Revista Pelícano Vol. 3. Las formas de la memoria
ISSN 2469-0775 - pelicano.ucc.edu.ar – Pp.123-130
Agosto 2017 – Córdoba
los amigos de Job: no escuchan, no ayudan,
están aferrados a las leyes y sus creencias, una
actitud ensimismada. Con eso se abre una
nueva puerta interpretativa, que no busca la
culpa en la víctima, sino en el contexto. Esta
falta de actuar del “tercer sector” o de la
sociedad en pro de la víctima, así como ya se
aludió al caso de la novela de Traba, también se
destaca en otras novelas del corpus como Goliat
o la noche de los milagros, de Alonso.
El segundo foco de interpretación, vincula
narrativa y rezo: la situación en que es
expresado, con qué ímpetu y en qué forma. A
veces, la oración sirve a los personajes como un
rito antiguo para tranquilizarse en situaciones
de desesperación y sufrimiento. Allí se ubican
las novelas El mejor enemigo, de López y El beso
de la mujer araña, de Puig; en otros casos, es una
guía en situaciones decisivas como en La larga
noche de Francisco Sanctis, de Costantini; y En la
estela de un secuestro, de Bosco. La contraposición
de estas dos novelas fue sobre todo interesante,
ya que el mismo discurso religioso, el rezo en
una situación decisiva, conduce al protagonista
de la novela contestataria a tratar de salvar a dos
personajes supuestamente subversivos, mientras
que el de la novela “acomodada” se entrega a
un hijo, cuya delincuencia fue motivada por su
ideología izquierdista.
El tercer y último foco da cuenta de la
fuerza inherente al discurso religioso, que puede
tanto estabilizar como desestabilizar un régimen
de facto. Se reconoce que en la religión popular
hay una fuerza subversiva que anima al pueblo a
levantarse en contra de la injusticia, de la
explotación y del terror, mientras que en el
discurso de la jerarquía eclesiástica, muchas
veces, se manifiesta el deseo por conservar el
orden político-social. De este discurso se sirvió
la Junta militar para sus fines, tal como lo hacen
los protagonistas que están en el poder en El
vuelo del tigre, de Moyano; o Cola de lagartija, de
Valenzuela. Pero en ambas novelas, a su vez, la
religión popular, el credo de la gente del pueblo,
es la que alienta la resistencia en contra del
poder.
Otro punto de análisis que resultó
interesante para el contexto de estos años y que
muestran estas novelas, involucra
consideraciones sobre la imagen de Dios y su
afiliación política en la novela: si es una novela
“acomodada”, Dios está del lado de los que
están en el poder, en un sentido positivo (La
rebelión de los semáforos, de Gallardo; ¿Y qué querés
que te diga?, de Gudiño Kieffer); en cambio, si se
trata de una novela contestataria, los que
detentan el poder pueden haberse apropiado de
Dios en el discurso, y entonces, Dios aparece
con un sentido negativo (El vuelo del tigre, de
Moyano).
¿Qué aporte novedoso te hizo esta investigación, que
vos no pensabas encontrar?
Me sorprendió reconocer el abanico de los
elementos de lo religioso instalados en la
literatura, aún cuando los autores, tal vez no lo
sepan, porque lo religioso está hasta en el habla
común, así como en el personaje de Valentín de
la novela de Manuel Puig. Pequeñas frases
cotidianas que aparentemente no tienen que ver
con la religión, en realidad, contienen una
propuesta que vale la pena analizar.
También me pareció muy interesante que en
ninguna de las novelas trabajadas se abriera la
pregunta sobre la teodicea. Como si a todos los
escritores les hubiera sido muy claro que todo
lo que pasó, devino de los hombres. Por eso
insisto, no son novelas religiosas. En sí, no
discuten la esencia del cristianismo (por lo
menos, conscientemente) sino que toman el
discurso religioso y muestran con él, lo que está
pasando en la sociedad y en la política
argentina.
En mi investigación, hay tres novelas que
llamé “acomodadas”, y que tomé porque me
pareció necesario comparar los relatos de
contenido claramente contrario a la dictadura
militar, con otros, ajenos a ese objetivo. Si bien
hay mucha discusión teórica sobre la
terminología de “acomodada” u “oficial, me
decidí por el término de “novelas acomodadas”,
porque, a mi entender, los escritores buscaron
un sitio dentro de la literatura para poder
escribir su propia posición. Al considerarlas, me
era posible distinguir si el discurso religioso
podía ser propuesto (o no) como una
herramienta en la lucha contra la dictadura
militar. Se puede pensar que los autores estaban
conformes con el régimen hasta cierto sentido,
por el respeto de las normas, el orden y la
moral. Aunque, al leer con atención los textos,
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