INVESTIGACIÓN, EDUCACIÓN Y CAMBIO: DESAFÍOS Y OBSTÁCULOS PARA TRANSFORMAR LA REALIDAD EDUCATIVA
ANUARIO DIGITAL DE INVESTIGACIÓN EDUCATIVA. Número 6. Agosto de 2024. Página 187
para la enseñanza de niños y niñas de dos niveles del sistema educativo– el inicial y el
primario- en manos de docentes formados para la educación primaria y que se
desempeñan en instituciones de ese nivel. Por estas razones tanto los docentes como las
escuelas han comenzado a denominarse en muchos de los artículos y documentos
ministeriales como “binivel”, a pesar de que no se considera una nominación oficial.
Pasado y presente de la problemática
En el entramado histórico, sobre el cual no se extenderá en este artículo, el nivel
inicial en contextos rurales dispersos muestra escasos trazos débiles de cómo se fue
gestando un proceso que hoy termina confluyendo en la caracterización de una escuela
denominada, en alguna documentación nacional, como “binivel”. Lo que podemos
afirmar, a partir de los estudios realizados en el departamento Gral. San Martín, es que,
en el nivel de salas múltiples inmersas en el contexto del plurigrado, los pequeños fueron
ingresando desde la clandestinidad: maestros formados para el nivel primario, en escuelas
del mismo nivel, fueron filtrando la demanda y necesidad de las comunidades, tanto de
sectores acomodados (escasos habitantes del terreno) como de peones, empleados,
tamberos, tractoristas y otros representantes del trabajo rural. En realidad, los docentes
no sabían qué hacer exactamente con este grupo que se sumaba al plurigrado o
agrupamiento multiedad. Con la mirada puesta en la posibilidad de ingreso de niños
menores de seis años en los ámbitos urbanos, las familias campesinas fueron acercando
a los pequeños a las escuelas con la intención de que ellos también pudieran acceder al
jardín de infantes, tuvieran el pintorcito, la mochila, las pinturas y todos los accesorios
que conllevan ciertas diferencias con el blanco identificatorio de la primaria. No se podría
establecer bien el propósito que los guiaba, ya que en los ámbitos pueblerinos y citadinos
pareciera que se consolidaban diversas alternativas cercanas a la socialización, la
ambientación, aprendizajes basados en la formación de hábitos, con intenciones
propedéuticas. En el espacio rural, las formas y las materialidades no encontraban más
que desdibujados contornos que dejaban asomar más dudas que certezas desde los
ámbitos administrativos, didácticos, organizacionales e institucionales. No obstante, los
intersticios se desocultan en la densidad de la forma escolar y allí se van filtrando las
mutaciones de los contornos y las creaciones al interior de esta escuela rural, en la tensión
entre la permanencia decimonónica y el estallido cuasi silencioso de pequeñas
cotidianidades, ligadas a dos ideas desarrolladas por André Chervel (1990): las sutilezas
del cambio a través de los poros permeables del singular espacio de la escuela y sus
reservas respecto de la teoría chevallardiana sobre transposición didáctica.
Se perfilaron entonces nuevas configuraciones que rozaban saberes más allá de
lo prescriptivo pero que se constituyeron en una construcción silenciada fuera de las