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Diálogos Pedagógicos. Año XVII, Nº 34, octubre 2019-marzo 2020.
armonía con los intereses y valores comunes; desde el punto de vista del indivi-
duo, una participación responsable según la capacidad para formar y dirigir las
actividades de los grupos a los que pertenece, todo ello en consonancia con un
núcleo de valores estables y compartidos (Dewey, 1927/2004, p. 137)
7
.
Esta interpretación de la democracia como forma de vida es lo que permite co-
nectarla con la noción de comunidad. En efecto, "[l]a democracia, contemplada como
una idea, no es una alternativa a otros principios de la vida asociada. Es la idea
misma de vida comunitaria. […] La clara conciencia de una vida comunitaria, con todas
sus implicaciones, constituye la idea de democracia". (Dewey, 1927/2004, p. 138).
La democracia genuina excede al modo político y se refiere a un tipo de activi-
dad conjunta que, como se adelantó, reconoce un núcleo de valores compartidos
y estables, identifica sus problemas comunes, delibera para la promoción de con-
secuencias deseables bajo el modo de la acción inteligente y, en suma, da lugar a
lo que Dewey denomina gran comunidad, "una sociedad en la que las consecuen-
cias en expansión constante y complejamente ramificadas de las actividades aso-
ciadas se conozcan en el pleno sentido de esta palabra, de manera que surja un
Público organizado y articulado" (1927/2004, p. 156)
8
.
Si las condiciones filosóficas para alcanzar un modo de vida democrático pare-
cen desprenderse con fluidez de algunos rasgos centrales del pensamiento de
Dewey, las condiciones de orden político permiten vislumbrar un costado de su
perspectiva generalmente poco considerado. Más aún, algunas de sus afirmacio-
nes son -incluso- sorpresivas, en particular para quienes aún mantienen una con-
cepción del pragmatismo como expresión del ideal consumista estadounidense
que reduce la democracia al modelo económico capitalista
9
. Sobre la base de su
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Entre 1916 y 1923, Dewey trabajó activamente para desarrollar una filosofía social pragmatista que
incluya una teoría del conflicto entre grupos sociales. Una primera referencia de este proyecto es el
último capítulo de La reconstrucción de la Filosofía (1920/1993), en donde argumenta que la filosofía
social debería estar guiada por la investigación experimental inteligente aplicada a dificultades con-
cretas en vez de apelar a teorías generales de pretendido significado universal. Dewey elabora su
teoría del conflicto en las Lectures in Social and Political Philosophy, conferencias dictadas durante su
estadía en China entre 1919 y 1921, aunque, hacia 1926, parece haber abandonado el proyecto
completamente (Dewey, 1922/2015, Frega, 2015, Gronda, 2015, Wang, 2007, entre otros).
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Es importante aclarar, siguiendo a Ramón del Castillo (2004, p. 46), que Dewey no apunta a un retorno a
la vida comunal, sino que defiende una reconstrucción y un restablecimiento de las formas de vida
comunal. En el mismo sentido puede leerse la afirmación de Richard Bernstein (2010b, p. 234) respecto
del llamado de Dewey a una revitalización de la vida pública en pos de una "comunidad de comunidades"
que, si bien comienza por la vida comunal y local cara a cara como el primer espacio en donde desarrollar
este nuevo modo de integración individual y social, no se mantiene aislada de las otras, sino que permite
reinsertar al público en el contexto complejo y de escala planetaria al que está sometido.
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Esa última interpretación del pragmatismo es, en gran medida, deudora de la recepción y crítica
alemanas. En efecto, desde las lecturas de Max Scheler hasta las de Marcuse y Horkheimer, parece
haberse instalado un sentido filosófico común que lo identifica con la racionalidad calculadora o
instrumental y lo acusa de haber limitado el conocimiento a la versión práctica, es decir, a un mero
instrumentalismo orientado al éxito o utilidad de la acción. Según Hans Joas (1998, pp. 105 y 133),
esto explica por qué los vínculos entre pragmatismo y teoría crítica resultaron casi completamente
estériles y por qué, en el ámbito intelectual alemán, pocos pensadores han sido tratados con tanto
desdén como Dewey. Precisamente Joas, tanto mediante estudios de corte historiográfico como me-
diante la revitalización de algunas tesis propias de los pragmatistas clásicos, es uno de los responsa-
bles de la grata reaparición del pragmatismo en la escena intelectual alemana e -incluso- europea.
DOSSIER: John Dewey y la educación L. Mattarollo
Pág. 107-127