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Diálogos Pedagógicos. XX, Nº 39, abril-septiembre 2022.
de llevar a cabo que supone un gran reto (Crisol, 2019). La orientación, como
sistema de mediación entre el contexto de la persona y el mundo laboral, trata de
trazar posibilidades de intervención en base al análisis inicial llevado a cabo desde
una planificación coherente que establezca líneas de actuación afines a los objeti-
vos concretados al comienzo del itinerario sociolaboral (Blancas y Jurado, 2011).
Una posible definición de la orientación alude a la dotación a las personas de las
competencias para identificar, elegir o reconducir alternativas formativas y labora-
les, acordes con su proyecto vital y capacidades (Sarasola, 1996; Echeverría, 1997).
Por otra parte, el propósito orientativo debe tener como premisa el desarrollo
de competencias laborales y capacidades que permitan dar una respuesta efecti-
va a las necesidades laborales surgidas en los distintos momentos de la trayecto-
ria laboral y que permita afrontar, con garantías de éxito, el paso hacia el mundo
del trabajo. Estas competencias laborales, también denominadas factores de
empleabilidad, van a identificar y a definir la base del planteamiento de modelos e
instrumentos de orientación para la inserción sociolaboral (Martínez-Rodríguez,
2009). La empleabilidad y adaptabilidad, entendidas como flexibilidad en la inter-
vención, se consolidan como los ejes de actuación para la detección y análisis de
necesidades que van a definir las líneas de intervención de nuestro programa en
el campo de la orientación para la inserción sociolaboral (Blancas y Jurado, 2011).
Actualmente, en el campo de la educación inclusiva, son numerosas las ambi-
güedades y tensiones que surgen de asumir una serie de valores como principios
de la práctica pedagógica, tales como la igualdad de oportunidades, la solidaridad
y la justicia social (Norwich, 2014). Se está haciendo un gran esfuerzo desde la
Unión Europea para superar la crisis y crear una economía más competitiva que
genere un incremento en el empleo. A través de la Estrategia Europa 2020, se
pretende crear condiciones propicias para fomentar esa competitividad y fomento
del empleo, que generen un crecimiento inteligente, sostenible e inclusivo (Barro-
so, 2013). Por ello, es imperativo contar con programas afines que fortalezcan
esta estrategia trazando actuaciones enfocadas al empleo de los sectores de
población más desfavorecidos y dañados por la crisis (Belmonte et al., 2020).
Hace una década, se inició una caída en el empleo que provocó altas tasas de
desempleo, especialmente en el sector juvenil, y una de las propuestas de la
Unión Europea y sus Estados miembros fue poner en marcha, en 2010, una estra-
tegia de crecimiento sostenible para toda la década: la Estrategia Europa 2020.
En España, el desempleo supone una problemática estructural que implica a
la situación de los más jóvenes y al crecimiento de la economía española a largo
plazo. Por ello, la disminución del desempleo juvenil es uno de los retos más signi-
ficativos para el período de programación 2014-2020. El Plan Nacional de Garantía
Juvenil junto con la Estrategia de Emprendimiento y Empleo Joven desarrollada en
los organismos intermedios del Programa Operativo de Empleo Juvenil (POEJ) tie-
ne como fin la reducción del desempleo juvenil. El POEJ tiene como objetivo mejo-
rar las cualificaciones, fomentar la contratación e incentivar el autoempleo. Estas
actuaciones están dirigidas a la población joven, mayor de 16 y menor de 30 años,
desempleada y que no participe en actividades de educación ni formación, inde-
pendientemente de su nivel de formación.
I. Moreno, M. L. Belmonte
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