Revista Pelícano Vol. 2. El asalto de lo impensado
ISSN 2469-0775 - pelicano.ucc.edu.ar – Pp. 69-81
Agosto 2016 – Córdoba
efectivamente, hablamos de las volutas de
humo. (Jousse, 2011, Conferencia en
Laboratorio de Ritmo-Pedagogía,
08/12/37).
Al enfrentarnos al mundo mediante todo
nuestro ser global y al replicar las cosas y los
eventos a través del gesto antropológico, los
humanos participamos del mimaje con
anterioridad a todo lenguaje y es posible decir
que “en el comienzo fue el gesto”:
¿A qué llamo gesto? Específicamente, a todo
movimiento en el compuesto humano.
Pequeño o grande, microscópico o
macroscópico, total o parcial, incoativo o
completo, yo llamo gesto a todo movimiento
humano. (Jousse, 2011, Conferencia en
Escuela de Antropología, 06/12/43).
Los mimemas incorporados y retenidos por el
compuesto humano constituyen la calidad y
amplitud de su conocimiento del mundo, y de sí
mismo, su auténtica riqueza, su tesoro en
experiencia personal y directa con lo que es real.
Ritmismo
El anthropos está sometido, como todo ser
vivo, a una multiplicidad de ritmos, de
variaciones periódicas de la energía biopsíquica,
que adoptan una cadencia ondulatoria. Ellas
son de naturaleza automática e involuntaria. Al
igual que los procesos de la fisiología, la
expresión y la comunicación humanas son, en
sus formas espontáneas, básicamente rítmicas.
La gesticulación expresiva, la conversación y el
diálogo, la poesía y la oratoria, el canto, la
escritura, la plástica y las artes visuales,
finalmente, la música, son -todas ellas-
actividades rítmicas. En Le style oral rythmique et
mnémotechnique chez les verbo-moteurs, obra
inaugural y en cierto modo programática de la
antropología del gesto y del mimismo, que fue
publicada en 1925, Jousse comienza su
particular argumentación, basada en citas de
numerosos autores, con un análisis del ritmo.
Lo presenta allí como una cualidad fundamental
de todo lo que es real y en particular de todo lo
que está vivo:
Ninguna actividad de la materia puede
escapar al ritmo (….). En la naturaleza
psíquica, los fenómenos toman muy
frecuentemente, si no universalmente, la
forma rítmica. (…) Si nos elevamos de la
existencia inorgánica a la vida orgánica y
animada, el ritmo aparece allí como una
condición esencial, ritmo intensivo
[explosiones sucesivas de]… la energía vital
[que] sube y baja en oleadas iguales [o por lo
menos equivalentes]. (…) En fisiología, en
efecto, la ritmicidad significa la alternancia
[no ya matemáticamente, sino, podría
decirse, vitalmente] regular de períodos de
actividad y períodos de reposo o de menor
actividad…. (Jousse, 1925, p.10)
Esta cualidad rítmica de la realidad es
aprehendida y descripta siempre desde la
perspectiva de un anthropos global y por lo
tanto gestual-verbal que es mimismológico-rítmico y
también –como se verá más adelante–
bilateralizado y formulaico.
En tiempos de Jousse el tema del ritmo
recibía especial atención por parte de
psicólogos, psiquiatras, fisiólogos,
neurofisiólogos y demás estudiosos del
funcionamiento del sistema o unidad global de lo
que nuestro autor llamaba el indisociable
compuesto humano. En la segunda parte de la obra
en cuestión, Jousse presenta e interpreta los
contextos socioculturales y sociolingüísticos en
que se insertan los esquemas rítmicos tradicionales,
en diversas culturas del Cercano Oriente, África
y otras regiones. Presenta y sistematiza, de
acuerdo con su propia terminología y forma de
notación, esquemas rítmicos bimembres y
trimembres, correspondientes a géneros
litúrgicos y también populares o propios de las
artes creativas en el orden profano, depositarios
de las formas de conocimiento que hoy en día
llamaríamos las etnociencias. Emplea,
principalmente, para ello, numerosas
descripciones etnográficas realizadas por
viajeros y agentes coloniales, etnógrafos,
misioneros y otros observadores y estudiosos,
interesados en las tradiciones orales, rituales,
melódicas y rítmicas y en las formas y fórmulas
tradicionales de la improvisación y la creación,
en los géneros orales, recitativos y dramáticos
de los pueblos y culturas de Oriente. Quienes
estudian las tradiciones orales o los aspectos
semántico-pragmáticos, fonéticos o prosódicos
de las lenguas, en las culturas llamadas étnicas,
por ser no-occidentales, se ven obligados a
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