Revista Pelícano Vol. 2. El vuelo del Pelícano
ISSN 2469-0775 - pelicano.ucc.edu.ar – Pp. 7-21
Agosto 2016 – Córdoba
entienda más específicamente por ese
pensamiento y lo que se entienda por América
Latina
En primer lugar, apelando a la óptima
herramienta del lenguaje, en la ya superada
disputa de las preposiciones acerca de si el
pensar está en un lugar definitivo (América
latina, en este caso), o es de ese lugar más
específicamente, o versa sobre un objeto
determinado, se considera que las críticas del
pensamiento latinoamericano emergen
7
desde un
lugar de enunciación nuevo
8
: el espacio de la
voz propia de un sujeto que tiene como
“valioso el conocerse a sí mismo”
9
y que es
siempre un sujeto de discurso
10
. En este
sentido, la construcción de este pensamiento es
el trabajo arduo que se realiza como un ejercicio
crítico de descentralización discursiva, ya que
no hay un centro ni, consecuentemente, una
originalidad originaria; hay sí lugares de
enunciación que siempre son originales porque
son el origen de la palabra propia; también hay
un sujeto que habla con otros, desde su lugar
enunciativo, con un discurso público y,
consecuentemente, político. Así, el pensamiento
latinoamericano se va construyendo como una
acción, como práctica política que, desde su
misma estructura categorial (pluralidad,
diversidad, contingencia, diferencia, situacionalidad,
heterogeneidad) democratiza el ejercicio del pensar
en el modo de una apertura para todos, sin élites
privilegiadas para su práctica, haciendo surgir,
de esta manera, las condiciones de posibilidad
7 El término emergencia está usado aquí en el doble
sentido de lo que sale a la luz y de lo que es urgente y lo
hace de manera apremiante
8 Considero que esta afirmación coincide, en su
intención manifiesta, con la de Juan Obarrio cuando
asevera: “Si el Sur es un conjunto de vidas singulares, en
los últimos tiempos este espacio y esta vida ha ido
generando un pensamiento propio sobre esas formas y
texturas. En este sentido resulta más preciso hablar de un
pensar ‘al’ Sur y no ‘desde’ el Sur. La frase ‘pensar al’
implica, a la vez, el lugar de producción del teorizar y su
objeto”. En cambio, no coincide con la frase siguiente,
con la que cierra el párrafo: “La fórmula ‘desde el Sur’
parece seguir respondiendo al motivo de un pensamiento
que es generado para una audiencia privilegiada situada
en otro sitio: en el Norte”. J., Obarrio (2015). “Pensar al
Sur” en Intersticios de la cultura y la política. Perspectivas críticas
desde América Latina.
9 Ver A., Roig (1981). Introducción. p.11.
10 Ver A., Roig (1981). Cap. II y Roig, A. (1991).
para las transformaciones sociales con anclaje
en la dimensión epistémica-existencial.
En segundo lugar, el pensamiento
latinoamericano se interroga sobre las
identidades étnicas de América: ¿es latina, es
india, es ibérica, es americana? Las respuestas se
pluralizan en la complejidad del sujeto que se
siente interpelado, porque la función
nominativa es siempre un ejercicio de poder,
esto es, algo es nombrado por quien tiene el
poder para hacerlo. En este aspecto se cruzan
dos espacios epistémicos, el histórico y el
lingüístico, desde donde se puede preguntar:
¿qué sujeto nombró a América y la adjetivó
como latina?, ¿por qué y cuándo lo hizo?,
¿cómo se llamaba América antes de ser
nombrada así?, ¿qué sujeto la nombró Indias
Occidentales o Nuevo Mundo?, ¿quién la nombró
Abya –Yala? ¿Cuándo y para qué sujeto fue
Iberoamérica?, ¿o Indoamérica?
11
¿Cuál de todas es la América que es nuestra?,
se pregunta José Martí. Y se responde, todas:
Con los pies en el rosario, la cabeza blanca
y el cuerpo pinto de indio y criollo,
venimos, denodados, al mundo de las
naciones. Con el estandarte de la Virgen
salimos a la conquista de la libertad. Un
cura, unos cuantos tenientes y una mujer
alzan en México la república, en hombros
de los indios. Un canónigo español, a la
sombra de su capa, instruye la libertad
francesa a unos cuantos bachilleres
magníficos, que ponen de jefe de Centro
América contra España al general de
España. Con los hábitos monárquicos, y el
Sol por pecho, se echaron a levantar
pueblos los venezolanos por el Norte y
los argentinos por el Sur… (Martí, 1993,
p.123).
12
La América que es la nuestra de Martí da
cuenta más especialmente de la situación
contextual del 1998 caribeño, esto es, somos
una pluralidad diferente de Estados Unidos de
América y también somos una multiplicidad de
legados internamente diversos. En ese
entramado histórico y político se justifica la
explícita binariedad de oprimidos y opresores y
11 Ver A., Roig (1981) Cap. II.
12 “Nuestra América” de José Martí apareció en El
Partido Liberal, en México, enero de 1891. En Zea, L.
(1993).
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