STROMATA. Nº 1

El Modelo De La Polaridad. La influencia de Gastón Fessard y Romano Guardini en Jorge Mario Bergoglio 1

The Model of Polarity. The influence of Gaston Fessard and Romano Guardini on Jorge Mario Bergoglio

Massimo Borghesi 2

1. Non coerceri a maximo, contineri tamen a minimo, divinum est. Gaston Fessard y el rostro ignaciano de la teología de la ternura.

Cuando empecé a escribir el libro Jorge Mario Bergoglio. Una biografía intellettua- le3, una cosa me quedó clara: el Papa tenía un pensamiento, original y profundo, que se expresaba en sus discursos y documentos sin que por ello se hiciera visible y manifiesto. Una especie de corriente subterránea que sólo emergía a veces en la superficie. Esta con- vicción se alimentó de dos lecturas. La primera lectura fue sugerida por la mejor biogra- fía del Pontífice en circulación: The Great reformer. Francis and the Making of a Radical Pope de Austen Ivereigh4. Ivereigh tuvo el mérito de analizar los autores y las ideas que acompañaron la formación y la vida de Bergoglio. Fue el único que se detuvo sobre estos aspectos. Las otras biografías, por acertadas que fueran, daban por sentado que el futuro Papa, el pastor de lenguaje sencillo, era de algún modo reacio a la reflexión intelectual. Sin darse cuenta, legitimaron la imagen, muy extendida entre los críticos del Papa Fran- cisco, de un Papa carente de la formación cultural, teológica y filosófica esencial para el oficio petrino. La investigación de Ivereigh, que documenta un complejo cuadro de relaciones e influencias ideales, refutó esta imagen. La segunda lectura que me llevó a la

1 Traducción del italiano por Misael Enrique Meza Rueda, S.J. Texto original: M. BORGHESI, Il modelo della polarità. L’influenza di Gaston Fessard e di Romano Guardini su Jorge Mario Bergoglio. Conferencia pesentada en el III Coloquio Internacional Juan Carlos Scannone, S.J., “10 años del Papa Francisco”, Universidad Católica de Córdoba (Argentina), abril 25 de 2023.

2 BORGHESI, Mes profesor de Filosofía Moral en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Perugia (Italia). Es profesor de Estética, Ética Filosófica y Teología Filosófica en la Pontificia San Bonaventura (Roma, Italia). Es miembro del Consejo Científico de las Ediciones Studium en Roma. Es miembro del Consejo de Cul - tores y Colaboradores de la revista Humanitas en Santiago de Chile. Es colaborador de la revista Internacional 30 días.

3 M. Borghesi, Jorge Mario Bergoglio. Una biografia intellettuale. Dialettica e mistica, Introduzione di G. Carri - quiry, Jaca Book, Milano 2017.

4 IVEREIGH, A, The Great Reformer: Francis and the Making of a radical Pope, LLC, New York 2014, tr.it., Tempo di misericordia. Vita di Jorge Mario Bergoglio, Mondadori, Milano 2014.

29

idea de un pensamiento-Bergoglio fue la de los escritos del autor cuando era el Provincial más joven de los jesuitas argentinos, en la segunda mitad de la década de 1970. De las conferencias e informes de aquella época surgió el esfuerzo del joven jesuita por llevar a la Compañía más allá de la oposición, violenta y despiadada, que dividía la Argentina entre la junta militar y la guerrilla revolucionaria. Los jesuitas no debían dividirse entre las facciones enfrentadas, sino luchar por la unidad del pueblo desgarrado. La Iglesia, en la visión de Bergoglio, era la complexio oppositorum de aquellos contrastes que, a nivel natural, no podían conciliarse degenerando en contradicciones irreconciliables. El cato- licismo, como sujeto de paz, se oponía al maniqueísmo y trabajaba para que los polos opuestos - por ejemplo, los progresistas y los reaccionarios - encontraran una conciliación superior sin, por ello, anularse. Se trataba de una perspectiva original que a mí, estudioso de la antropología polar de Romano Guardini, me la recordaba. Sabía, por supuesto, que Bergoglio había viajado a Frankfurt, Alemania, en 1986 para realizar una tesis doctoral sobre la filosofía de Guardini. El nombre de Guardini, sin embargo, no estaba presente en sus escritos de los años setenta ni en los de la primera mitad de los ochenta. ¿De dón- de, entonces, sacó Bergoglio la idea de un pensamiento “polar”, en el que la síntesis de las oposiciones se confiaba al Misterio que actúa en la historia? Cuando comencé a escribir el volumen, a principios de octubre de 2016, no sabía cómo responder esta pregunta. Sólo me quedaba la opción de dirigirle la pregunta a él, al Papa, a través de un amigo común: Guzmán Carriquiry. Así, le envié a Francisco una serie de preguntas abiertas junto con el borrador del volumen que estaba escribiendo sobre él. De modo sorprendente, dada la desconfianza de Bergoglio hacia las reflexiones intelectuales que caen en lo abstracto, el Papa correspondió plenamente. En cuatro ocasiones, entre enero y marzo de 2018, respondió en archivos de audio a las preguntas que yo le había enviado. Gracias a esto se abrió un mundo, el análisis perfecto de Bergoglio, difícil de intuir de otro modo. El eslabón perdido, la unión entre la concepción polar del pensamiento de los años 70 y la marcada por Romano Guardini, después del 86, tiene nombre: Gaston Fessard. Se trata del gran jesuita francés, amigo de Henri de Lubac -otro autor de referencia para Bergo- glio- quien, con cercana dependencia al pensamiento de Maurice Blondel, desarrolla, en un debate riguroso con Hegel, una concepción católica de la dialéctica en la que Cristo es la unidad de esclavos-libres, hombres-mujeres, judíos-paganos. Fessard es el autor que está al inicio del pensamiento de Bergoglio5. Como él lo afirma en una de sus entrevistas para mi estudio:

5 Sobre el pensamiento de Gaston Fessard (1897-1978) cfr. G. Nguyen-Hong, Le Verbe dans l’histoire. La philo- sophie de l’historicité du Père Gaston Fessard, Préface de J. Ladriere, Beauchesne, Paris 1974; M. SALES, Gaston Fessard, 1897-1978: genèse d’une pensée; suivi d’un résumé du “Mystère de la societé” par Gaston Fessard , Culture et vérité, Bruxelles 1997; M. Aumont, Philosophie sociopolitique de Gaston Fessard, S.J., “Pax nostra” , Cerf, Paris 2004; Id., Ignace de Loyola et Gaston Fessard: l’un par l’autre, L’Harmattan, Paris 2006; F. Louzeau, L’anthropologie sociale du Père Gaston Fessard, PUF, “Hors collection” 2009; D. Serra – Coetanea, Le défi actuel du Bien commun dans la doctrine sociale de l’Église. Études à partir de làpproche de Gaston Fessard s.j., LIT Verlag, Zürich 2016; A. Petrache, Gaston Fessard, un chrétien de rite dialectique?, Préface de D. Pelletier, Les Éditions du Cerf, Paris 2017.

30

STROMATA. Nº 1

Pero el escritor… que tuvo una gran influencia en mí fue Gaston Fessard. Leí varias veces La Dialectique des Exercices spirituels de Saint Ignace de Loyola y otras cosas de él. Allí me dio muchos elementos que luego se mezclaron6 .

Se trata de una confesión de gran importancia. En ella ofrece la clave para com- prender la génesis de su pensamiento y, al mismo tiempo, el hilo rojo que lo mantiene unido. En La dialectique des Exercices spirituels de Saint Ignace de Loyola, publicado por Aubier en 1956, Fessard analiza la espiritualidad de San Ignacio a partir de la tensión entre gracia y libertad, entre lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeño, entre contemplación y acción. El joven Bergoglio quedó muy impresionado por esta interpre- tación dinámica de los Ejercicios. En ella encontró no sólo la fórmula de un pensamiento dinámico, en tensión, abierto, sino también, por singular que parezca, el modelo de una teología de la ternura. La teología de la ternura de Bergoglio depende, en su raíz, de una concepción ignaciana precisa de la relación entre el hombre y Dios. Éste es un aspecto poco estudiado de la espiritualidad del Pontífice. Sale a la luz con particular claridad en su meditación matutina del 14 de diciembre de 2017 en Santa Marta. En esa ocasión el Papa, teniendo presente la próxima Navidad, afirma que está ante:

uno de los misterios más grandes, es una de las cosas más bellas: nuestro Dios tiene esta ternura que nos acerca y nos salva con esta ternura”. Por supuesto, conti- nuó, “a veces nos castiga, pero nos acaricia”. Es siempre “la ternura de Dios”. Y “Él es el grande: ‘No temas, vengo en tu ayuda, tu redentor es el Santo de Israel’”. Y así “Él es el gran Dios que se hace pequeño y en su pequeñez no deja de ser grande y en esta dialéctica lo grande es pequeño: aquí está la ternura de Dios, el grande que se hace pequeño y el pequeño que es grande7 .

Lo que resuena singularmente aquí es la conexión que se establece entre la cate- goría de “ternura” y la dialéctica de lo grande y de lo pequeño. “La Navidad nos ayuda a comprender esto: en ese pesebre, el pequeño Dios”, reiteró Francisco. “Me viene a la mente una frase de Santo Tomás, en la primera parte de la Summa. Queriendo explicar esto de “¿qué es lo divino? ¿qué es lo más divino?” dice: Non coerceri a maximo contineri tamen a minimo divinum est”. Es decir: lo que es divino es tener ideales que no estén limitados ni siquiera por lo que es más grande, sino ideales que estén al mismo tiempo contenidos y vividos en las cosas más pequeñas de la vida. En esencia, explicó el Pontífice, es una invitación a “no asustarse de las cosas grandes, sino a tener en cuenta las pequeñas: esto es lo divino, las dos cosas juntas”. Y los jesuitas conocen bien esta frase porque “fue tomada para hacer una de las lápidas de San Ignacio, para describir tambien esa fuerza de San Ignacio y también su ternura”.

Lo que Francisco dice aquí tiene un valor peculiar dado que el lema ignaciano tiene un valor decisivo para la propia formación del futuro Pontífice. El joven Bergoglio

6 Papa Francesco in BORGHESI, M,Jorge Mario Bergoglio. Unabiografia intellettuale. Dialettica e mistica, cit., p. 33.

7 Papa Francesco, Tenere conto delle piccole cose, Meditazione mattutina nella cappella della “Domus Sanctae Marthae” (14/12/2017)

31

había encontrado un largo comentario sobre la frase ignaciana en la parte final de La dialectique des Exercices spirituels de Saint Ignace de Loyola8. Esa parte de la obra debió de interesarle especialmente. La fuente de ese interés fue probablemente su profesor de filosofía en el Colegio Máximo San José de la ciudad de San Miguel en la provincia de Buenos Aires: Miguel Angel Fiorito. Fiorito, intérprete de los Ejercicios ignacianos, fue quien dio a conocer a Fessard a Bergoglio. Éste, en uno de sus artículos de 1981, recuerda, en una nota a pie de página, dos artículos de Fiorito: uno de 1956, La opción personal de S. Ignacio, y otro de 1957, Teoría y práctica de G. Fessard9. El segundo artículo estaba dedicado a un comentario sobre el llamado elogio sepulcral ignaciano: “No estar constreñido por lo más grande, estar contenido en lo más pequeño, ¡esto es divino!”10 . Explicando su significado, Bergoglio escribió que: “Podríamos también traducirlo así: sin acobardarse ante lo que es más alto, inclinarse a recoger lo que es aparentemente pequeño en el servicio de Dios; o, tendiendo a lo que está más lejos, preocuparse de lo que está más cerca. Se aplica a la disciplina religiosa ([…]) y sirve para caracterizar dialécticamente (en el sentido adoptado por Fessard) la espiritualidad ignaciana”11. El lema ignaciano, ana- lizado por Fessard en La Dialectique des Exercices spirituels de Saint Ignace de Loyola, se convierte, para Bergoglio, en la expresión de la tensión polar que anima la espiritualidad de S. Ignacio12. En esto su lectura está guiada por el artículo de Fiorito que, en su ensayo de 1957, Teoría y práctica de G. Fessard, retoma su interpretación a la luz del modelo dialéctico ofrecido por Fessard.

El (así llamado) elogio sepulcral de San Ignacio contiene dos frases complemen- tarias […]. La primera frase (non coerceri a maximo, contineri tamen a minimo, divinum est) quiere poner de relieve una característica fundamental de la espiri- tualidad ignaciana […] porque expresa dialécticamente -por oposición de contra- rios- el dinamismo fundamental del alma santa de Ignacio, que apunta siempre al ideal más alto, Dios, y se preocupa, mientras tanto, de los detalles más pequeños del plan divino13 .

Bergoglio recordará constantemente el lema ignaciano que pudo leer tanto en Fes- sard como en Fiorito. Como dirá siendo Papa: “Siempre me ha llamado la atención una máxima con la que se describe la visión de Ignacio: Non coerceri maximo, contineri tamen

8 FESSARD, G, La dialectique des Exercises spirituels de Saint Ignace de Loyola, I, Aubier, Paris 1956, pp. 307- 341.

9 FIORITO, M.A, La opción personal de S. Ignacio, “Ciencia y Fe”, XII (1956); Id., Teoría y práctica de G. Fessard , “Ciencia y Fe”, XIII (1957). Los dos artículos son citados en J.M. Bergoglio, Farsi custodi dell’eredità (giugno 1981), en Id., Meditaciones para religiosos, Ediciones Diego de Torres, Buenos Aires 1982, tr.it. en J.M. Bergoglio – Papa Francesco, Nel cuore di ogni padre. Alle radici della mia spiritualità, Rizzoli, Milano 2016, p. 282, nota 4.

10 FIORITO, M.A, La opción personal de S. Ignacio, “Ciencia y Fe”, XII (1956), cit., pp. 43-44.

11 BERGOGLIO, J.M – Papa Francesco, Nel cuore di ogni padre. Alle radici della mia spiritualità, cit., p. 282, nota 4. Cursiva nuestra.

12 Cfr. FESSARD, G, La Dialectique des Exercises spirituels de Saint Ignace de Loyola, I, cit., pp. 210 sgg.

13 FIORITO, M.A, Teoría y práctica de G. Fessard, cit., pp. 350-351, cit. en: J. M. Bergoglio – Papa Francesco, Nel cuore di ogni padre. Alle radici della mia spiritualità, cit., nota 4, p. 282.

32

STROMATA. Nº 1

a minimo, divinum est. He reflexionado mucho sobre esta frase en relación con el gobier- no, al ser superior: no estar limitado por el espacio más grande, pero ser capaz de estar en el espacio más restringido. Esta virtud de lo grande y de lo pequeño es la magnanimidad, que desde la posición en la que estamos nos hace mirar siempre al horizonte. Es hacer las pequeñas cosas de cada día con un corazón grande y abierto a Dios y a los demás. Es valorar las cosas pequeñas al interior de los grandes horizontes, los del Reino de Dios”14 . La dialéctica de lo grande y lo pequeño, esa tensión que caracteriza la fe y la espiri- tualidad de Ignacio, se convierte en un punto fijo en la concepción de Bergoglio. De he- cho, a través de Fiorito, la “dialéctica” de los Ejercicios Espirituales ignacianos de Fessard se convierte en una lectura de referencia para el joven estudiante. Es esta perspectiva la que le abre a otras lecturas, decisivas para su formación. Fiorito y Fessard le habían hecho comprender la “polaridad”, la oposición de contrarios, que guía el espíritu ignaciano. De esta intuición viene lo demás. Viene también, y es importante resaltarlo, su teología de la ternura. Una teología que une la idea ignaciana del “Dios siempre mayor” con Filipenses 6:2-11, con la idea del Señor que asume la condición de esclavo. La teología de la ternura es una teología del abajamiento del Señor que se hace siervo, es decir, que se hace pequeño para poder comunicarse con los pequeños. La salvación pasa así no por la fuerza, el poder que es también atributo de Dios, sino por la debilidad del Hijo. Dios elige la ternura como método de salvación. La ternura se sitúa en la dialéctica de lo grande y de lo pequeño, de lo grande que se hace pequeño y de lo pequeño que se hace grande. Sólo en la lógica de la Encarnación, del abajamiento de Dios a la condición servil como signo supremo del amor al hombre, se hace comprensible la lógica de la ternura. La teología de Bergoglio surge de repensar el elogio sepulcral ignaciano. Allí encuentra su explicación la paradó- jica relación entre Dios y el hombre que se desarrolla en la lógica cristiana regida por la Misericordia.

2. La filosofía polar de Romano Guardini

En 1986 Bergoglio viajó a Alemania, a la Facultad de Filosofía y Teología de Sankt Georgen en Frankfurt, para realizar una tesis doctoral sobre Romano Guardini15 .

14 Papa Francesco, La mia porta è sempre aperta, Una convesazione con Antonio Spadaro, Rizzoli, Milano 2013, p. 27. Sobre “el elogio sepulcral” ignaciano cfr. Papa Francesco – Jorge Mario Bergoglio, Condurre nelle grandi e nelle piccole circostanze, (“Boletín de Espiritualidad”, 73, octubre 1981), tr.it. en Id., Pastorale sociale, intro - duzione di M. Gallo, Jaca Book, Milano 2015, pp. 263 ss. En la Lettera a tutta la Compagnia sull’inculturazione , escrita por el Padre General Pedro Arrupe el 14 de mayo de 1978, el dicho ignaciano fue mencionado: “El espíritu ignaciano se ha resumido a veces en esta frase: “Non cohiberi a maximo, contineri tamen a minimo, divinum est”. En nuestro contexto, este principio debería desafiarnos a una concreción local hasta las cosas más pequeñas, pero sin renunciar a la grandeza y universalidad de los valores humanos, que ninguna cultura, ni el conjunto de ellas, puede asimilar y encarnar de manera perfecta y exhaustiva” (P. Arrupe, Lettera a tutta la Compagnia sull’inculturazione, en “Acta Romana”, XVII (1978), [http://www.sufueddu.org/fueddus/inculturazi - one/0708/04_2_arrupe_ inculturazione_oss_.pdf]). La máxima ignaciana, así como por Fessard, ha sido objeto de estudio por parte de H. Rahner, Die Grabschrift des Loyola, “Stimmen der Zeit”, febbraio 1947, pp. 321-339.

15 Sobre la filosofía de Romano Guardini, cfr. M. Borghesi, Romano Guardini. Dialettica e antropología, Stu - dium, Roma 1990 (2ª ediz. 2004); Id., Romano Guardini. Antinomia della vita e conoscenza affettiva. Jaca Book, Milano 2018.

33

Como confesará más tarde, era la primera vez que abordaba el pensamiento filosófico del autor16. El tema, recuerda el Papa Francisco:

fue el primer libro filosófico de Guardini: Der Gegensatz, ‘la oposición polar’, el estudio que hace Guardini sobre el ‘viviente concreto’. Trabajé en ese libro con la ayuda del estudio de Guido Sommavilla, que para mí era entonces el traductor de Guardini y, al mismo tiempo, un auténtico pensador guardiniano. El título de la tesis era: La oposición polar como estructura del pensamiento cotidiano y del anuncio cristiano. Pero aún no estaba determinado del todo17 .

La tesis, también por hechos vinculados a la condición existencial de Bergoglio en ese momento, no se completaría. Sin embargo, siguió trabajando en ella en el perío- do1990-92, en Córdoba, meditando, en 2011, llevarla a término cuando renunciara como obispo de Buenos Aires. No logró su propósito. Sin embargo, ello no impidió que su confrontación ideal con el modelo polar guardiniano fuera continuo y rico en desarro- llos18. Fue a partir de la polaridad ignaciana, destacada por Fessard, que Bergoglio se encon- tró con la filosofía polar de Guardini en 1986. Guardini viene a confirmar una perspectiva ya establecida. No obstante, contribuye a profundizar y ampliar el marco conceptual bergogliano. Desde su tesis doctoral, que nunca llegó a concluir, Guardini se convirtió en su segundo maestro, el que le proporcionó las categorías para abordar la eclesiología, la sociedad, la política. Moviéndose entre Fessard y Guardini, Bergoglio se sitúa en una vertiente del pensamiento católico que surge entre los siglos XIX y XX: la que comenzó con la Escuela de Tubinga de Adam Möhler, y continuó con Guardini, Erich Przywara, Henri de Lubac y Fessard. Es la vertiente que entiende la Iglesia como coincidentia oppo- sitorum, como tensión de opuestos en la unidad. Es la misma concepción que encontra- mos en el que, tal vez, pueda indicarse como el tercer maestro de Bergoglio, el pensador uruguayo Alberto Methol Ferré (1929-2009), también profundamente influenciado por la dialéctica de Fessard19 .

Las confesiones del Papa sobre su tesis doctoral abren la posibilidad sobre si su proyecto original de trabajo incluía el otro tema guardiniano que, como documenta la encíclica Laudato si’, influyó en Bergoglio: el de la crítica al paradigma tecnocrático, al aumento indiscriminado de un poder sin control que Guardini desarrolló en sus textos Das Ende der Neuzeit, de 1950, y Die Macht, de 195120. De hecho, el autor más citado en Laudato si’ es el propio Guardini. Sea como fuere, es cierto que el pensamiento del autor germano-italiano, con su sistema del viviente concreto, aparece como un punto de referencia esencial. Bergoglio ha encontrado en Guardini la confirmación de un modelo

16 Cfr. M. BORGHESI, Jorge Mario Bergoglio. Una biografia intellettuale. Dialettica e mistica, cit., p. 117.

17 Op. cit., p. 120

18 Cfr. Op. cit., cap. 3: “La teoría dell’opposizione polare. Bergoglio e Romano Guardini”, pp. 117-153.

19 Sobre el pensamiento de Alberto Methol Ferré, cfr. M. BORGHESI, op. cit., pp. 103-116; 155-192.

20 GUARDINI, R, Das Ende der Neuzeit. Ein Versuch zur Orientierung, Hess Verlag, Basel/Werkbuch-Verlag, Würzburg, 1950, Id., Die Macht. Versuch einer Wegweisung, Werkbuch, Würzburg 1951.

34

STROMATA. Nº 1

“sintético”, “integral”, un paradigma “católico” análogo al suyo, capaz de dar razón y al mismo tiempo acoger los principales contrastes personales-sociales-políticos que tienden a cristalizarse en contradicciones dialécticas precursoras de peligrosos conflictos. Como lo reconoció a Antonio Spadaro:

La oposición abre un camino, una vía por recorrer. Hablando en términos más ge- nerales, debo decir que amo la oposición. Romano Guardini me ayudó con un li- bro suyo para mí importante, L’opposizione polare. Hablaba de una oposición polar en la que los dos polos opuestos no se anulan mutuamente. Tampoco ocurre que un polo destruya al otro. No hay contradicción ni identidad. Para él, la oposición se resuelve en un plano superior. En esa solución, sin embargo, la tensión polar permanece. La tensión permanece, no se anula. Los límites deben superarse no ne- gándolos. Las oposiciones ayudan. La vida humana está estructurada en la tensión de opuestos. Y eso es lo que ocurre ahora también en la Iglesia. Las tensiones no ne- cesariamente deben resolverse y homologarse, no son como las contradicciones21 .

La puntualización de Bergoglio, como Papa, es importante. Permite aclarar lo que el ex provincial jesuita pudo encontrar en el pensador italo-alemán: la idea de la vida, per- sonal y comunitaria, como una necesaria tensión polar entre opuestos, como una tensión oposicional y no “contradictoria”. Los opuestos constituyen la linfa del viviente concreto, lo que hace móvil y dinámica su unidad. La contradicción, como la que existe entre el bien y el mal, obliga, por el contrario, a una decisión, a una elección: el mal no es la contraposición del bien, como quiere el gnosticismo; es su negación. La distinción entre oposición (Gegensatz) y contradicción (Wiederspruch) es valiosa porque nos permite pensar la communio católica no como una unidad plana y uniforme, sino como una figura móvil y poliforme que no teme, por ello, perder su unidad. La unidad eclesial no se presenta como un bloque monolítico en el que la unidad desciende de manera fija e impulsada de arriba abajo. No teme acoger polos diferentes y reconciliarlos en la fuerza del Espíritu que lo une todo como en una sinfonía musical. La communio se realiza en forma dialó- gica, en el tejido paciente que no pretende negar los acentos, las diferentes sensibilidades que permanecen. Esta es la idea que Bergoglio tiene de la Iglesia, que encontró en 1986, perfectamente fundamentada en la antropología filosófica de Guardini.

En su “sistema” polar, Guardini enucleó el cuadro de los opuestos, dividiéndolos en “categóricos”, intraempíricos y transempíricos, y “trascendentales”. Como recordará Bergoglio:

21 SPADARO, A, Le orme di un pastore, Una conversazione con Papa Francesco, Introduzione a: J. M. Bergo - glio – Papa Francesco, Nei tuoi occhi è la mia parola. Omelie e discorsi di Buenos Aires 1999-2013, cit. p. XIX. Bergoglio orientó a su amigo y discípulo Diego Fares (1955-2022), ya profesor de Metafísica en la Universidad del Salvador y en la Pontificia Universidad Católica de Buenos Aires, hacia el estudio de Guardini. “Bergoglio también le abrió el camino intelectual hacia el estudio de Romano Guardini y Hans Urs von Balthasar, sobre cuya fenomenología de la verdad Fares escribió su tesis doctoral”. (A. SPADARO, L’amicizia é questione di un momento, Prefazione a D. FARES, Papa Francesco é come un bambù. Alle radici della cultura dell’incontro , Ancora-La Civiltà Cattolica, Milano 2014, p. 8). La afirmación de Spadaro fue, indirectamente, confirmada por Fares: “conosco bien la admiración que el Papa Francisco tiene por Romano Guardini” (op. cit., p. 17)

35

Las oposiciones polares de Guardini se dan en el ser viviente y real. Esto puede ex- perimentarse estructuralmente en las tensiones plenitud-forma, acto-estructura, individualidad-totalidad. Guardini llama a estas oposiciones categorías intraem- píricas. Un nivel más profundo (yo diría reflexivo) de las tensiones surge en el momento en que lo experimentable se relaciona con la interioridad del hombre. Esta realidad transempírica se estructura en los opuestos producción-disposición, originalidad-regla, interioridad-trascendencia. Por último, Guardini sintetiza las tensiones que se encuentran en todas las demás, las tensiones polares trascen- dentales: unidad-multiplicidad y semejanza-diferencia. Es decir: hay que ver las tensiones precedentes entre opuestos indivisas e inconfusas. Es necesario mantener su diferencia y su similitud, su unidad y su multiplicidad, y esto es posible a tra- vés de la medida y el ritmo. En un nivel gnoseológico, la tensión fundamental es entre intuición y concepto, una tensión que permite ver indivisas e inconfusas las tensiones precedentes22 .

Comparado con el cuadro delineado por Guardini, el modelo de Bergoglio apa- rece más sencillo. Reunifica el sistema de pares polares guardinianos en tres fundamentos que se rigen por principios. La tabla de principios y de polos es, para el futuro Papa, la siguiente:

A) Polaridad________________ PLENITUD (tiempo) - LÍMITE (momento)

Principios:

1) El tiempo es superior al espacio.

2) La unidad es superior al conflicto.

B) Polaridad________________IDEA - REALIDAD.

Principios:

3) La realidad es superior a la idea.

C) Polaridad_________________GLOBALIZACIÓN - LOCALIZACIÓN.

Principios:

4) El todo es superior a la parte23 .

El primer par polar - plenitud/limitación - corresponde al segundo par de los opuestos intraempíricos guardinianos, el de Fülle - Form (excedente-forma), mientras que el tercero - globalización/localización - corresponde al tercero de los intraempíri- cos: Einzelheit - Ganzheit (individualidad - Totalidad). Sólo el segundo par polar, el de idea-realidad, no tiene un correspondiente en el cuadro guardiniano de categorías.

22 BERGOGLIO, J.M, Necessità di un’antropologia politica. Un problema pastorale, en “Stromata”, enero-junio 1989, tr.it. en Papa Francesco – Jorge Mario Bergoglio, Pastorale sociale, cit., p. 292, nota 5.

23 Los tres pares bipolares, conjuntamente con los cuatro principios son recordados en J. M. Bergoglio, No- sotros como ciudadanos, nosotros como pueblo. Hacia un Bicentenario en justicia y solidaridad 2010-2016 , Buenos Aires 2011, traducción italiana, Noi come cittadini noi come popolo. Verso un bicentenario in giustizia e solidarietà 2010-2016, Presentazione di S. E. Mario Toso, Jaca Book, Milano - Città del Vaticano 2013, pp. 59- 69. Vuelven a aparecer en Papa Francesco, Evangelii Gaudium, & 221-237.

36

STROMATA. Nº 1

La realidad es. La idea se elabora, se induce. Es instrumental en la comprensión, percepción y conducción de la realidad. Debe haber diálogo entre ambas: diálogo entre la realidad y la explicación que yo hago de ella. Esto representa otra tensión bipolar, y se contrapone a la autonomía de la idea y de la palabra con respecto a la realidad, según la cual la idea es la que manda (de aquí se derivan los idealismos y los nominalismos). Los nominalismos nunca convocan. A lo sumo clasifican, citan, definen, pero no convocan. Lo que convoca es la realidad iluminada por el razonamiento, por la idea y por su percepción intuitiva24 .

Se trata ciertamente de una integración importante que, con su principio (<<La realidad es superior a la idea>>), explica el realismo de Bergoglio, su punto de encuentro con la tradición tomista, el fundamento cristiano de su crítica al gnosticismo. La amplia- ción del cuadro guardiniano no cuestiona su modelo. Al contrario, en la entrevista con el P. Spadaro, Mi puerta está siempre abierta, las tensiones bipolares señaladas por Francisco no parecen limitarse a tres. Parecen ampliarse a otras presentes en el cuadro quardinia- no de opuestos. Entre éstas está aquella entre inmanencia y trascendencia ( Immanenz - Transzendenz), el tercer par de opuestos transempíricos. Esto se aplica a la familia, a la sociedad, al Estado, a la Iglesia. Toda “estructura” debe tener un punto transempírico, un punto de ruptura, que le permita romper la tendencia a la inmanencia, al cierre que caracteriza a todos los cuerpos sociales, incluida la Iglesia. Esto vale también para los jesuitas, la orden religiosa del Pontífice.

La Compañía es una institución en tensión, siempre radicalmente en tensión. El jesuita es descentrado. La Compañía es en sí misma descentrada: su centro es Cristo y su Iglesia. Por tanto: si la Compañía tiene a Cristo y a la Iglesia en el cen- tro, tiene dos puntos fundamentales de referencia en su equilibrio para vivir en la periferia. Si, por el contrario, se mira demasiado a sí misma, se pone en el centro como una estructura muy sólida, muy bien “armada”, entonces corre el peligro de sentirse segura y suficiente. La Compañía debe tener siempre ante sí al Deus sem- per maior […] Esta tensión nos lleva constantemente fuera de nosotros mismos25 .

El salir hacia “fuera” es la condición para no caer en el clericalismo, en la celebra- ción de sí. El cristiano es, por definición, des-centrado. Su lugar es en la “periferia”. Sólo Cristo puede habitar el “centro”. Cristo representa el punto transempírico de Guardini, el punto de fuga que impide el repliegue, los cierres y las cristalizaciones burocráticas. A éstas corresponde un pensamiento “sistemático”, concluido, repetitivo. Una vez más, como en Guardini, el conocimiento del viviente concreto sólo puede modularse en una tensión polar entre el concepto y la intuición, entre lo racional y lo supra-racional. Es lo que Guardini llamaba “visión” (Anschauung). Para Bergoglio

24 BERGOGLIO, J.M, Noi come cittadini noi come popolo. Verso un bicentenario in giustizia e solidarietà 2010- 2016, cit., p. 65.

25 Papa Francesco, La mia porta è sempre aperta, cit., p. 30.

37

Cuando se explicita demasiado, se corre el riesgo de equivocarse. La Compañía sólo puede decirse en forma narrativa. Sólo en la narración se puede hacer dis- cernimiento, no en la explicación filosófica o teológica, en las cuales en cambio se puede discutir. El estilo de la Compañía no es el de la discusión, sino el del discernimiento, que obviamente presupone la discusión en el proceso. El aura mística nunca define sus bordes, no completa el pensamiento. El jesuita debe ser una persona de pensamiento incompleto, de pensamiento abierto26 .

El pensamiento viviente, racional e intuitivo es, al mismo tiempo, “abierto”. Así, como es evidente, la idea de polaridad guía todo el pensamiento bergogliano. No se limita al cuadro social. En la entrevista con Spadaro, las referencias bipolares son múl- tiples: contemplación/acción27, pueblo/jerarquía28, dulzura/fuerza29, primado/colegiali- dad30, masculino/femenino31, pasado/presente32. A ellas hay que añadir la bipolaridad fundamental entre teología y pastoral. Como afirma Francisco en su videomensaje para la Pontificia Universidad Católica Argentina:

No son pocas las veces que se genera una oposición entre teología y pastoral, como si fueran dos realidades opuestas, separadas, que nada tienen que ver entre sí. No son pocas las veces que identificamos lo doctrinal con lo conservador, lo retrógra- do; y, por el contrario, pensamos la pastoral desde la adaptación, la reducción, la acomodación. Como si no tuvieran nada que ver la una con la otra. Se genera una falsa oposición entre los llamados “pastoralistas” y los “academicistas”, los que es- tán del lado del pueblo y los que están del lado de la doctrina. Se genera una falsa oposición entre teología y pastoral; entre reflexión creyente y vida creyente; la vida, por tanto, no tiene lugar en la reflexión y la reflexión no tiene lugar en la vida. Los grandes padres de la Iglesia, Ireneo, Agustín, Basilio, Ambrosio, sólo por citar algunos, fueron grandes teólogos porque fueron grandes pastores. Una de las apor- taciones del Concilio Vaticano II fue precisamente intentar superar este divorcio entre teología y pastoral, entre fe y vida. Me atrevo a decir que revolucionó hasta cierto punto el estatuto de la teología, el modo de hacer y de pensar creyente33 .

Se precisa, así, el sentido y la dirección de una reflexión agónico-orgánica que pone al centro tensiones bipolares, polos irresolubles que requieren, sin embargo, de vez en

26 Op. cit., pp. 30-31.

27 Op. cit., p. 32.

28 Ibidem.

29 Op. cit., p. 33.

30 Op. cit., p. 66.

31 Op. cit., p. 67.

32 Op. cit., p. 68.

33 Videomensaje del Santo Padre Francisco al Congreso Internacional de Teología en la Pontificia Universidad Católica Argentina (Buenos Aires, 1-3 septiembre 2015).

38

STROMATA. Nº 1

cuando, procesos de síntesis. El “pensamiento dialógico” de Bergoglio no representa, desde este punto de vista, una solución dictada por un optimismo fácil, sino el resultado lógico de una concepción ontológica. Es la ontología de la polaridad la que requiere un pensamiento dialógico orientado a un horizonte sintético que debe impedir el desenlace ‘con- tradictorio’ de los polos. El cuadro es el de un pensamiento “católico” que lee la Iglesia y la vida como complexio oppositorum, como lucha agonística para reprimir los conflictos, para impedir que las polaridades se resuelvan, de modo maniqueo, en contradicciones. Se trata de un pensamiento enraizado en el misterio de la Iglesia. Como escribe Henri de Lubac, un autor muy apreciado por Bergoglio:

Múltiple y multiforme, sigue siendo una, de una unidad activísima y exigentísi- ma. Es el pueblo, es la gran multitud anónima, pero es también -¿cómo expresar- lo? - el Ser más personal. Católica, es decir, universal, quiere que sus miembros estén abiertos a todos, pero sólo es perfectamente ella misma cuando se reúne en la intimidad de su vida interior y en el silencio de la adoración. Humilde y majestuosa. Quiere integrar en sí todo género de cultura y elevar todo valor, pero también quiere ser el hogar de los pequeños, de los pobres, de la multitud siempre sencilla y miserable. No cesa ni por un instante -de lo contrario sería su muerte, y es inmortal- de contemplar al que es a la vez el crucificado y el resucitado, el varón de dolores y el Señor de la gloria, el vencido del mundo y el salvador del mundo, -su esposo sangrante, su maestro triunfante34 .

Para de Lubac, como para Bergoglio, “la Iglesia es complexio oppositorum”, unidad mística en la que “el choque de los opuestos esconde la unidad del complexio”35. La Iglesia es la unidad paradójica de lo que, en el plano inmanente, está inexorablemente dividido. Ambos, de Lubac y Bergoglio, proceden, indirectamente, de la escuela de Adam Möhler, el primero, por medio del P. Pierre Chaillet, el segundo, por medio de Guardini. Del autor de Die Einheit in der Kirche (1825) y de Symbolik (1832) llega el aliento de un pen- samiento católico capaz, hoy, de ponerse a la altura de los desafíos de la Iglesia en la era de la globalización. El catolicismo es el corazón palpitante de un pensamiento en tensión, no estático, tensado entre la unidad y la distinción. En palabras del Papa:

En otras palabras, el propio Espíritu crea la diversidad y la unidad y, de este modo, configura un pueblo nuevo, diverso y unido: la Iglesia universal. Al principio, con imaginación e imprevisibilidad, crea la diversidad; de hecho, hace florecer en cada época carismas nuevos y variados. Después, el Espíritu mismo realiza la unidad: conecta, reúne, recompone la armonía: “Con su presencia y su acción reúne en la unidad espíritus distintos y separados entre sí” (Cirilo de Alejandría, Comentario al Evangelio de Juan, XI, 11). Para que haya verdadera unidad, la unidad según Dios, que no es uniformidad, sino la unidad en la diferencia. Para

34 Op. cit., p. 13.

35 DE LUBAC, H, Paradoxe et Mystère de l’Église, Aubier-Montaigne, Paris 1967, tr.it., Paradosso e mistero della chiesa, Queriniana, Brescia 1968, p. 12.

39

llevar esto a cabo, debemos ayudarnos en evitar dos tentaciones recurrentes. La primera es buscar la diversidad sin unidad. Sucede cuando las personas quieren distinguirse, cuando forman alineamientos y partidos, cuando se endurecen en posturas excluyentes, cuando se encierran en sus particularismos, creyéndose tal vez los mejores o los que siempre tienen razón. Son los llamados “guardianes de la verdad”. Entonces se opta por la parte, no por el todo, por pertenecer a esto o a aquello antes que a la Iglesia; se hace “fan” partidista en lugar de hermanos en el mismo Espíritu; cristianos “de derecha o de izquierda” antes que cristianos de Jesús; custodios inflexibles del pasado o vanguardistas del futuro antes que hijos humildes y agradecidos de la Iglesia. Esto es la diversidad sin unidad. La tent- ación contraria es buscar la unidad sin la diversidad. En este modo, sin embargo, la unidad se convierte en uniformidad, en la obligación de hacerlo todo junto y todo igual, de pensar siempre todos de la misma manera. Así la unidad termina siendo homologación y ya no hay más libertad. Pero, dice San Pablo, “donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad” (2 Cor 3,17)36 .

36 Papa Francesco, Omelia nella solennità di Pentecoste (4 giugno 2017).

40