por parte de los ciudadanos. Además, se genera un espacio educativo y de reflexión para que se
puedan expresar y potenciar los beneficios multifuncionales que estas infraestructuras verdes urbanas
brindan a los habitantes de las ciudades. Al convertir espacios grises en corredores verdes y
biodiversos, se crean bienes comunes urbanos; éstos demandarán acciones participativas, con el
consecuente cambio actitudinal y cultural de nuestra relación con la naturaleza. Estas SbN, adaptadas
localmente, eficientes en el uso de los recursos y de carácter sistémico, fortalecen el sentido de
pertenencia y cohesión social, tanto en los entornos urbanos, como los de transición. En este punto se
comienza a descubrir que no basta con diseñar y realizar SbN, sino cómo se interacciona, se convive y
se co-evoluciona con la naturaleza. Para lograr estas interacciones profundas se requiere confianza y
respeto entre ciudadanos, gobiernos, actores intermedios y la naturaleza misma.
Sobre estas bases de aprendizaje, se deberían consolidar las alianzas que posibiliten obtener y
gestionar las SbN y comprometer la participación de los actores sociales con capacidad de sostener
esas alianzas a lo largo del tiempo. En este punto, conformar foros que regulen la participación,
faciliten la discusión de nuevos proyectos y el diálogo, será un primer paso para consolidar espacios
de encuentro con nuevas formas de trabajo conjunto entre los ciudadanos. Esto transformaría las
percepciones, impulsaría las relaciones entre distintos actores sociales mediante la creación de nuevas
SbN y generaría roles ciudadanos con mayor involucramiento. La innovación social urbana, es una
dimensión importante al co-crear SbN, ya que la deliberación y participación en los procesos de
planificación y toma de decisiones, creativa e inclusiva, empoderarán a la sociedad civil y fomentarán
la responsabilidad ecológica presente y futura. Una pieza clave del aprendizaje, es que las SbN sean
diseñadas de tal forma que puedan ser fácilmente extraídas y replicadas en diferentes lugares. El
diseño y la escala determinan la viabilidad de las propuestas y la posibilidad de replicarlas.
Ahora si damos un paso más, y se aborda un giro más transformador, donde las SbN
(soluciones tecnológicas, escalables e inspiradas en la naturaleza), la infraestructura verde (los planes
que diseñamos), los servicios eco-sistémicos (la sistematización de valores en beneficio humano),
entre otros, necesitan incluirse dentro de un nuevo paradigma sobre cómo desarrollamos, y sobre qué
tipo de ciudades diseñamos y gestionamos. En esta línea Randrup y sus colaboradores (2020)
introducen el concepto de Pensamiento Basado en la Naturaleza (PbN). Este paso implica devolver
algo a la naturaleza, además de los beneficios y servicios que pueden extraerse de ella. “Pensar y
actuar basados en la naturaleza” podría considerarse como la expresión que no se centra en
implementar SbN como sustituto de infraestructuras convencionales, sino que también admite
beneficios menos previsibles abriendo posibilidades para reconocer el valor de la naturaleza más allá
de soluciones y servicios (reconocer el valor intrínseco de “naturaleza por la naturaleza misma”) e
integrar perspectivas culturalmente diversas y centradas en la comunidad que se visualiza integrada en
la naturaleza. Esto implica una planificación urbana inclusiva, inspirada en la naturaleza y enfocada
en integrar las dimensiones sociales, ambientales, culturales y económicas en la transición hacia
ciudades sostenibles.
En esta línea se reconoce la dimensión temporal, en sintonía con los ritmos de la naturaleza,