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Diálogos Pedagógicos. Año XVII, Nº 34, octubre 2019-marzo 2020.
emociones e ideas de los mayores. Por otro lado, la educación formal es propia de las
civilizaciones más complejizadas en las que "aprender por participación directa en las
actividades de los adultos se hace cada vez más difícil" (Dewey, 1916/1998, p. 18).
Es la escuela, entonces, la "institución intencionada" (Dewey, 1916/1998) para
la enseñanza y el aprendizaje. Al respecto, Dewey (1916/1998) elabora una críti-
ca a la escuela tradicional, a la que caracteriza por su condición libresca, repetitiva
y desconectada de la vida. Por el contrario, estas formas de educación contrastan
con la escuela nueva -o educación progresiva-, que presenta como un nuevo modo
de enseñanza y aprendizaje asentado en la participación/acción de los sujetos.
Así, el concepto de experiencia educativa se transforma en el eje articulador de
toda su perspectiva, ya que a través de la experiencia se efectúa "toda auténtica
educación" (Dewey, 1938/2003, p. 43).
En conexión con la idea de experiencia, un aspecto clave para Dewey es la
noción de interés. Para definir este concepto, el autor alude a algo que conecta
dos elementos que, de lo contrario, se encontrarían distanciados. En este sentido,
se refiere, también, al interés asociado a algo que afecta o atrae a un sujeto,
quien -en su actitud personal- se encuentra atraído por algún objeto. Por lo tanto,
el interés implica, además, un componente emocional, una "inclinación personal
emotiva" que acompaña el proceso por el que un sujeto se conecta con un objeto
(Dewey, 1916/1998, p. 113).
En educación, para Dewey, el problema se presenta cuando la materia de
estudio no despierta el interés de los estudiantes. Frente a ello, resulta necesario
apelar a otros recursos o estímulos para hacer interesante una asignatura o tema.
Sin embargo, "cuando se ha de hacer interesante el material significa que tal como
se lo presenta carece de conexión con el propósito y los poderes presentes; o que
si existe tal conexión, no se percibe" (Dewey, 1916/1998, p. 114). De esta forma,
cuando los estudiantes no perciben la conexión de los temas de estudio con sus
intereses, se desconectan del propósito y se requiere, por lo tanto, un esfuerzo
mayor por parte de los educadores para que la materia adquiera importancia.
Para explicar mejor esta idea, Dewey emplea un ejemplo relacionado con el estu-
dio de los números y la matemática:
El acto de aprender o estudiar es artificial e ineficaz en la medida en que se
presenta meramente a los alumnos una lección que se ha de aprender. El
estudio es eficiente en el grado en que el alumno comprende el lugar de la
verdad numérica que está tratando de llevar a actividades que le intere-
san. Esta conexión de un objeto y un tema con el fomento de una actividad
que tiene un propósito es la primera y última de una teoría auténtica del
interés en la educación. (Dewey, 1916/1998, p. 120)
Para que exista interés, es necesario el involucramiento, el compromiso del
sujeto en la enseñanza y el aprendizaje, lo que pone en juego lo emocional. El
sujeto debe hacer y ese proceso no solo requiere del empleo de sus capacidades
intelectuales, sino también de la "participación emocional" que le permita conec-
tarse con la materia de estudio (Dewey, 1931/1985, p. 116). De lo contrario, "la
mera pasividad receptiva por parte del alumno y la mera llegada [pouring in] de un
DOSSIER: John Dewey y la educación N. S. Asselle
Pág. 178-191