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Diálogos Pedagógicos. Año XVI, Nº 31, abril-septiembre 2018.
tos, aún no son parte de sus recursos humanos: los alumnos. Ellos aportan nue-
vas aristas de conflicto, al agravar el ya difícil panorama de la convivencia
institucional, con su singular manera de mirar e interpretar la realidad circundante
y su propia tipología generacional. Frente a esto, el modelo de liderazgo propues-
to pone en evidencia el rol de interlocutora calificada que asume la escuela ubicán-
dola a la vanguardia de otras instituciones sociales en lo relativo al manejo exito-
so de esta superposición de miradas y su potencialidad de cambio.
Ahora bien, doctrinariamente encontramos pequeñas divergencias en cuanto
a la forma de denominar a cada generación o los años que estas comprenden,
como podemos constatar en Zemke, Raines y Filipczak (2000), Lancaster y Stillman
(2002), Behrstock y Clifford, (2009), Coggshall, Ott, Behrstock y Lasagna (2010),
Tolbize (2008), Erickson (2010), Molinari (2013), Shaw (2013), Edge (2014), entre
otros. Hay consenso, no obstante, en cuanto a los siguientes grupos etarios: los
tradicionalistas o nacidos antes de 1945 quienes nos legaron su estructura
organizacional en numerosos ejemplos (escuelas, clubes de barrio y otras asocia-
ciones intermedias), los baby boomers o nacidos entre 1946 y 1964, la generación
X que comprende a los nacidos entre 1965 y 1976, la generación Y, también cono-
cida como millennial, compuesta por individuos nacidos entre 1977 y 1995, y final-
mente, la generación Z, centennials, tweeners o igen,
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que está haciendo su gran
debut en el ámbito laboral y que posiblemente ya esté siendo sucedida por una
nueva cohorte en las escuelas en el nivel inicial.
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Además, a las generaciones antes identificadas corresponde agregar los lla-
mados cuspers o grupos intermedios (Lancaster & Stillman, 2002), que están for-
mados por individuos nacidos en períodos de cambio generacional y que compar-
ten características de los dos grupos, actuando como bisagras o vértices que arti-
culan interpretaciones colectivas de la realidad en algunos casos disímiles o
discordantes.
Y como en toda teoría social, viene al caso hacer una importante salvedad,
dado que se mencionan estereotipos o tipos ideales. La teoría de las generaciones
indica inclinaciones, valoraciones, preferencias colectivas pero no es predictiva de
comportamiento individual (Shaw, 2013) dado que cada persona interpela su rea-
lidad de modo único. Además, cada sujeto puede no identificarse con su perfil
generacional, o preferir el sentir de otras generaciones que lo preceden o suce-
den respecto a determinados temas. No obstante, podemos afirmar junto a Medina
(2014, p. 231) que "cuando los científicos buscan tendencias en comportamientos,
no miran a los individuos. Miran a poblaciones" (la traducción es nuestra) y es en
esta búsqueda que las tendencias emergen. Así, frente a un contexto cada vez
más diverso, la mirada generacional permite encontrar puntos comunes que atra-
viesan cuestiones raciales, económicas o de género.
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Igen o internet generation.
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Dado que la personalidad generacional se termina de configurar durante la adolescencia, debemos aun
esperar que este grupo transite dicho periodo constitutivo para poder perfilarlo.
Liderazgo 3.0. Un nuevo estilo de gestión para la escuela...
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