórica de la obra.
8 Recordemos aquí, entre otros innumerables escritos
que jamás han dejado de acompañarme y sostenerme, Le
pur amour de Platon à Lacan (2002): libro en el cual Le Brun
muestra al mismo tiempo la exigencia y la imposibilidad
de un don sin contra-don hacia un Dios del que no
podemos no esperar que sea.
legitimidad de una investigación para la cual
habría que ir a buscar en otra parte, por otro lado,
las verificaciones.
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La segunda profundiza la
brecha de la diferencia mística, de la hetero-
doxia del discurso místico y del que se hizo su
intérprete; ella privilegia la crisis por sobre la
transformación, la ruptura por sobre la
reinstauración.
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La tercera podría estar tentada,
como consecuencia de la discutible promoción
de Michel de Certeau al rango de libro de
cabecera por Jorge Bergoglio, hoy Papa
Francisco, a una restauración de la obra en el
centro de la institución cristiana, de algún modo
como su profeta. La complejidad confesional
de la obra y de la trayectoria de su autor quizás
nos proteja de esa posteridad, pero no nos pone
al abrigo de nada.
Aquí hago la elección de interrogar dos
lugares precisos en los cuales me parece que no
podemos no intentar al menos hacer frente a la
dificultad de estas cuestiones, así como las he
sintetizado de grosso modo. Va de suyo que
esta elección es ofrecida, y abierta, a la
discusión de quienes, como yo, viven desde
hace treinta años con la herencia de este
pensamiento y de sus abismos – si uno entiende
aquí por abismo aquello que no cesa de
9 Ver por ejemplo el artículo, muy preciso y auténtico, de
Henri Laux, “Michel de Certeau lecteur de Surin. Les
enjeux d'une interprétation” (2004). Sin dudas soy tanto
más sensible respecto de esta orientación cuanto que la
encuentro también en la posteridad de la obra de Louis
Marin, en particular de sus investigaciones sobre Pascal,
que a veces se tiende a considerar como trabajos de
autor, o sea actos de escritura, que no se pueden
confundir con las exigencias de una investigación
histórica. ¿Por qué esas vueltas, en las que la posteridad
de uno y otro de cierto modo queda afectada? ¿Porque
hay efectivamente diálogo con los muertos (hoy diálogo
de muertos), porque hay escritura como lugar de ese
diálogo?
10 Evidentemente los matices aquí son numerosos entre
trabajos muy singulares: para permanecer en el ámbito de
los estudios franceses, los de Sophie Houdard (ver por
ejemplo sus Invasions mystiques, Paris, Belles-Lettres, 2008)
ubican esta diferencia mística al umbral de una forma de
disidencia, los de Patrick Goujon (ver por ejemplo
Prendre part à l’intransmissible, 2008) la remiten a los
desgarramientos internos de las instituciones católicas
modernas mismas y a la energía soterrada de sus
fundaciones. El trabajo de François Trémolières sobre
Henri Bremond y Certeau surgiría, me parece, de esta
segunda dinámica (“Approches de l’indicible dans le
courant mystique français (Bremond et Certeau lecteurs
des mystiques)”, 2000).
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