Reseña
Tocqueville y el lado oscuro del liberalismo
De: Villaverde Rico, María José. Escolar, Guillermo (Editor). España, 2022.
Por: Ricardo Hurtado Simó
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Desde el último tercio del siglo pasado, la gura de Alexis de Tocqueville (1805-1859) está
siendo reevaluada críticamente a raíz de la aparición de sus escritos sobre la colonización
francesa de Argelia. Como resultado, la unánime visión del autor de La Democracia en
América y El Antiguo Régimen y la Revolución como un intelectual liberal, demócrata
convencido y rme defensor de la abolición de la esclavitud se ha quebrado de tal forma
que muchos de los estudios más recientes lo tildan de imperialista, colonialista, racista o
incoherente. El libro de María José Villaverde Rico, catedrática de Ciencia Política en la
Universidad Complutense de Madrid, arroja luz a la controversia desde un enfoque contex-
tual, ubicando el pensamiento de Tocqueville en su época, sus valores y acontecimientos
históricos más destacados entre 1815, poco antes de la caída de Napoleón Bonaparte, y la
proclamación del Segundo Imperio con Napoleón III en 1852.
Dividido en cinco capítulos, Tocqueville y el lado oscuro de liberalismo comienza con el
viaje que este realiza acompañado de su amigo Gustave de Beaumont (1802-1866) por los
Estados Unidos. Un viaje de algo más de nueve meses marcado por unas primeras impre-
siones optimistas respecto a un país nuevo y diverso, alejado de prejuicios y tradiciones
nocivas. Sin embargo, Tocqueville no tardó mucho en darse de bruces con una realidad
sombría: la de los indios, un grupo condenado a la extinción por la actitud de los colonos.
Empujados a las tierras del oeste, segregados y eles a unas costumbres muy distintas de
las del hombre blanco, los indios se enfrentan a una desaparición planicada y racional
por medio de mecanismos legales. Acertadamente, Villaverde Rico subraya la capacidad
del pensador francés para vislumbrar una de las oscuridades de los regímenes democrá-
ticos, el triunfo de la mayoría y la consiguiente exclusión de quienes no se integran en la
cultura dominante. Resultado de su experiencia en Norteamérica, Tocqueville redactará La
Democracia en América, centrando sus estudios en las instituciones, aunque en el capítulo
X aborda la esclavitud de los negros y el incierto futuro de los indios bajo el gobierno del
presidente Jackson.
El segundo capítulo, titulado “Una gota de sangre negra”, profundiza en la denuncia que
Tocqueville hace de la esclavitud en los Estados Unidos, mostrando los argumentos de
partidarios y detractores de su posición al respecto. En este sentido, la autora incide en que
Tocqueville nunca defendió la existencia de diferencias esenciales entre las razas, ni acep-
taba que los negros formaran parte de una raza inferior; el problema de la situación de los
DOI: http://dx.doi.org/10.22529/sp.2023.59.07
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Investigador independiente. Doctor en Filosofía con Mención Internacional por la Univer-
sidad de Sevilla. Correo electrónico de contacto: rhurtadosimo@gmail.com
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negros hunde sus raíces en motivos sociales, políticos y, sobre todo, económicos. Y aun en
el caso de que la desigualdad legal desapareciese, las diferencias entre las costumbres y el
odio recíproco seguirían siendo una barrera difícil de superar. Así, la abolición de la escla-
vitud en los estados del norte pretendía aumentar la rentabilidad económica de los blancos,
no la integración. ¿De qué vale la libertad si se carece de recursos económicos, educación o
propiedades? Tocqueville describe el esclavismo como un sistema detestable moralmente y
ruinoso desde el punto de vista económico, por lo que es precisa la emancipación inmediata
y un periodo de transición en el que los esclavos liberados trabajarían temporalmente para
sus antiguos amos, que serían indemnizados, bajo la tutela del Estado, como se observa en
su Rapport sur l´esclavage, sobre la esclavitud en las colonias francesas. Heredero de los
valores ilustrados y de los principios sobre los que giró la Revolución de 1789, Tocqueville
arma con rotundidad que Francia, “el país democrático por excelencia”, tiene el deber de
emancipar a todos sus esclavos, deber que dio sus primeros pasos en organizaciones como
la Sociedad de los Amigos de los Negros, fundada en París en 1788.
La tercera parte de la obra muestra las desavenencias de Tocqueville con su amigo Arthur
de Gobineau (1816-1882), considerado uno de los padres de la teoría de la superioridad
de la raza aria. El capítulo arranca contextualizando el concepto de raza en el siglo XIX,
mostrando el enfrentamiento entre los monogenistas, que consideraban que hay una sola
raza y que las diferencias se deben al clima, y los poligenistas, que sostenían que desde el
comienzo de los tiempos existieron varias razas humanas. El racismo nace desde el mo-
mento en que se arma que las razas son grupos permanentes y con diferencias físicas,
morales y mentales entre sí. El libro se hace eco de las investigaciones y estudios en torno a
la posición de Tocqueville al respecto para sostener que carece de fundamento defender que
fue un racista biológico; era un monogenista heredero de la tradición cristiana y los valores
ilustrados que creía en la existencia de una única especie humana, y que las diferencias
estaban basadas en el contexto y las circunstancias. Este posicionamiento se observa en su
correspondencia con Gobineau, autor del Essai sur l´inégalité des races humaines, donde
defendía que la mezcla de razas llevaba a la decadencia de la civilización europea. Sin
romper la amistad que les une, Tocqueville no aceptará las pretendidas ideas cientícas de
aquel, ni su dogmatismo fatalista y pesimista.
El capítulo cuarto aborda con objetividad y enorme erudición la piedra de toque de los
reproches a Tocqueville: la colonización de Argelia. Villaverde Rico ubica al lector ante
el contexto en el que se produce el conicto, mostrando la compleja situación de Francia,
una potencia en horas bajas inmersa en una intervención militar de imprevisibles conse-
cuencias. Sumergiéndose en los escritos políticos, discursos, informes, correspondencia y
artículos de prensa de Tocqueville, el libro muestra cómo sus opiniones se ubican dentro de
la corriente mayoritaria, que englobaba a liberales, republicanos o socialistas, empapada del
orgullo nacional francés y que cristaliza en un consenso político a favor de la colonización
de Argelia. El autor de La Democracia en América tiene muy presente la situación de los
indios y los esclavos negros, y en un primer momento conaba en la posibilidad de una fu-
sión de franceses y norteafricanos que respetase la identidad, leyes y costumbres de los au-
tóctonos. Sin embargo, el libro que reseñamos indica que Tocqueville, en esta cuestión tan
espinosa, estaba movido por un eurocentrismo muy frecuente en los círculos progresistas
del siglo XIX; cree que la presencia francesa en Argelia puede servir para civilizar e ilustrar
a los nuevos súbditos de Francia, un colonialismo altruista y benefactor. Pero sus viajes
a esa tierra le hicieron toparse con una realidad bien distinta, con diferencias insalvables
entre ambos pueblos. Citando a Villaverde Rico, “terminó así rindiéndose a la evidencia de
que un pueblo seminómada y tribal nunca se adaptaría a la dominación francesa, de que los
intentos de atraer a los nativos eran inútiles, de que incluso la convivencia entre ellos era
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una ilusión y de que tratar de llevar la civilización y el progreso a pueblos con culturas tan
opuestas era una quimera” (p. 159). Como resultado, Tocqueville abogará por el pluralismo,
por la convivencia en un mismo espacio de dos grupos diferenciados en casi todo.
El último capítulo, “La relación entre su liberalismo y su colonialismo, una cuestión espi-
nosa”, precisa las críticas a Tocqueville de intelectuales como Todorov, Pitts, Atanassow o
Rodríguez Zúñiga a su posición sobre Argelia (centradas en el Travail sur l´Algérie),y se
ubica con quienes sostienen que su planteamiento es un nacionalismo ilustrado y pragmá-
tico desde el punto de vista político que confía en la capacidad de Francia para fortalecer y
extender el liberalismo y los valores de 1789, libertad, igualdad y fraternidad. Como mues-
tran los escritos argelinos de Tocqueville, dos exigencias debían prevalecer. Primero, que
Francia es un imperio responsable y comprensivo y, como tal, no podía abandonar Argelia,
pero tampoco extender su dominio; segundo, que el gobierno colonial tenía como función
ineludible la defensa de los derechos de los nativos. La autora permite comprender la con-
trovertida posición de Tocqueville con un extenso estudio sobre la conexión entre civili-
zación, progreso y colonialismo en los siglos XVIII y XIX, deteniéndose en guras como
Turgot, Adam Smith, Diderot y Stuart Mill. Las últimas páginas de esta sección muestran
al pensador francés como un adelantado a su tiempo que intuyó la paulatina extensión de la
democracia, rechazó los movimientos nacionalistas y advirtió de las funestas consecuencias
del colonialismo.
En este excelente trabajo, Villaverde Rico concluye que no podemos culpar a Tocqueville
de una contradicción insalvable, ni hablar de un lado bueno y un lado malo en su pensa-
miento. Es preciso entender sus opiniones dentro de su contexto intelectual y el devenir de
los acontecimientos políticos vinculados a un imperialismo que giró desde la promesa de
extender el progreso hasta la violencia y la explotación más brutal.