36
Diálogos Pedagógicos. Año XXII, Nº 43, abril-septiembre 2024.
contexto de emergencia. En estas circunstancias, sentirse parte de un mismo colec-
tivo les ayudó a sostenerse en múltiples dimensiones, con gestos concretos (apoyo
espiritual y oración compartida, acompañamiento y cercanía personalizada, présta-
mo de equipamiento informático, incluso solidaridad económica para pago de cuo-
tas). Se evidenció que, más allá de la diversidad de colegios en relación a su tama-
ño, ubicación y alumnado de diversos sectores sociales, la condición de ser centros
religiosos les otorga condiciones favorables de cohesión interna, espiritualidad com-
partida y seguridad para la comunidad educativa que lo conforma. Contar con pro-
yectos educativos institucionales, proyectos de mejora en curso y liderazgo para
hacerlos presente les permitió mantener su rumbo y consistencia interna, pese a
las transformaciones que provenían desde afuera del centro (la variación de proto-
colos sanitarios establecidos por las autoridades nacionales, por ejemplo), lo que
brindaba un marco de seguridad y confianza al quehacer de todos.
La otra dimensión que quedó destacada fue la atención a las habilidades
socioemocionales tanto en relación a la figura del directivo (como referente en sus
comportamientos y actitudes) como en la necesidad de brindar contención, armo-
nizar emociones y acrecentar la autorregulación en todos los actores implicados
(estudiantes, familias, docentes, directivos) para responder a la situación
desestabilizante de emergencia. Los vínculos personales que el líder ya había
tejido con su comunidad, con el entorno y las redes que emplea para fortalecer el
desarrollo de la propuesta educativa son esenciales para garantizar la contención
de las personas y la continuidad del funcionamiento del centro, más allá de los
cambios forzosos y las adaptaciones a realizar. Si bien puede señalarse que estas
habilidades están presentes en todas las dimensiones ya analizadas, durante la
pandemia se hizo necesario activar de manera permanente el apoyo socioafectivo,
mediante espacios para escuchar y hablar, dedicando tiempo personal a la con-
tención y el acompañamiento. También, se apuntó a la promoción y la difusión de
diversas oportunidades formativas virtuales -mayoritariamente gratuitas- para los
docentes; por ejemplo, sobre el desarrollo de habilidades emocionales.
Se destacó, asimismo, un cambio en la fluidez de la comunicación bidireccional
con las familias, que acercó el reconocimiento y el agradecimiento hacia los docen-
tes y el colegio, especialmente, en las primeras fases de la pandemia, lo que po-
tenció un clima de unión. Las competencias comunicacionales se destacan como
centrales para lograr la continuidad y la calidad de la enseñanza, mediante la
coordinación docente como espacio colectivo y la comunicación personal directa y
cercana entre todos los actores. La importancia del trabajo común y en sintonía
con las familias emerge como un terreno a potenciar, que busca formas y cauces
que permitan consolidar su participación, más allá del contexto particular de
pandemia.
Se percibe el campo de las competencias socioemocionales como inherente al
liderazgo pedagógico, que fortalece el acompañamiento, la contención y el apoyo
de docentes, estudiantes y familias y procura desarrollar un ambiente de bienes-
tar para todos. La proximidad vincular socioemocional ha sido un componente cuya
incidencia se valoró y jerarquizó muy especialmente en la labor educativa durante
estos tiempos de pandemia.
Liderazgo pedagógico en pandemia. Desafíos y aprendizajes
Pág. 19-39