Revista Pelícano Vol. 1. El asalto de lo impensado
pelicano.ucc.edu.ar – Pp. 59 – 72
Agosto 2015 – Córdoba
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Ahora bien, en las filosofías de la liberación
populistas (siguiendo lo planteado por Cerutti),
si bien convergen una serie de nombres, quizá
los más representativos sean los de Juan Carlos
Scannone (1931) –quien presuntamente se
“separaría” de estas filosofías en 1976, cuestión
que no analizaremos aquí pero no deberemos
perder de vista– y Enrique Dussel (1934), quizá
más conocido como un “filósofo de la
liberación”.
Osvaldo Ardiles, empero, parece tener más
bien un lugar periférico en la difusión de su
pensamiento por la región motivado, quizá, por
la escasa difusión de su obra en Argentina
después de 1976, en un momento poco
propicio políticamente y a pesar de sus aportes
a partir de la introducción de la llamada
“Escuela de Frankfurt” en estas filosofías.
Todos ellos se expresaron filosófico-
teológicamente a partir de la categoría
“exterioridad”, tomada (en gran parte) del
pensamiento de Emmanuel Levinás (1906-
1995), para afirmar la cuestión del “Otro como
otro” en tanto “pueblo pobre oprimido” de
esta región (en relación con nociones teologales
de la liberación desde la pastoral popular
) y la
Cerutti, como se ahondará más adelante, agrupó a
Osvaldo Ardiles, Enrique Dussel y Juan Carlos Scannone
en un “subsector analéctico” del “sector populista” en su
Filosofía de la liberación latinoamericana (Cerutti, 2006b, pp.
330 y ss.), cuya “opción por los pobres” implica una
metodología y “sujeto del filosofar” (Cerutti, 2006b, pp.
372-388, 400-401, 410-426). En ella puede leerse también
un trasfondo teológico de la pastoral popular, entendida
como teología de la liberación en tanto que se
comprende al “pobre” desde una perspectiva histórico-
cultural y la distingue de un análisis “marxista”, como ha
destacado Juan Carlos Scannone al caracterizarla como
“Teología desde la praxis de los pueblos
latinoamericanos” desde la “Teología de la liberación”
(Scannone, 1987 [1982], pp. 61-66). Queremos indicar
que los tres autores referidos comparten, además de un
horizonte cristiano y una influencia del Concilio Vaticano
II (Asselborn, Cruz, Pacheco, 2005, esp. pp. 31-43), esta
caracterización del “pueblo”, aunque es Ardiles quien
más se distancia en sus consideraciones respecto del
marxismo: ya desde 1969 distingue el “pensamiento de Marx”
frente al “marxismo”, al que entendió en un sentido
dogmático como un “sistema” de la “escolástica de los
que heredaron, y comentaron y ampliaron el pensamiento
de Marx hasta transformarlo en un sistema dogmático de
“verdades” cristalizadas. [...] El “sistema” pretende
contener todos los secretos de la realidad (o, al menos,
sus elementos esenciales) y la serie completa de
“verdades” de la historia; aquí no hay lugar para la crítica
ética como filosofía primera para acercarse a
dicho “pueblo”. Así, ubicaron a todo pensador
que esté en Europa y al norte de América
Latina en una “Totalidad”. Es decir,
geopolitizaban el discurso levinasiano para
releerlo “desde” América Latina.
Por lo anterior, cabe preguntar ¿cómo ha
sido leído el pensamiento de Osvaldo Ardiles
en estas filosofías?, ¿qué elementos destacan de
él, cómo y por qué?, ¿qué aportes realizan estas
imágenes para avanzar en el estudio de la obra
de Ardiles?
ni para el desarrollo personal del pensamiento” (Ardiles,
1969, p. 209); y lo distinguió a su vez de un “pensamiento
dialéctico-marxiano en la Alemania de los años veinte”
como un momento de ruptura interna dentro del
marxismo” –ya aludido– y como forma más cercana a
dicho “pensamiento de Marx”) (Ardiles, 1980, pp. 93-
153; Ardiles, 1989ª, pp. 223-275). Cuestión esta última
que reiteró años después en el 2001 (Asselborn, Cruz,
Pacheco, 2009, p. 315) y que pone sobre la mesa un
trabajo necesario sobre el marxismo en Ardiles (cuestión
que excede los objetivos del presente trabajo). Por otro
lado, cabe indicar dos cuestiones: una, que la asimilación
de la “teología del pueblo” como teología de la liberación
ha sido identificada por el mismo Lucio Gera (Politi,
1992, pp. 299-304), Scannone (como vimos), Gustavo
Gutiérrez y Karl Lehman, así como discutida “tanto [por]
propugnadores como [por] críticos de ésta” (Scannone,
1997, p. 38; González, 2005, pp. 73-124); y dos, que no
hay asimilación sin más entre estos filósofos (Scannone,
Dussel y Ardiles) con una teología de la liberación (y
particularmente de la pastoral popular), ni se quiere
sugerir tampoco mucho menos que las teologías de la
liberación influyeron linealmente en las filosofías de la
liberación –como ha destacado, entre otros, Cerutti
mismo (Cerutti, 2006b, pp. 186-252). Sin embargo, sólo
el caso explícito de Scannone tiene implicaciones directas
con esta teología de la liberación en su vertiente de la
pastoral popular (pues ha sido considerado continuador
de dicha perspectiva teológica en una “segunda
generación”, después de Lucio Gera) (González, 2005,
pp. 125-135), si bien el mismo Scannone se ha
relacionado junto a Enrique Dussel, entre otros, como
parte de los desarrolladores de la “problemática filosófica
conexa con la teología de la liberación” en una “segunda
generación” de ésta (Scannone, 1987 [1982], pp. 66-67).