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©Universidad Católica de Córdoba.Recibido: 21/02/2024-Aceptado: 01/05/2024
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pregunta: «el “yo pienso”, ¿es todo? ¿Es realmente tan sólo el “yo pienso” lo que tiene que acompañarlo
todo? El “yo pienso” que se presupone formalmente para que el conocimiento sea posible, ¿no abarca
materialmente aún más, otra cosa?».
Hemmerle se sitúa en el dar-se del pensamiento a sí mismo a
partir del Misterio Santo que le aconteció; Misterio Santo que ahora para Hemmerle se configura
trinitariamente. Con hábil sutileza en el uso del idioma, el teólogo de Friburgo juega con los prefijos
lingüísticos del alemán: andenken (pensar rememorante), gedenken (pensamiento que recuerda),
zudenken (pensamiento dirigido a alguien), mitdenken (pensamiento comunitario).
a. Lo habíamos visto en el desarrollo argumentativo de Das Heilige und das Denken: cuando el
yo pienso se pregunta por su pensar, lo hace, a la vez, por la legitimidad de su pensar y, además, por su
misma identidad en cuanto sujeto del pensamiento. Rememorando, encuentra un signo dejado en la
memoria por el paso del Misterio Santo que lo asigna a sí mismo. El yo, entonces, se descubre ya no al
nominativo (Ich), sino al acusativo (mich) y al dativo (mir). En otras palabras, el yo se sabe donado a sí
mismo y llamado. «La fe cristiana así lo atestigua: “yo soy amado […]”. Yo soy el “tú objeto y
destinatario del don de Dios que me hace “yo”».
b. El segundo paso coloca al yo frente a la responsabilidad y responsoriedad del llamado del
Otro. Ello porque, si el yo ha sido donado a sí mismo por el Otro, por tanto, es responsable frente a ese
Otro que lo llama a ser. Allí encuentra su vocación y su fe: el pensamiento se vuelve creyente. Cree en
sí a partir del Otro y cree en el Otro a partir de sí en cuanto se sabe donado a sí mismo por amor.
Justamente por eso, el pensamiento es pensamiento que recuerda el don recibido, pero, además y a la
vez, es también pensamiento que conmemora, según el doble significado de gedenken.
c. El pensamiento, a este punto, se abre al otro y esto tiene, según Hemmerle, dos consecuencias.
La primera es que el pensar, de ahora en más, debe tomar en cuenta siempre al otro, al tú, en cuanto
otro, en su unicidad, distinto del yo. Es más: no hay yo sino en relación con un tú distinto y único. De
ahí, y es la segunda consecuencia, el pensar se vuelve pensar que se direcciona a un tú, como palabra
que el yo tiene que pronunciar para el tú. El pensar, entonces, se vuelve pensar para el otro (zudenken).
d. Finalmente, denken significa también mitdenken, pues el yo que se sabe como dado desde el
tú y a él se direcciona, para él piensa, encuentra en sí «etwas wie ein Einveständnis», «algo como un
Ibidem.: «Aber ist das „Ich denke“ alles? Ist es wirklich nur das „Ich denke“, das alles begleiten können muß?
Umfaßt jenes „Ich denke“, das formal vorausgesetzt ist, damit Erkenntnis möglich wird, nicht material noch mehr,
noch anderes?»
Piero Coda. «Partire dall’unità»: impulsi di Klaus Hemmerle per un nuovo «stile di pensiero», en «Sophia.
Ricerche su i fondamenti e la correlazione dei saperi», VII/2 (2015), p. 139.
Cf. Klaus Hemmerle. Das Heilige und das Denken. Zur philosophischen Phänomenologie des Heiligen, cit., p.
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