Pecano
Revista de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Católica de Córdoba
EL VUELO DEL PELÍCANO
PENSAMIENTO CRÍTICO LATINOAMERICANO
María Cristina Liendo: Acerca del Pensamiento Latinoamericano
Estela Fernández Nadal: El ser humano: infinitud atravesada por la
finitud. La dimensión vida-muerte en el pensamiento de Franz
Hinkelammert
Cecilia Inés Luque: La máquina vs el misterio. Tribulaciones de la
modernización desigual y contradictoria en Brasil
EL ASALTO DE LO IMPENSADO
Mario Rojas Hernández: Crítica ético-racional objetiva del positivismo
del poder
Juan Ezequiel Rogna: Del snob al gestor: una propuesta kuscheana
para re-pensar al sujeto político desde el peronismo
Gabriel Luis Bourdin: Marcel Jousse y la antropología del gesto
Ana Victoria Britos Castro: Interpelaciones a la dinámica
estado/sociedad civil en la lógica de la colonialidad del poder. Una
revisión de la Bolivia contemporánea
Mateo Paganini: Locura y colonización. Irrupciones autobiográficas en
los testimonios del reino de Araucanía y Patagonia
Guadalupe Estefanía Arenas Pacheco: Una aproximación al
pensamiento inculturado en el itinerario intelectual de Juan Carlos
Scannone
Victoria Casado Tolosa: Exotismo e indianismo: un sujeto político
místico
LAS FORMAS DE LA MEMORIA
Luis Miguel Baronetto: Angelelli: mártir del Concilio
Guillermo Alejandro Barón Del Pópolo: La intuición de una América
Latina distinta. Entrevista a Rolando Concatti sobre la revista Alternativa
Latinoamericana
NUEVAS NARRACIONES
Porfirio H. Calsín Zapana: Breve reseña revista AymaraQuechua
Volumen 2 – Año 2016
ISSN 2469-0775
DOI: 10.22529/p
Directora
Cecilia Padvalskis (Universidad Católica de Córdoba, Argentina).
Editor
Octavio Pedoni (Universidad Nacional de Jujuy, CONICET - Universidad Católica de Córdoba,
Argentina).
Correctora
Marcela Bricca (Colegio Nacional de Monserrat, Argentina).
Traductor
Diego Fonti (CONICET, Universidad Católica de Córdoba, Argentina).
Comité editorial
Carlos Martínez Ruiz (Universidad Católica de Córdoba - Universidad Nacional de Córdoba,
Argentina).
Silvia Anderlini (Universidad Católica de Córdoba - Universidad Nacional de Córdoba, Argentina).
José María Bompadre (Universidad Católica de Córdoba - Universidad Nacional de Córdoba – Instituto
de Culturas Aborígenes, Argentina).
Patricia Scherman (Universidad Católica de Córdoba - Universidad Nacional de Córdoba, Argentina).
Carlos Asselborn (Universidad Católica de Córdoba, Argentina).
Comité académico
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Argentina); Horacio Cerutti (Universidad Nacional Autónoma de México, México); Rogelio De La
Mora V. (Universidad Veracruzana, México); Carlos Domínguez Morano (Facultad de Teología de
Granada, España); Diego Fonti (CONICET, Universidad Católica de Córdoba, Argentina); Francesca
Gargallo (Universidad Autónoma de la Ciudad de México, México); Noemí Girbal (CEAR. Universidad
Nacional de Quilmes, Argentina); Marcelo González (Universidad Nacional de San Martín, Argentina);
Francis Gonsalves (Vidyajyoti College, India); Michael Löwy (Directeur de Recherche émérite du
CNRS, Francia); Eduardo Mattio (Universidad Nacional de Córdoba, Argentina); Martín Morales
(Pontificia Universidad Gregoriana, Italia); Beatriz Moreyra (CONICET, Universidad Nacional de
Córdoba, Universidad Católica de Córdoba, Argentina); Guillermo Nieva Ocampo (Universidad
Nacional de Salta, Argentina); Gustavo Ortiz (Universidad Católica de Córdoba, Argentina) †; Lila
Perren (Universidad Católica de Córdoba, Argentina); Germán Plasencia (Colegio de Saberes, México);
Pablo Quintanilla (Pontificia Universidad Católica del Perú, Perú); Eugenio Rubiolo (Universidad
Católica de Córdoba, Argentina); Aaron Saal (Universidad Nacional de Córdoba, Argentina); Héctor
Samour (Universidad de Centroamérica José Simeón Cañas, El Salvador); Arturo Sandiano (Universidad
Católica de Córdoba, Argentina); Carlos Schickendantz (Universidad Alberto Hurtado, Chile); Daniel
Vera (Universidad Nacional de Córdoba. Universidad Católica de Córdoba, Argentina).
Revista Pelícano
ISSN 2469-0775
Facultad de Filosofía y Humanidades - Universidad Católica de Córdoba
Sede Centro. Obispo Trejo 323 Bº Centro. X5000IYG - Córdoba - Argentina
Tel. (54) 351 4219000. Correo: pelicano@uccor.edu.ar - Sitio web: pelicano.ucc.edu.ar
Volumen 2 – 2016
Revista Pelícano Vol. 2.
pelicano.ucc.edu.ar
Agosto 2016 – Córdoba.
Orientaciones para la presentación de trabajos
Esta revista de la Universidad Católica de Córdoba es una publicación periódica anual de artículos de
investigación científica, originales y de revisión, sobre temáticas de Historia, Psicología, Filosofía, Letras
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Pelícano es una revista plural que sólo exige calidad científica, para lo cual se vale de un sistema de
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2) El asalto de lo impensado. De participación libre. Consiste en artículos de revisión e investigación
científica que exponen, de manera exhaustiva, los resultados originales de proyectos de
investigación individuales o colectivos. Abarca también las investigaciones que analizan, sistematizan
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sociales, humanas y/o teorías y desarrollos conceptuales en el ámbito de la filosofía, psicología, las
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Revista Pelícano Vol. 2.
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Agosto 2016 – Córdoba
Índice
EL VUELO DEL PELÍCANO
PENSAMIENTO CRÍTICO LATINOAMERICANO
Presentación (5-6)
María Cristina Liendo: Acerca del Pensamiento Latinoamericano (7-21)
Estela Fernández Nadal: El ser humano: infinitud atravesada por la finitud. La dimensión vida-
muerte en el pensamiento de Franz Hinkelammert (22-32)
Cecilia Inés Luque: La máquina vs el misterio. Tribulaciones de la modernización desigual y
contradictoria en Brasil (33-39)
EL ASALTO DE LO IMPENSADO
Mario Rojas Hernández: Crítica ético-racional objetiva del positivismo del poder (40-59)
Juan Ezequiel Rogna: Del snob al gestor: una propuesta kuscheana para re-pensar al sujeto
político desde el peronismo (60-68)
Gabriel Luis Bourdin: Marcel Jousse y la antropología del gesto (69-81)
Ana Victoria Britos Castro: Interpelaciones a la dinámica estado/sociedad civil en la lógica de la
colonialidad del poder. Una revisión de la Bolivia contemporánea (82-94)
Mateo Paganini: Locura y colonización. Irrupciones autobiográficas en los testimonios del reino
de Araucanía y Patagonia (95-105)
Guadalupe Estefanía Arenas Pacheco: Una aproximación al pensamiento inculturado en el
itinerario intelectual de Juan Carlos Scannone (106-115)
Victoria Casado Tolosa: Exotismo e indianismo: un sujeto político místico (116-121)
LAS FORMAS DE LA MEMORIA
Luis Miguel Baronetto: Angelelli: mártir del Concilio (122-145)
Guillermo Alejandro Barón Del Pópolo: La intuición de una América Latina distinta. Entrevista a
Rolando Concatti sobre la revista Alternativa Latinoamericana (146-155)
NUEVAS NARRACIONES
Porfirio H. Calsín Zapana: Breve reseña revista AymaraQuechua (156-159)
4
Revista Pelícano Vol. 2. El asalto de lo impensado
ISSN 2469-0775 - pelicano.ucc.edu.ar – Pp. 95-105
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Locura y colonización. Irrupciones
autobiográficas en los testimonios del reino
de Araucanía y Patagonia
Madness and Colonization.
Autobiographical Irruptions in the
Testimonies of the Kingdom of Araucanía
and Patagonia
Mateo Paganini
1
Universidad Nacional de Córdoba
Modo de citar: Paganini, M. (2016). Locura y
colonización. Irrupciones autobiográficas en los
testimonios del reino de Araucanía y Patagonia.
Pelícano, 2. Recuperado de
http://revistas.bibdigital.uccor.edu.ar/index.ph
p/pelicano/article/view/1124
Resumen
Antoine de Tounens deja el testimonio de lo
que viv en Chile al proclamarse rey de
Araucanía y Patagonia, plasmado en un texto
que abre un espacio problemático y fronterizo
entre autobiografía, testimonio y memorias; al
tratarse de una escritura que intenta
documentar su tragedia personal. El texto será
indagado a partir de la conjetura de que fue la
interpelación de la Justicia (que en un primer
momento lo acusa de ser un criminal” que
atenta contra la soberanía de Chile, para luego
considerarlo como un “loco”) la que impulsa
una escritura con irrupciones autobiográficas,
momentos en que el discurso pierde el
argumento apologético y aparecen fragmentos
de su vida anteriores al proceso judicial.
Se pondrán en consideración, también, las
distintas interpretaciones que suscitó su historia
y se las contrastará con el testimonio que deja
este proyecto fallido de una monarquía
constitucional en Sudamérica; teniendo en
cuenta que la figura del “loco” o del “Quijote
patagónico”, puede acercarnos a una imagen
alegórica sobre la colonización.
1 Licenciado en Psicología, doctorando en Letras (FFyH-
UNC). Integra el proyecto de investigación “Utopías del
yo. El devenir alegórico del discurso autobiográfico”
(CIFFyH-UNC). Becario de doctorado del CONICET.
Su línea de investigación son las identidades narrativas
marginales de la colonización en Latinoamérica.
Palabras clave: Antoine de Tounens,
autobiografía, testimonio, memorias,
colonización.
Abstract
Antoine de Tounens leaves the witness who
lived in Chile to proclaim himself king of
Araucania and Patagonia, embodied in a text
that opens a problematic and border space
between autobiography, testimony and
memories; It is a script that attempts to
document his personal tragedy. The text will be
investigated from the conjecture that was the
interpellation of Justice (which at first accused
of being a “criminal” that threatens the
sovereignty of Chile, then considers it as a
“crazy”) that drives a script with
autobiographical irruptions; times when the
speech loses the apologetic argument and
fragments of his life prior to trial appear.
Will be put into consideration also different
interpretations raised its history and the
contrast with the testimony that you leave this
failed project of a constitutional monarchy in
South America; considering that the figure of
“crazy” or “patagónico Quixote” can approach
an allegorical image on colonization.
Key words: Antoine de Tounens, autobiography,
testimony, memories, colonization.
Introducción
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La historia del reino de Araucanía y Patagonia
ha dejado las más diversas huellas, desde
acuñación de monedas, títulos de nobleza,
mapas, vestuarios, manifiestos, banderas y
numerosos documentos. Entre todos estos
diferentes registros que podrían generar
consideraciones de índole histórica, psicológica,
antropológica o jurídica, nos limitaremos, al
abordaje de algunas de las particularidades del
texto que dejó Orllie-Antoine sobre su reino y
buscaremos ponerlas en diálogo con las
interpretaciones que generó en los críticos
latinoamericanos. Por considerar que el
contraste entre los modos de enunciación que
encontró Orllie para relatar su historia y las
interpretaciones que ha suscitado, nos permitirá
generar nuevos modos de indagación sobre los
testimonios del colonialismo en Latinoamérica.
Cabe aclarar que Orllie-Antoine se proclamó
rey de Araucanía y Patagonia en 1860, al
internarse en Arauco y tener un contacto
directo con los caciques mapuches, difícil es
saber el grado de reconocimiento que obtuvo
por parte de éstos, pero sabemos que se volvió
peligroso a la soberanía de Chile, por lo cual fue
apresado y se inició un proceso en su contra. Su
empresa anacrónica de fundar una monarquía
constitucional en América cuando la mayoría de
su territorio ya se ha independizado y ha
fundado repúblicas independientes, se presenta
como un colonialismo tardío. Orllie percibe esta
dislocación de su empresa, pero la justifica
argumentando que los territorios de Araucanía
y Patagonia no están realmente gobernados por
Chile y Argentina a mediados del siglo XIX,
además, de postular una supuesta nostalgia de
los araucanos por la monarquía española:
Se me reprochará quizás no haber fundado
mejor una república en vez de un reinado, en
un país rodeado de repúblicas. Yo respondo
de entrada que esta forma de gobierno fue
rechazada por los araucanos, quienes
guardan un buen recuerdo de la realeza
española, escrupulosa observadora de los
tratados cerrados con sus padres, y para
quienes la palabra república, por el caso de
Chile, devino sinónimo de deslealtad.
(Tounens, 1863ª, III-IV).
2
2 Las traducciones de los textos de Antoine de Tounens
que aparecen en este artículo fueron realizadas por mí.
Este supuesto “buen recuerdo” de los
araucanos por los españoles es el que Orllie
viene a encarnar y a anunciarse como el
defensor de sus derechos, sin embargo, no se
presenta al modo de un colonizador español,
sino bajo los ropajes de un cacique mapuche.
Se ha enfatizado mucho sobre la
“megalomanía” o el “delirio de grandeza” de
Orllie, quizás con cierta preponderancia de una
explicación psiquiátrica de su empresa, pero
esta consideración parece perder de vista que se
trata del relato de un vencido, que no llegó a
desplegar su proyecto y gran parte de las
proclamas del reino las escribió desde un
calabozo.
Orllie-Antoine I
er
, la lucha por el nombre
propio
El texto Orllie-Antoine I
er
, roi d'Araucanie et de
Patagonie, son avénement au trône et sa captivité au
Chili, relation écrite par lui-même (1863) ya había
sido catalogado como una “rareza”,
3
por uno de
los primeros investigadores latinoamericanos
que se interesa por la vida de Orllie. Un
espécimen reticente a toda clasificación que
abre un espacio problemático y fronterizo entre
autobiografía, testimonios y memorias; al
tratarse de una escritura que intenta
documentar su tragedia personal. El mismo
Orllie se ofrece como testigo del juicio que se le
realizó en Chile, además de recopilar todas las
versiones de quienes testificaron en su contra.
Si intentáramos pensar el escrito como una
autobiografía de acuerdo con los parámetros de
Philippe Lejeune, la identidad entre el autor, el
narrador y el personaje no parece garantizada
en el texto; ya por el solo hecho de que el
“abajo firmante”(Lejeune, 1994, p.52) no es el
mismo nombre que figura en una partida de
bautismo en Francia. El escrito posee cierto
valor performativo y de autoconstrucción del
nombre propio. Estas rupturas del contrato
autobiográfico han emparentado el texto a la
locura, como si el autor se viera afectado por un
extravío fundamental entre quién es y quién
dice ser. De un modo semejante la justicia de
3 El historiador chileno Armando Braun Menéndez
describe su encuentro con el libro de Orllie como un
hallazgo desconcertante que mueve a la elucubración y la
escritura: “La posesión de esta rareza, que me revelaba la
existencia de tan raro personaje, me incitó a escribir”
(Braun Menéndez, 1945, p.83).
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Chile, luego de varios interrogatorios y
elucubraciones sobre el caso, termina por
dictaminar que solo se trata de un “loco”.
Gran parte de la riqueza de este texto y las
problemáticas que puede aportar sobre la
escritura autorreferencial, se obturan si nos
apresuramos a sentenciar “solo se trata de un
loco”. Por tal motivo debiéramos pensar el
texto como un casus, en el sentido que da a esta
palabra André Jolles, en tanto se trata de una
pequeña historia que nos plantea la pregunta sin
proporcionarnos la respuesta:
En el casus, la forma surge de una medida de
valoración de las acciones, pero en la
realización se encuentra la pregunta acerca
del valor de la norma. Vigencia, validez y
alcance de diferentes normas son
ponderados, pero la ponderación encierra la
pregunta: ¿dónde reside el peso que ha de
valorarse y según qué forma ha de hacerse la
valoración? (Jolles, 1972, p.174).
Otra particularidad del casus “es que deja de
ser él mismo allí donde se neutraliza la
responsabilidad de la decisión mediante una
decisión definitiva” (Jolles, 1972, pp.174-175),
lo cual nos obliga abstenernos de una sentencia
sobre la supuesta naturaleza de Orllie (se trata
de un loco, un fabulador, un mitómano, etc.)
para acercarnos al planteo de Paul de Man
sobre la incertidumbre de la escritura
autobiográfica. La vacilación entre ficción-
realidad, verdad-mentira, locura-normalidad, se
mantendrá como una constante en el abordaje
del texto.
Desde el inicio Orllie diferencia su escrito de
–lo que desde una perspectiva de géneros
literarios– podría llamarse “memorias”:
4
“Aguardando la publicación de mis Memorias
[Mémories], que preparo en este momento, creo
deber dar, desde hoy, una exposición rápida de
las principales circunstancias que han precedido
4 Jaques Derrida realiza un juego polisémico con las
diferencias que toma en la lengua francesa el término
mémoire, según se presente en femenino une mémoire, la
mémorie (facultad de recordar); en masculino singular un
mémoire (documento, informe, acta); en plural mémoires
(memorias) (Derrida, 2008, pp.110-111). Si bien Orllie-
Antoine I
er
diferencia su texto de la palabra mémoires, su
escrito parece tener el carácter de un mémoire, el
memorándum, las actas del reino en las que cuenta los
pormenores de su proceso judicial.
y seguido mi advenimiento al trono de la
Araucanía y de la Patagonia” (Tounens, 1863a,
III). Orllie presenta el escrito como un caso o,
siendo más precisos, su caso. Es esta
autoreferencialidad la que hace las cosas más
complejas a la hora de una diferenciación
genérica, y nos acerca al testimonio y la
autobiografía.
Si se lo considerara como una autobiografía
se tendría la impresión de que el texto
comienza, al modo de las tragedias griegas, in
medias res: no posee un relato sobre su
nacimiento, su lugar de origen, de quienes
fueron sus padres, etc.; sino que comienza por
hablar de las propiedades climáticas y regionales
de Araucanía, de las costumbres de los
araucanos y del modo en que éstos lo
reconocieron como rey. El relato de su vida es
el relato del reino.
Solo cuando hemos pasado por varias
páginas del texto, podemos diferenciar entre un
sujeto civil llamado Antoine de Tounens (que nace
en una pequeña aldea llamada La Chèze, el 12
de mayo de 1825) y Orllie-Antoine I
er
Rey de
Araucanía y Patagonia, quien firma el escrito que
hoy conocemos. Esta firma no se trata de un
simple sobrenombre, sino que opera como una
transformación onomástica, similar a las que
Michael De Certeau analiza en los relatos de
vida de los místicos.
5
El sujeto civil que había
nacido en Francia abandona su nombre para
que pueda renacer en Orllie-Antoine I
er
, y esta
transformación tiene un carácter radical e
irreversible. Aquel hombre que trabajaba en una
modesta oficina como empleado de un notario
y cuya actividad principal fue la causa jurídica
del reconocimiento de una supuesta nobleza de
su apellido paterno, ha devenido otro. A tal
punto, que el regreso a su ciudad natal se
convierte en el exilio del monarca; ya no se
reconoce en su antiguo oficio y la supuesta
familiaridad de su lugar de origen se le ha
5 Michel de Certeau desarrolla la noción de
transformación onomástica en la vida de los místicos, por
ejemplo, en la sustitución que se da entre “Juan de
Yepes” a “Juan de la Cruz”, nos dice: “En estas
sustituciones onomásticas, la denominación nueva se da
como programa de ser, un programa claro es puesto en el
lugar del oscuro que lo precedía todo nombre ‘propio’
impone al sujeto un deber ser no sabido que es un querer
del otro; introduce una filiación de sentido en el lugar de
una filiación de nacimiento” (De Certeau, 2007, p.129).
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vuelto extraña. Su nueva firma es una operación
que no permite vuelta atrás y se distingue de
una simple parodia o seudónimo al poner su
vida en juego en numerosas oportunidades;
Orllie dedica su nueva vida a la incansable tarea
de reclamar su reino, a los sucesivos retornos a
Araucanía y Patagonia, a la compulsiva escritura
de nuevos tratados. Su vida ya es inseparable del
reino.
Mucho de los críticos han pensado que esta
transformación fue posibilitada por la literatura
y la locura, al modo en que Alonso Quijano se
convierte en Don Quijote de la Mancha. Se
piensa en la literatura como génesis de la locura:
un exceso de lectura que provoca una confusión
(o sustitución) entre lo que se vive y lo que se
lee. Bajo este paradigma cervantino de la locura,
Armando Braun Menéndez explica la situación
de Orllie:
Por aquel entonces fue cuando nuestro
francés enfermó de geografía. Los primeros
síntomas pudieron advertirse en su afición
inmoderada por los libros que traían el relato
maravilloso de la Pérouse, Cook, Dumont D
´Urville y otros navegantes que incitaron la
ilusión inmigratoria de las generaciones
europeas del siglo pasado. (Braun Menéndez,
1945, pp.9-10).
Por su parte, Enrique Oliva (bajo el
seudónimo de François Lepot) continúa la
analogía entre Orllie y el Quijote, pero agrega
un detalle más al decir que se trata de un
“Quijote sin Sancho ni Dulcinea” (Lepot, 1995,
p.8) remarca la soledad de esta empresa, que
suele ser habitual en los considerados como
locos.
Locura y colonización
Ante las dificultades que planteó el escrito de
Orllie, el historiador chileno Braun Menéndez
recurre a decir que aunque esto parezca una
novela no lo es: “no vaya a creerse que he
abandonado el campo de la historia para
adentrarme en el reino de la fantasía” (Braun
Menéndez, 1945, p.83). Se apoya en la función
histórica y en la documentación para
mantenerse en su oficio y no atravesar hacia el
espacio literario. Sin embargo, otros
investigadores han optado por incrementar la
cercanía entre el relato de Orllie y la literatura:
mediante la figura de un “Quijote patagónico”
Gerardo Mauger de la Brannière explora la
empresa de Orllie. Esta semejanza, entre el
Quijote y Orllie, no pertenece solo a este autor,
sino que muchos de los que se han dedicado a
estudiar al rey la comparten, y se basa
fundamentalmente en dos analogías. La primera
de índole temporal e histórica: así como el
Quijote había llegado tarde a la caballería, Orllie
llega tarde al colonialismo al tratar de fundar un
reino en un territorio rodeado de repúblicas. La
segunda analogía con la que fue emparentado al
Quijote se da por la confusión entre el espacio
de la vida y el espacio literario, de tanto leer
novelas de aventura sobre América se embarcó
hacia el “Nuevo Mundo” creyéndose un
colonizador. Estos dos extravíos con los que se
lo emparentó al Quijote muestran dos facetas
del colonialismo: la del nuevo mundo que solo
puede ser pensada a partir de una llegada tardía
–en caso contrario implicaría la no existencia
previa de esta parte del mundo al
descubrimiento europeo– y una inspiración
literaria del viaje, un territorio que existe en la
literatura aunque todavía no haya sido visto.
La figura de un “Quijote patagónico” puede
servir a la hora de pensar el colonialismo en
América, aunque rápidamente podría objetarse
¿Cómo es posible que un intruso, un francés
que dice ser representante de los araucanos,
pueda decirnos algo sobre el colonialismo de
América? En la mejor de las consideraciones
parecería solo una anécdota de manicomio. Sin
embargo, la figura de un «Quijote patagónico»
puede llevarnos a una aprehensión figurativa de
la colonización. Miguel de Cervantes realiza un
diagnóstico de la idiosincrasia de la caballería,
llevando al absurdo a Alonso Quijano y
mostrando lo perenne de aquellos ideales de
caballería, insostenibles ya en los tiempos
modernos. Del mismo modo, el colonialismo
tardío de Orllie podría mostrarse como una
hipérbole de viejos ideales, de un modo tan
claro que lo asemejan a una parodia.
Al considerar esta figura de la colonización
debiéramos tener en cuenta la noción que Marx
toma de Hegel “los grandes hechos y
personajes de la historia aparecen dos veces”,
para agregar “una vez como tragedia y otra vez
como farsa” (Marx, 2014, p.103). Un recuerdo
de épocas pasadas que solo puede reaparecer a
modo de teatro, cuidando el vestuario y
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exagerando los gestos de antaño. Es así que los
gestores de la revolución francesa se vistieron
de romanos para emprender su tarea o Lutero
se disfraza de San Pablo para llevar a cabo la
reforma protestante. Pero ya en estas analogías
de la repetición se percibe una pequeña
diferencia: Orllie en lugar de vestirse de
colonizador se disfraza de araucano, busca
mimetizarse con el paisaje. De aq puede
desprenderse la sospecha de que este ropaje se
tratara de un camuflaje y que el atuendo de
araucano sea lo que le permita colonizar mejor,
que ejecute una tarea persuasiva por carecer de
medios licos, y convenciendo a los araucanos
de sus buenas intenciones, los utilice como su
ejército contra Chile. Sin embargo, en la
insistencia con la que Orllie reclama su reino
durante toda su vida parece haber algo que
excede a la estafa, que lo involucra en su
subjetividad, como si ya no pudiera mudar su
atuendo y hasta su nombre propio queda
perdido o devenido otro. Algo que ha sido
llamado “locura” nos invita a pensar en la
transformación subjetiva que se produce en
Orllie, una operación que se inscribe mediante
su nueva firma en la incesante producción de
tratados del reino, que en su mayoría no fueron
leídos ni escuchados, perpetuándolo como su
único testigo.
A partir de esta soledad del monarca
podríamos indagar en la necesidad de un otro
que reconozca, en una primera instancia, al rey
–este es el lugar que da Orllie en su relato al
araucano–, la transformación onomástica de
Antoine de Tounens a Orllie-Antoine I
er
depende de
que el araucano lo reconozca como rey, y el
escrito de Orllie no solo relata este suceso, sino
que también se encarga de mostrar la afinidad
que los araucanos tenían con los gobiernos
monárquicos. El primer capítulo que escribe
Orllie se parece a una descripción etnográfica
sobre las costumbres de los araucanos, que
pone el acento sobre la necesidad que éstos
tenían de un rey; casi como si sembrara el
terreno para su renacimiento y viniera a
encarnar el deseo araucano de un rey.
En segunda instancia, hay un otro lector al
que se dedica el escrito y que debe prestar
atención al relato que Orllie hace de su vida y
de su caso judicial. A este lector francés Orllie
se dirige mostrándole los privilegios
económicos del reino y del partido que podría
sacarle Francia a esta nueva colonia. En lo que
respecta a la transformación onomástica, resulta
sugerente la cercanía homofónica en francés
entre el sobrenombre de su infancia Orélie”, la
firma del monarca Orllie y la palabra oreja en
francés (oreille); realmente parece tratarse de
otro francés que preste oído a su nueva vida.
Por último, hay un otro que lo desconoce
como rey pero que es fundante en el relato de
Orllie, la justicia del gobierno de Chile, que
lleva a cabo el juicio contra él y que tiene a un
tenaz perseguidor del monarca, el General
Cornelio Saavedra. Paradójicamente este otro
que lo desconoce, es quien más toma en serio a
Orllie, considerándolo un peligro para la
soberanía de Chile y solo, luego de un largo
rodeo, puede pasar de tenerlo como un
“criminal” a un “loco”. Es este otro el que
impulsa el escrito de Orllie, a modo de un
descargo sobre las acusaciones que realizó en su
contra el gobierno de Chile, y el que otorga al
relato un carácter jurídico, que se presente
como un testigo de su propia causa.
Por esta razón creemos que la forma en que
se abordó el texto, al modo de una novela de
aventuras y en las analogías con el Quijote,
esquiva uno de sus puntos principales: el hecho
de que el relato se origina en una interpelación
del otro (la justicia de Chile) que lo acusa de ser
un “criminal” y luego un “loco”. Desde sus
primeras líneas el escrito anticipa esta temática:
“Para aclarar las ideas del público, en el juicio al
que fui llamado, pondré bajo sus ojos una
cantidad de pruebas oficiales emanadas de o
dirigidas contra mí” (Tounens, 1863a, III); lo
cual le otorga un carácter mucho más jurídico
que de aventura, una sinfonía de varios
testimonios orquestados por él mismo, que
contarán la vida de Orllie-Antoine I
er
, para que
el lector decida si se trataba de un criminal, de
un loco o de un rey.
A nuestro entender, sería más adecuado
pensar que fue la interpelación del otro jurídico
la que impulsó una escritura con irrupciones
autobiográficas, momentos en que el discurso
pierde el argumento apologético y aparecen
fragmentos de su vida, el modo en que él vivió
la cautividad, e incluso, vestigios de su pasado
anteriores al proceso judicial. Se trataría de una
autobiografía indirecta, una escritura que al
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intentar argumentar su inocencia y desmentir
las acusaciones, termina por relatar su vida,
posicionándose como un testigo que debe
recurrir a sus vivencias para mostrar que no es
ése que dice el otro.
El testigo real y las voces conspiratorias de
la corte
En el primer capítulo realiza toda una
descripción casi etnográfica de los araucanos,
fiel al subtítulo del capítulo comenta «sus
costumbres, sus usos y sus leyes», como si se
tratara de un antropólogo que presenta al
araucano a los franceses. Al llegar el momento
de hablar de sus leyes, la descripción deja de
aparecer en términos generales y por primera
vez en el escrito, Orllie aparece como testigo:
“Cuando estaba en la orilla del Cautén, tuve la
oportunidad de seguir un proceso que voy a
citar para caracterizarlo. (Tounens, 1863a, pp.
7-8) Nos remite directamente a su experiencia
en estas tierras, al impacto que le generó lo que
tuvo oportunidad de presenciar, más allá de la
descripción del araucano, toca una implicancia
subjetiva y justamente lo que se problematiza es
el lugar del testigo. El proceso que caracteriza
es el siguiente:
Un buey había sido robado. Según el dueño,
un testigo señalaba como ladrón a tal
individuo, declarando que le había visto
desangrar el animal y a la mujer de él recibir
la sangre en un vaso; había oído al ladrón,
devorando un pedazo del buey, alabar la
excelencia de su carne, lo cual probaba que
no había llevado el yugo. Este testimonio no
fue suficientemente detallado para
determinar la pena; aún faltaba que el
propietario perjudicado indicara lo que se
había hecho con la piel de su buey, recortada
en correas o conservada intacta. Le fue
imposible dar una información cierta sobre
este tema, algunos días después, supe que
había perdido su proceso. (Tounens, 1863a,
p. 8).
Aunque quizás suene extraño en el relato la
yuxtaposición de versiones entre el demandante
y el testigo, al decir: “Según el dueño, un testigo
señalaba”; este aspecto hace a la singularidad
del proceso y Orllie lo aclara en una nota al pie:
Los testigos no aparecen jamás; permanecen
en la sombra, y por buenas razones: la parte
contraria, si lo supiera, les quitaría sus
medios para declarar nuevamente. Los
litigantes pagan los testigos - el propietario
del buey, de quien es cuestión, me dijo que
había pagado 50 francos para saber cómo
había muerto su buey, y que tendría que dar
más para saber lo que se había hecho de su
cuero. (Tounens, 1863a, p.8).
El perjudicado se convierte en portavoz de
sus testigos, ya que estos no se hacen presentes
en la querella. Quizás lo que resulta extraño es
que el testigo no se presenta ante el jurado a
declarar. Además que en el buen sentido de la
justicia, resulta sugerente que se trate de un
testigo rentado como un proceder legítimo
dentro de este proceso; hay que pagar un precio
para saber toda la verdad que puede
proporcionar el testigo.
Más allá de las comparaciones posibles con
el sistema judicial de occidente y de cómo se
llevaban a cabo estos procesos en las
costumbres de los araucanos (lo cual implicaría
detenerse en un estudio antropológico mucho
más exhaustivo) lo que nos interesa acá es el
modo en que Orllie percibe este suceso, con
todos los matices subjetivos que impone al
relato.
Hay dos particularidades en este proceso que
parecen llamar la atención de Orllie: una, que el
testigo permanezca “en la sombra”, si bien el
testigo para ser tal debe haber presenciado el
suceso que se busca reconstruir, no puede
hacerse presente en el juicio; la otra, que se trate
de un testigo rentado. ¿De qué modo este
pequeño relato sobre el juicio nos ilustra sobre
el extenso juicio que se le realizó en Chile?
Orllie intenta hacer presentes las voces de
quienes declararon, pretende que el lector tenga
ante todas las versiones para luego poder
emitir un juicio. En este sentido, opera del
mismo modo que el dueño del buey, aunque lo
que se afirma robado sea un reino, y el precio
por la verdad en este caso lo debe pagar el
lector: en la tapa del libro bajo el título aparece
la siguiente leyenda: Se puede procurar la
presente obra, por correo, al precio de 3 Fr. 80
c. […] Dirigirse al autor (Sr. de Tounens)”.
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Estos desplazamientos que se observan
entre el juicio del buey robado y el que se
realizó a Orllie, abren a la posibilidad de
encontrar una complicidad en el lector de su
obra. La tarifa al lector es un precio en un
sentido demasiado literal por la verdad, que a lo
sumo quizás servía para sustentar los gastos de
la impresión; o como atestiguan algunos de sus
Manifiestos, el precio de estos escritos servirían
a la financiación de una nueva campaña para
recuperar el reino. Varias de las notas al pie que
agrega Orllie al escrito alertan al lector sobre
los privilegios económicos que estas tierras
podrían significar para Francia, traslada al
monto en francos el precio de la lana y de otros
recursos que posee la región. Todos estos
señalamientos son, sin duda, un intento de
seducir al lector con la bonanza de estas tierras
que desconoce.
Hay una diferencia radical entre el juicio del
buey robado y el juicio de Orllie. El propietario
del buey, quizás defraudado por la justicia o por
carecer de medios para pagar al testigo, puede
renunciar a su propiedad; para Orllie, en
cambio, el resultado del juicio se vuelve
inaceptable, esta imposibilidad de la renuncia se
convierte en el motor de su escritura que busca
encontrar en los lectores un juicio diferente al
que ya se le realizó en Chile. Aquí el que debe
pagar un precio por sostener su verdad es Orllie
y lo paga con la cárcel –si no es con su vida–; a
pesar de todos los intentos disuasivos y de
arrepentimiento que le sugiere la justicia de
Chile, Orllie permanece en la misma
afirmación. A tal punto, que cuando le anuncian
que va a ser fusilado se preocupa solo por dejar
un nuevo testimonio del reino, su testamento y
las sucesivas trasferencias hereditarias de la
corona. La vida sin el reino carece
absolutamente de valor, la monarquía
constitucional de Orllie-Antoine I
er
debe
continuar a pesar de su muerte. La vida como
hecho biológico ha perdido su significación y lo
que debe permanecer son las leyes redactadas y
el modo en que pensó la nueva organización de
estas tierras.
Ante la proximidad de la muerte se siente en
la necesidad imperiosa de redactar su
testamento, “Como a mi alrededor solo se
hablaba sobre mi próxima ejecución, creí que
debía redactar mi testamento político”
(Tounens, 1863a, p.96):
Orllie-Antoine I, soltero, nacido el 12 de
mayo de 1825 en un lugar llamado La Chèze,
municipio de Chourgnac, cantón de
Hautefort, distrito de Périgueux,
departamento de Dordoña, (Francia), por la
gracia de Dios y la voluntad nacional, rey de
los Araucanos y los Patagones (Tounens,
1863a, p.96).
Aparece por primera vez en el escrito el
sujeto civil que había nacido en Francia y que
devino rey de Araucanía y Patagonia; además
Orllie, al carecer de un hijo que ocupe el lugar
de descendiente del reino, da noticia de todos
sus familiares comenzando por su padre,
primero a sucederlo en la corona, y luego, en
orden cronológico todos sus hermanos,
hermanas y hasta sobrinos que podrían ocupar
el trono. Fiel a la familiaridad de la monarquía
organiza esta larga lista de descendientes, pero
más allá de este esquema casi protocolar del
reino, aparece una irrupción autobiográfica en
una nota al pie del testamento:
Esperaba, en mi regreso a Francia, encontrar
en las alegrías de la familia el olvido de los
avatares que la traición me había hecho
pasar; pero allí me di con una doble
desgracia: mi padre y uno de mis hermanos
ya no estaban. (Tounens, 1863a, p.99).
Queriendo hablar de su propia muerte
termina por hablar de la muerte de su padre y
de su hermano. Este agregado que se adjunta al
testamento como nota al pie, quizás, con cierta
culpabilidad por haber descuidado su familia al
viajar a América, nos da un indicio del precio
subjetivo que a Orllie significó su empresa; y
que se muestran como irrupciones
autobiográficas, como cavilaciones entre la
escritura burocrática de los tratados del reino.
Es en las notas a pie, en estos suplementos
al texto, donde Orllie muestra sus cavilaciones;
aparece una de sus mayores inquietudes por el
testigo “en la sombra”, aquel que parece
evocado por el demandante. Luego de citar los
testimonios de quienes declararon en su contra,
agrega otra nota al pie:
Hoy que soy libre, renuevo la misma
protesta. Esta es una invención de los
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traidores que se dejó oír en calidad de
testigos. Había visto hasta entonces muy
temibles los procesos basados en el
testimonio de los hombres; creo ahora que
se debe temer a toda prueba testimonial
(Tounens, 1863a, p.102).
Lo que resulta demasiado paradójico en el
alegato de Orllie es que se trate de un testigo
que desconfía de “toda prueba testimonial”, su
intento de construcción de un gran archivo del
reino que contenga todos los testimonios de
por parece condenado a una desconfianza
permanente en la palabra; y es justamente esta
vacilación la que constituye la incertidumbre del
caso.
Ante la perplejidad y la sospecha
permanente en el testimonio que genera el
texto, los críticos y comentadores de la vida de
Orllie, han optado por justificar de un modo
autobiográfico su “obsesión por el personaje”.
Desde Braun Menéndez, quien se siente en la
necesidad de fundamentar su interés por el
“absurdo aparente del tema” (Braun Menéndez,
1945, p.83) y relatar su experiencia a partir de
encontrarse con el libro de Orllie, en el remate
de una biblioteca particular, un hallazgo que
instaura un enigma en su vida. O el modo en
que Enrique Oliva, luego de que llega a sus
manos el libro de Braun Menéndez, se apasiona
con su “increíble contenido” (Lepot, 1995, p.7)
y comienza a publicar artículos sobre la historia
de Orllie, hasta que una demanda potencial de
uno de los herederos del rey, lo conduce a
publicar un libro bajo el seudónimo de
“François Lepot”: “En previsión a una posible
demanda del ‘Príncipe’, amplié mis
investigaciones sobre el tema. Con ello
comprendí la necesidad de escribir este libro”
(Lepot, 1995, p.12). Alberto Sarramone
también explica en su libro su interés por Orllie
de un modo autobiográfico y a partir de una
descendencia en común, ambos son gascones:
“harán comprensible algunos de los aspectos de
la personalidad de nuestro analizado:
extrovertido, imaginativo, independiente y
valiente […] Para el autor, también
esencialmente gascón –de allí nuestra simpatía
personal al personaje–”. (Sarramone, 2005,
p.62). Esta incidencia autobiográfica del
personaje en los críticos, ha opacado la
consideración sobre la empresa de Orllie en
función de la narración de su vida, como si el
libro respondiera a la pregunta por ¿Cómo se
escribe la vida de un loco? Las elucubraciones
psicológicas sobre su biografía son las que más
atractivo han tenido para los críticos;
convirtiendo a Orllie solo en el testigo de su
propia locura.
Entre las irrupciones autobiográficas que
aparecen en el alegato de Orllie y las incidencias
autobiográficas que el personaje tuvo en sus
críticos, encontramos un punto medio que nos
acerca a la tesis de Paul de Man sobre la
autobiografía:
La autobiografía, entonces, no es un género
o un modo, sino una figura de lectura y de
entendimiento que se da, hasta cierto punto,
en todo texto. El momento autobiográfico
tiene lugar como una alienación entre los
dos sujetos implicados en el proceso de
lectura, en el cual se determinan
mutuamente por una sustitución reflexiva
mutua (De Man, 2007, p.68).
Bajo esta perspectiva podríamos decir que el
texto de Orllie solo es autobiográfico en sus
puntos críticos, como lo son la redacción de su
testamento o los momentos en que el escrito
pierde el hilo argumental y aparecen fragmentos
de su pasado. Respecto a la implicancia
autobiográfica con la que los críticos justifican
su texto sobre Orllie, hay que considerar una
oscilación en estos casos: u optan por la
empatía con el personaje o el simple rechazo, o
lo consideran un libertario que intentó
construir una forma de gobierno junto a los
araucanos, o un estafador que intentó embaucar
a los araucanos ocultando el proyecto
puramente individualista de un reinado. Estas
lecturas implican una racionalización de la
locura que termina por mostrar la posición del
crítico frente a la disputa entre americanismo y
colonización, Orllie se convierte en un espacio
de proyección donde algunos han visto al
libertario y otros al estafador. Más bien, habría
que conservar cierta distancia respecto a la
imagen de Orllie para poder verlo como una
alegoría. Si tuviéramos en cuenta la
contraposición que Walter Benjamin realiza
entre el símbolo, como expresión de la totalidad
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y lo atemporal, y la alegoría como lo histórico y
lo fragmentario (Benjamin, 2007), podríamos
ver a los testimonios de Orllie como los
vestigios o las ruinas del reino que nunca
sucedió, pero que refleja los valores de una
época, exagerando sus rasgos al punto de que
sea considerado un loco.
El Reino de Araucanía y Patagonia que fue
tomado en un principio como una locura con
cierta comicidad. Los diarios publican la
proclama del reino para el día de los inocentes y
festejan la ocurrencia por su extravagancia,
hasta que se percibe el riesgo de la adhesión de
los mapuches, y es esto lo que determina la
detención de Orllie, de la cual cometa Cornelio
Saavedra: “Aunque a simple vista se puede creer
que sea un demente el dicho Rey, sin embargo,
hay motivos para juzgarlo como un aventurero
bien criminal, pues no cesó durante su
permanencia en el territorio araucano, de
seducir y halagar los instintos de los salvajes
para atacar las plazas de frontera, a cuya
invitación se prestaron muy gustosas las
diversas tribus. (Saavedra, 2009, p.53). La
denuncia que pone en juego Orllie es el no
reconocimiento del gobierno de Chile por los
habitantes de Arauco y su posible
independencia. El riesgo se percibe en la
supuesta ignorancia del pueblo que darían
crédito a esta versión delirante, se teme a un
“delirio” que produzca efectos de subversión.
Lo que implica en ese contexto histórico es el
no reconocimiento por parte de los araucanos
del gobierno de Chile, y éste es el peligro que
reconocen quienes se encargan de encerrarlo.
Aquí parece fundamental la función que cumple
Saavedra, porque es quien sanciona como
peligroso eso que solo parecía un delirio. Se
trata de un relato sancionado como verdad por
la censura que produce, el riesgo no está puesto
solamente en Orllie, sino en la pareja Orllie-
araucano, la cual se resuelve incomunicando
uno de sus términos.
En las explicaciones que se han ensayado
sobre su locura está implicado un consumo
excesivo de los valores de la época, de novelas
de aventura o en la ambición desmedida de
“hacerse la América” en el “Nuevo mundo”.
En estas explicaciones más que un loco es un
exagerado, alguien que no tuvo la cautela para
poder diferenciar entre el mundo y el espacio
literario. Orllie se muestra como un testigo de
lo colonial, en uno de los sentidos etimológicos
que tiene la palabra testigo superstes,
6
su vida es
la supervivencia de los valores coloniales
enfrentado a un mundo que ya no era tan
nuevo y que quería emprender sus propias
formas de gobierno; precipitándolo en el
abismo de la locura como a un fantasma
retrospectivo que ha llegado demasiado tarde a
América.
En tanto se buscó aprehender a Orllie como
un ícono cultural, las irrupciones
autobiográficas se presentan como líneas de
fuga, interferencias subjetivas que arruinan la
imagen total y conclusa. El plano genérico de
las analogías en las que se intentó emparentarlo
con la figura del Quijote, se ve perturbado por
estas intrusiones que muestran el lado más
singular e irrepetible de Orllie-Antoine I
er
, son las
diferencias que se resisten a un análisis
figurativo de su vida; dejando al enigma vivo
entre una tumba cuyo epitafio reza: Ici repose
De Tounens Orllie-Antoine I
er
, Roi d’Araucanie et de
Patagonie”
7
y los ecos, que por estas tierras,
resuenan de su historia.
Conclusiones
En el pequeño recorrido que realizamos sobre
el texto de Orllie y las interpretaciones que
suscitó en sus críticos latinoamericanos, hemos
procurado resaltar que la locura suele generar la
incertidumbre que necesita una explicación,
para comprender la empresa de Orllie se apeló
al paradigma cervantino del delirio provocado
por un exceso de lectura. Desde la
interpretación de Braun Menéndez, que ya la
menciona como una enfermedad” con
síntomas de una “afición inmoderada por los
libros”, y en sus sucesores que la enfatizaron
hasta encontrar su expresión más cristalizada en
el “Quijote patagónico” de Mauger de la
Brannière. Esta concepción de un origen
6 Emile Benveniste realiza un estudio filológico de las
palabras “superstición” y “testigo”, en el que este último
término deriva del latín superstes: “aquél que ha
franqueado un peligro, una prueba, un período difícil, y
ha sobrevivido es superstes”, o también, superstes describe
al “testigo”, bien como aquel que subsiste más allá”,
testigo al mismo tiempo que superviviente, bien como
“aquel que está sobre la cosa”, que está presente en ella”
(Benveniste, 1983, p.404).
7 Monumento fúnebre en el cementerio de Tourtoirac,
Dordoña, donde yace Orllie-Antoine I
er
.
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literario de la locura es solidaria a la explicación
según la cual su proyecto colonial hubiera
tenido origen en los libros de aventuras, al
modo en que las lecturas de Marco Polo
inspiran los viajes de Cristóbal Colón. Tanto la
locura como la colonización han sido explicadas
mediante el “germen” literario que hubiera
suscitado la travesía hacía otro mundo.
A nuestro entender la repetición del canon
literario en las tierras patagónicas encubre lo
más significativo que tiene el texto de Orllie.
Este dista bastante de presentar las aventuras de
un caballero andante, se basa en argumentos en
los que destaca la necesidad de una unificación
de las distintas tribus en una sola fuerza,
además de la legítima soberanía que los pueblos
araucanos tenían sobre esas tierras. Su proyecto
colonial podría resumirse, de un modo muy
esquemático, de la siguiente forma: otorgar un
reconocimiento al otro (el araucano) para que
éste a su vez lo reconozca como rey. La
paradoja en su argumento es que el pueblo solo
pueda ser libre sometido a un monarca, la
implicancia autobiográfica de un hombre que se
siente el liberador en su único lugar posible: el
de rey. Ya desde el prefacio a sus memorias
advierte esta paradoja (“Se me reprochará
quizás no haber fundado mejor una república
en vez de un reinado, en un país rodeado de
repúblicas”) y encuentra como respuesta a ésta,
la supuesta simpatía que los araucanos tenían
hacia esta forma de gobierno. Un modus operandi
en el que no era innovador: adjudicar al otro la
necesidad de que lo gobierne. Un otro que no
es capaz de hacerse cargo de mismo y que
necesita de un extraño que lo conduzca. Este es
quizás el modo argumentativo por excelencia
del colonialismo (llamativamente el considerado
como “loco” comparte el destino del sujeto
colonizado, alguien que no puede hacerse cargo
de mismo y que necesita que otro tome la
potestad de su persona). Pero el de Orllie no es
un relato convencional sobre la colonización,
dado que se escribe desde el fracaso, luego del
paso por los calabozos y el manicomio, una
empresa que comienza a ser narrada cuando ha
tocado lo imposible de su realización. Es a
partir de este momento cuando Orllie se
encarga de recopilar todos los testimonios y da
lugar a otras voces en su escrito que refieren a
los mismos hechos que él ha vivido, transcribe
estos testimonios que formaron parte de su
enjuiciamiento, contentándose en muchas
ocasiones, con agregar una nota al pie en la que
da su versión de lo ocurrido. Configura una
trama peculiar en que aparecen las voces que lo
acusan y sus alegatos. Da a la configuración de
una memoria colectiva sobre lo ocurrido, de
carácter jurídico, un juicio sobre el reino que
invita al lector a transformarse en fiscal de este
acontecimiento.
El fracaso de su empresa lo ubica en el
mismo lugar que él había postulado al araucano,
una soberanía sin tierras, un rey sin reino. Su
lugar de enunciación parte de una primera
negación de la acusación de la justicia (“no
estoy loco”, “no soy un criminal”), que lo
impulsa un argumento apologético en el cual es
el derecho y el reconocimiento del araucano el
que garantiza que su proyecto no sea un
desvarío. En este discurso apologético son las
irrupciones autobiográficas las que aparecen
cuando el argumento parece haber perdido el
hilo, un testigo que duda de “toda prueba
testimonial”, y que presenta las paradojas y las
contradicciones irresolubles de su empresa.
Si bien estas cavilaciones en el texto son las
que muestran el lado más subjetivo de Orllie y
las que menos se prestan a la generalización o a
la aprehensión figurativa, son también las que
muestran la contradicción de su proyecto. Esta
nueva versión del colonizador que aparece en
su escrito presenta un doble discurso: mediante
una transgresión jurídica (proclamarse rey con el
reconocimiento de los caciques mapuches, a los
que Chile no consideraba sujetos de derecho)
muestra las dos caras del colonizador, ante los
franceses se presenta emulando la imagen de un
Napoleón
8
y ante los araucanos se presenta en
ropajes mapuches. En este sentido, podríamos
decir que el proyecto fallido del reino tiene un
basamento o una denuncia real que es el no
reconocimiento por parte de los araucanos del
gobierno de Chile, si bien esto no significa que
fuera un legítimo representante, personifica esta
denuncia, como un fragmento suelto o una
ruina histórica que interpela nuestro presente
en Latinoamérica.
8 El libro Orllie-Antoine I
er
(1963a) lleva un retrato del
autor que lo muestra en una característica imagen
napoleónica, con la mitad de su mano derecha escondida
en su chaqueta.
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