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Dlogos Pedagógicos. XXI, Nº 41, octubre 2023-marzo 2024.
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Doctor en Educación. Director de la carrera de Farmacia de la Facultad de Ciencias Químicas de la
Universidad Calica de rdoba. Córdoba, Argentina.
Correo electnico: zaragozamarianohugo@gmail.com
2
Doctora en Ciencias Agropecuarias. Coordinadora de Posgrado de la Facultad de Ciencias Químicas de
la Universidad Católica de Córdoba. Córdoba, Argentina. Correo electrónico: cqvip@ucc.edu.ar
Diálogos Pedagógicos. ISSN en línea: 2524-9274.
o XXI, 42, octubre 2023-marzo 2024. Pág. 3-24.
DOI: http://dx.doi.org/10.22529/dp.2023.21(42)01 / Recibido: 15/02/2023 / Aprobado: 01/06/2023.
Artículo publicado bajo Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar.
© Universidad Católica de Córdoba.
Teoría de la actividad: una herramienta
útil para el estudio de competencias
en el trabajo final de grado
Activity theory: a useful tool for the study
of competences in the final degree project
Mariano Hugo Zaragoza
1
Ana María Vázquez
2
Resumen: Son escasos los estudios científicos acerca de competencias y trabajos
finales de grado. Con ese propósito, se procedió a estudiar un período de diez años de
dictado de la asignatura Trabajo Final de la Carrera de Farmacia de la Facultad de Cien-
cias Químicas de la Universidad Católica de Córdoba, para identificar campos de acción
emergentes, competencias desarrolladas y cómo estas se asocian con las específicas
que requiere el entorno actual. Se estudiaron, además, los procesos de generación y el
afianzamiento de competencias que utilizan la teoría de la actividad como marco teóri-
co-metodológico de dicho estudio.
La aplicación metodológica de los conceptos aportados por la teoría de la actividad arro-
jó resultados que ayudan a interpretar el sistema de actividad dinámico en el que se
insertan estudiantes y docentes. Gracias al análisis de sus componentes, se pudo
describir cómo estos interactúan en un marco temporal y culturalmente situado para
desarrollar y afianzar competencias.
Palabras clave: educación científica, habilidad, teoría de la ciencia
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Abstract: Scientific studies on competencies and final degree projects are scarce. With
this purpose, a period of ten years of teaching the final project subject of the Pharmacy
degree at the Faculty of Chemical Sciences of the Catholic University of Córdoba was
studied to identify emerging fields of action, developed competencies, and how they
are associated with those specific to the current environment. The processes of
competency generation and consolidation were also studied, using activity theory as
the theoretical-methodological framework for this study.
The methodological application of the concepts provided by activity theory yielded results
that help interpret the dynamic activity system in which students and teachers are
embedded. Thanks to the analysis of its components, it was possible to describe how
they interact in a temporally and culturally situated framework to develop and consolidate
competencies.
Keywords: science education, skill, science theory
Introduccn
En la squeda de modelos o formas de integración de saberes en un es-
tudiante avanzado de una carrera universitaria, diversas instituciones acadé-
micas de Educación Superior (ES) fueron incorporando, en los últimos veinte
años, actividades s o menos regladas relacionadas a trabajos finales, con la
premisa -sica y muy general- de pretender que utilicen esos saberes apren-
didos en el diseño y la ejecución sobre un tema científico-técnico definido. De-
pendiendo del grado de interés de las autoridades de cada unidad académica,
estos trabajos finales alcanzaron menos o más desarrollo, por lo que, en algu-
nos casos, se convirtieron en un requisito último para el egreso de los estu-
diantes. El trabajo final de grado, concebido como un proceso de investigación
y en el marco de una asignatura de una carrera universitaria, se configura como
una comunidad de estudiantes, docentes e investigadores que interactúan.
Allí, los estudiantes persiguen objetos alcanzables solo mediante la construc-
ción y el uso de herramientas de trabajo, las que van perfeccionando a medida
que adquieren experiencia en el bito de investigar.
Estas instancias de investigación, generación y apropiación de conocimientos,
que culminan en una presentación escrita, generan, en los sujetos, un segundo
camino, quizás con algo menos de conciencia sobre ello: la gestación, adquisición
y apropiación de competencias e, inclusive, la potenciación de aquellas ya incorpo-
radas en instancias previas de aprendizaje, todas ellas útiles y necesarias duran-
te el ejercicio de su futura profesión.
La teoría de la actividad surge a partir de investigaciones de psicólogos sovié-
ticos como modelo para explicar las interacciones humanas en una comunidad, en
la cual existen roles más o menos definidos y fines -objetos- a alcanzar. Y, en ese
camino, las personas construyen herramientas para poder alcanzar esos objetos.
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Dichas herramientas -tambn denominadas artefactos culturales- ejercen una
mediación entre las personas y los objetos a alcanzar. Esta dinámica está tempo-
ralmente posicionada y culturalmente situada. Es en esta temporalidad donde
es la dificultad para estudiar un sistema o comunidad: su continuo cambio y
reacomodación que resulta en una configuración de la comunidad, en algún punto,
distinta a la configuración precedente, pero, también, con rasgos comunes.
Específicamente, la asignatura Trabajo Final constituye un sistema de comu-
nidad en donde puede aplicarse perfectamente la teoría de la actividad como mar-
co teórico-metodológico de estudio. Este trabajo recoge las experiencias acerca
de dicho estudio y expone algunos de los resultados obtenidos en relación al
sistema de actividad específico: el trabajo final de grado y sus componentes fun-
damentales: sujeto, objeto, comunidad, reglas, artefactos mediadores y división
del trabajo.
Marco teórico
Teoría de la actividad
Tejada Fernández y Ruiz Bueno (2016) afirman, en su investigación, que las
competencias poseen una dinámica de interacción entre diversos elementos, en
donde el individuo, más que sumar recursos -tener competencia-, efectúa proce-
sos para dominar acciones -ser competente-. En esa línea de reflexión, no pode-
mos pensar las competencias como entes estáticos que afloran del individuo des-
de sus capacidades -innatas o adquiridas- y que permanecen inalterables en el
tiempo. Las competencias se gestan y, a la vez, crecen siendo ejercitadas. En un
diseño muy general, no podemos, entonces, pensar sistemas educativos estáti-
cos o de dinámicas lentas que no sean capaces de contener estas interacciones
en acción, en contextos que son las competencias. Si intentamos estudiar un fe-
nómeno dinámico como las competencias utilizando instrumentos de observación
de base estática, por supuesto que obtendremos resultados, pero con tendencia
justamente a una imagen o fotograma de situación y, por lo tanto, limitada a esta-
dos temporales, donde se pierden de vista los procesos y las interacciones que
subyacen en escenarios formativos. Surge, entonces, la necesidad de buscar un
marco teórico que permita aplicar un método científico más dinámico para el análi-
sis de lo que ocurre con los estudiantes y los docentes en tiempos, lugares y
situaciones educativas concretas. Así, la teoría de la actividad se presenta como
herramienta ideal para este cometido.
En términos sencillos, la teoría de la actividad intenta explicar quién esha-
ciendo qué, por qué, cómo y a través de qué. Tiene sus inicios en los estudios de
los psicólogos rusos Lev Vygotsky y Alekséi Leontiev, quienes proporcionaron una
lente con la cual desentrañar y comprender mejor la actividad humana (Hasan y
Kazlauskas, 2014). A lo largo del tiempo y de diversas investigaciones, ha sido
denominada con términos que podríamos establecer como equivalentes: teoría de
actividad, teoría de la actividad, teoría de actividad y contexto y teoría histórico-
cultural de actividad.
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En la Unión Soviética, los sistemas de actividad social estudiados concreta-
mente por los teóricos de esta perspectiva estuvieron, en gran medida, limitados
a los juegos y los aprendizajes entre los niños y las contradicciones -como fuentes
de cambio y desarrollo de la actividad- y permanecieron siendo un tema muy poco
abordado. Desde el decenio de 1970, la tradición fue retomada y recontextualizada
por otros investigadores. Nuevos dominios de actividad, incluido el trabajo, se
abrieron para su concreta investigación. Una gran diversidad de aplicaciones de la
teoría de la actividad comenzó a surgir, tal como manifiestan algunas recopilacio-
nes consultadas (Engelsted et al., 1993; Nardi, 1996; Engeström et al., 1999).
La teoría de la actividad ha evolucionado a través de tres generaciones de
investigación (Engeström, 2000). La figura 1 muestra esquemas sicos de los
tres modelos generacionales construidos con base en los expuestos por Engeström
(2001).
Explicamos a continuación cada modelo. La primera generación creó la idea de
mediación y se concretó en su denominado modelo triangular, donde la mediación
cultural de las acciones es comúnmente expresada como la tríada de sujeto, obje-
Figura 1: Las tres generaciones de la teoría de la actividad
Fuente: gráficos adaptados de Engeström (2001).
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to y artefactos o herramientas mediadoras. No se puede entender al individuo sin
sus medios culturales ni a la sociedad sin la concurrencia de individuos que usan y
producen artefactos.
Con el tiempo, aparece el modelo de la segunda generación, que explica la
diferencia fundamental entre una acción individual y una acción grupal de la activi-
dad, en donde esta es una formación colectiva y sistémica con una compleja es-
tructura mediadora.
Finalmente, la tercera generación de la teoría de la actividad desarrolla herra-
mientas conceptuales para entender el diálogo, las ltiples perspectivas y las
redes de interacción de los sistemas de actividad. Aquí, ya no estudiamos un sis-
tema de actividad constituido por individuos de y en una comunidad, sino
interrelaciones entre sistemas de actividad en donde aparecen objetos construi-
dos colectivamente por la actividad de un sistema e, inclusive, a objetos construi-
dos como resultado de la interacción entre sistemas, mediante una complejidad y
no linealidad de dichas relaciones.
Buscando, quizás, una simplificación conceptual y sin pretender despojar a la
teoría de sus riquezas y utilidades, podemos resumir sus tres generaciones en
tres frases que actúan como juego de palabras mnemotécnico: yo y el objeto
(primera generación), nosotros y el objeto (segunda generación) y nosotros y los
otros y los objetos (tercera generación).
En su forma actual, la teoría de la actividad puede simplificarse en cinco prin-
cipios (Engeström, 2001):
1. Un sistema de actividad colectivo debe ser tomado como principal unidad de
análisis: Si bien hemos visto que, en los sistemas de actividad, se evidencian
acciones individuales y grupales orientadas hacia metas y son relativamente
independientes, están subordinadas, finalmente, al contexto de toda la activi-
dad del sistema y, solo en ella, se comprenden e interpretan.
2. Multiplicidad de voces de los sistemas de actividad: La comunidad integrante
del sistema de actividad interactúa en diversos puntos de vista, tradiciones e
intereses. La división del trabajo en una actividad crea diferentes posiciones de
los participantes, y cada uno de ellos carga con su propia historia personal.
Además, el propio sistema de actividad amplifica y complejiza estas historias
que marcan sus artefactos, reglas y convenciones. Si bien, a simple vista, resul-
ta problemático, también constituye una fuente de innovación, pues exige cons-
tantemente de la traducción de mensajes y de la negociación en la resolución
del trabajo.
3. La historicidad: Los sistemas de actividad no nacen y se configuran como pé-
treos, sino que van tomando forma y, al mismo tiempo, se transforman. Su pro-
pia historia es la que oficia de telón de fondo y les da sentido.
4. El papel central de las contradicciones como fuentes de cambio y desarrollo:
Son las que están históricamente acumulando tensiones estructurales dentro y
entre los sistemas de actividad. Pueden ser internas, es decir, generadas en el
seno del propio sistema, o externas, cuando un sistema de actividad adopta un
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nuevo elemento desde el exterior, que entra en conflicto con elementos anti-
guos o ya establecidos. Si bien, en ambos casos, generan conflictos, también
provocan intentos, quizá, innovadores para cambiar la actividad.
5. Posibilidad de transformaciones expansivas en los sistemas de actividad: Como
las transformaciones cualitativas en los sistemas de actividad se expresan a
través de ciclos relativamente largos, suele aparecer un agravamiento en las
contradicciones. Allí es cuando algunos sujetos comienzan a cuestionar y a apar-
tarse de sus normas establecidas, lo que puede derivar en esfuerzos colectivos
y deliberados para cambiar. Así, una transformación expansiva se logra cuando
hay una reconstrucción y reconceptualización del objeto y del motivo de la acti-
vidad. El horizonte de posibilidades resulta ser más amplio que en la modalidad
de la actividad. De alguna manera, las transformaciones expansivas son el ali-
mento de los sistemas de actividad, sin las cuales, los sistemas se anquilosan y,
quizás, se extinguen.
Revisando sus aportes, acordamos con el autor en la dinámica y la historicidad
de los sistemas de actividad, que provocan, mediante el ciclo acomodación, nue-
vos elementos, contradicciones, negociaciones y finalmente reacomodación, apren-
dizajes que modifican las conductas de los sujetos. Se trata así de desterrar la
idea del modelo verticalista de aprendizaje, donde este eleva al sujeto porque
alguien lo tracciona desde arriba. Lo ideal sería construir, en comunidad, una pers-
pectiva complementaria, horizontal o lateral, de aprendizaje y desarrollo
significativamente más ricos (Engeström, 2018).
Ahora bien, estas transformaciones no ocurren por generación espontá-
nea. Como indicamos, si los sistemas de actividad no incorporan elementos
nuevos ni hay producción de contradicciones que cuestionen la historicidad, los
propios sistemas ahogarán a sus individuos, y las reglas y la división del traba-
jo resultarán una matriz agobiante. Y allí entra en juego el o los docentes como
sujetos que forman parte del mismo sistema de actividad que los estudiantes,
pero con otros roles en la división del trabajo. Son los docentes quienes deben
promover intervenciones formativas como procesos de aprendizaje expansivos,
en los que los alumnos reconceptualizan y transforman el objeto de su activi-
dad afrontando las contradicciones formadas históricamente. En definitiva, los
docentes pueden provocar y apoyar la expansión del objeto de los aprendices
movilizando conceptos y principios derivados de la actividad histórico cultural
(Sannino et al., 2016).
Acordamos con los autores en que el aprendizaje no es estático, ni lineal, ni
menos aun bidireccional. Más bien, el aprendizaje transcurre en un sistema com-
plejo de actividades humanas, donde los individuos en comunidad interactúan con
reglas y división del trabajo propias de su sistema, donde crean y modifican arte-
factos mediadores para acceder a sus prositos -objetos, en el lenguaje del
sistema de actividad- y, más aún, interactúan con otros sistemas, donde logran
aprendizajes -expansivos- más allá de los que lograrían en sus entornos aislados.
En línea con el pensamiento de la Teoría de la actividad, Fernández Vidal et al.
(2016), investigan la dinámica de un proceso pedagico de posgrado -espeficamente,
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en la especialización en Medicina General Integral-, donde sustentan su praxis desde
el enfoque histórico-cultural. En esta experiencia, sostienen que la esencia de este
proceso es dada en la apropiación creadora de la experiencia socio-hisrico-cultu-
ral acumulada por la humanidad en cada uno de los contextos sociales de educado-
res y educandos. Esta esencia que mencionan tiene un alto peso específico en el caso
de la medicina cubana -en donde, justamente, efectúan la investigación-, en la cual la
integración de docencia, atención e investigación tiene profundos nexos con la edu-
cación en el trabajo. Ello muestra nuevamente un enfoque histórico-cultural, al no
esperar que la educación moral se produzca espontáneamente, sino -más bien- como
fruto de un trabajo sobre bases científicas, en especial, sobre las regularidades de la
psicología del desarrollo personal y social (Ojalvo Mitrany, 2017).
Así, la educación, en el caso que presentan, se transforma en un proceso que
va mucho más allá del ámbito educativo, ya que se configura como un proceso
social, en concordancia con el pensamiento de Vygotsky, quien considera que el
proceso de asimilación de la psiquis del hombre ocurre sobre la base de su propia
experiencia social (García Mendoza et al., 2009).
Como ya mencionamos, Engeström (2001) establece que el sistema de activi-
dad debe ser tomado como principal unidad de análisis, pero es necesario, para la
comprensión de su dinámica, identificar y evidenciar cada uno de sus componen-
tes, así como las acciones individuales y grupales que se generan y que, finalmen-
te, adquieren significado en el contexto del propio sistema. Por ello y utilizando los
modelos de Engeström, proponemos seis componentes básicos que conforman un
sistema de actividad: el sujeto, el objeto, los artefactos mediadores, las reglas, la
comunidad y la división del trabajo.
Definir a priori todos ellos resulta necesario para abocarnos al estudio del
propio sistema de actividad objeto de nuestra investigación: aquel integrado por
el estudiante, la asignatura Trabajo Final y el entorno de investigación en el que
desarrolla su TFG.
Objetivamos, entonces, los seis componentes de un sistema de actividad,
tomando como referencias conceptuales los trabajos de García (2011), Guitar
(2011), García González et al., (2014), Solórzano Martínez y García Martínez (2016),
García Rodríguez (2017) y Rodríguez Arocho (2018), son los siguientes:
1. El sujeto: es la persona que busca llegar a un objeto o propósito. Primariamen-
te, corresponde al estudiante. Pero, como se ha mencionado, los sistemas de
actividad, en realidad, no constituyen unidades aisladas para cada sujeto, sino
que, en ella, operan relaciones sociales. Es por ello que, por sujeto, también
entendemos al docente o los docentes involucrados en la actividad de un acto
educativo histórico, social y culturalmente situado. Ello demarca e influye en la
manera que estos desarrollan la suma de acciones y operaciones que compo-
nen su actividad.
2. El objeto: es la creación por parte del sujeto frente a una necesidad o deman-
da. También puede ser el objeto de estudio. Es central este concepto, pues, en
los trabajos finales de grado que implican un proceso de investigación, puede
ser fundamental la creación propia -guiada por un tutor- del objeto de estudio,
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con el fin de que el estudiante encare un proyecto con suficientes energías para
sostenerlo en el tiempo y finalizarlo.
3. Los artefactos mediadores: también denominados herramientas, instrumentos
o artefactos culturales, funcionan como artefactos físicos de mediación entre el
sujeto y el objeto. El género humano utiliza el conocimiento y la tecnología bajo
la forma de artefactos acumulados históricamente, para amplificar, controlar y
modificar sus conductas. En esta categoría, también se incluyen los signos, que
son instrumentos psicogicos mediadores entre la conducta de los sujetos y
los estímulos del ambiente.
Estos artefactos son construidos culturalmente. En palabras de Rodríguez Arocho
(2018, p. 7), "la dinámica entre herramientas, instrumentos, artefactos y el su-
jeto que los utiliza queda atado [sic] a su sustrato histórico-cultural".
Son ejemplos de artefactos mediadores los medios de escritura y registro, los
instrumentos para toma, análisis y procesamientos de muestras, los materiales
de laboratorio o los medios de transporte y movilidad. Son ejemplos de signos
la lectura, la escritura, la notación matemática, la lengua oral y la propia Internet,
como una gran red de aprendizaje.
4. Las reglas: es un sistema de acuerdos -preferiblemente, no impartidos ni im-
puestos-, mediador de la actividad y conocido por todos los sujetos. Pueden
servir para pautar horarios, regímenes académicos, normas sociales y otros
aspectos. Existen reglas explícitas, pero, también, están aquellas implícitas -no
dichas- que funcionan con igual o, a veces, mayor jerarquía que las escritas.
5. La comunidad: constituye el contexto histórico, social y cultural en el que se
desarrolla la actividad. Para el caso de los procesos de investigación de los
estudiantes, la referida comunidad macro -si así podemos llamarla- comprende,
en rigor de verdad, a dos comunidades interactuantes: la comunidad inmediata,
configurada por el grupo de investigación en el que se inserta el estudiante, y la
comunidad mediata, relacionada con el espacio curricular de la asignatura Tra-
bajo Final: docentes y demás estudiantes. Ello da sustento al enfoque históri-
co-cultural de Vygotsky cuando afirma que en la comunidad es donde opera la
zona de desarrollo próximo, ya que se produce la génesis de los procesos psí-
quicos superiores mediante la relación con el otro. Su denominada ley genética
del desarrollo postula que todo proceso psíquico aparece dos veces: primero,
en las relaciones interpersonales y, luego, como dominio intrapersonal. Así, lo
que el estudiante puede hacer hoy con ayuda o guía de docentes, tutores o
compañeros más avanzados debe llevarlo a que, cuando se apropie de ese
conocimiento, pueda operar de forma independiente y pueda transferir su ex-
periencia a nuevas situaciones.
6. La divisn del trabajo: comprende el conjunto de roles que cada individuo
del sistema desarrolla para poder efectuar la actividad. También, aqse con-
figura como influyente la jerarqa y los roles de liderazgo de los sujetos del
sistema: quién indica las tareas, quién y mo las ejecuta, qun cronometra,
qun establece el orden, quién ampara los derechos y hace cumplir las obli-
gaciones.
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Competencias
Desde la década de los ochenta, la Organizacn para la Cooperación y el
Desarrollo Económicos (OCDE) propone a los estamentos universitarios centrarse
en la educación basada en competencias (EBC), con el fin de generar habilidades
en los educandos para buscar su autonomía y el saber hacer en un marco compe-
titivo, para responder a requerimientos tanto individuales como sociales (Echavarría
Canto y De los Reyes, 2017). La relación entre el mundo laboral -el mercado- y el
mundo de los aprendizajes -la educacn- resultaba evidente. Al menos desde
algunas posturas gubernamentales, era necesario establecer y formalizar dicha
relación. En este sentido, fue un hito importante para la EBC la creación del Espa-
cio Europeo de Educación Superior, como consecuencia de la movilidad de los estu-
diantes y la subsecuente necesidad de convalidar títulos frente a las demandas
laborales, entre otros factores. En ese contexto, surge la categoría competencia
como ámbito para pensar desempeños en acción y desempeños generales, que
permite pensar al titulado como un graduado de un sistema, más que como un
egresado de una institución educativa particular (Vázquez, 2010b).
A partir de la Declaración de la Sorbona (1998) y su consecuente Acuerdo de
Bologna (1999), el Espacio Europeo de Educación Superior se configura como un
punto de inflexión en la mirada de las universidades sobre la ES, donde era esen-
cial revisar los sistemas tradicionales de enseñanza, pensados en un espacio físi-
co con docentes impartiendo conocimientos y alumnos intentando procesos
cognitivos que posibilitaran la lectura, interpretación y eventual transformación de
la realidad en la que vivían. Así, la situación planteada resultaba evidente o, al
menos, era necesario revisar la formación de los estudiantes en diferentes niveles
o planos: planes de estudio, currículos e, inclusive, los modos organizativos de las
instituciones. Y todo ello, en tensión con la demanda de recursos humanos con
preparación para realidades laborales y políticas cambiantes.
Ante los cambios producidos en la trama social, sobre todo a partir del co-
mienzo del tercer milenio, las universidades han debido replantear las fuentes de
conocimiento, los modelos de generación de contenidos, las formas de investiga-
ción, las relaciones con los estudiantes, el rol de los docentes y las metodologías
a utilizar, entre otros aspectos (Jerez Yáñez, 2012).
En este contexto, se fueron implementando programas que pretendían capa-
citar a los docentes en aspectos que contribuyeran a comprender q tipo de
alumno es el que accede y cursa diversas carreras, cómo llegar a despertar y
mantener su interés, cómo lograr que incorpore conocimientos y saberes y, final-
mente, de qué manera podrían apuntalar el desempeño profesional.
Es entonces cuando la EBC surge como una posible bisagra entre lo académi-
co y lo laboral, con la aparición de expresiones tales como formación por compe-
tencias, planes de estudio basados en el enfoque por competencias y los primeros
intentos para mejorar los procesos de formación académica en los tres niveles -
educación básica, técnica media y educación superior- (Díaz Barriga, 2006). Por su
parte, Ramírez y Medina Márquez (2008) señalan que la Organización de las Na-
ciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, en su sigla en
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inglés) declara que la ES enfrenta el reto de gestar la formación basada en las
competencias y la pertinencia de los planes de estudio en constante adaptación a
necesidades presentes y futuras de la sociedad, donde se reclama una mejor
articulacn con los problemas de esta y, sobre todo, con el practicum laboral,
entendido como el espacio de socialización e iniciación profesional. Dichos autores
sostienen, además, que, desde parámetros constructivistas, la EBC no solo debe
lograr que los estudiantes transfieran conocimientos a contextos inmediatos, sino
a la vida misma, a sus vivencias presentes e, inclusive, a lo que tal vez necesiten
para poder potenciar su vida futura.
Según San Martín Ramírez (2010), el enfoque por competencias no es nue-
vo, sino que aparece en un continuum de modelos curriculares que han recibido
distintas denominaciones a través de la historia y que, solo en los últimos años,
ha sido designado tal y como hoy se lo conoce. Su posición pretende contrarrestar
visiones detractoras que sostienen que el enfoque por competencias es una moda
pasajera que está condenada a desparecer y lo hace estableciendo vinculaciones
entre diversos modelos educativos y curriculares que han surgido en la historia y
el enfoque de competencias.
Definiciones sobre competencias
La Organización Panamericana de la Salud (OPS, 2008) entiende que "las
competencias son características (conocimientos, habilidades y actitudes) de las
personas que se ponen de manifiesto cuando ejecutan una tarea o realizan un
trabajo, y están relacionadas con el desempeño exitoso en una actividad laboral o
de otra índole" (p. 18). Esta definición contribuye a centrar todo esfuerzo educati-
vo orientado hacia el estudiante, para procurar que adquiera conocimientos -sa-
ber-, habilidades -saber hacer- y actitudes -saber ser- (zquez, 2010a) que nu-
tran competencias profesionales requeridas, independientemente del tiempo y el
lugar donde ejerza su actividad profesional.
Cano García (2008) recolecta dieciocho definiciones, donde advierte que su
construcción parte desde diversos -y dispares- puntos de vista, que se sitúan,
más o menos, cercanos a dos polos:
- El paradigma positivista, donde las definiciones se construyen desde una visión
técnica ligada a la cualificación profesional para el desempeño de tareas concre-
tas más o menos complejas, orientadas hacia la producción y sus fines. A modo
de síntesis, las competencias se generan mediante la repetición de tareas
prescriptas, por lo que son más bien de tipo operacional. Básicamente, se co-
rresponden con el saber hacer.
- El paradigma interpretativo, cuya concepción holística posibilita trabajos com-
plejos en entornos complejos. Aquí, las competencias implican un saber actuar,
con una fuerte reflexión teórica que permite abarcar más allá de lo meramente
productivo.
Hasta aquí, las competencias son definidas siempre a partir de procesos edu-
cativos que convierten a un titulado en un profesional con preparación para inser-
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tarse en el mundo laboral. A nuestro juicio, entendemos que dichas definiciones
adolecen de componentes que incluyan a las competencias naturales: un titulado
desarrollará su actividad profesional y, específicamente, laboral, en tanto y en
cuanto también haga uso de competencias, quizá, de construcción y apropiación
más simples, pero más enraizadas en su existencia en este mundo, como lo son el
dominio de los principios que gobiernan el lenguaje y sus reglas. Como aportación
a este enfoque, Salas Zapata (2005) no expone una definición de competencias,
pero aporta una visión para su construcción al utilizar los mismos verbos que apa-
recen, una y otra vez, en las publicaciones, pero ligados a factores existentes, ya
sea en el individuo que aprende como en la institución que lo contiene: las actitu-
des contribuyen al ser; las aptitudes intelectivas, al pensar; las aptitudes
procedimentales, al hacer y los contenidos, al saber.
Tenemos a nuestra disposición un universo de definiciones que podemos
utilizar, pero defendemos la postura de una construcción propia para dar marco a
esta investigación, que intenta conocer qué ocurre en el campo de las competen-
cias profesionales farmacéuticas.
Con este marco, entendemos por competencias a los atributos cognitivos,
actitudinales o procedimentales, innatos o adquiridos, que se desarrollan y mani-
fiestan cuando el ser humano interactúa de manera creativa e innovadora con el
ambiente -comunidad y naturaleza- para desempeñar eficazmente tareas y resol-
ver problemas socioambientales.
A modo de cierre de este apartado, afirmamos que la aplicación de la teoría de
la actividad al estudio del entorno de gestación del trabajo final de grado por
parte del estudiante aporta sentido a la estructura de tensiones a las que se ve
sometido en su proceso de formación profesional durante su paso por la Educa-
ción Superior. Esto concuerda con el pensamiento de Rodríguez Arocho (2018),
quien reivindica la idea de que la tesis central del enfoque histórico-cultural esta-
blece que el nacimiento y la transformación de la conciencia y todas las funciones
psicológicas implicadas transcurren en el curso de actividades humanas y que es-
tas se hallan condicionadas por estar históricamente situadas, culturalmente me-
diadas y ser socialmente ejecutadas.
La figura 2 pretende, sin ánimo de caer en un reduccionismo, plasmar las
tensiones a las que hacemos referencia: el propio contexto universitario, las he-
rramientas científico-culturales propias del campo disciplinar de la farmacia y el
mundo profesional que requiere de diversas y cambiantes competencias.
Aspectos metodológicos
Objetivos
General
- Conocer el sistema de actividad y las competencias que los estudiantes de la
Carrera de Farmacia aplican durante su tránsito por el sistema de actividad
generado durante el desarrollo del trabajo final de grado.
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Figura 2: Estructura de tensiones en un proceso de formación profesional
Fuente: elaboración propia basada en los conceptos de W. Rodríguez Arocho (2018).
Específicos
- Individualizar los componentes del sistema de actividad en el que, año a año,
un estudiante se inserta para efectuar un proceso de investigación conducente
a un trabajo final de grado.
- Describir la dinámica del sistema de actividad específico formado por la asigna-
tura Trabajo Final.
- Catalogar las competencias, relacionadas a la disciplina farmacéutica, que los
estudiantes aplican durante el desarrollo del trabajo final de grado.
Diseño metodológico
En función de los objetivos planteados, el marco metodológico fue diseñado
para conocer y luego catalogar -elaborar una lista específica- las competencias
que, en los estudiantes, se generan o activan en un proceso de investigacn
conducente a un TFG y para estudiar la comunidad -sistema de actividad- en la
que dicho proceso transcurre. En ese sentido, se procedió a seleccionar los gru-
pos muestrales y las estrategias de abordaje al campo de estudio:
- Para el análisis documental: los propios TFG producidos por los alumnos
egresados a lo largo de diez años de desarrollo de la asignatura. Estrategia de
abordaje: revisión de tópicos descriptores comunes. Se utiliel criterio de sa-
turación teórica (Seid, 2017). Todos los TFG fueron analizados sin necesidad de
redundar en aquellos que fueren el mismo tipo de caso. El punto de corte se
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estableció cuando el hallazgo y la incorporación de nuevos casos no ofrecieron
información significativa adicional. Así, de 164 TFG totales, la muestra utilizada
fue de 85.
- Para el estudio del sistema de actividad -personas relacionadas a la asignatura
Trabajo Final-, el grupo muestral estuvo conformado por 14 participantes: 8
estudiantes cursantes de la asignatura con su TFG terminado y presentado, 5
investigadores con función de directores o codirectores de los TFG desarrolla-
dos y una docente de la asignatura Trabajo Final. La estrategia de abordaje fue
la entrevista en profundidad.
Así, el marco metodológico fue estructurado en dos etapas: primero, se efec-
tuó el análisis documental, donde se utiliuna matriz de diez tópicos descriptores
de los TFG:
1. Año de presentación del TFG.
2. Autor/es.
3. Título.
4. Campos de acción sobre los que se focalizó la investigación.
5. Disciplinas científicas puestas de manifiesto.
6. Utilización de herramientas culturales relacionadas con el saber hacer.
7. Evidencias de uso de competencias investigativas.
8. Evidencias de habilidades relacionadas con la interacción con otras personas.
9. Inserción, o no, en grupos de investigación para la realización del TGF.
10. Inclusión, o no, de actividades de laboratorio -habilidades de mesada- en la
etapa experimental del proceso de investigación.
Se aplicó un análisis estadístico de conglomerados con el objeto de estable-
cer relaciones -orientaciones- entre las competencias que fueron apareciendo
durante el ya mencionado análisis documental.
Para elaborar el listado de competencias surgido del mencionado análisis docu-
mental, se utilizó la misma metodología que para la elección de los 85 TFG -criterio
de saturación teórica de Seid (2017)-, en donde la aparición de una competencia
redundante no ofrecía una información significativa adicional. De esta manera, se
pudo seleccionar un grupo acotado de competencias que, en su conjunto, estaban
presentes en el universo de los TFG estudiados.
La segunda etapa abarcó una serie de entrevistas a los integrantes del siste-
ma de actividad de la asignatura Trabajo Final. La herramienta específica fue la
entrevista de investigacn, en profundidad, individual y presencial, con guion
semiestructurado y preguntas abiertas, adaptada según fuere un estudiante, un
investigador o un docente de la asignatura. Así, se obtuvieron tres guiones temá-
ticos para su desarrollo. El eje vertebrador fue la recolección de información sobre
los seis componentes básicos o fundamentales de un sistema de actividad, plas-
mados en el modelo de segunda generación de la teoría de la actividad propuesto
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por Engeström (2001) y ya definidos oportunamente: el sujeto, el objeto, las he-
rramientas -o artefactos mediadores, instrumentos o artefactos culturales-, las
reglas, la comunidad y la división del trabajo. Las diferencias entre los guiones de
cada tipo de entrevista radicaron en el rol que cada actor posee: para un estu-
diante, las preguntas abarcaron aspectos sobre la vocación, el inicio de la carrera
y su visión del TFG; para un docente, todo aquello relacionado al proceso de ense-
ñanza y la facilitación del proceso de adquisición de competencias y, finalmente,
para un investigador, la forma de percibir su trabajo, pero en el campo de un
proceso de investigación atado a una asignatura -Trabajo Final-.
Durante el transcurso y el posterior análisis de las entrevistas, fue menester
no perder de vista que "la tesis central del enfoque histórico-cultural es que la
conciencia y todas las funciones psicológicas implicadas emergen y se transforman
en el curso de actividades humanas que están históricamente situadas,
culturalmente mediadas y socialmente ejecutadas" (Rodríguez Arocho, 2018, p.
2). Por ello, una misma pregunta -más allá de su estructuración-, para un mismo
grupo focal, no siempre daría una misma respuesta.
Enfoque y tipo de investigación
Desde lo específicamente metodológico, se utilizó un enfoque mixto (investi-
gación multimétodo): por un lado, se combinan métodos cualitativos y cuantitati-
vos, con predominancia en los aspectos cualitativos. Por otra parte, dicha combi-
nacn se establece en una secuencia temporal (diseño metodológico de tipo
transformativo secuencial). Se inicia con una fase cualitativa, para luego seguir
con una cuantitativa, cuyo propósito central es servir a la perspectiva teórica del
estudio, tomando en cuenta las opiniones y las voces de todos los participantes
(Hernández Sampieri et al., 2014).
Resultados
Los resultados se presentan en referencia a los objetivos y a las dos etapas
planteadas para cumplirlos: el análisis documental de los TFG y el estudio del
sistema de actividad. En ambos casos, se muestran hallazgos que son
sistematizados con el objeto de otorgar claridad en su presentación y así poder
describir el microuniverso de la asignatura Trabajo Final: las competencias y su
entorno de gestación.
Resultados hallados en el análisis documental
El análisis documental de los 85 TFG arrojó lo siguiente:
- Se hallaron y enunciaron treinta y tres competencias profesionales e
investigativas que el conjunto de estudiantes deb emplear o desarrollar du-
rante el transcurso del proceso de investigación y escritura del TFG. Para esta-
blecer el formato de escritura y socializarlo como un nomenclador (en términos
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de lista, con palabras y frases propias de las ciencias de la salud), se tomó como
referencia la nomenclatura y la forma de redacción -estructura gramatical- de un
documento específico para la educación en Farmacia, denominado Propuesta de
plan básico de educación farmacéutica y competencias del farmacéutico para la
práctica profesional (OPS, 2017), el cual se constituye como referente para el
diseño de planes de estudio de educación profesional farmacéutica, ya que ac-
tualiza las áreas o los dominios comunes del ejercicio profesional.
Las competencias halladas -y luego catalogadas- en el referido análisis docu-
mental de los 85 TFG se muestran en la tabla 1. Cabe aclarar que esta tabla no
supone una gradación en importancia, sino el orden en que fueron apareciendo
durante la etapa de aplicación del marco metodológico. Su objetivo es solo mos-
trar lo que aparece en el plano de las competencias, a través del análisis docu-
mental. Su significancia reside en que estas competencias aparecen, de alguna
manera, empapando el universo estudiado.
En relacn a las competencias, además, se efectuaron otros hallazgos que
dan cuenta de la riqueza del propio proceso de investigación llevado a cabo por el
estudiante para lograr su TFG:
- Los estudiantes focalizaron sus esfuerzos investigativos en ocho campos
disciplinares: relación entre productos sanitarios y sus usuarios, procesos in-
dustriales y oficinales, productos innovadores, educación farmacéutica, aspec-
tos regulatorios, medio ambiente, cultura y sociedad y modelos farmacoquímicos
y biológicos. El procesamiento estadístico arrojó un puntaje para los tres prime-
ros campos disciplinares del 68,9 % de frecuencia de aparición.
- Utilizaron veintiocho disciplinas farmacéuticas o afines: las tres de mayor apari-
ción fueron la atención farmacéutica, la farmacia hospitalaria y la calidad farma-
utica.
- El análisis de conglomerados mostró, a través de un dendrograma (figura 3), el
patrón de orientación de los TFG. Se obtuvieron dos conglomerados, con dos
orientaciones cada uno:
* Conglomerado 1: TFG relacionados con la experimentación de laboratorio,
con el fin de controlar la calidad de medicamentos o hierbas medicinales,
hallar nuevas propiedades o usos o desarrollar nuevas fórmulas farmacéu-
ticas.
Grupo 1A (39 %): Competencias con fuerte acento en el desempeño dentro
de un laboratorio analítico en actividades de muestreo, manipulación de ani-
males de laboratorio, operación de equipos de medición, obtención de da-
tos y exposición de resultados.
Grupo 1B (23 %): Competencias relacionadas con la legislación de medica-
mentos, tanto en su etapa de elaboración como en la de comercialización y
poscomercialización, donde la calidad y la vigilancia farmacéutica son dos
componentes esenciales.
* Conglomerado 2: TFG dirigidos al estudio de patologías y uso
farmacoterapéutico de medicamentos y hierbas medicinales.
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Tabla 1: Competencias halladas en los TFG
N° Competencias
Contribuir a la protección de la salud y la seguridad de la población y del medio
ambiente.
Realizar preparaciones magistrales y oficinales.
Documentar la información del paciente.
Proveer consejo al paciente en atención a síntomas menores y referencia a otros
servicios.
Promover el uso racional de medicamentos.
Realizar la gestión de la terapia y de seguimiento farmacoterapéutico.
Participar y realizar farmacovigilancia.
Promover o participar en las investigaciones en salud.
Gestionar y proveer información sobre medicamentos.
Cumplir con la legislación vigente (incluidos aspectos éticos/bioéticos).
Desarrollar productos nuevos.
Producir productos farmacéuticos, dispositivos dicos y productos sanitarios.
Controlar la calidad de los productos.
Promover el control y la regulación de los productos antes y después de estar en el
mercado.
Generar nuevo conocimiento que permita manejar, con mayor fundamentación, el
uso racional de medicamentos y, en general, contribuir a la educación del paciente
para su empleo.
Colectar muestras biológicas.
Diseñar y procesar instrumentos de recolección de datos en formato de entrevistas
o encuestas.
Diseñar y procesar instrumentos de recolección de datos en formato de tablas o
fichas.
Ensamblar, adecuar, reparar y desensamblar equipos.
Iniciar, mantener y finalizar actos de comunicación con el otro.
Manejar animales de laboratorio.
Preparar insumos para estudios de laboratorio (soluciones, patrones, material de
laboratorio).
Utilizar equipos e instrumentos de medición (puesta en marcha, calibración, uso).
Comunicar resultados de manera oral y escrita.
Diseñar documentos de proceso (instructivos, procedimientos operativos y otros).
Estimar correspondencia entre datos recolectados y propiedades terapéuticas rela-
cionadas.
Explorar y utilizar herramientas de otras disciplinas diferentes a la propia ciencia
farmacéutica.
Interactuar con grupos de investigación.
Plantear hipótesis.
Procesar estadísticamente datos recolectados.
Recopilar y sistematizar bibliografía.
Utilizar formato de escritura académica.
Utilizar lenguaje científico y técnico.
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Fuente: elaboración propia según los resultados obtenidos.
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Grupo 2A (13 %): Competencias ligadas a la investigación pura o básica, redac-
ción de hipótesis, fichaje y sistematización de bibliograa y escritura y comuni-
cación de resultados con empleo de un lenguaje académico apropiado.
Grupo 2B (25 %): Competencias orientadas al cuidado de la salud de la
población, a través del consejo farmacéutico al paciente y la gestión y la
provisión de información sobre los medicamentos en cuanto a su uso, segu-
ridad, eficacia y eventos indeseables relacionados a su consumo.
Impresiones recogidas en las entrevistas
- Las entrevistas en profundidad permitieron objetivar los componentes del sis-
tema de actividad constituido por estudiantes, investigadores y docentes en el
marco de un proceso de investigación conducente a un Trabajo Final de Grado
(TFG). Estas objetivaciones mostraron que:
a. La comunidad es el elemento fundante del sistema de actividad. Sin ella, el
propio sistema no existe como realidad tangible. En el caso de los procesos
de investigación conducentes a obtener un TFG, la comunidad primaria está
Figura 3: Análisis de conglomerados. Agrupamiento de las orientaciones de
los TFG
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formada por los docentes de la cátedra de Trabajo Final, los investigadores
con función de director/codirector, el resto de los integrantes del grupo de
investigación y estudiantes. Todos ellos interactúan, en mayor o menor me-
dida, con el propio estudiante que desarrolla su TFG, el cual se constituye
como sujeto central de su sistema de actividad.
En la dinámica, la comunidad es la que pone en marcha el sistema de activi-
dad. Concretamente, lo hacen los docentes de la cátedra al inicio de cada
año lectivo. Con el paso del tiempo, la comunidad ayuda a proporcionar una
cosmovisión que contextualiza una línea de investigación en el marco de la
profesión farmacéutica y su relación con las ciencias de la salud.
b. El estudiante -sujeto- no avizora su objeto de estudio desde el momento
cero; su sensacn es s bien de algo lejano y difuso, pero alcanzable.
Debe ser orientado, principalmente, por docentes e investigadores. Sabe
que posee herramientas -artefactos mediadores- para acercarse, pero
reconoce que adolece de algunas, así también como de procesos menta-
les -signos-. Su apropiación es gradual, aunque no siempre medica.
c. Para acercarse al objeto y, de alguna manera, crearlo en ese mismo proceso,
todos los miembros de la comunidad reconocen que las reglas y la división del
trabajo ayudan: la secuenciación de eventos en la asignatura -presentación
inicial, informes de avance y presentación final- y la propia actividad de investi-
gación van brindando las herramientas y los signos faltantes en el estudiante.
d. Herramientas, reglas y divisn del trabajo parecen ser componentes que
interactúan más de lo que a priori se observa. Las reglas suelen ser el com-
ponente o malla en la que se ancla la división del trabajo. Las reglas no
uniforman, sino que constituyen un punto de partida en el sentido de acuer-
dos sobre los que se asienta, año a año, el sistema de actividad de la asig-
natura Trabajo Final. En este cuadro de situación, las herramientas apare-
cen como necesidades naturales a utilizar, si ya el estudiante las poseía, o a
conseguir, si debe aprenderlas e internalizarlas.
e. Una fluida dinámica en el sistema de actividad no asegura el éxito: circuns-
tancias temporales, culturales y hasta fortuitas hacen que los sujetos se
desen de sus objetos -cambios de tema de investigación, cambios de
director, cansancio, astenia o desinterés-. Aquí, nuevamente, la comuni-
dad es importante para transformar fracasos en nuevas oportunidades de
aprendizaje.
f. Las competencias son también herramientas que se constituyen en una suerte
de entidades omnipresentes que impregnan la dimica del sistema de ac-
tividad de un trabajo final, puesto que, o ya estaban de manera subyacen-
te, quizá esperando a ser despertadas por el sujeto en este nuevo desafío,
o se manifestaron y se desarrollaron en la dinámica descripta. Desde un
enfoque histórico-cultural, las competencias adquieren la figura de un en-
tramado cambiante con el tiempo -condicionamiento temporal- y enfocadas,
en términos de habilidades útiles, hacia un modelo social y laboral determi-
nado, pero también cambiante -condicionamiento cultural-.
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Conclusiones
Hemos intentado desentrañar mo el estudiante investiga en un proceso
que culmina en un TFG como forma de plasmar la transmisión del conocimiento,
pero que, simulneamente, genera, despierta, activa o reactiva competencias
que le servirán en el mientras tanto y, también, a futuro, cuando deba enfrentar
su propio universo laboral. Las orientaciones de los TFG estuvieron fuertemente
polarizadas: hacia la experimentación de laboratorio -diseño, producción y control
de calidad de medicamentos-, o hacia las patologías a tratar y uso
farmacoterapéutico de ellos. En estas orientaciones, aparecieron treinta y tres
competencias que, en su conjunto, se perciben como integrales y necesarias para
el profesional al que aspiran ser los estudiantes.
Finalmente y en este sentido, afirmamos que los TFG actúan como catalizadores,
pero, también, como incubadoras de competencias: es un hecho que los estudiantes
traen, al ingresar al último año de cursado, un bagaje de competencias que conti-
núan desarrollándose y potenciándose a medida que avanzan en sus TFG. Y, ade-
s, existe otro grupo de competencias que se gestan en la habitualidad, la repeti-
ción y las nóveles acciones que se dan al investigar. Inclusive, observamos que apa-
recen, aunque sean germinales, competencias laborales, lo que es común hallar en
profesionales recientemente recibidos o con experiencia profesional. Reconocemos
que el TFG no es el único espacio educativo generador o potenciador de competen-
cias. Pero, al menos, en este contexto de carrera, es uno de los principales.
Estudiar el sistema de actividad a través de la observación, la interpretación y
el análisis de sus elementos constitutivos permitió entender el entorno de apari-
ción, desarrollo o fortalecimiento de las competencias involucradas en el proceso
de investigación conducente a lograr un TFG.
Si bien los resultados presentados han sido fruto de una extensa labor, pri-
mero, teórico conceptual y, luego, metodológica, no los consideramos finalizados y
perdurables, pues así debe ser visto todo conocimiento científico. Los sistemas de
actividad, con su intnseca temporalidad y culturalidad, son dinámicos y están
sujetos a cambios: aunque poseen constantes perfectamente distinguibles, es
preciso reajustar los resultados obtenidos a partir de datos de sus variabilidades,
con el objeto de no perder el foco sobre esta realidad compleja y cambiante año a
año. Cada nuevo estudiante crea, de alguna manera, su propio sistema de activi-
dad. Ello es en virtud de que se trata de un sujeto individual que persigue su
objeto de estudio, que utiliza herramientas y signos culturales y que, además,
está inmerso en una comunidad que, en algún punto, se toca con otras comunida-
des donde investigan otros estudiantes. ¿Cuál es, entonces, el punto de contacto
de estos múltiples sistemas de actividad para configurar el sistema de actividad
macro correspondiente a la asignatura Trabajo Final? La respuesta, quizá, se halla
en las reglas -planificaciones, reglamentos, planes de trabajo y otras directrices-,
por ser el único de los seis componentes básicos cuya variación, año a año, es
mínima: son perfectibles en el sentido de que son modificadas, pero siempre es-
tán presentes. Oficiarían, entonces, como un pivote en el que se insertan, se su-
perponen e interactúan cada uno de estos microsistemas de actividad, a modo de
una paleta de colores que intenta abarcar lo más posible un universo complejo.
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Así, los resultados de la investigación mostraron correlación con el modelo de
tercera generación de Engeström, en donde la dinámica de subsistemas de activi-
dad de cada estudiante, inmersos en un sistema de actividad macro -la asignatura
Trabajo Final- tiene su anclaje común en las reglas. A partir de ellas, los subsistemas
de actividad se originan, interactúan y se dinamizan año a año.
En síntesis: cada estudiante genera, en torno a sí mismo, un sistema de acti-
vidad, que termina configurándose como un subsistema que interactúa
culturalmente y de manera compleja con los subsistemas generados por sus pa-
res. Todo ello configura un metasistema de actividad, donde se gestan y se desa-
rrollan competencias. Quizás, futuras investigaciones pudieran desentrañar la tra-
ma aún más compleja de estos metasistemas de actividad, con interacciones y
dinámicas no solo intrincadas, sino, también, de rápida evolución.
No obstante y a sabiendas de que los modelos metodológicos y los instru-
mentos de medición son siempre perfectibles, estamos convencidos de haber des-
entrañado el sistema de actividad que gira en torno a un proceso de investigación
y su consecuente TFG, como objeto equilibrante, y de cómo se ubican las compe-
tencias en este contexto.
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