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Diálogos Pedagógicos. XX, Nº 39, abril-septiembre 2022.
El inicio de una intervención es el momento en el que se recorta un primer
objeto de intervención, que puede ser redefinido a lo largo del trabajo y expresa-
do de múltiples maneras según el posicionamiento teórico (concepción de sujeto,
aprendizaje, conocimiento, desarrollo), metodológico (métodos y herramientas),
ético-político (direccionalidad) y epistemológico (concepciones del mundo) del pro-
fesional.
Ahora bien, ¿qué entendemos por objeto de intervención?
Si bien es un término muy utilizado en el campo psicopedagógico, no lo hemos
encontrado definido en él. Sin embargo, hallamos significativos desarrollos con-
ceptuales y epistemológicos en el campo del trabajo social (Rossiter y Torrecilla,
2015; Cazzaniga, 1997; González Saibene, 2007) que, junto a los aportes del
campo epistemológico específico (Bourdieu et al., 1975; Samaja, 1993; Follari, 2013a;
Guyot, 2005; Foucault, 2002), nos permitieron comenzar a construir una postura
propia.
Desde aquí es que asumimos que el objeto de intervención psicopedagógico
se construye (Bourdieu et al., 1975) a partir del problema práctico que se intenta
resolver, teniendo como horizonte lograr esa eficacia particular, es decir, algún
modo de respuesta que permita un tratamiento o abordaje de la situación (Samaja,
1993).
En esta construcción, se juegan el modo de lectura del psicopedagogo -
transversalizado por la formación académica y su experiencia profesional- y la
singularidad del problema en el marco de las normas técnicas y éticas que rigen el
campo profesional, pero, también, de la revisión que el profesional hace de su
práctica. Todo ello en una trama de relaciones institucionales, gubernamentales y
normativas sociales y epocales. A continuación, intentaremos mostrar el modo en
que intervienen en esta construcción cada uno de estos elementos.
1. Del problema práctico al problema de conocimiento
Esto significa que para la resolución de un problema práctico/real, los sujetos
que intervienen en dicho proceso necesitan conocimientos científicos ya produci-
dos por el campo de la ciencia para poder actuar sobre él (Samaja, 1993).
En este sentido, todas las referentes nacionales que estamos analizando
acreditan conocimientos específicos y validados sobre nociones tales como apren-
dizaje, sujetos que aprenden, posibles situaciones que (los) impactan cuando
son llamados a atender diversos tipos de demandas que se traducen en motivos
de consulta. Apelan a conocimientos prexistentes y/o elaboran conceptos, que
devienen de sus opciones teóricas y epistemológicas, para definir sus objetos de
intervención. Así, mencionan los problemas de conducta y/o aprendizaje (Atrio,
2006), modalidades singulares de simbolización (Schlemenson y Grunin, 2013),
autoría de pensamiento e inteligencia atrapada (Fernández, 1987), la relación
de los sujetos con los objetos de conocimiento escolar (Filidoro, 2000), entre
otros.
S. Bertoldi, L. Enrico, M. D. Sánchez, M. L. Fernández
Pág. 20-29