STROMATA. Nº 2

Frente al sufrimiento el amor. Lectura de un texto de Edmund Husserl

In the Face of Suffering, Love. Reading a Text by Edmund Husserl Tommaso Bertolasi 1

Resumen

Los tiempos tan difíciles que estamos atravesando nos han mostrado que, si la pre- gunta por el sentido del dolor es ineludible, a la vez, este se muestra en situaciones como ininteligible. Excede, pues, la racionalidad: es irracional. Ese es el rótulo que E. Husserl (1859-1938) pone a las situaciones dolorosas como guerras, catástrofes naturales, azar, enfermedades, etc.

En este trabajo nos queremos preguntar: ¿qué se puede hacer frente al sufrimien- to? La respuesta quiere ser más una descripción de una experiencia posible que el análisis de un concepto, en fidelidad al método fenomenológico. La tesis que queremos defender es que, a pesar de y en situaciones dolorosas, las personas toman decisiones éticas que brotan, en última instancia, de valores. Y la humanidad progresa hacia lo mejor.

Lo que proponemos es una hermenéutica de un texto del Nachlass del filósofo de 1923 y titulado Valor de la vida. Valor del mundo. Moralidad (virtud) y felicidad. La lectura de este manuscrito se enriquecerá por la añadidura de otros textos husserlianos. Palabras clave: Husserl, ética, comunidad, amor, dolor.

Abstract

The difficult times we are going through have shown us that, if the question about the meaning of pain is unavoidable, at the same time, it is unintelligible in some situa- tions. It exceeds rationality: it is irrational. This is the label that Edmund Husserl (1859- 1938) gives to painful situations such as wars, natural catastrophes, fate, illnesses, etc. In this paper we want to ask: what can be done in the face of suffering? The answer is more a description of a possible experience than the analysis of a concept, in fidelity to the phenomenological method. The thesis we want to defend is that, in spite

1 Licenciado en Filosofía y Ética de las Relaciones por la Universidad de Perugia (Italia). Doctor en Filosofía por la USAL – Área San Miguel (Buenos Aires) y por la UCC (Córdoba). Ha sido docente (JTP) de “Filosofía y Antropo - logía y Ética y sus fundamentos” en la UCA – Campus del Rosario (Argentina) y ha sido docente “ad honorem” de “Metafísica” en la UCC (Córdoba, Argentina). Actualmente se desempeña como investigador post-doctoral en el Instituto Universitario Sophia (Italia), donde además es docente encargado del curso “Gesù Abbandona - to: al cuore dell’evento cristológico”. Sus intereses de investigación se concentran en la antropología filosófica y en la filosofía de la religión.

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of and in painful situations, people make ethical decisions that spring, ultimately, from values. And humanity progresses towards the best.

What we propose is a hermeneutic of a text from the philosopher’s Nachlass of 1923 entitled Value of life. Value of the world. Morality (virtue) and happiness. The reading of this manuscript will be enriched by the addition of other husserlian texts.

Keywords: Husserl, ethics, community, love, pain.

1. Introducción

Una de las intuiciones más originales de Freud es la de leer el sufrimiento como un mensaje que hay que descifrar. El dolor se vuelve discurso que tiene que ser interpre- tado. De eso trata, en definitiva, el análisis psicoanalítico. El síntoma es comprendido no tanto como una perturbación de un estado psíquico o corporal, sino como el mensaje en código de una remoción de algo doloroso. Sobre esta intuición, Freud funda su novedosa propuesta: el síntoma adquiere la dignidad de discurso y, por ende, ya no es visto como mal funcionamiento del cuerpo. Si el sufrimiento es un mensaje, entonces, cabe pregun- tarse cuál es el sentido del sufrimiento, de mi sufrimiento. La tarea del terapeuta es la de descifrar el mensaje enigmático escondido detrás del dolor. 2

Ahora bien, hay experiencias de dolor que exceden y llevan al psicoanálisis a sus límites. Los tiempos tan difíciles que estamos transitando, con su carga de dolor y sufrimiento, por un lado, nos muestran la verdad de la interrogación sobre el sentido del dolor: «¿por qué sufro?», «¿qué sentido tiene todo esto que vivo?». Por el otro lado, reve- lan que no todo lo que estamos padeciendo puede ser reconducido al orden del sentido. El sufrimiento de muchos hombres y mujeres que saturan la disponibilidad de camas en las unidades de terapia intensiva de los hospitales del mundo no es reconducible a una remoción de lo inconsciente, sino a hechos externos de ninguna manera previsibles, que resisten a toda explicación de sentido. Por lo tanto, es este un dolor sin palabras que asiste al ocaso del significado.

En los años veinte del siglo pasado, en una Alemania que acaba de salir de la Primera Guerra Mundial y está por entrar en la Segunda, Edmund Husserl (1859-1938) se interroga sobre el alcance de la ética frente al sinsentido y al sufrimiento que atropella lo humano en determinadas situaciones. El fenomenólogo rotula de irracionalidad a este tipo de sufrimiento, aquel que excede y lleva al extremo el discurso psicoanalítico. Aho- ra bien, en la situación del sufrimiento indescifrable, ininteligible, que se resiste a todo tipo de razón y, por ende, es irracional, se muestra el límite último de la humanidad del ser humano, los confines de su capacidad de explicación y de saber. Sin embargo y jus- tamente por la situación límite en la cual se encuentra, el hombre puede y está llamado a tomar una decisión, a obrar en favor de esta o aquella opción. Es aquí que la praxis supera a la teoría, que el actuar humano es infinitamente mayor a una justificación tan sólo racional.

2 Cf. Recalcati, Massimo, Il grido di Giobbe, Torino, Einaudi, 2021, pp. 33-37.

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La pregunta que mueve este trabajo es: ¿por qué frente a experiencias trágicas, a veces, la humanidad logra progresar espiritualmente? La tesis que quiero defender es que, en la situación de irracionalidad y dolor que estamos transitando, hay hombres y mujeres que toman decisiones éticas decisivas para generar una humanidad más humana. Es esto, en definitiva, lo que motiva la posibilidad de la humanidad de renovarse a sí misma en, y a pesar de, lo trágico de la vida. El método que pretendo utilizar en este trabajo es el de la hermenéutica de un texto de E. Husserl escrito en 1923 y titulado Valor de la vida. Valor del mundo.3 Lo integraré a lo largo del recorrido con otros textos del filósofo. La exposición se desarrollará en tres puntos: 1) algunas notas sobre la vida ética; 2) frente al dolor y al problema del mal, ¿cómo actuar?; 3) el amor como entrega de sí y cuidado del otro.

2. Algunas notas sobre la vida ética

La fenomenología es el estilo y el método filosófico que, inaugurado por E. Hus- serl, quiere ser una filosofía de la experiencia, es decir, quiere anteponer a toda teoría la experiencia del mundo, así como él se da y también en los límites en los cuales se da. Se trata del ejercicio de mirar la realidad, de ponerse a la escucha de los fenómenos, sin prejuicios.4 La objetividad del mundo es dada, sin dudas, por los objetos reales que po- demos observar, tocar, manipular. Además, en el mundo está el ser humano, a saber, el yo que observa, que actúa. Él está en el mundo con su cuerpo, su psiquis y su espíritu. Finalmente, están los otros con los cuales se tienen relaciones complejas. Característica del ser humano en el mundo es la de actuar teórica y prácticamente. Sobre estas simples consideraciones se ha desarrollado una producción filosófica increíblemente amplia. Cabe preguntarse cómo se estructura una acción y hacia qué está orientada. Hus-

serl explica que ella está dirigida hacia el mundo circundante (Umwelt), esto es, el mundo que nos rodea, al modo de un estar dirigido hacia el futuro. En otras palabras, mediante una operación de la fantasía nos imaginamos una situación futura en vista de la cual actuamos. Es entonces el futuro el que influye de manera determinante sobre el presente. Sin embargo, esto no es suficiente, pues la proyección de fantasía que elaboramos a partir del futuro se constituye a partir de los datos de conciencia y de las motivaciones que provienen del pasado. 5

Dentro de este orden de ideas, se comprende la importancia de orientar toda la vida práctica hacia un fin general que abarque todos los otros fines particulares. Para Husserl, esta es la operación necesaria para vivir una vida ética. Se plantea entonces el

3 Edmund Husserl, Grenzprobleme der Phänomenologie: Texte aus dem Nachlass (1908–1937), Sowa, Rochus y Vongehr, Thomas (Eds.), Dordrect, Kluwer Academic Publishers, 2014, pp. 297-333.

4 Edmund Husserl, Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica: Vol. I, Gaos, José (Trad.), 2.ed., México DF, Fondo de Cultura Económica, 1962, párr. 24.

5 Cf. Edmund Husserl, “Valor de la vida. Valor del mundo. Moralidad (virtud) y felicidad (febrero de 1923)”, en: Iribarne, Julia Valentina (Trad.), Acta fenomenológica latinoamericana. Volumen III (Documentos), Lima/ Morelia, Pontificia Universidad Católica del Perú, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2009, pp. 789-821, aquí p. 795.

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problema de cómo vivir éticamente. El filósofo contesta, reinterpretando el imperativo categórico de Kant, que para ello es necesario querer lo mejor posible y cumplirlo. Con todo, la elección de lo mejor posible conlleva un esfuerzo de la razón y de la libre volun- tad, las cuales tienen que evaluar, poniendo bajo su mirada, la vida en su totalidad. En otras palabras, tengo que evaluarme con mi historia, mis talentos naturales y adquiridos, mis aspiraciones, etc.6 Asimismo, tengo que evaluar la validez axiológica de las metas que elijo para mi vida7 y actuar consecuentemente. Vida ética, para Husserl, equivale a decir “vida racional”.

Ahora bien, no se trata tan sólo de una operación de la razón teorética, pues, ad- vierte el filósofo, «yo no soy ético mediante el mero conocimiento, sino mediante la libre decisión».8 Como explica H. R. Sepp, en Husserl, la razón no es más sustancia, como era entendida anteriormente; es decir, ella no se divide en dos partes, una teórica y una prác- tica, sino que es un entretejido de actos prácticos y teóricos que se contienen e implican recíprocamente.9 Sobre esta base, se entiende el esfuerzo de la razón, al mismo tiempo práctica y teorética, por no dejarse llevar por el impulso del instinto; del mismo modo, se entiende el esfuerzo por evitar una vida ética vivida de manera casual, o sea, no reflexiva. En relación con lo dicho, vida racional significa posibilidad –aunque no garantía–

de una vida feliz; y al centro de la felicidad se encuentra, para Husserl, la conformidad consigo mismo o satisfacción de sí (Selbstzufriedenheit). En otras palabras, conformidad consigo mismo implica que tras la inspecio sui, –o sea, tras una reflexión que abarca toda la vida, después de haberla elegido y orientado hacia un ideal, un valor, una meta axiológicamente válida– se persigue intencionalmente dicha meta y se la evalúa cons- tantemente, empleando todas las fuerzas posibles, y se actúa en el mejor de los modos posibles para el sujeto en aquel momento. Solamente después de haber hecho todo lo mejor posible para mí en aquel momento, podré estar conforme conmigo mismo, estar satisfecho de mí.

Resulta evidente que toda acción que quiere ser coherente con un ideal ético que orienta toda la vida conlleva un esfuerzo: «la lucha por la vida ética es lucha por mí, para que yo me pueda respetar».10 Pues de verdadera lucha para alcanzar la plenitud de la persona se trata. En efecto, cada sujeto vive auténticamente cuando vive en coherencia consigo mismo y con los ideales buenos y éticos que ha elegido.

6 Cf. Edmund Husserl, Aufsätze und Vorträge (1922–1937), Nenon, Thomas y Sepp, Hans-Rainer (Eds.), Dor - drecht, Kluwer Academic Publishers, 1989, p. 32.

7 Ibídem, p. 252.

8 Edmund Husserl, “Valor de la vida. Valor del mundo. Moralidad (virtud) y felicidad (febrero de 1923)”, cit., p. 800.

9 Cf. Julia Valentina Iribarne, De la ética a la metafísica. En la perspectiva del pensamiento de Edmund Husserl , Buenos Aires, San Pablo, 2007, p. 27; Hans-Rainer Sepp, Praxis und Theoria. Husserl transzendentalphänome - nologische Rekonstruktion des Lebens, Friburg / München, Karl Alber, 1997, p. 139.

10 Edmund Husserl, “Valor de la vida. Valor del mundo. Moralidad (virtud) y felicidad (febrero de 1923)”, cit., p. 818.

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3. Irracionalidad del mundo y acción ética

Lo que se acaba de decir es, sin embargo, premisa para la felicidad, pero de ningu- na manera garantía para una vida feliz. Husserl sabe bien que la lucha personal por una vida auténtica no es suficiente para que ella sea al mismo tiempo vida feliz. En efecto, a menudo se observan circunstancias como la enfermedad, el azar, la irrupción irracional de la violencia natural, la locura, el egoísmo, la guerra etc. Estos son algunos de los im- pedimentos para el cumplimiento de grandes tareas.11 Lo irracional puede llegar al punto de volver la vida un “infierno” y de suponer que el mundo es un sinsentido. ¿Acaso no estamos viviendo algo de esto en los largos meses de pandemia? Como afirmábamos en la introducción, el dolor y el sufrimiento pueden atropellar a la existencia y resultar ininte- ligibles, indescifrables, pues, a menudo, exceden toda capacidad de racionalizarlos y toda posibilidad de llevar a cabo acciones capaces de neutralizarlos. Cabe plantearse entonces la pregunta: ¿qué hacer frente a la irracionalidad del mundo?

Husserl propone dos ejemplos límites:

a) Una madre, afirma el filósofo, podría tomar conciencia del hecho de que el mundo no tiene sentido y que mañana se acabará. No obstante, esa madre no abando- naría a su hijo y seguiría cuidándolo amorosamente. Ella entonces podría afirmar: «si yo vivo de acuerdo con eso, entonces en esa medida yo misma soy buena y estoy en mi de- ber, y eso es y sigue siendo bueno, tenga el mundo en adelante “sentido” o no lo tenga». 12

b) El segundo ejemplo propuesto por el filósofo es el de un barco destinado a hundirse. También en este caso algunos seres humanos podrían seguir «actuando amoro- samente los unos para con los otros». 13

Si bien los ejemplos propuestos son artificiales y construidos en función del desa- rrollo del pensamiento que el filósofo está desenvolviendo, no es difícil observar que una situación análoga sigue sucediendo en muchas residencias para adultos mayores, en los hospitales, en muchas familias. Aunque no es posible hacer nada más para salvar la vida de un muriente, no obstante, alguien decide actuar amorosamente para con el enfermo. ¿Qué motiva el actuar ético hacia el otro aun sabiendo que la existencia, in- defectiblemente, muy pronto acabará? A esta pregunta se puede contestar con una sola palabra: teleología. Este es un concepto clave en la fenomenología husserliana e indica el dinamismo interno del desenvolvimiento de un contenido objetual que está orientado hacia una finalidad.14 Teleológica es entonces, también, la forma ontológica de cada su- jeto y, por ende, la historicidad. Husserl no es ingenuo y sabe que el desarrollo hacia la perfección ética conoce fracasos y está expuesto a la libertad de los seres humanos que pueden optar por la irracionalidad. Es por eso que la teleología no es una ley, sino la

11 Ibídem, p. 809.

12 Ibídem, p. 803.

13 Ibídem, p. 804.

14 Edmund Husserl, Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica: Vol. I, cit., párr. 81; cf. Husserl, Edmund, Zur Phänomenologie der Intersubjektivität: Texte aus dem Nachlass. Dritter Teil: 1929—1935, Kern, Iso (Ed.), Den Haag, Martinus Nijhoff, 1973, pp. 378-386.

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«forma de todas las formas».15 En este sentido, se comprende entonces qué es lo que para Husserl motiva el acto ético a pesar de la irracionalidad, pues mi obrar es un eslabón de la infinita cadena del obrar humano que atraviesa todas las generaciones. Dentro de este orden de ideas, entonces, «puedo no rechazar el mundo, puedo hallarme en él y amarlo todavía, porque contiene y hace posible mucho digno de ser amado». 16

Hasta ahora hemos hablado de vida y de acción ética, aunque sin aclarar cómo saber si un ideal, una meta, es en sí ética. Husserl responde de modo contundente:

Sobre la base del amor humano que debo tener como ser humano ético, todo valor adquiere para mí valor humano universal, valor para todo ser racional que yo pueda comprender, y eso realza el valor mismo y realza al mismo tiempo mi alegría, al pensar en todas las alegrías que está llamado a producir. 17

En otras palabras, el amor al prójimo está al fundamento de la axiología y, por ende, de una ética de los valores. Además, es justamente el amor hacia el otro la fuente de la alegría. Se plantea entonces la siguiente pregunta: ¿qué quiere decir amar al prójimo?

4. El amor como entrega de sí y cuidado del otro

En este contexto, no podemos detenernos extendidamente sobre la concepción del amor en el pensamiento de E. Husserl.18 Sin embargo, queremos destacar dos carac- terísticas fundamentales del amor, a saber, la entrega de sí y el cuidado del otro. En un texto de 1931, el filósofo afirma que el amor en sentido auténtico es ser-entregado ( Hige- gebensein) al otro en el modo de un sentir-valorar y de una aspiración. Esta entrega tiene su horizonte infinito en el ser total del otro como yo.19 Esto quiere decir, para Husserl, «ser uno con el ser» del otro.20 Se trata, en primer lugar, de alegrarse por sus alegrías, sufrir sus sufrimientos; en segundo lugar, de hacer propias las aspiraciones del otro, es decir, promocionar su labor en el llevar a cabo sus metas e ideales; por último, pero no menos importante, implica promocionar al otro en cuanto unicidad personal.

En otro texto contemporáneo al que estamos analizando en este trabajo, Husserl

15 Edmund Husserl, Zur Phänomenologie der Intersubjektivität. Texte aus dem Nachlass. Zweiter Teil: 1921- 1928, Kern, Iso (Ed.), Den Haag, Martinus Nijhoff, 1973, p. 380.

16 Edmund Husserl, “Valor de la vida. Valor del mundo. Moralidad (virtud) y felicidad (febrero de 1923)”, cit., p. 818.

17 Ibídem, p. 814.

18 Para una aproximación a este tema cf.: Cabrera, Celia, “Acerca de la normatividad del amor y el alcance uni - versal del amor al prójimo en Husserl”, en: Ideas y valores, 68 (169)(2019) 109-132; Mariano Crespo, “El amor como motivo ético en la fenomenología de Edmund Husserl”, en: Anuario Filosófico, 45 (1)(2012) 15-32;Julia Valentina Iribarne, “La antigua y difícil propuesta del amor”, en: Iribarne, Julia Valentina, Edmund Husserl. La fenomenología como monadología, Buenos Aires, Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, 2002, pp. 173-181;Rubén Sánchez Muñoz, “Ética y amor en la fenomenología de Husserl”, en: Sánchez Muñoz, Rubén y Menassé Temple, Adriana (Eds.), Perspectivas éticas, México DF, Tirant Humanidades, 2018, pp. 89-106.

19 Edmund Husserl, Grenzprobleme der Phänomenologie: Texte aus dem Nachlass (1908-1937), cit., p. 467.

20 Ibídem.

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explica que en el amor no se trata de vivir uno al lado del otro (nebeneinander), ni uno con el otro (miteinander), sino uno en el otro (ineinander).21 Para entender bien estas afirmaciones es menester aclarar que el amor implica una relación personal con un tú. Esto no significa que no se pueda amar sino a una sola persona, más bien quiere decir que el amor empieza con una relación personal. La unidad no elide las diferencias; por ende, las conciencias no corren el riesgo de colisionar una sobre otra, sino que componen una armonía volitiva intencional y una sincronía vivencial que Husserl llamará “unión-dual” (Zweieinigkeit).22 En el texto que estamos analizando el filósofo expresa así esta intuición:

Lo que tú deseas, lo deseo yo, a lo que tú aspiras, también aspiro yo, lo que tú quieres, lo quiero también yo, en tu sufrir sufro yo y tú sufres en el mío, en tu ale- gría encuentro mi alegría, etc. Aquí no hay ninguna lucha, sino que hay unidad, no por concesión sino por una identificación habitual de la subjetividad afectiva y volitiva, en la que se desarrolla una unidad peculiar. 23

Con ello, además, se evita el problema de pensar el amor como algo abstracto y universal: en efecto, Husserl propone una dinámica relacional concreta. No obstante, a partir de dicha relación concreta, el fenómeno del amor se universaliza y puede abarcar potencialmente a toda la humanidad. El amor a ese prójimo que es mi tú se vuelve punto de partida para el amor hacia el tercero, esto es, en última instancia, la humanidad.

Nos parece importante añadir una acotación ulterior. Estar entregado al otro, vivir en su ser, no quiere decir aprobar, valorar y colaborar con todos los actos prácticos y teóricos del otro, sino más bien promocionar su “yo ideal”. En tal sentido afirma Husserl:

El yo más “alto” que no vive en el mundo para adquirir y gozar, no es en absoluto sujeto para el poseer y para la riqueza, sino que es el sujeto del amor, el yo que está llamado, que es vigilante para el amor y llamado a ejercitar la actividad-del-amor. 24

En relación con lo dicho, cabe resaltar que la tarea requerida en el amor es la de comprometerse con la realización del “yo más alto” del otro, esto es, su horizonte de vida en coherencia con un ideal ético racional escogido por el otro. En otras palabras, en el amor, el amante lleva en sí la vocación del amado y busca promocionarla. Este es el punto de partida del amor a una comunidad de personas que se extiende a toda la humanidad. La entrega al otro se vuelve el fundamento del cuidado hacia él. En efecto, para

Husserl, cuidar del otro significa atender sus necesidades, tanto vitales como espirituales, manteniendo la propia unicidad y autenticidad. Podríamos afirmar que, si la entrega de

21 Edmund Husserl, Zur Phänomenologie der Intersubjektivität. Texte aus dem Nachlass. Zweiter Teil: 1921- 1928, cit., p. 174.

22 Edmund Husserl, Grenzprobleme der Phänomenologie: Texte aus dem Nachlass (1908-1937), cit., p. 469.

23 Edmund Husserl, “Valor de la vida. Valor del mundo. Moralidad (virtud) y felicidad (febrero de 1923)”, cit., p. 797.

24 Edmund Husserl, Grenzprobleme der Phänomenologie: Texte aus dem Nachlass (1908-1937), cit., p. 469 (traducción propia).

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sí al otro es, por así decirlo, el “negativo” del amor, el “cuidado” es la otra cara, la positiva, de la misma moneda. El filósofo afirma que se trata de verdadera unidad y de verdadera distinción. Es más: cada uno se vuelve más sí mismo en la medida en la cual cuida del otro. En el amor para con el otro, pues, actúo

como servicio a él, no ejecutando su voluntad como servidor, pero tampoco actúo a partir de mi propia necesidad vital ulterior, sino a partir de la suya; ésta es toma- da en la mía, como, en general, en todo auténtico cuidado. Ella exige en cuanto auténtica un constante estar-hundido-en-el-otro, el olvido-de-sí-en-su-vida y así, en esta “coincidencia”, el vivir-sus-exigencias-vitales en la empatía. 25

Aquí el filósofo llega a la descripción de un punto apical de la experiencia social. El recorrido ético que hemos tratado de poner de relieve a partir de un texto de Husserl nos ha llevado a fundamentar la ética en la axiología; ella en el valor de los valores, esto es, el amor; y el amor, a su vez, en la entrega y en el cuidado del otro. A partir del amor concreto hacia un prójimo, se asiste a un autotraspasamiento del amante que ama ahora a toda la humanidad, pues el “amor se difunde por sí mismo”. Aquí se encuentra, pues, el lugar de la verdadera dicha, es decir, «la alegría por el triunfo de lo mejor que uno se propone, y el éxito de lo mejor […] para todos los seres humanos».26 Sin embargo, nadie puede ser feliz solo, pues «la propia dicha no basta donde los demás seres humanos no tienen la dicha ante el bien». 27

5. Conclusión

La coyuntura histórica dictada por la pandemia ha puesto de manifiesto lo inelu- dible de las decisiones éticas, porque ha puesto en jaque la forma de relacionarse. El grito de dolor y el sufrimiento de los cuerpos de muchos hombres y mujeres, han obligado a un replanteamiento de las metas e ideales éticos de cada uno. En efecto, frente al dolor, surge siempre y nuevamente la pregunta por el sentido de la vida. Sin embargo, hay si- tuaciones de dolor que exceden todo tipo de explicación, en las cuales si, por una parte, la racionalidad resulta insuficiente para sujetar lo que no se puede captar, por otra, ella es interpelada para reconfigurar y renovar el sentido de una elección ética de vida. Sin lugar a duda, frente al dolor, es posible fingir que nada pasó y delegar el propio pensamiento a otros. Sin embargo, si se quiere vivir auténticamente, es decir, coherentemente –racional- mente, diría Husserl– o, vale decir, vivir libre y responsablemente, entonces es menester tomar una decisión para con los demás.

La pandemia, en efecto, ha impulsado, dentro de la irracionalidad indescifrable del dolor, un avance teleológico de la humanidad. Es porque hay héroes que todos los días luchan por la fidelidad a valores y metas –que son matices del valor de los valores:

25 Ibídem, p. 468.

26 Edmund Husserl, “Valor de la vida. Valor del mundo. Moralidad (virtud) y felicidad (febrero de 1923)”, cit., p. 819.

27 Ibídem.

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el amor por la humanidad–que es posible entrever modelos éticos para una humanidad renovada. Estas mujeres y estos hombres son los que deciden no rechazar lo irracional en el mundo, sino hallarse en él y seguir amándolo porque el mundo «contiene y hace posible mucho digno de ser amado». 28

Si la humanidad aprenderá algo, si no ha fracasado en el medio de la tormenta de un dolor demasiado grande para ser explicado, es porque hay seres humanos que de una manera u otra repiten en sus actos y pensamientos lo que Husserl escribió hace ya un siglo:

Yo puedo ser plenamente dichoso sólo si puede serlo la humanidad como un todo, y ella puede serlo sólo en este sentido. Valor de la vida es la vida en todas las circunstancias, ya como ética […] valor de la vida sólo lo es, rectamente, si yo, el que actúa, veo un horizonte abierto de vínculos sociales amorosos y comunidad de trabajo, en el que todos, en promedio, avanzamos y podemos ayudarnos en el enaltecimiento de la existencia. Eso ya es más y da a la vida un valor más alto. 29

Referencias bibliográficas

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28 Ibídem, p. 818.

29 Ibídem, p. 820.

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