INVESTIGACIÓN, EDUCACIÓN Y CAMBIO: DESAFÍOS Y OBSTÁCULOS PARA TRANSFORMAR LA REALIDAD EDUCATIVA
ANUARIO DIGITAL DE INVESTIGACIÓN EDUCATIVA. Número 6. Agosto de 2024. Página 177
En el seno de esa suspensión, de eso que ´hace escuela’, al decir de Simons y
Masschelein (2014) se configura una conversión: “la escuela es una invención que
convierte a todo el mundo en estudiante y, en ese sentido, pone a todos en la misma
situación inicial” (p.30). Teniendo en cuenta este desarrollo, es posible plantear que esta
forma de concebir a las escuelas como tiempo libre de las determinaciones sociales, como
un tiempo de suspensión, está ligada a la creación de una posición institucional: la de
estudiante y la de un oficio ligado a cómo operar temporalmente en esa suspensión.
Si seguimos el hilo de esta idea, podemos decir que escuela, suspensión y posición
de estudiante se crean, configuran y atraviesan entre sí. Ocupar la posición de estudiante
supone ingresar a un espacio-tiempo libre en el que, junto a otros iguales en posición, se
habilitan y se disponen unos saberes y unos conocimientos a ser transmitidos.
Amorosidad, apertura, interrupción, son características de una duración, según los citados
autores, la de la escuela, que con el ingreso de cada niñx o adolescente ocupando la
posición de estudiante, re-inaugura cada vez, desde hace siglos, la suspensión respecto a
otras temporalidades sociales.
La invención de la escuela supone el invento del lugar de estudiante en el seno de
una suspensión específicamente creada para liberarse de las obligaciones y
determinaciones del afuera. Sin embargo, suspensión no es igual a eliminación. Ocupar la
posición de estudiante en ese invento que es la escuela, no es tarea sencilla para quienes
lo hacen con una historia y una herencia social y familiar adversa para asumir las
exigencias y demandas de ese lugar (Martino y Rotondi, 2020).
La Ley Nacional de Educación Nro 26206 (LEN) que sancionó la obligatoriedad de
toda la escuela secundaria, desde el 2006, habilita jurídicamente la 'conversión' para que
todxs -niñxs y adolescentes de una determinada edad- inicialmente sean estudiantes. Es
decir, obliga a todxs a ser parte de una suspensión. Sin embargo, en tanto construcción
social y simbólica, la de estudiante secundario es una posición en la que para muchxs no
resulta fácil mantenerse en ella.
El o la alumnx al ingresar a una institución escolar, va encontrándose o
desencontrándose con esta categoría y con la trama organizativa y simbólica instituida
para esa posición. En estos (des)encuentros se inicia un recorrido incierto, cuyos grados
de previsibilidad están ligados a la experiencia familiar, social e institucional: debe
conjugar su tiempo de juventud con el nuevo tiempo escolar, entre las cuales pueden
mediar pequeñas o grandes y sinuosas distancias a recorrer.
En lo que sigue, interesa analizar que la adjudicación jurídica para ocupar la
posición de estudiante, otorgada por la LEN, ha sido fundante para que muchxs más
adolescentes y jóvenes estén en la escuela. Sin embargo, el modo en cómo este nuevo
lugar institucional para muchxs familias y sus hijxs, supone una experiencia, unas prácticas