182 Diálogos Pedagógicos. Año XX, Nº 39, abril-septiembre 2022.
institucional" (Dubet, 2007). Al respecto, se sostiene que: "El declive del programa
institucional es un proceso endógeno introducido por el "virus" de la modernidad
"nueva", "tardía", "post" poco importa aquí como se llame" (Dubet, 2007, p. 51).
Tenti Fanfani (2008) considera que, en el momento fundacional, la escuela era
un mundo separado del afuera social para protegerse de todo aquello que desvia-
ba. Siguiendo esta línea, Dubet (2006) confirma que "Hace falta que la institución
misma esté fuera del mundo, que ella sea un santuario protegido de los desórde-
nes, los intereses y las pasiones de la sociedad" (p. 46). La escuela fue, entonces,
concebida como un convento separado de la sociedad, donde se inculcaban valo-
res sagrados -indiscutibles- y se imponían las reglas de la institución.
Actualmente, la escuela tiene otra configuración. Lo que antes era inacepta-
ble, ahora, se convierte en aceptable. Es decir, la escuela se ve invadida por la
diversidad de valores, conductas, lenguajes y particularidades de géneros, por
ejemplo.
El fenómeno de globalización, con toda la serie de problemas que conlleva
(movimientos migratorios expansivos, choque y contacto de grupos huma-
nos con culturas diferentes y mentalidades colectivas contrapuestas) sitúa
a la crisis de valores en un nuevo contexto espacial de alcance planetario
que va a exigir la redefinición y elaboración de un nuevo esquema de valo-
res más antropológico, más centrado en la dimensión universal y
humanizadora del hombre y menos etnocéntrico. (Parra Ortiz, 2003, p. 74)
Para Dubet (2007), la escuela "ya no es el templo encargado de construir una
nación homogénea cuando las distintas minorías exigen que sus singularidades
sean reconocidas en el espacio escolar" (p. 52). El desarrollo del espíritu crítico,
cuyo objetivo es el cuestionamiento de lo impuesto, también forma parte de este
declive institucional. Esta idea está estrechamente vinculada a una imagen de un
sujeto totalmente libre y autónomo, con una personalidad, con necesidades y no
de "un sujeto como el producto de la obediencia y de la socialización" (Dubet,
2007, p. 55).
Por lo tanto, se ratifica que, en la actualidad, la idea de escuela como un
santuario empieza a resquebrajarse y se configura de una manera más compleja
y dialéctica. "Ya no es la sociedad la que debe adaptarse a la escuela, sino que
ahora se espera que ésta también se adapte a la sociedad, es decir, a las caracte-
rísticas particulares de sus alumnos" (Tenti Fanfani, 2008, p. 17). Las sociedades
modernas, según Dubet (2007), son consideradas individualistas, "en la que cada
uno se percibe como un sujeto libre y autónomo, como un individuo capaz de ser el
autor de sus propios juicios y sus propias acciones" (p. 41).
No obstante, la ampliación de las libertades y de los derechos "trae consigo la
contestación de cualquier forma de autoridad instituida. Se pierde el sentido de
obediencia a toda norma, la sumisión al deber, la aceptación de las responsabili-
dades y la disposición de servir" (Parra Ortiz, 2003, p. 72).
La emergencia de las sociedades modernas trae consigo misma una crisis de
valores que desafió a las instituciones a plantear un nuevo programa específico
Aportes para pensar una educación en valores
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