INVESTIGACIÓN, EDUCACIÓN Y CAMBIO: DESAFÍOS Y OBSTÁCULOS PARA TRANSFORMAR LA REALIDAD EDUCATIVA
ANUARIO DIGITAL DE INVESTIGACIÓN EDUCATIVA. Número 6. Agosto de 2024. Página 101
científicas. Particularmente buscamos conocer lo que pueden narrar los actores sobre
sus haceres y sus vivencias en el espacio institucional.
Desde un punto de vista filosófico, Larrosa (2009) define a la experiencia como
“eso que me pasa”. El autor despliega el concepto de experiencia definiendo “eso” en
tanto “la experiencia supone, en primer lugar, un acontecimiento o, dicho de otro
modo, el pasar de algo que no soy yo. Y algo que no soy yo significa también algo que
no depende de mí, que no es una proyección de mí mismo, que no es el resultado de
mis palabras, ni de mis ideas, ni de mis representaciones, ni de mis sentimientos, ni de
mis proyectos, ni de mis intenciones, que no depende ni de mi saber, ni de mi poder,
ni de mi voluntad” (pp. 14 ,15) Es decir, que la experiencia es esa exterioridad, ese algo
que se le presenta al sujeto en su extrañeza y lo transforma subjetivamente. En
palabras del autor la experiencia supone pasaje o pasión porque deja una marca o
huella, incluso rastro o herida en la subjetividad, y en este último sentido la experiencia
supone una afectación.
Carli (2012) aborda el concepto de experiencia formativa, para luego enfocarse
en el de experiencia universitaria, con el objetivo de generar una perspectiva “que
atienda a las prácticas de los sujetos institucionales y sus reflexiones retrospectivas
sobre lo vivido para poner en cuestión una mirada generalista, introducir cierto
realismo en los modos de pensar la universidad y narrar la historia del presente” (p.26).
En ese sentido, conocer las experiencias implica conocer las prácticas de los sujetos.
En este punto, desde la investigación, se procura captar el modo en que los
sujetos construyen sus experiencias. Dubet y Martuccelli (1998) entienden las
experiencias en tanto generadoras de relaciones, de estrategias, de significaciones;
donde se conjuga tanto el punto de vista del sistema como lo propio de los sujetos.
Ellos/as expresan que “la experiencia social no es un objeto positivo que se observa y
mide desde afuera, como un sistema de actitudes y de opiniones, porque es un trabajo
del actor que define una situación, elabora jerarquías de selección. Construye
imágenes de sí mismo” (p.15)
Una de las preguntas que nos hemos planteado se vincula a ese impacto o
repercusión psicosocial, entonces: ¿cómo son afectados los sujetos en las experiencias
pedagógicas?, ¿cómo los/las estudiantes son afectados/as en el encuentro con los
contenidos?, ¿cómo son afectados los/las docentes en el encuentro con los/las
estudiantes?
Las experiencias pedagógicas, suponen procesos de transmisión concretizados
en prácticas que buscan disponibilizar una herencia cultural. En este sentido, podemos
afirmar que todo proyecto educativo procura procesos de transmisión, cuyo propósito
formativo es lograr que los/las participantes compartan conocimientos, prácticas,
representaciones, creencias y valores, es decir, un acervo cultural (Fattore y Caldo,
2011) que enlaza a los sujetos con su comunidad, que no los deja a la intemperie. La