Revista Pelícano Vol. 1. Nuevas narraciones
pelicano.ucc.edu.ar – Pp. 135 – 137
Agosto 2015 – Córdoba
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condiciones para abrir la posibilidad de diálogo
entre mujeres blancas o blanquizadas y mujeres
indígenas, reconociendo que el feminismo
hegemónico se ha acercado a las mujeres
indígenas sin cuestionarse sus privilegios
coloniales, y lo ha hecho generalmente
arrogándose la posibilidad de hablar por ellas,
reconocer las relaciones de poder mujer-mujer.
El diálogo es posible, comprendiendo que la
pretensión de universalismo del feminismo
académico occidental, actúa como un “tabú
epistémico”, impidiendo otras formas posibles
de pensamiento, la emergencia de
epistemologías diversas, proponiendo la
necesaria tarea de avanzar hacia una
epistemología feminista descolonizada.
Entendiendo a la vez que hay múltiples formas
de “ser mujer”, y que la modernidad
emancipada nos ha impuesto un sujeto
individual, pero las luchas contra el racismo, el
capitalismo y el patriarcado son colectivas, y
por lo tanto los sujetos de esas luchas también
lo son.
La idea que emerge en la mayoría de las
mujeres indígenas, es que la violencia patriarcal
se relaciona con la violencia colonial. Por lo
tanto, como feministas, no podemos pedirles a
las mujeres indígenas que no se definan primero
desde la defensa de su pueblo (como colectivo
mixto), contra el racismo, ya que implica
desconocer su historia y su feminismo. Se
reconceptualiza el feminismo como la búsqueda
concreta emprendida por mujeres para la buena
vida de otras mujeres, en diálogo entre sí, para
destejer las prácticas sociales que las ubican en
un lugar secundario, con menos derechos, en
relación a los hombres.
En el segundo capítulo, “Formas, líneas e ideas
de los feminismos indígenas”; Gargallo nos
introduce en los feminismos producidos por la
acción y la reflexión de las mujeres indígenas.
Estas ideas y acciones de las mujeres indígenas,
acerca de sí mismas y en diálogo con otras
mujeres de sus comunidades (construidas
colectivamente), para comprenderse y mejorar
sus condiciones de vida, tienen diversas
formulaciones. En la actualidad se pueden
reconocer, al menos, cuatro líneas (históricas y
por lo tanto, cambiantes):
a) Las mujeres indígenas que trabajan para
la buena vida de las mujeres de su comunidad,
pero no se declaran feministas porque temen
que el término sea cuestionado por los
dirigentes hombres de su comunidad y que las
mujeres se sientan incómodas con ello.
b) Las que se niegan a llamarse feministas
porque cuestionan la mirada de las feministas
blancas y urbanas sobre sus acciones e ideas.
c) Aquellas que reflexionan sobre los
puntos de contacto entre su trabajo en la
defensa de derechos de las mujeres de su
comunidad y el de las feministas blancas y
urbanas, y a partir de esta reflexión se
reivindican feministas o “iguales” a las
feministas.
d) Indígenas que se afirman abiertamente
feministas desde un pensamiento autónomo, y
que teorizan en permanente diálogo con los
feminismos no indígenas.
La idea que subyace a este capítulo, es que
las mujeres indígenas pueden liberarse por sí
solas, y que no precisan que las feministas
blancas las liberen. Y a la vez reconocer que
cualquier expresión de feminismo indígena no
puede ser comprendida por fuera de su
identidad étnica-cultural y ni por fuera de las
luchas de sus pueblos. Es necesario
descolonizar el feminismo para comprender
que no todas las mujeres tienen los mismos
proyectos para lograr su liberación y la vida
buena.
En el capítulo III, “Los feminismos
comunitarios”, Francesca desarrolla las
experiencias y procesos políticos de
organizaciones feministas comunitarias de
mujeres xinkas y aymaras: la Asociación de
Mujeres Indígenas Xinkas de Santa María
Xalapán de Guatemala y la Asamblea Feminista
en Bolivia. El lugar común entre estas mujeres,
es que reivindican el “territorio cuerpo” de las
mujeres indígenas, como el primer territorio a
descolonizar. Cuerpos que han sido, y siguen
siendo, violentados y expropiados por el
sistema patriarcal ancestral, resignificado en el
entronque con el patriarcado occidental. Son
experiencias de feminismos autónomos, que
asumen como principio básico que “no hay
descolonización sin despatriarcalización”, del
territorio-cuerpo y del territorio-tierra,
asumiendo la tarea de la reconstrucción de la
identidad étnica en sentido antipatriarcal y