Enfoques sobre un fenómeno con-
trovertido: el populismo y su rela-
ción con la democracia liberal, desde
Gino Germani hasta Cas Mudde y
Rovira Kaltwasser
Approaches on a controversial phe-
nomenon: populism and its relations-
hip with liberal democracy, from
Gino Germani to Cas Mudde and Ro-
vira Kaltwasser
Franco Pablo Della Vella*
STUDIA POLITICÆ Número 61 primavera-verano 2024 pág. 56–79
Recibido: 29/03/2023 | Aceptado: 18/09/2023
Publicada por la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales
de la Universidad Católica de Córdoba, Córdoba, República Argentina.
* Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP), Argentina,
Mar del Plata. Escuela de Política y Gobierno, Universidad Nacional de San Martín (UN-
SAM), Argentina, San Martín. https://orcid.org/0009-0001-7348-6545 dellavellafranco@
hotmail.com
http://dx.doi.org/10.22529/sp.2024.61.03
Resumen
Dentro del campo de las ciencias sociales, el populismo es un concepto am-
biguo y ha sido caracterizado como polisémico. Existen distintos elementos
que coadyuvan a su complejidad y siembran la necesidad de aproximarse
FRANCO PABLO DELLA VELLA 57
a un análisis pormenorizado de dicho concepto: el “humo verbal” que lo
rodea, como dice Arditi (2010); el deslizamiento de estrategia política/li-
derazgo cuestionador del statu quo a régimen político de gobierno, como
menciona Peruzzotti (2017) y su surgimiento en sociedades modernas e
industriales, en contraposición al pensamiento de Germani (1962). Con
pretensiones esclarecedoras, la propuesta de este artículo busca transitar el
camino de las principales producciones teóricas en torno a la temática. El
objetivo del texto es realizar una revisión de los aportes teóricos más im-
portantes acerca del fenómeno populista, haciendo hincapié en la relación
populismo-democracia liberal. Para cumplir con dicho objetivo se trabaja-
rán cuatro enfoques: la perspectiva en clave del proceso de modernización
social de Gino Germani (1962) y Germani y Torcuato Di Tella (1973), la
perspectiva histórica-estructural de Carlos de la Torre y Peruzzotti (2008),
la perspectiva ideológica-discursiva propuesta por Laclau (1978, 1996,
2005), Mouffe (2019) y María Esperanza Casullo (2014, 2019) y, por úl-
timo, se desarrollará la perspectiva ideacional de Mudde y Rovira (2019)
y Moft (2022). Este último enfoque será tratado con más profundidad, ya
que tiene la particularidad de combinar aspectos ideológicos, discursivos e
institucionales. Mencionada perspectiva ha sido construida por la ciencia
política contemporánea a partir de aportes previos de dicha disciplina, de la
sociología y de la sociología política. La estrategia metodológica utilizada
para cumplir con las metas propuestas será la revisión bibliográca.
Palabras clave: populismo - democracia - teoría – enfoques
Abstract
Within the eld of social sciences, populism is an ambiguous concept and
has been characterized as polysemic. There are different elements that con-
tribute to its complexity and sow the need to approach a detailed analysis of
it: the “verbal smoke” that surrounds it, as Arditi (2010) says, the slippage
of political strategy/questioning leadership from the status quo to a political
regime of government as mentioned by Peruzzotti (2017) and its emergence
in modern and industrial societies, in contrast to the thought of Germani
(1962). With enlightening claims, the proposal of this article seeks to follow
the path of the main theoretical productions on the subject. The objective
of the text is to carry out a review of the most important theoretical contri-
butions about the populist phenomenon, emphasizing the populism-liberal
democracy relationship. To meet this objective, four approaches will be
worked on: the key perspective of the social modernization process of Gino
Germani (1962) and Germani and Torcuato Di Tella (1973), the histori-
cal-structural perspective of Carlos de la Torre and Peruzzotti (2008), the
ideological-discursive perspective proposed by Laclau (1978, 1996, 2005),
Mouffe (2019) and María Esperanza Casullo (2014, 2019) and, nally, the
ideational perspective of Mudde and Rovira (2019) and Moft (2022). This
last approach will be treated in more depth since it has the particularity of
combining ideological, discursive and institutional aspects. It has been built
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by contemporary political science from previous contributions of that disci-
pline, sociology and political sociology. The methodological strategy used
to meet the proposed goals will be the bibliographic review.
Keywords: populism - democracy - theory - approaches
Introducción
La relación entre el populismo y la democratización ha sido una temá-
tica central en los debates académicos. Estos se vieron potenciados
por la polisemia y la falta de consenso sobre ambos términos y por la
reaparición constante del populismo. En la mayoría de los casos, los debates
giraron en torno a sus orígenes, a su peligrosidad o benevolencia para los
regímenes políticos y a sus distintas acepciones –de izquierda o de derecha–.
Para autores como Di Tella (1966), el populismo solía ser de izquierda en
América Latina y exclusivamente de derecha en Europa. Sin embargo, la
experiencia ha demostrado que hoy en día esto no es estrictamente así. Por un
lado, aparecieron distintos liderazgos, partidos o coaliciones y movimientos
populistas de izquierda en Europa. Por otro, según Casullo (2019), se inaugu-
ró un periodo de auge regional de populismos de derecha a partir del declive
del movimiento de Evo Morales en Bolivia, el liderazgo de Cristina Fernán-
dez de Kirchner en Argentina, Rafael Correa en Ecuador y el fallecimiento
de Hugo Chávez en Venezuela. El triunfo en la presidencia de Donald Trump
en Estados Unidos en 2016, de Jair Bolsonaro en Brasil en 2018, la aparición
de José Antonio Kast en Chile o el candidato a la presidencia de Colom-
bia en 2022, Rodolfo Hernández, rearmaron esta tendencia. Alejándose del
postulado histórico de Fukuyama (1992), el nuevo siglo comenzó con una
ola populista de izquierda seguida de otra de derecha. Estos acontecimientos
llevaron el fenómeno al centro del debate académico y político contemporá-
neo. Distintos autores han abordado la temática y expresado la necesidad de
acercarse a una explicación de lo ocurrido.
Con el n de arrojar luz en torno a ella, en este artículo nos proponemos
revisar la literatura más importante acerca del fenómeno populista, haciendo
foco en la relación con la democracia liberal. Esta revisión se encuentra es-
tructurada de la siguiente manera. Primero, veremos la perspectiva en clave
del proceso de modernización tributaria del funcionalismo de Gino Germani
(1962) y Germani y Torcuato S. Di Tella (1973). Segundo, trabajaremos los
aportes de De la Torre y Peruzzotti (2008), quienes construyeron una hipó-
tesis que guardan estrecha relación con la obra de Germani (1962). Tercero,
nos referiremos a la interpretación ideológica-discursiva del fenómeno to-
FRANCO PABLO DELLA VELLA 59
mando distintas obras de Laclau (1978, 1996, 2005), Chantal Mouffe (2019)
y María Esperanza Casullo (2014, 2019). A diferencia de los enfoques ante-
riores, este fenómeno no se asocia a un determinado estadio del desarrollo la-
tinoamericano, ni a la relación que se establece entre el Estado y la sociedad,
sino que surge ligado a dos tipos de crisis: a la crisis del discurso dominante
o a la incapacidad del sistema para neutralizar a los sectores dominados1. En
cuarto lugar, revisaremos y profundizaremos en las teorizaciones de Cas Mu-
dde y Cristóbal Rovira Kaltwasser (2019), quienes se encuentran ubicados
dentro del mainstream de la ciencia política contemporánea. Mencionados
autores desarrollaron un enfoque denominado ideacional y sostienen que el
populismo es una ideología delgada que, por su amplia exibilidad, permite
usar diversas ideologías huésped o densas de las que suele nutrir y articular
parte de sus propuestas. Finalizaremos el artículo presentando nuestras con-
clusiones.
Esta selección no implica desconocer importantes contribuciones, tales como
las de Francisco Panizza (2008), Benjamín Arditi (2004), Emilio de Ípola
(1991), Octavio Ianni (1973) y Weyland et al. (2004), entre otros. Si bien
estos autores no serán tratados en profundidad en el presente trabajo, sus
conceptualizaciones se harán presentes dentro de las discusiones que otros
investigadores han mantenido con ellos. A continuación, empezaremos a de-
linear este controvertido fenómeno.
1. Perspectiva en clave del proceso de modernización social
Los estudios sobre el populismo de Gino Germani (1962) y Germani y Tor-
cuato S. Di Tella (1973) han sido pioneros en el análisis de dicha temática y
fueron construidos a partir de un ejercicio comparativo con la experiencia
europea. Estos autores, desde una línea de interpretación en clave del proceso
de modernización, tributaria del funcionalismo, conciben el populismo como
una forma de dominación autoritaria que incorpora a los excluidos de la polí-
tica, sensible de aparecer en los países subdesarrollados en la transición desde
la sociedad tradicional a la modernidad. Esta forma peculiar de dominación
es propicia a surgir debido a la asincronía que se produce en dicha transición.
La asincronía es denida por estos autores como la coexistencia en una misma
etapa de elementos pertenecientes a los dos polos de la sociedad tradicional y
la industrial. Según Laclau (1978), quien admite que el aparato conceptual de
1 Laclau (1978) lo denomina crisis del transformismo.
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Germani era el más desarrollado hasta ese entonces, la asincronía puede ser
tanto geográca, como institucional, social o motivacional.
Para Germani (1962) y Germani y Di Tella (1973), dos conceptos a destacar
en el análisis del populismo son los de movilización e integración.
La movilización social constituye un proceso complejo que implica la des-
integración de la estructura preexistente, algún tipo de respuesta o reacción
a ella, la disponibilidad de personas hacia nuevas formas de comportamien-
to, la representación dramática de dicha disponibilidad, y nalmente, la re-
integración a la sociedad. Puede ser percibida como el cambio en la natura-
leza y en el alcance de la participación, denida como el conjunto de roles
que un individuo desempeña en virtud del estatus en el cual se encuentra
ubicado en la sociedad. Estos roles incluyen no solo aquellos correspon-
dientes a las posiciones estructurales en varias instituciones y grupos, sino
también aquellos que denen el acceso del individuo al consumo de bienes
y servicios, al ejercicio de derechos y al cumplimiento de obligaciones.
(Germani, 2003, p. 44)
En otras palabras, el concepto reere al proceso por el cual grupos anterior-
mente pasivos comienzan a intervenir en la vida nacional.
El segundo concepto se encuentra asociado a la noción de movilización que
no se lleva a cabo a través de los canales políticos-institucionales vigentes:
La sociología política de Germani puede resumirse como la exploración de
las relaciones recursivas entre tres dimensiones fundamentales de los pro-
cesos sociales a) las transformaciones en la estructura social; b) las formas
de movilización resultantes de tales transformaciones y c) los modos de in-
tegración y/o dislocación de esos actores movilizados en/sobre el régimen
político de gobierno. (Pérez, 2017, p. 269)
Como mencionábamos, en su trabajo, Germani (1962) está pensando en la
transición de sociedades autocráticas y oligárquicas a formas más modernas
e industriales. Lo que le interesa destacar es que la poca o nula existencia de
instancias participativas que ofrece la sociedad tradicional/oligárquica favo-
rece la aparición de movimientos populares que, justamente, no se integran
en el modelo democrático liberal, sino que adoptan expresiones populistas
(que él llama nacional-populares). La aberración de este fenómeno, en sus
palabras, reere a la imposibilidad de que esa movilización se verique a
través de la integración en la estructura política-institucional.
FRANCO PABLO DELLA VELLA 61
En el caso europeo, dicho proceso se caracterizó masivamente por una movi-
lización que adoptó, sin graves sobresaltos, la gura de la integración. Casos
como el inglés resultan ilustrativos al respecto: en ese país, la progresiva
incorporación de las masas a la vida nacional fue acompañada por la emer-
gencia de una multiplicidad de mecanismos de integración (los sindicatos,
las escuelas, los partidos políticos, etc.) capaces, por un lado, de absorber
las demandas de los grupos movilizados y, por otro, de ofrecer a esos gru-
pos canales efectivos de expresión social, política y cultural. Para Germani
(1962) y Germani y Di Tella (1973), no ocurrió lo mismo en las sociedades
de América Latina.
A partir de este conjunto de fenómenos políticos, sociales y culturales, Ger-
mani (1962) desarrolla su explicación del origen y consolidación del popu-
lismo latinoamericano bajo las siguientes pautas: la rápida y masiva incor-
poración de amplios sectores populares a la vida política nacional desbordó
los canales institucionales de absorción y participación vigentes, por lo que
la integración de las masas según el canon europeo del siglo XIX resultó
carente de viabilidad. Al mismo tiempo, diferentes élites políticas, surgidas
al calor del nuevo momento histórico, dispusieron de la posibilidad y de los
medios para manipular a las masas en proceso de movilización con arreglo a
sus propios objetivos.
Como indica Reveco (2019), en la concepción de Germani se aprecia la tesis
del carácter heterónomo de los movimientos populistas: tanto en su ideo-
logía, como en sus formas organizativas y en sus metas políticas, dichos
movimientos no son el producto de la constitución autónoma de las masas
en sujetos políticos, sino que conllevan la subordinación de estas últimas a la
élite y, por lo general, al líder carismático. En efecto, el populismo no sería
otra cosa que una forma especíca de expresión política de las masas popu-
lares en situaciones en las que estas no han podido desarrollar una ideología
y una organización autónoma de clase.
Para Pérez (2017), la experiencia del fascismo instala en Germani la noción
de que la “cción liberal” del contrato no era suciente para poder lograr una
integración social que resulte legítima en las sociedades de masas. Si se bus-
caba consolidar regímenes democráticos en las sociedades industriales de la
segunda posguerra, más allá del adecuado funcionamiento de los entramados
representativos, era fundamental la construcción de un Estado que realmente
sea democrático. Con esta idea, Germani estaba pensando en el socialismo
democrático como una opción a seguir.
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Di Tella (1973) agrega a la explicación de Germani lo que denomina efecto
de deslumbramiento. A diferencia de lo que ocurrió en los países europeos,
el mundo subdesarrollado latinoamericano constituye la periferia de un des-
lumbrante centro “avanzado, sosticado y rico” que produce un efecto de
demostración tanto en los intelectuales como en la masa de la población.
En esta lógica, los medios masivos de comunicación elevan los niveles de
aspiración y, al levantarse un poco la “tapa” de la sociedad tradicional, surge
una presión social que busca salidas imprevisibles. Como la modernización
suele ser enérgica y rápida, los movimientos sociales son repentinos y exce-
sivos para un sistema económico atrasado incapaz de satisfacer las nuevas
demandas. Las masas que escapan de la sociedad tradicional en América
Latina no cristalizan en movimientos políticos liberales u obreros, como en
Europa, sino que son atraídas por liderazgos carismáticos y demagógicos de
corte populista.
2. Perspectiva histórica-estructural
Carlos de la Torre y Peruzzotti (2008) parten desde una perspectiva históri-
ca-estructural y sostienen que la reaparición constante de discursos y pro-
yectos políticos populistas en el escenario latinoamericano indica que el fe-
nómeno, lejos de estar circunscripto a una etapa en particular del desarrollo
político y económico de América Latina, representa un aspecto recurrente de
la vida política. Por otro lado, De la Torre (2001) dene el populismo como
una estrategia política y un estilo de hacer política que radicaliza las contra-
dicciones sociales entre la élite y “los de abajo”. Menciona que el populismo
emerge constantemente por el tipo de relación entre los Estados y la sociedad
en la región. Los Estados latinoamericanos han buscado regular la economía
y la sociedad, transformando los estigmas en fuentes de dignidad, buscando
generar identidades colectivas a través de actos masivos y discursos mani-
queos, presentando a los líderes populistas como la encarnación de los verda-
deros valores populares y el acto electoral como un momento de redención.
La hipótesis del autor arma lo siguiente:
El atractivo del populismo debe explicarse por la continua marginaliza-
ción y exclusión socioeconómica de la mayoría de la población y por la
forma especíca en la que fueron incorporados los sectores populares a
la política. La gente común fue incorporada a la comunidad nacional, en
Latinoamérica, a través de derechos ciudadanos que si bien existen en la
FRANCO PABLO DELLA VELLA 63
legislación no siempre informan las prácticas cotidianas y, sobre todo,
por la movilización y apelación discursiva al pueblo. (De la Torre, 2001,
p. 176)
Aunque De la Torre está mirando más el dispositivo institucional y no tanto
la estructura social y la constitución de las clases, esta hipótesis va en clara
sintonía con el análisis previo sobre el populismo de Germani (1962). En este
sentido, siguiendo a De la Torre (2001), los liderazgos populistas presentan
caracteres delegativos centralizados en la gura del líder y un uso excesivo
de la movilización de masas (ocupación de calles, plazas, etc.), sumado a in-
tervenciones en sectores emblemáticos de los regímenes liberales democráti-
cos, tales como los medios de comunicación, la administración de justicia o
el parlamento, atentando contra el pluralismo político y social.
Peruzzotti (2017) argumenta que la presente difusión del populismo se debe
al corolario de la tercera ola democratizante2 que expandió geográcamente
los regímenes liberales democráticos y al creciente desplazamiento del popu-
lismo como movimiento o liderazgo cuestionador del statu quo a fenómeno
gubernamental. “Tal vez convendría quedarse con la metáfora del espectro
o generalizar la variante del populismo como síntoma para así describirlo
simplemente como una periferia interna o tierra extranjera interior, sea de la
democracia o de la política moderna, en general” (Arditi, 2010, p. 158). Ar-
diti (2010) plantea la idea del populismo como “síntoma” de la democracia,
en la medida en que constituye un elemento interno del sistema democrático
que revela sus límites, ya que impide su cierre en la supuesta normalidad
de los procedimientos institucionales. Para desarrollar esa noción, parte de
la descripción del síntoma de Freud, quien lo concibe como una formación
sustitutiva que ocupa el lugar de una satisfacción frustrada o de algo que se
añora o hace falta.
En esta línea, Peruzzotti (2017) considera que el populismo, bajo una lógica
de tensión constante, se posiciona como el principal crítico a las limitaciones
que exhiben las democracias liberales representativas, basándose en una crí-
tica política fundamentada en una teoría democrática en la que el populismo
2 Según Samuel Huntington (1991), la tercera ola democratizante fue el tránsito de regíme-
nes autoritarios a regímenes democráticos. Comenzó con la destitución del dictador Mar-
cello Caetano en 1974 en Portugal y luego se expandió por el resto del continente europeo
(sobre todo el sur) y americano. La primera ola la sitúa al comienzo del siglo XIX y la
segunda, post II Guerra Mundial.
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sería una expresión paradigmática de una política democrática radical, una
apuesta por una forma simplicada de democracia. De esta manera, por so-
bre las dinámicas representativas y de mediación de los regímenes liberales
democráticos, el populismo opone la identicación directa y no institucio-
nalizada entre un líder y un pueblo movilizado. Peruzzotti (2017) incorpora
la noción de populismo como “hibridador” de los sistemas institucionales y
lo analiza desde la perspectiva del ejercicio gubernamental, en una crítica
directa a la perspectiva discursiva-ideológica sobre el populismo de Ernesto
Laclau (2005). Según Peruzzotti (2017), la llegada del populismo al gobierno
en contextos democratizados puede poner en marcha un patrón especíco
de cambio institucional que tiene como horizonte un ideal simplicado de
democracia directa, iniciando un proceso de hibridación de la democracia
liberal que puede derivar en la instauración de un régimen autoritario. En esa
lógica, la presencia de un populismo fundacional en el gobierno puede abrir
la puerta para transformar signicativamente la institucionalidad vigente al
desarticular engranajes centrales de los regímenes liberales democráticos.
Asimismo, aclara que el término “populismo en el gobierno” se reere a
determinada concepción especíca del ejercicio gubernamental, que puede
o no ser adoptada por actores que, para acceder al poder, recurrieron a estra-
tegias populistas.
3. Perspectiva discursiva
Autores clásicos con una gran inuencia sobre el tema y partidarios del po-
pulismo de izquierda, como Laclau (1978, 1996, 2005) y Mouffe (2018),
intentan rescatar al populismo de la situación de ambigüedad y marginalidad
conceptual en el que se encontraba por ser considerado un fenómeno irracio-
nal o producto subóptimo de la democracia. Para ellos, el punto de partida
de una experiencia populista es la existencia de una crisis de representación
que abra la posibilidad de que se agrupen discursivamente bajo signicantes
vacíos una serie de demandas insatisfechas y fragmentadas, dando origen a
una cadena equivalencial capaz de aglutinar a vastos sectores sociales en la
forma de pueblo. Mediante la articulación de esa serie de demandas particu-
lares, no se perderían las especicidades de cada grupo o sector social, sino
que formarían un conjunto sintético caracterizado por la abstracción y su
lógica antagónica. Para estos autores, el populismo da cuenta de lo que sería
la operación más paradigmática de la política democrática: la construcción
de un pueblo a través de una estrategia discursiva de articulación política,
sobre la base de la frontera pueblo-bloque de poder. Por este motivo creen
FRANCO PABLO DELLA VELLA 65
que, revirtiendo el argumento clásico, el populismo expresa el elemento de-
mocrático de los sistemas representativos.
Ahora bien, Laclau (1996) no enfoca tanto su crítica en la democracia liberal,
sino más bien en el Estado burocrático de bienestar3 y su gestión diferenciada
y administrada de las demandas.
Toda la teoría política del torismo inglés estaba basada en la creación de
una sola nación mediante la absorción individual de las demandas, impi-
diendo que se crearan cadenas equivalenciales que dividieran a la sociedad
en dos campos. Toda esta ideología después pasa a la idea del Estado de
Bienestar: absorber demandas para que no haya puntos de ruptura en la
sociedad. Era el reemplazo de la política por la administración. (Laclau,
2008, p. 1)
Respecto de estas últimas, en una de sus obras más destacadas, Laclau (2005)
diferencia las demandas democráticas de las demandas populares. Estas son
una pluralidad de demandas insatisfechas que, a través de su articulación
equivalencial, constituyen una subjetividad popular más amplia. Por ejemplo,
explica, la falta de solución a un problema habitacional por determinado tiem-
po podría generar que la gente comience a observar que los vecinos también
tienen otras demandas igualmente insatisfechas, como problemas relaciona-
dos con el sistema educativo, el acceso al agua o la salud. Ante la acumulación
de demandas insatisfechas y la incapacidad del sistema institucional para ab-
sorberlas de una forma diferencial, se logra establecer la relación equivalen-
cial. Por otro lado, las demandas democráticas son aquellas que, satisfechas o
no, permanecen aisladas (independientemente del contenido que tengan) y no
permiten la constitución del “pueblo” como actor histórico potencial.
Sin embargo, Laclau (1996) establece una relación interesante con la demo-
cracia liberal representativa que gira alrededor del concepto de representa-
ción: “La representación es el proceso por el cual alguien (el representante)
3 Según Acuña, Bazán y Melón (2002), el estado de bienestar es un complejo sistema de
mediación institucional que contribuye al crecimiento económico mediante la promoción
de la demanda agregada, garantizando la reproducción social y la sustitución “solidaria” de
activos y pasivos, y que media en los conictos de intereses entre clases y grupos sociales.
Desde una perspectiva práctica, para estos autores, este tipo de Estado “anularía” la incom-
patibilidad entre justicia social y acumulación de capital, iniciativa pública y privada, e
incluso entre liberales y socialistas. Su inspiración se basó en la legislación social prusiana
de Bismark, la teoría del bienestar de los economistas V. Pareto y A. Pigou, la obra del eco-
nomista inglés J. M. Keynes y la doctrina social de la Iglesia católica.
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sustituye, y al mismo tiempo, encarna al representado” (p. 12). Según Al-
mirón Giménez (2021), Laclau se postula en contra de la existencia de una
voluntad popular previamente constituida y considera que esta surge en el
proceso de representación. Laclau (1996) otorga preeminencia al papel del
representante en la constitución de la voluntad de los representados porque
es él quien transforma sus identidades y las amplía en el proceso de repre-
sentación. En resumen, el ejercicio de la representación no supone un inte-
rés previamente constituido, sino que contribuye a su conformación, lo cual
abona la idea laclauniana de la constitución discursiva de las identidades
políticas, sobre todo las populares.
Continuando con la perspectiva discursiva, María Esperanza Casullo (2014,
2019) nos brinda conceptos y categorías centrales para comprender el po-
pulismo a partir de su narrativa mitológica incorporando una denición cla-
ra del populismo de derecha y diferenciándolo del populismo de izquierda.
Ahora bien, si partimos de la idea de que un mito es una forma de estructurar
un modelo de pensamiento y una forma de entender la realidad, este enfoque
guarda una cierta familiaridad con el enfoque ideacional de Mudde y Rovira
(2019) que desarrollaremos en el apartado siguiente. En Casullo (2019) tam-
bién hay coincidencias con Germani (1962) y los análisis que de él hace Pé-
rez (2017) respecto de la idea populista germaniana en cuanto a la resolución
de transiciones sin rupturas institucionales graves. Según Casullo (2019),
la ecacia del populismo se debe a que ofrece una forma convincente de
explicar el mundo reejando las preocupaciones y los miedos de los ciuda-
danos, proponiéndoles una salida concreta dentro del sistema político. Para
Germani (1962), esta salida concreta sería el sometimiento a un liderazgo
paternal y carismático dentro del sistema político, pero alejado del modelo
liberal democrático europeo y sus diferentes formas integrativas, como las
mencionadas en el primer apartado.
Según Casullo (2019), el populismo es considerado una estrategia políti-
ca-discursiva en base a un liderazgo carismático y a un discurso mítico no
programático. En el mito populista, la cuestión emocional es abierta, cons-
tante y recurrente, a la vez que no encorseta las lealtades de los grupos según
características objetivas (como podría ser un obrero industrial-clase), sino
que se construye a partir de la narrativa discursiva. En este sentido, la autora
establece que:
Un mito populista debe lograr tres objetivos básicos: explicar quién forma
parte del pueblo; explicar quién es el villano que le ha hecho daño a ese
nosotros, y justicar por qué el pueblo necesita de ese líder para reparar el
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daño sufrido, encarar la lucha épica y lograr nalmente su redención histó-
rica. (Casullo, 2019, p. 67)
Dentro de este esquema descrito por la autora, podemos encontrar la tríada
que caracteriza al fenómeno populista: líder-pueblo-movilización antagonis-
ta. La naturaleza del villano, que sufriría la movilización antagonista, es un
reejo en espejo respecto del héroe, en cuanto ambos tienen una estructura
dual. El héroe populista se dene a partir de la dupla pueblo-líder y el villa-
no populista está constituido por la dupla enemigo externo-traidor interno.
Como menciona Panizza (2005), “la operación discursiva del populismo se
basa en un manejo tenso, constante y estratégico del acto de nombrar” (p. 3).
Otro aspecto que consideramos fundamental destacar dentro de esta dinámi-
ca del mito populista es la noción de frontera móvil de la narrativa, que per-
mite renovar al enemigo externo y al traidor interno e incluir nuevos grupos
al nosotros. A esta idea, Aboy Carlés (2016) la denomina regeneracionismo.
Según este autor, los populismos tienen un mecanismo de funcionamiento
especíco en el que la denición del demos legítimo y su promesa funda-
cional son objeto de redeniciones que permiten sostener el funcionamiento
de dos lógicas contrapuestas dirigidas a la ruptura y la conciliación social.
La particularidad del fenómeno, justamente, radica en esta relación pendu-
lar que se establece entre los rasgos fundacionalistas y hegemonistas. Los
primeros pretenden jar una frontera entre un pasado repudiado y un futuro
venturoso; en cambio, la dimensión hegemonista pretende la representación
del pueblo en su conjunto como un colectivo del que el antagonismo fue ex-
pulsado, “esta es la paradoja del populismo: en los mismos mecanismos que
erosionan la estabilidad del demos se encuentran los efectos que atenúan sus
consecuencias más adversas para la democracia” (Aboy Carlés, 2016, p. 24).
4. El enfoque ideacional
Mudde y Rovira (2019) parten de un enfoque ideacional análogo a la acep-
ción weberiana de tipo ideal4. En este sentido, el uso de tipos ideales hace
posible comprender fenómenos sociales o históricos a través de la contras-
tación entre el tipo ideal y el fenómeno concreto. Dentro de los tipos ideales
4 Según Weber (1978), un tipo ideal es un concepto o representación mental (denido por
la teoría) que, asumiendo el carácter multicausal de la realidad histórica, propone una “re-
lación de valor” que permite seleccionar y jerarquizar procesos y variables partiendo de
conceptos ofrecidos por el nivel de desarrollo de la teoría.
68 STUDIA POLITICÆ Nº 61 primavera-verano 2024
propuestos por dicho autor, el utilizado en este trabajo es el de tipo histórico:
el investigador elige, en el conjunto histórico, cierto número de rasgos para
constituir un todo inteligible. La reconstrucción es una entre otras posibles, y
no toda la realidad se incorpora a su imagen mental.
Según Moft (2022), la perspectiva ideacional del fenómeno populista dentro
del cual se mueven Mudde y Rovira (2019) es, posiblemente, la más difundi-
da en la literatura académica contemporánea. “Este enfoque concibe al popu-
lismo como una ideología, un conjunto de ideas o una cosmovisión” (Moft,
2022, p. 30). Según Mudde y Rovira (2019), el populismo es una ideología
delgada que considera que la sociedad se encuentra separada en dos campos
homogéneos y antagónicos, el pueblo puro y la élite corrupta, y sostiene
que la política debe ser la expresión de la voluntad general del pueblo. Estos
autores distinguen entre ideologías delgadas –como el populismo– y densas
(o huéspedes). Las primeras, en clave de cosmovisión, no tienen mucho más
que un núcleo restringido adosado a una variedad más reducida de conceptos
políticos, como menciona Moft (2022), y, por ende, son limitadas respecto
de sus ambiciones y alcance ideacionales, mientras que las segundas ofrecen
un amplio menú de soluciones para los problemas sociopolíticos más impor-
tantes y forman “una conguración de amplio alcance que atribuye signi-
cados despolemizados a una variedad de conceptos políticos que se denen
mutuamente” (Freeden, 2003, p. 96). Esta combinación de ideologías es la
que crea la interpretación especíca del pueblo y la élite.
Para Freeden (2003), el populismo, precisamente, no es una ideología densa,
como sí lo son el liberalismo y el socialismo, sino que pertenece a la familia
de las ideologías delgadas como el nacionalismo, el feminismo y las políticas
verdes. El atractivo de este enfoque radica en que permite comprender “la
capacidad del populismo para convivir con otras ideologías más abarcadoras”
(Stanley, 2008, p. 100). Según Mudde y Rovira (2019), el populismo aparece
casi siempre asociado a otros elementos ideológicos que resultan cruciales
para la promoción de proyectos políticos que atraigan al gran público. Esto
signica que el populismo puede adoptar múltiples formas que dependen de
la relación entre los conceptos centrales del populismo y otros conceptos, for-
mando marcos interpretativos que atraerán más o menos a diferentes socie-
dades. Es así como “el populismo debe entenderse como una suerte de mapa
mental gracias al cual los individuos analizan y comprenden la realidad políti-
ca” (Mudde y Rovira, 2019, p. 34). Esta es la denición de mito, justamente.
Para Mudde y Rovira (2019), el populismo tiene tres conceptos que son cen-
trales: el pueblo, la élite y la voluntad general. En este sentido, el pueblo
FRANCO PABLO DELLA VELLA 69
es entendido como una construcción que permite una gran exibilidad que
se suele utilizar en combinación con otras tres deniciones: el pueblo como
soberano, como la gente común y como la nación. La noción de pueblo como
soberano se basa en la idea democrática que dene el pueblo como la fuente
última de poder político y como los mandantes, en palabras de dichos auto-
res. La idea de gente común está referida a un concepto de clase más amplio
que combina el estatus socioeconómico con tradiciones culturales y valores
populares especícos (la denominada plebe5). Hablar de ella suele aludir a
una crítica de la cultura dominante respecto de los juicios, gustos y valores de
los ciudadanos corrientes. Reivindica la dignidad y el reconocimiento de gru-
pos que están siendo excluidos (objetiva o subjetivamente) del poder debido
a su estatus sociocultural y socioeconómico, como en el caso del peronismo
en Argentina. La denición de pueblo como nación se usa para hacer referen-
cia a la comunidad nacional en clave cívica o étnica, como cuando se habla
del pueblo de Brasil, lo que incluiría a todos los nativos de un país en par-
ticular, que en conjunto formarían una comunidad con una vida en común.
En cuanto a la élite, el aspecto central es la moralidad, ya que la distinción se
hace entre el pueblo considerado puro y la élite corrupta. Para estos autores,
la mayoría de los populistas no solo detestan al establishment político, sino
que también critican a la élite económica, cultural y mediática. Todas ellas
son retratadas como un grupo homogéneo corrupto que actúa en contra de
la voluntad general del pueblo. Aunque esta distinción sea moral en esencia,
la élite puede ser identicada por una amplia variedad de criterios. Antes
que nada, es denida sobre la base del poder, incluyendo a la mayoría de las
personas con posiciones de liderazgo, ya sea en la política, la economía, los
medios masivos de comunicación o la cultura. Un elemento esencial dentro
del argumento populista es que el poder real reside en alguno de estos actores
(según sea el caso), y no en los líderes populistas.
Haciendo uso de la noción de voluntad general, los actores y electorados po-
pulistas aluden a una concepción particular de lo político que guarda relación
con la obra de Rousseau (1712-1778). Según su visión, la voluntad general
se reere a la capacidad que tiene el pueblo de unirse en una comunidad y
de legislar para reforzar su interés común. La distinción monista y moral del
populismo entre el pueblo puro y la élite corrupta, mencionan Mudde y Ro-
5 El término “plebe” proviene de la antigua Roma y hacía referencia a los grupos sociales
que no tenían un origen relacionado a las primeras familias que fundaron Roma y se deno-
minaban “patricios”.
70 STUDIA POLITICÆ Nº 61 primavera-verano 2024
vira (2019), refuerza la idea de que existe una voluntad general. Empleando
esta noción, muchos populistas comparten la crítica roussoniana6 al gobierno
representativo.
En las teorizaciones de Mudde y Rovira (2019), el populismo puede ser aso-
ciado con diferentes formas de movilización: liderazgos personalistas (como
el de Perón), movimientos sociales (como el movimiento al socialismo de
Evo Morales) y partidos políticos (como el Frente Nacional francés). Por
movilización “entendemos el compromiso contraído por una amplia plurali-
dad de individuos para sensibilizar sobre un problema en concreto, lo que les
lleva a actuar colectivamente para apoyar su causa” (Mudde y Rovira, 2019,
p. 85). Como mencionan los autores, no existe un prototipo de líder populista
como tal, aunque sí hay algo en común que reúnen todos los líderes: se pre-
sentan como la voz del pueblo (vox populi), como políticos outsiders y como
auténticos representantes de la gente común.
La voz del pueblo es un constructo del líder, muy a menudo reforzado de
forma involuntaria por la retórica antipopulista del establishment. Este cons-
tructo del que hablan Mudde y Rovira (2019) consiste en dos procesos dife-
rentes, pero interrelacionados: la separación de la élite y la conexión con el
pueblo. En cuanto políticos outsiders, se presentan como novatos en política
y ajenos a todo tipo de relación en común con el establishment político, ale-
jándose de su impopularidad y de la incompetencia percibida de los políticos
en general, y reivindicando su autenticidad a la hora de representar al pueblo.
Aunque en ocasiones esto puede ser verdad, la frontera de insider y outsider
es difusa, ya que no siempre es fácil de discernir. La mayoría de las veces, los
líderes populistas suelen ser parte de la élite nacional y pertenecen al mismo
estrato sociodemográco que la élite política, es decir, varones con estudios
superiores, de clase media alta y origen étnico mayoritario.
Para Mudde y Rovira (2019), en tren de denir posibles escenarios institucio-
nales en los que se desarrolla un proceso populista, puede ser un correctivo
o una amenaza para la democracia. Según ellos, habría que tener en cuenta
dos cuestiones. En primer lugar, el tipo de régimen en que la experiencia se
origina (democracia liberal consolidada o alguna variante de autoritarismo).
6 Sin embargo, es necesario aclarar que la soberanía popular roussoniana parte de una lógica
asamblearia sin la presencia de un líder. En todo caso, la referencia de Mudde y Rovira se
dirige a la dimensión del unanimismo en la soberanía popular roussoniana, la idea de un
pueblo como una sola identidad expresada en la distinción realizada por el ginebrino entre
la voluntad de todos y la voluntad general.
FRANCO PABLO DELLA VELLA 71
En segundo lugar, la direccionalidad del cambio (ya sea hacia un mayor o
menor autoritarismo/democratización). Los autores sostienen que, si bien en
algunos casos el populismo puede expresar un evento coyuntural que con-
tribuya a profundizar la vida democrática, actuar como una fuerza moderni-
zadora en términos políticos o contribuir a la liberalización de determinado
régimen autoritario; en contextos ya democratizados, ciertas expresiones del
populismo en el gobierno pueden tensionar los engranajes de los regímenes
liberales democráticos.
En esta dinámica, según Mudde y Rovira (2019), existen dos bandos, uno
autoritario y otro democrático, dentro de los cuales existen otros dos regí-
menes diferentes: el autoritarismo pleno y el autoritarismo competitivo en el
primer caso, y la democracia electoral y la democracia liberal en el segundo.
En el autoritarismo pleno no hay lugar para la oposición política y se produce
una represión constante de los derechos fundamentales. En el caso del auto-
ritarismo competitivo, que bien describen Levitsky, S., & Way, L. A. (2004),
se permite una competencia electoral mínima, pero dentro de un campo de
juego político desigual entre el gobierno y la oposición: “Aunque se den con
regularidad elecciones sin fraude, los funcionarios abusan constantemente de
los recursos del Estado, no ofrecen a la oposición un cubrimiento adecuado
de los medios, persiguen a los candidatos de la oposición y a sus seguidores
y, en algunos casos, manipulan los resultados de las elecciones. De igual
modo, periodistas, políticos de la oposición y otros críticos del gobierno pue-
den ser espiados, amenazados, perseguidos o arrestados” (Levitsky, 2004, p.
4). En la democracia electoral, concepto desarrollado minuciosamente por
Pasquino (2014), según Mudde y Rovira (2019) se realizan convocatorias pe-
riódicas a elecciones en las cuales la oposición tiene posibilidades de ganar,
pero, sin embargo, no carece de décits institucionales que obstaculizan el
respeto al Estado de derecho y no hay un respaldo adecuado a las institucio-
nes encargadas de proteger los derechos fundamentales. La democracia libe-
ral, siguiendo a Mudde y Rovira (2019), tampoco está exenta por completo
de las insuciencias de la rendición de cuentas, pero los gobernados tienen
más chances de que las autoridades rindan cuentas, al existir una esfera pú-
blica más consolidada y un control judicial independiente.
Según Mudde y Rovira (2019), es importante pensar no solamente en re-
gímenes de democracia liberal, sino también en procesos de democratiza-
ción y desdemocratización. Respecto del primero, estos autores mencionan
tres episodios: liberalización, transición democrática y consolidación de la
democracia. Respecto del último proceso, también hablan de tres tipos de
72 STUDIA POLITICÆ Nº 61 primavera-verano 2024
episodios de des-democratización: erosión democrática, ruptura democrá-
tica y represión. Sin embargo, mencionan que, como el populismo apoya la
soberanía popular y al gobierno de la mayoría (la democracia sin adjetivos),
los populistas no suelen dar el último paso7.
En cualquiera de estas fases o episodios, la naturaleza y la fuerza del efecto
varían en función de, por lo menos, tres variables intervinientes: poder polí-
tico de las fuerzas populistas, tipo de sistema político en que se desenvuel-
ven los actores populistas y el contexto internacional. Para Mudde y Rovira
(2019), la primera variable es la más importante de todas; “el hecho de que
las fuerzas populistas estén en la oposición o en el gobierno puede afectar no
solo a la fortaleza, sino también al carácter de su impacto sobre el proceso de
democratización (Mudde y Rovira, 2019, p. 154). La segunda variable hace
alusión al tipo de sistema de gobierno, basada en la idea de que los sistemas
presidencialistas facilitan que los populistas ganen poder. En contraste, los
sistemas parlamentarios tienden a limitar el poder de los populistas en el
gobierno porque propician gobiernos de coalición y articulaciones de poder
sumamente complejas que requieren necesariamente la construcción de con-
sensos y un diálogo permanente. Por último, el rol del contexto internacional
es importante porque es más difícil, aunque no imposible, que un actor po-
pulista socave engranajes centrales de la democracia liberal en un país que
se encuentre integrado en una red de democracias liberales consolidadas,
como en el caso de la Unión Europea. Un ejemplo de que es difícil, pero no
imposible lo demuestra el caso del presidente de Hungría, Víktor Orbán8. A
continuación, en el cuadro número 1, gracamos el impacto del populismo
en los procesos de democratización y des-democratización.
7 Para más información sobre los procesos y sus fases, se recomienda visitar el siguiente
libro: Mudde y Rovira Kaltwasser (2019).
8 Víktor Orbán es el actual primer ministro de Hungría y también lo fue durante el periodo
1998-2002. Sus ideas políticas, así como su conservadurismo social y nacionalista, su eu-
roescepticismo y su rechazo al globalismo lo situaron en el campo de las nuevas derechas
contemporáneas. Paradójicamente, integrado en una red de democracias liberales, reivindi-
ca al Estado húngaro como iliberal.
FRANCO PABLO DELLA VELLA 73
Figura 1
Procesos de democratización y des-democratización
Fuente: Mudde y Rovira Kaltwasser (2019).
Para comprender el surgimiento del populismo, los aportes de Mudde y Ro-
vira (2019) establecen que “las sociedades con una fuerte demanda de po-
pulismo representan un suelo fértil para el éxito, pero aun así siguen requi-
riendo la oferta de fuerzas populistas creíbles. Al mismo tiempo, una fuerte
oferta de populismo sin una demanda comparable a menudo conducirá al
fracaso de los actores populistas” (Mudde y Rovira, 2019, p. 160). Por aña-
didura, para entender el ascenso del populismo, es importante tener en cuenta
los cauces que el contexto socioeconómico y sociopolítico sigue –ya sea para
obstaculizar o facilitar la oferta y la demanda de populismo–. Para que un
actor político triunfe, según Mudde y Rovira (2019), tiene que existir una
demanda de su mensaje. Según ellos, son muchas las sociedades nacionales
que apoyan aspectos centrales del conjunto de ideas populistas. Gran parte
de la gente suele pensar que el establishment político es deshonesto e intere-
sado, cierra acuerdos corruptos de espaldas a la sociedad y a puerta cerrada,
desentendiéndose de las opiniones e intereses de la mayoría. Muchos creen
también, siguiendo con estos autores, que es el pueblo quien debería tomar
las decisiones más importantes, en vez de delegar su poder soberano a los
políticos profesionales con intereses propios. Sin embargo, las actitudes po-
pulistas suelen estar latentes, o sea, inactivas u ocultas, hasta que las circuns-
tancias son propicias para su desarrollo o exista un factor desencadenante.
74 STUDIA POLITICÆ Nº 61 primavera-verano 2024
En este preciso momento, es cuando entra en juego el contexto socioeconó-
mico y sociopolítico. Siguiendo a Mudde y Rovira (2019), la demanda de
populismo se maniesta en una serie de circunstancias especícas donde hay
una percepción general de amenaza a la existencia misma de la sociedad.
Según los autores, “esto es lo que explica que fracasos políticos importantes
–como severas recesiones económicas y, sobre todo, divulgaciones de casos
de corrupción sistemática– funcionen de catalizador de actitudes populistas
entre la población” (Mudde y Rovira, 2019, p. 163). Si entendemos el po-
pulismo como una suerte de mapa mental gracias al cual los individuos ana-
lizan y comprenden la realidad política, situaciones de desigualdad social,
violencia, movilización o corrupción, son elementos que hacen susceptible la
interpretación de la realidad con una mirada populista.
Otro factor importante en la activación de actitudes populistas es el senti-
miento generalizado de que el sistema político no responde. Ese sentimiento
de impotencia de una élite desconectada de la realidad cotidiana, junto con
la sensación de no ser oídos son un caldo de cultivo extraordinario para el
reverdecer de actitudes populistas.
Como mencionábamos párrafos atrás, para Mudde y Rovira (2019), el papel
del populismo puede ser tanto positivo como negativo para el régimen libe-
ral democrático. En algunos casos, el populismo puede sostener la idea de
que nada debería constreñir la voluntad del pueblo, rechazar las nociones
de pluralismo y, en muchas ocasiones, los derechos de las minorías y las
garantías institucionales que deben protegerlos, piedras angulares del libe-
ralismo democrático. En la praxis, los populistas también pueden invocar el
principio de la soberanía popular para criticar a las instituciones que tienen
por objetivo proteger los derechos fundamentales sobre los cuales se basa
la democracia liberal. Entre estas instituciones, mencionan los autores, se
pueden encontrar los medios masivos de comunicación y el poder judicial.
En otros casos, el populismo también puede promover el pluralismo político,
la diversidad y el surgimiento o la defensa de las instituciones democráticas.
Para cualquiera de los dos casos, la posibilidad no implica generalización;
nuevamente, destacamos que la importancia para este análisis radica en el
tipo de régimen en el cual se origina la experiencia populista y la direcciona-
lidad del cambio, pensado este último en términos de procesos de democra-
tización o des-democratización.
En la lógica de Mudde y Rovira (2019), el populismo es más negativo para
la democracia en términos de protesta y debate público, y más positivo en
términos de participación política. Por un lado, existe la posibilidad de que
FRANCO PABLO DELLA VELLA 75
el populismo limite el ámbito de competencia porque, según ellos, no ha-
bría que permitir que actores que describe como malvados participaran en
el juego electoral, ni accedieran a los medios de comunicación9. Hay una
proclividad hacia la retórica acalorada y las teorías conspirativas. Por otra
parte, el populismo también puede favorecer la participación política, porque
contribuye a la movilización de grupos sociales que sienten que el establi-
shment no responde a sus demandas. Como su creencia es que el pueblo
es soberano, todo el pueblo y solamente él debería determinar la política.
Germani (1962) fue pionero con respecto a la idea de que los populismos
funcionaban como mecanismos especícos que permitirían que una sociedad
pudiera procesar rápidos y profundos cambios sociales sin rupturas institu-
cionales. Por supuesto, no sin décits de calidad institucional. En el Cuadro
2, resumimos todos estos efectos positivos y negativos del populismo en la
democracia liberal.
9 Aquí, dichos autores se reeren especícamente a los mandatarios Víktor Orbán de Hun-
gría y Silvio Berlusconi de Italia. Una generalización de estos atributos sería incorrecta, ya
que no corresponde con experiencias populistas históricas que no han impedido el acceso
de la oposición a los medios de comunicación, no restringieron la posibilidad de competir
en elecciones, ni tampoco vulneraron derechos electorales.
76 STUDIA POLITICÆ Nº 61 primavera-verano 2024
Tabla 2
Efectos positivos y negativos del populismo en la democracia liberal
Efectos positivos Efectos negativos
El populismo puede dar voz
a grupos que no se sienten
representados por las élites
políticas.
El populismo puede usar la noción
y la praxis del gobierno de la
mayoría para soslayar los derechos
de la minoría.
El populismo puede movilizar a
sectores excluidos de la sociedad,
mejorando su integración en el
sistema político.
El populismo puede usar la noción
y la praxis de la soberanía popular
para erosionar las instituciones
especializadas en la protección de
los derechos fundamentales*.
El populismo puede mejorar la
capacidad de respuesta del sistema
político, fomentando la adopción
de políticas preferidas por los
sectores excluidos de la sociedad.
El populismo promueve la
polarización, lo que puede impedir
la formación de coaliciones
políticas estables.
El populismo puede aumentar la
rendición de cuentas democráticas
incluyendo asuntos y políticas en
el terreno político.
El populismo puede propiciar
una moralización de la política
que diculte extremadamente
alcanzar acuerdos o, incluso, los
imposibilite.
* Cuando hablan de derechos fundamentales, los autores se reeren a la libertad ideo-
lógica, de expresión, de circulación, de prensa, etc. Para información más detallada,
se recomienda visitar el siguiente texto: Mudde y Rovira Kaltwasser (2019).
Fuente: Mudde y Rovira Kaltwasser (2019).
Entonces, podemos concluir que la democracia liberal y el populismo se en-
cuentran entrelazados, no son por completo ajenos entre sí, aunque tampoco
son lo mismo. Conviven y a la vez colisionan. La propuesta de Arditi (2007)
FRANCO PABLO DELLA VELLA 77
del populismo como “una periferia interna de la democracia” quizás sea una
de las más útiles para guiarnos a la hora de considerar esta paradójica rela-
ción.
La periferia, interna o no, es un territorio neblinoso que indica el límite más
exterior de un interior y el comienzo del exterior de un sistema, una zona
gris donde la distinción entre adentro y afuera es un efecto de la polémica.
El populismo puede permanecer dentro de los límites de la democracia,
pero también alcanzar el punto donde entra en conicto con ella, y van
ambos por caminos separados. (Arditi, 2007, p. 87)
Conclusiones
Después de este recorrido teórico a lo largo de la investigación, se pueden
esbozar algunas consideraciones nales sobre el populismo y su relación con
la democracia liberal.
Pudimos ver que los estudios de Germani (1962) y Germani y Di Tella (1973)
fueron pioneros en el estudio del populismo en la región. Si bien la actuali-
dad demostró que el fenómeno es un aspecto recurrente de la vida política y
no un fenómeno que surgía en determinado estadio de desarrollo, su aparato
conceptual construido a partir de un ejercicio comparativo con Europa sentó
las bases de un nuevo “animal” político que continúa debatiéndose en el
mundo académico y en la política.
Muchos años después, De la Torre (2001) advirtió que la constante reapa-
rición del populismo en la región se debía al vínculo particular que se esta-
blece entre el Estado y la sociedad. Para Peruzzotti (2017), esta recurrencia
respondía en parte a la tercera ola democratizante y al desplazamiento del
populismo de cuestionador del statu quo a régimen político de gobierno,
quien tensiona con la institucionalidad liberal democrática. Partiendo de una
mirada positiva del fenómeno, para Laclau (1978, 1996, 2005) y Mouffe
(2018), el populismo puede ociar de “remedio democrático” para las limi-
taciones representativas de la democracia liberal.
Luego de revisitar importantes aportes sobre el populismo, pudimos observar
que la ciencia política contemporánea, con autores como Mudde y Rovira
(2019), desarrolló un nuevo enfoque denominado ideacional, que tiene la
particularidad de combinar dimensiones discursivas, ideológicas e institu-
cionales que dan cuenta del populismo como un tipo ideal de régimen po-
78 STUDIA POLITICÆ Nº 61 primavera-verano 2024
lítico en términos weberianos. La red conceptual y operacionalización que
construyeron estos autores nos dio la posibilidad de pensar el populismo
desde esas múltiples formas para comprender sus efectos sobre el régimen
político de gobierno.
Para nalizar, no debe perderse de vista que el populismo mantiene una rela-
ción compleja con la democracia liberal. Partiendo de la idea que esta última
es un subtipo de democracia entre otras posibles, llegamos a la conclusión
de que el populismo puede ser tanto positivo como negativo para el régimen
liberal democrático. Habrá que profundizar en cada país en particular para
comprender su impacto y los efectos sobre el régimen político.
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