Disputa interna y estigmatización
externa: un interpretación de
la acción política juvenil de La
Cámpora desde el concepto de
generación de Karl Mannheim
Marcos Mutuverría
*
Resumen
Este texto propone un ejercicio analítico con la noción de generación de
Karl Mannheim para interpretar y comprender a las juventudes militantes
del peronismo en Argentina. Focalizando en la participación juvenil den-
tro de la organización política La Cámpora entre 2011 y 2015, se pone
en ejercicio la arquitectura conceptual del sociólogo húngaro dando cuenta
de su vigencia casi cien años después de su formulación. Se muestra un
análisis de las organizaciones juveniles bajo el concepto de generación y las
deniciones de unidades generacionales, posición generacional, conexión
generacional y nalmente unidad generacional.
*
Doctor en Ciencias Sociales (Universidad Nacional de General Sarmiento-IDES). Docen-
te investigador en Universidad Nacional de La Plata, Universidad de San Isidro y Univer-
sidad de Belgrano, Argentina. Miembro del Laboratorio de Estudios en Cultura y Sociedad
(LECyS), Facultad de Trabajo Social, Universidad Nacional de La Plata. marcosmutuve-
rria@gmail.com
Código de referato: SP.299.LVII/22
http://dx.doi.org/10.22529/sp.2022.57.02
STUDIA POLITICÆ Número 57 invierno 2022 pág. 13–40
Recibido: 22/04/2021 | Aceptado: 29/06/2022
Publicada por la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales
de la Universidad Católica de Córdoba, Córdoba, República Argentina.
14 STUDIA POLITICÆ Nº 57 invierno 2022
Palabras clave: Juventud – Participación política - La Cámpora - Peronis-
mo - Generación - Argentina
Abstract
This text proposes an analytical exercise with the notion of generation by
Karl Mannheim to interpret and understand the activist youth of Peronism
in Argentina. Focusing on youth participation within political organization
La Cámpora between 2011 and 2015, the conceptual architecture of the
Hungarian sociologist is put into practice, realizing its validity almost one
hundred years after its formulation. An analysis of youth organizations is
shown under the concept of generation and the denitions of generational
units, generational position, generational connection and nally genera-
tional unit.
Keywords: Youth - Political participation - La Cámpora - Peronism - Gen-
eration - Argentina
Introducción
L
as primeras dos décadas del siglo XXI en Argentina estuvieron mar-
cadas por un resurgimiento de formas de participación política que, a
diferencia de épocas anteriores, se produjeron por vías tradicionales
de implicación pública y política, los partidos políticos (Vázquez y Vom-
maro, 2008). Esta militancia coincidió con la proliferación de organizaciones
que se reivindicaron como juveniles (Vázquez, 2013). Se produjo un renova-
do ciclo de politización juvenil (Kriger, 2016) que contó con cinco elementos
distintivos: la capacidad de organización y movilización; la visibilidad de ac-
ciones en el espacio público y medios; la expansión de las políticas públicas
de juventud; las renovadas formas de participación política y compromiso
público; y, como resultado de la sumatoria de lo anterior, por el interés me-
diático, político y académico cada vez mayor, que contribuyó a colocar a las
juventudes en el centro de las agendas públicas (Vommaro, 2015 ; Chaves,
Galimberti y Mutuverría, 2016).
Este artículo analiza una dimensión de la participación juvenil dentro de la
organización La Cámpora por medio de un trabajo de campo desarrollado en
-
tre 2011 y 2015
1
. El resultado de este análisis contribuye al abundante reposi-
1
Se trabaja con la premisa de entender al kirchnerismo como una etapa más del peronismo,
aunque con sus características particulares que son analizadas por medio de las experiencias
MARCOS MUTUVERRÍA 15
torio de trabajos de las ciencias sociales que abordaron la cuestión juvenil en
su vínculo con el peronismo en Argentina. No se pretendió la realización de
una sistematización de los estudios sobre el peronismo en general
2
, sino más
bien dialogar con la literatura más referenciada en estudios recientes.
Entre los numerosos estudios sobre política y peronismo en Argentina, exis
-
ten materiales que dan cuenta de la organización como movimiento políti-
co (Germani y De Yujnovsky, 1973; Di Tella, 2003; Ramos, 1989; Plotkin,
2002; Panebianco, 1995; Gutiérrez, 2001 y 2003); la relación con la clase
trabajadora (James, 2004 y 2013; Murmis y Portantiero, 1972; Schneider,
2006); el vínculo con sindicatos (Torre, 1990 y 2012; Campo, 1983; Teach,
2002; Lorenz, 2006); la juventud peronista (Acha, 2011; Gillespi, 2011; Si
-
gal y Verón, 2002; Anzorena, 1989; Manzano, 2010); los liderazgos y clases
populares (Laclau, 1990 y 2005; Zanatta, 2009); sobre la identidad peronis
-
ta (De Ipola, 1987; Mora y Araujo, 1995; Aboy Carlés, 2001; Altamirano,
2004; Brachetta, 2005; Ehrlich, 2010) y como partido (Levitzky y Wolfson,
2005; Sidicaro, 2002).
Este estudio se relaciona con otras producciones académicas más recientes
sobre juventud y peronismo situadas en el Gran La Plata, Provincia de Bue
-
nos Aires –lugar de trabajo de campo a partir del cual se interpretó este aná-
lisis- referidas a la identidad de la Juventud Peronista (JP) y el kirchnerismo
(Robles, 2008, 2009 y 2011; Maneiro, 2005; Chaves, Fajardo y Mutuverría,
2010; Schuttenberg, 2011 y 2012; Saintout, 2013; Dell’Unti, 2016; Mutuve-
rría, 2016, 2017 y 2020; Galimberti, 2016; entre otras).
Se trabaja en el marco de los estudios en juventudes en Argentina, enten
-
diendo a la noción de juventud como una condición social, lo cual implica
entender su morfología, en parte, desde la percepción, vivencia y caracteri-
zación de quienes se auto-perciben como jóvenes. Se asume una visión de
los jóvenes como actores sociales completos con posible abordaje analítico
desde una triple complejidad: contextual, espacial e históricamente situada;
relacional, con presencia de conictos y consensos; y heterogénea, con di-
juveniles. El trabajo de campo y parte del análisis de este artículo corresponde al período
de desarrollo de la tesis doctoral del autor, donde se eligió indagar a dos organizaciones
políticas (La Cámpora y el Movimiento Evita) no sólo por su presencia territorial y repre-
sentatividad juvenil, sino por su trabajo coordinado bajo el lema de “Unidos y organizados”
a partir del acto lanzamiento realizado el 27 de abril de 2012.
2
Con gran cantidad de trabajos que abordan al peronismo, algunos estudios historiográcos
(Spinelli, 2007 y Bisso, 2007) dieron cuenta de una parte importante de esa producción.
16 STUDIA POLITICÆ Nº 57 invierno 2022
versidad y desigualdad (Chaves, 2005 y 2010). Las prácticas juveniles y sus
consideraciones sobre la política se inscribieron en un contexto histórico y
cultural especícos: el tercer período kirchnerista en Argentina con la pre-
sidencia de Cristina Fernández de Kirchner entre 2011 y 2015 que habilitó
discursivamente la participación juvenil en la política partidaria como fuego
nuevo (Galimberti y Mutuverría, 2018).
El trabajo se realizó desde una metodología cualitativa para poder dar cuen
-
ta de la perspectiva de los actores involucrados en la realidad (Sautu et al.,
2005). Desde un enfoque etnográco (Guber, 2001) el trabajo de campo
consistió, en primer lugar, en la realización de entrevistas en profundidad a
jóvenes integrantes de la organización La Cámpora. También se realizaron
observaciones participantes y charlas informales, situadas en el Gran La Pla
-
ta, capital de la Provincia de Buenos Aires, Argentina. Con el devenir de la
investigación, los informantes se fueron sumando con una proporcional pa-
ridad entre militantes de territorio y militantes estudiantiles, o militantes en
ambos espacios; junto con experiencias laborales de militantes en el estado.
La vigencia de Mannheim
Se propone un ejercicio analítico con la noción de generación de Karl Mann
-
heim (1928) para interpretar y comprender a las juventudes militantes de La
Cámpora. En estas páginas se pone en ejercicio la arquitectura conceptual
del sociológo húngaro para dar cuenta de su vigencia casi cien años después
de su formulación.
El concepto de generación es un objeto clásico de la sociología y la ciencia
política. En el campo de la juventud ha sido analizado desde una perspectiva
histórica por Leccardi y Feixa (2011) quienes dieron cuenta acerca de cómo
desde Auguste Compte y Karl Mannheim -pero también desde José Ortega
y Gasset y Antonio Gramsci-, el concepto de generación ha sido un tema
relevante en las ciencias sociales y las humanidades. Leccardi y Feixa (2011)
indicaron que la noción de generación se desarrolló en diferentes momen
-
tos históricos que corresponden a tres marcos sociopolíticos precisos: en los
años 20, en el período entreguerras, se formularon las bases losócas en
torno a la noción de relieve generacional (sucesión y coexistencia genera-
cional), en esto hubo consenso general (Ortega y Gasset, 1923; Mannheim,
1928); durante los años 60, la edad de la protesta, se fundó una teoría en tor-
no a la noción de vacío generacional (y conicto generacional) sobre la teoría
del conicto (Feuer, 1968; Mendel, 1969); a partir de la mitad de los años 90,
MARCOS MUTUVERRÍA 17
con la aparición de la sociedad en red, emerge una nueva teoría sobre la no-
ción de lapso generacional. Ello se corresponde con una situación en que los
jóvenes son más expertos que la generación anterior en una innovación clave
para la sociedad: la tecnología digital (Tapscott, 1998; Chisholm, 2005).
En su historización estos autores destacaron el análisis de las generaciones
de Mannheim (1928, 1952) como un punto de inexión en la historia socio
-
lógica del concepto. Advertían que cuando Mannheim desarrolló su teoría de
las generaciones había tenido un doble objetivo. Por un lado, estaba la inten-
ción de distanciarse del positivismo, y por otra parte, de alejarse de la línea
romántico-historicista. En palabras de los autores: “Su preocupación general
era incluir a las generaciones en su investigación sobre las bases sociales y
existenciales del conocimiento en relación con los procesos del cambio his-
tórico-social” (Leccardi y Feixa, 2011, p. 17). En esta línea, Mannheim con-
sideraba las generaciones como dimensiones analíticas útiles para el estudio,
tanto de las dinámicas del cambio social como para la actitud de una época.
Otro autor que abordó el tema de las generaciones convivientes fue Michel
Maffesoli (2007) desde la noción de hospitalidad. Evocando la metáfora de
la tribu señaló que el hecho de vivir juntos invitados y huéspedes (adultos
y jóvenes) es más próspero cuanto más se basa en el placer por la competi
-
ción o por el juego: “Las generaciones jóvenes experimentan estos valores
hedonistas de una forma paroxística. Sin embargo, a través de un proceso
de contaminación, el “corpus” social acaba siendo inuenciado” (Maffesoli,
2007, p. 378).
Por su parte, Zygmunt Bauman (2007) se rerió a los escritos sobre gene
-
raciones de José Ortega y Gasset indicando que la mayor contribución del
lósofo español era la idea de coincidencia y superposición, es decir, la coe-
xistencia parcial entre generaciones. Este autor denió: “los límites que sepa-
ran las generaciones no están claramente delimitados, no pueden dejar de ser
ambiguos y traspasados y, desde luego, no pueden ser ignorados” (Bauman,
2007, p. 373).
Los trabajos de Mannheim signicaron la apertura de un campo de estudios
sobre las generaciones en relación a, por ejemplo: la presencia de valores po
-
líticos (Jennings et al., 2009); al peso de las experiencias políticas comunes
(Tessler et al., 2004); al ingreso a la actividad política (Vommaro G., 2013);
o respecto a los conictos intergeneracionales (Guseld, 1957; Eisenstadt y
Bendavid, 1956, entre otros). Este artículo se inserta en esta tradición de es-
tudios y centra su interés en las deniciones de Mannheim sobre generación,
18 STUDIA POLITICÆ Nº 57 invierno 2022
como contribuciones conceptuales enriquecedoras para analizar la militancia
juvenil en la agrupación La Cámpora.
Arquitectura conceptual
Para Mannheim (1993)
3
la posición generacional se dene para un sujeto por
haber nacido en el mismo ámbito histórico-social (en la misma comunidad)
dentro de un mismo período. El año de nacimiento es un hecho fundante para
los sujetos que determina una edad. Mientras que la conexión generacional
se reere al momento en el que los contenidos sociales reales y los conteni-
dos espirituales establecen –mediante la desestabilización y renovación- un
vínculo real entre los individuos que se encuentran en la misma posición
generacional (Mannheim, 1993, p. 222).
La primera distinción importante es la siguiente: mientras que la anidad
por posición generacional sólo es algo de carácter potencial, por el hecho
de compartir un dato biológico, una conexión generacional se constituye por
medio de la participación de los individuos que pertenecen a la misma po
-
sición generacional, en contenidos que conectan a los sujetos
4
. Existen dos
componentes fundamentales en ese compartir juntos de los cuales surge una
conexión generacional. En primer lugar, la presencia de acontecimientos que
rompen la continuidad histórica y marcan un antes y un después en la vida
colectiva; y en segundo término, el hecho de que esas discontinuidades sean
experimentadas por miembros de un grupo de edad en un punto formativo en
3
El texto original de Mannheim titulado “Das Problem der Generationen” y publicado en
Kölner Vierteljahreshefte für Soziologie en 1928 luego fue traducido al inglés por Paul
Kecskemeti y se publicó como “The problem of generations” en Essays on the Sociology of
Knowledge en 1952. También la edición alemana publicada por Kurt Wolf en 1970 fue muy
citada en la literatura. Las palabras de referencia que se indican en el texto corresponden
a “El problema de las generaciones” de Sánchez de la Yncera publicado en Reis en 1993.
4
El autor diferencia la “conexión generacional” con la posición de clase. La situación de
clase, según él, entendida como esa anidad de posición a la que están destinados ciertos
individuos dentro de la contextura económica y de poder de su respectiva sociedad siempre
está, aunque la conciencia de clase no esté presente. La situación de clase está fundamen-
tada en la correlativa existencia en la sociedad de una estructura económica y de poder que
están en transformación. Mannheim sostiene que la situación de clase y la situación gene-
racional tienen algo en común, y es que limitan a los individuos a determinado terreno de
juego dentro del acontecer posible y que le sugieren una modalidad especíca de vivencia y
pensamiento. Dicho de otro modo, una modalidad especíca de encajamiento en el proceso
histórico. Esa posición elimina modalidades y delimita posibilidades del individuo.
MARCOS MUTUVERRÍA 19
el que el proceso de socialización no ha concluido, y cuando los esquemas
utilizados para interpretar la realidad todavía no son rígidos por completo, o
en términos de Mannheim, cuando esas experiencias históricas son “prime-
ras impresiones”.
Dando un paso más en su formulación, el autor denió que la juventud que
se orienta por la misma problemática histórica actual vive en una conexión
generacional. Y dentro de ella, aquellos grupos que emplean esas vivencias
de modos diversos constituyen, en cada caso, distintas unidades generacio
-
nales en el ámbito de una misma conexión generacional (Mannheim, 1993,
p. 223). Para comprender la idea de Mannheim sobre las unidades genera
-
cionales es importante poner el acento ya no en el contexto sociopolítico que
los une como parte de una misma conexión generacional sino avanzar hacia
el contenido de las prácticas de los sujetos políticos, que contienen un signi
-
cado emocional. Para este autor no eran los contenidos lo que vinculaba prin-
cipalmente a los individuos, sino las “fuerzas formativas” que los congura-
ban. El profundo signicado “emocional” de una consigna consistía en que
no solo se permeaban los contenidos sino también las voluntades colectivas.
Según el sociólogo húngaro, una unidad generacional se produce por el gran
parecido que hay entre los contenidos que ocupan la conciencia de los indivi
-
duos que son parte de ella, y la signicatividad que le dan a esos contenidos
que los vincula por tener un efecto “socializador” (Mannheim, 1993, p. 223).
Entonces, el motor de las unidades generacionales son las voluntades colec-
tivas expresadas alrededor de un signicado emocional que se le otorga a una
consigna compartida.
Estas unidades generacionales se caracterizan no sólo por la participación en
conjunto, sino que también signican un modo de reaccionar unitario de los
individuos que están directamente vinculados a una determinada conexión
generacional (Mannheim, 1993: 225). Se trata de la idea de un “agitarse
juntos” y un modo de pensar que elige un destino semejante. En la noción de
Mannheim (1993) a partir de una conexión generacional pueden formarse di
-
versas unidades generacionales que luchen entre sí, desde miradas opuestas,
por posicionar sus ideas.
Las unidades generacionales en La Cámpora
Es a partir de estas nociones de Mannheim (1993) que se propone un análisis
de la juventud militante de La Cámpora como parte de unidades generacio
-
nales dentro del peronismo. Los militantes de La Cámpora que formaron
20 STUDIA POLITICÆ Nº 57 invierno 2022
parte de la investigación -durante el período kirchnerista y dentro del movi-
miento peronista- tenían diferentes posiciones generacionales, compartían
algunas conexiones generacionales y formaban parte de distintas unidades
generacionales.
En primer lugar, si bien el recorte metodológico se ancló en la auto-percep
-
ción juvenil, los sujetos estudiados presentaban diferentes posiciones gene-
racionales en tanto eran miembros de distintas cohortes. Se trataba de sujetos
entre 17 y 35 años, lo cual daba cuenta de, al menos, un carácter potencial de
la posición generacional diverso en la experiencia de participación política.
Mientras que las nuevas cohortes experimentaron un modo de militancia más
activa, en el sentido de iniciación dentro del kirchnerismo y con un contexto
sociopolítico de apertura y fomento de la participación juvenil, los que supe
-
raban los 30 años dieron cuenta de una trayectoria diferente, donde existía una
tradición peronista que se amalgamaba al kirchnerismo en ese momento, pero
que en los discursos aparecía solapada por una trayectoria política anterior que
se presentaba con cierto disvalor. Se trataba de una militancia juvenil de los
años previos al kirchnerismo bastante menos reconocida (Mutuverría, 2017).
La conexión generacional de los sujetos analizados se podía distinguir a tra
-
vés de la conuencia en torno a su participación política en tres sentidos:
como antecedente con tradición de familia peronista; de tradiciones de fami-
lias políticas no peronistas con reconversiones en sus orientaciones políticas;
y también de familias donde se inauguraba la acción política con la partici-
pación juvenil en este período histórico.
A partir de su inserción en experiencias colectivas militantes contemporáneas
se podía ver a la participación juvenil como una opción de cambio dentro de
la política. El vínculo real que unía a estos agrupamientos, dentro de la esfera
de militancia analizada, tenía que ver con la participación en la arena política
para lograr un cambio, entendiendo que el momento epocal lo propiciaba por
medio de un proyecto político, como fue esa etapa del kirchnerismo.
La consideración de un antes y un después de ese proyecto político, identi
-
cando ese proceso o experiencia de participación lejos de lo “anterior” -los
años noventa, el menemismo y la Alianza, como gobiernos asociados al neo-
liberalismo, y la crisis de 2001 como experiencia de default monetario y altos
índices de pobreza- y en vínculo con lo “posterior” –con la superación de
vicios políticos al interior del peronismo, la participación del campo nacional
y popular a la esfera política, la juventud como motor de cambio- reforzaban
la cohesión de ciertas posiciones generacionales en la conformación de co-
nexiones generacionales.
MARCOS MUTUVERRÍA 21
Las iniciaciones políticas juveniles se dieron a partir de la interpelación dada
en un momento epocal marcado principalmente por una visibilización de
la juventud desde los discursos presidenciales de Cristina Kirchner, y por
un llamado a la participación como herramienta política de transformación
social. Las juventudes se sintieron parte de un proceso, activaron su partici-
pación política y se constituyeron como sujetos de acción política dentro del
movimiento peronista.
Estas conexiones generacionales coexistían al interior de la agrupación La
Cámpora, así como también se daban en otros espacios políticos que perte
-
necían a “Unidos y organizados” porque, la cuestión que reforzaba el sentido
de participación estaba vinculada con la identicación por un cambio en el
modo de hacer política y, principalmente, en la vida de los sujetos, en el sen
-
tido del efecto socializador del que hablaba Mannheim (1993), y sobre todo
en el carácter emotivo de la experiencia.
Estos jóvenes se orientaban en torno a una misma problemática histórica-ac
-
tual, y vivían conexiones generacionales, pero además presentaban distin-
ciones que los constituían en diferentes unidades generacionales. Del mismo
modo que La Cámpora tenía distintas unidades generacionales dentro del
agrupamiento, dependiendo de las conexiones generacionales de sus miem-
bros, el sector juvenil analizado en la organización -misma conexión genera-
cional-, constituía distintas unidades generacionales ya que se presentaban
elementos que generaban un punto de encuentro entre ellas, y otras cuestio-
nes que las separaban.
El punto de encuentro entre las unidades generacionales estaba dado por un
signicado emocional que compartían los militantes por un mismo proyec
-
to político. La participación en esas unidades generacionales tenía un efec-
to socializador entre sus miembros por el cual la consigna compartida por
la experiencia misma de la militancia funcionaba como un agitarse juntos
(Mannheim, 1993), frente a un camino político. Es decir, las unidades gene-
racionales de La Cámpora compartían “qué” se debía hacer en política para
mejorar la vida de las personas, y “cómo” debía transcurrir ese cambio. Es
decir, de qué manera se debían implementar las políticas del proyecto y con
qué prácticas cotidianas se debían profundizar los cambios
5
.
5
Si bien no es objeto de este artículo, es importante señalar que las lógicas políticas dentro de
“Unidos y organizados” (con protagonismo de La Cámpora y el Movimiento Evita) no coin-
cidían en el “cómo” debía transcurrir el cambio social, y hasta se enfrentaban, por ejemplo,
en el acceso a recursos estatales y su distribución en la práctica de militancia territorial. Sobre
esta cuestión pueden verse otros estudios del autor (Mutuverría, 2016 y Mutuverría, 2017).
22 STUDIA POLITICÆ Nº 57 invierno 2022
Entre las juventudes de La Cámpora existía una dimensión simbólica de per-
tenecer a un mismo colectivo político, en la tradición del peronismo, con
coexistencia de agrupaciones políticas distintas. Una cuestión relevante en
esta acción política mostraba que los militantes se distinguían, de acuerdo
a sus intereses, como parte de distintas unidades generacionales capaces de
propagar sus dilemas a otros sujetos por fuera de su unidad generacional, e
inclusive su conexión generacional para persuadir a otros sujetos con los que
compartían la posición generacional a n de que puedan insertarse en esos
agrupamientos.
Esa tarea cotidiana de acción política actuaba en dos sentidos. En primer
lugar, reforzaba un sentido de pertenencia a la propia unidad generacional
en tanto que buscaba la incorporación de nuevos actores sociales para la
acción política, y para la subsistencia o crecimiento de la agrupación. En
segundo lugar, la práctica política no se reducía a la reproducción dentro
de una misma unidad generacional sino que se fortalecía en el vínculo con
el exterior –capaz de insertarse en la misma- lo que le otorgaba un sentido
de transformación a la acción política cotidiana, en sintonía con el agitarse
juntos por un cambio.
La identicación de estas diversas unidades generacionales al interior de las
juventudes de La Cámpora visibilizó aún más la complejidad de la acción
política en el marco de la diversidad de actores que participaron de la organi
-
zación, donde la juventud aparecía como una pieza más dentro del engranaje
de la militancia. Ahora bien ¿Qué poder de acción real tenía la juventud mi
-
litante –en tanto actor relevante del estudio- al interior del sistema político?
¿Cómo funcionaban esas unidades generacionales en su agitarse juntos? Se
procede a analizar dos disputas centrales en la acción política juvenil de La
Cámpora.
Agitarse juntos
Nosotros tuvimos que abrirnos como podíamos, a los codazos o como po-
díamos, porque no había libertades. Pero cuando uno tiene la oportunidad
de poder estudiar, cuando uno tiene la oportunidad de poder acceder a una
universidad pública, nacional y gratuita, cuando uno tiene la posibilidad de
poder expresarse con libertad, tiene también la obligación de comprometer-
se con la patria y con los que menos tienen, a los que todavía hay que llegar.
Yo los convoco, yo los convoco a los jóvenes de los movimientos sociales,
MARCOS MUTUVERRÍA 23
de las organizaciones sindicales, de las juventudes universitarias, de las ju-
ventudes territoriales, a todos, a transformarse en un colectivo que recorra
el país, que vaya donde se necesita una mano, una ayuda solidaria. (Parte
del discurso de la presidenta Cristina Fernández en el acto “La juventud le
habla a Néstor, Néstor le habla a la juventud”, realizado en el Luna Park el
14 de septiembre del año 2010).
La cita elegida representa un ejemplo de la convocatoria explícita a la parti-
cipación política juvenil desde el poder ejecutivo que se repitió en numerosas
ocasiones en el período kirchnerista estudiado. La relación entre jóvenes y
adultos al interior del peronismo tiene vínculo con la noción de “trasvasa-
miento generacional”, enunciada por Juan Domingo Perón en un mensaje
enviado a la Juventud Peronista en 1967 para alentar a la participación (Váz
-
quez, 2013).
Poniendo énfasis en cómo fue ese agitarse juntos que se venía presentando
en la acción política juvenil, en esta sección se analizan con las categorías
de Mannheim (1993) dos grandes disputas que se presentaban en el accionar
militante. Por un lado, una disputa interna con un análisis de los procesos de
resistencia a esta avanzada de la juventud desde diferentes actores sociales.
Si bien se alentó desde la cabeza del poder ejecutivo una participación ju
-
venil y en general las estructuras partidarias parecían haberse sumado a la
aceptación de dicha participación, seguían presentes representaciones de los
jóvenes como “incapaces” y “precoces”. Por otra parte, una disputa externa
con un análisis discursivo sobre las representaciones sociales que colocaban
a las juventudes peronistas en una tradición con tintes de estigmatización y
etiquetamiento históricos.
La disputa interna
Cuando tenés que discutir con estos viejos carcamanes te miran como di-
ciendo: Pero pibe, ¿Qué querés? ¿Qué hacés acá? Tenés que agradecer que
estás acá sentado. Y ¿tu turno? Andá a la cola, ya te va a tocar (Esteban,
29 años, militante de La Cámpora, abogado y asesor político. Entrevista
realizada en 2012)
La resistencia que percibían los jóvenes que estaban trabajando en puestos
de gestión estatal se hacía visible por medio de algunas representaciones que
tenían sobre ellos los más grandes. Esteban trabajaba en la Cámara de Sena-
24 STUDIA POLITICÆ Nº 57 invierno 2022
dores de la Provincia de Buenos Aires y fue muy contundente para denir la
dicultad que tenía la juventud de integrar ese espacio de poder. Contó que si
bien durante el kirchnerismo habían podido acceder a la gestión estatal algu-
nos jóvenes, como era su caso, notaba una resistencia de otros miembros del
sistema político, generalmente referentes que hacía más de 50 años estaban
en la política y parecía que “no se querían mover”
6
. Los calicó de “viejos
carcamanes
7
que tenían más de 70 años y que estaban acomodados en sus
puestos sin intención de ceder espacio a la juventud.
En su argumento crítico mostraba una preocupación por la exclusividad de
los adultos en el manejo real de la política. Se planteaba la lucha juvenil
dentro de los espacios de poder que tenía relación con la persistencia de una
corporación política asediada por la falta de “renovación”
8
. Inserto en ese
panorama, Esteban reconocía que tener 30 años y ser asesor político repre
-
sentaba algo que nunca en su vida “hubiese soñado” tan pronto, pero a su
vez, sabía que esa corporación política tenía sus reglas y no le harían fácil el
camino para eludirlas.
En estas apreciaciones donde los “viejos” de la política no querían ceder
su lugar a la avanzada de los más “jóvenes”, mostraban una representación
sobre la juventud que los colocaba en un lugar de inferioridad, en el sentido
de que los creían “incapaces” de estar al frente a las acciones del sistema
político.
Circulaban discursos descalicatorios por los cuales los tildaban de ser “inca
-
paces” o “soberbios” que sólo estaban porque Cristina Kirchner se mantenía
en el poder. Estas representaciones no mermaban el esfuerzo por pertenecer
al sistema político por parte de los jóvenes en la búsqueda de lograr cambios,
aunque eso signicase entrar “a los codazos”.
Los jóvenes creían que había una deuda –y a la vez un desafío- que seguía
6
Se utilizarán comillas para resaltar términos o aseveraciones nativas.
7
Resulta sugestivo imaginarse a un representante del pueblo entrado en edad como una
persona “pretenciosa y con poco mérito” o “decrépito y achacoso”, como dene la Real
Academia Española para “carcamán” y “carcamal” respectivamente.
8
Por supuesto que la falta de renovación excedía el peronismo y se refería al sistema políti-
co argentino en general. Se detenía persistentemente en que esa resistencia interna era mar-
cada tanto en espacios del PJ como entre los miembros de la UCR. Era un sistema político
donde persistían las “viejas formas” de hacer política, encarnadas en “viejos” participantes
del sistema político, y eso era visto en detrimento del “aire renovado” que podían aportar
los jóvenes con su presencia.
MARCOS MUTUVERRÍA 25
pendiente y era que no se habían producido cambios estructurales en el modo
de funcionamiento de la corporación política. Eso provocaba un sinsabor
respecto a que no se había podido lograr un cambio en ese sistema político
que se resistía a la juventud, y por tanto, se reforzaba en su conservadurismo.
En este sentido, se distinguía entre los “viejos” de la corporación política que
estaban “desde siempre” -alojados en el imaginario del menemismo neolibe
-
ral de los años 90-, de aquellos que formaron parte del kirchnerismo –pero-
nismo de los años 2000-. En los discursos juveniles aparecía esta separación,
y en una mayor indagación esta cuestión se resolvía con que al kirchnerismo
“no le había quedado otra” que utilizar la estructura partidaria del PJ, a la que
ellos consideraban “viciada”, para poder gobernar. En esta mirada juvenil,
se trataba de una estructura partidaria útil, pero que debía renovarse con la
militancia juvenil.
Pienso en las diferentes ramas históricas que en su momento planteó el
peronismo… ¿Qué libertad de acción tiene un joven que trata de entrar en
estos sectores? ¿De qué manera podés ingresar y tener una postura distinta?
Es muy difícil. Por eso cuando hablamos de juventud hay un gran debate
por cómo se puede acceder a la gestión del Estado (…) Cristina ha tenido
una gran virtud, contra muchos, desde dentro y desde afuera de la política,
que ven como un peligro que la juventud empiece a tener participación en
el poder (Ramiro, 33 años, peronista, empleado estatal. Entrevista realizada
en 2014)
Ramiro presentó otro ejemplo para comprender desde adentro de la función
pública (como asesor político) la resistencia interna de los adultos en los es-
pacios en los que se movía. Él creía que no quedaba otra que intentar entrar
“a los codazos”, aunque le parecía “lamentable”. Su diagnóstico también
refería a que cuando se quería abrir camino para la participación juvenil,
había muchos políticos, mayoritariamente adultos, que se resistían a que en-
trasen bocanadas de aire fresco dentro de la estructura política nacional. Y
aún peor, entre los pocos casos exitosos, pesaba el vínculo familiar como
“herencia política” en el trabajo estatal. Aparecía el argumento de militantes
que concebían la participación política como “una cuestión familiar” donde
se repartían cargos. Eso implicaba que se le quitase espacio a otros jóvenes
que querían participar de la política, por no contar con un pariente o “gan-
cho” (Mutuverría, 2016).
Se reconocía la gura de Cristina Kirchner como la mandataria que había
dado oportunidades reales a los más jóvenes, en contraposición a lo que ocu
-
26 STUDIA POLITICÆ Nº 57 invierno 2022
rría en el sistema político. Los jóvenes consideraban que ese puntapié inicial
de la jefa del ejecutivo en ese momento era esencial para tomar conciencia
de que en un futuro próximo serían ellos quienes serían los “responsables del
poder”. Eso motorizaba una continuidad del proyecto político en asociación
con uno de los valores esenciales de la tradición política que los aglutinaba:
la cuestión de la “lealtad”
9
. Se pensaba que la lealtad política, representada
en gran parte por los jóvenes que iban a seguir siendo “incondicionales” al
proyecto político, tendría sentido si se encontraban espacios participativos
de debate dentro de la estructura de poder, donde aún resultaba muy difícil
entrar.
Entre los valores que los jóvenes veían como rechazados desde los puestos
de trabajo en la gestión estatal, aparecía también muy visible la idea de un
“compromiso” que excedía la gestión y también formaba parte de la mili
-
tancia territorial. Era a través de la práctica política en el día a día donde las
convicciones de la juventud se mostraban en la delidad al proyecto político,
algo que implicaba “poner el cuerpo” con ganas de cambiar la realidad. Esta
argumentación daba cuenta de un tipo de militantes que presentaban una
lealtad y un convencimiento acerca de un proyecto político que consideraba
a la función pública –lugar de resistencia adultocéntrica- como la llave de un
cambio.
Tres son los hallazgos que sobresalieron para comprender el rechazo interno
en la gestión pública que se reconocían entre militantes juveniles.
En primer lugar, aparecía un repudio a la lógica de la herencia política fami
-
liar que detentaban algunos adultos. Se rechazaba la idea de otorgar acceso a
la estructura política basada en el sistema de parentesco, aquellos que acce-
dían por el hecho de tener “gancho” familiar. Para algunos de estos jóvenes
eso tenía vínculo con el rechazo a quienes se negaban a darles oportunidades
a los jóvenes para la renovación política, porque creían que de esa forma los
escasos lugares serían ocupados por los herederos de esa lógica de parentes-
co. Se identicaba a los políticos “más viejos” como los responsables de esta
cuestión. Eran adultos que no querían ceder su espacio a las nuevas genera-
ciones, y que al nal de su ciclo político buscaban heredarlo a un miembro
joven de su propia familia.
9
Balbi (2007) estudió la cuestión de la lealtad en el peronismo considerándola como un
valor moral. Según este autor, el concepto de lealtad fue introducido por Perón como parte
de su concepción de la conducción política, siendo producto de la revalorización funcional
de las concepciones militares de la “lealtad” y el “mando” o “conducción”.
MARCOS MUTUVERRÍA 27
En segundo lugar, aparecían repetidamente dos representaciones que algunos
militantes peronistas adultos tenían sobre la juventud kirchnerista y que abo
-
naban a ese rechazo ya expresado. Por un lado, los militantes eran tildados
como “incapaces”, asociado a que esto era una característica de ser “dema
-
siado jóvenes” para ocupar un lugar en el trabajo estatal, y sin un recorrido o
trayectoria política que habilitase el cargo. Es decir, se repetía una represen-
tación hegemónica de la incompletitud de este grupo de edad. En este caso,
los adultos veían a “los más chicos” con una valoración negativa, les faltaba
experiencia para la política. Por otra parte, otro disvalor de esta juventud era
su carácter de “soberbios” por formar parte de la organización La Cámpora,
colocada en vínculo directo con la entonces presidenta Cristina Fernández.
Eran dos descalicaciones a la juventud, una por la edad asociada a la inca-
pacidad, y otra por la adscripción política a La Cámpora.
En el primer caso, y retomando las ideas de Mannheim (1993) podríamos
atribuir esa disputa interna del sistema político entre jóvenes y viejos a las
diferentes posiciones generacionales de las que eran protagonistas, ya que
la cuestión etaria era clave para esa disputa. Por supuesto que también a
los diferentes sentidos, intereses y emociones que estructuraban una forma
de percibir la acción política dentro de la esfera estatal. En ese sentido, los
jóvenes ponían énfasis en su proyecto político y en su agitarse juntos como
motor de un posible cambio del sistema político, al que veían lleno de adultos
que no querían ceder sus lugares de privilegios para las nuevas generaciones.
En el segundo caso, se fortalecía la idea del rechazo interno por pertenecer a
La Cámpora, agrupación que representaba directamente a la gura de Cris
-
tina Fernández de Kirchner y por lo tanto que poseía una representación, o
eran una instancia privilegiada de diálogo con la líder, frente a otros agrupa-
mientos del peronismo. La lealtad al proyecto político del momento era vista
como una posible pérdida de poder dentro del sistema político.
Un tercer hallazgo, y en vínculo con lo dicho anteriormente, indicaba que los
jóvenes valoraban ese período político como un momento de apertura a la
gestión estatal, y principalmente a la ex presidenta Kirchner como la persona
que motorizaba esa inclusión. Pero esa valoración positiva era acompañada
del reconocimiento de un problema central que persistía. En el juego de la
transmisión del poder las juventudes señalaban que estaban quienes se suma
-
ban a un discurso de renovación política, pero que se quedaban solamente en
lo discursivo, y se demoraba en reejarse en la práctica política. Esto daba
cuenta también de la dicultad y la conictividad en la disputa por el manejo
del poder político.
28 STUDIA POLITICÆ Nº 57 invierno 2022
En este razonamiento se identicó la misma complejidad en las palabras de
la ex presidenta (citada anteriormente) con las voces juveniles. Es decir, por
un lado, Kirchner describía que su generación se tuvo que hacer lugar en la
política y abrir camino como podían, “a los codazos” y sin libertades, y que
veía un escenario nuevo de participación juvenil con nuevas “oportunidades”
que antes ellos no habían tenido. Por otro lado, los jóvenes, si bien recono-
cían el esfuerzo desde Cristina por incorporarlos a las esferas de la corpora-
ción política, también sentían que se tenían que hacer lugar “a los codazos”
porque había mucha resistencia interna a la renovación generacional en el
sistema político.
Esta disputa pendiente excedía a la época y, por supuesto, a los contextos so
-
cio-históricos. La resistencia por la renovación generacional seguía dándose,
como en momentos anteriores del peronismo (Kriger, 2016), y en este caso,
a pesar de las diferentes circunstancias históricas, y en un momento de aper
-
tura para la participación juvenil, la disputa por el poder en el Estado seguía
colocando a la juventud en un lugar de rechazo interno por los actores del
propio movimiento político.
La estigmatización externa
Aquí se muestran algunas miradas de sujetos que no participaban en políti
-
ca pero que incidían en la práctica cotidiana de militantes de La Cámpora.
Se identican esos estados de ánimo y emociones que afectaban la práctica
política con ejemplos de cómo los jóvenes eran etiquetados por sujetos ex-
ternos a las organizaciones de las que formaban parte, con el propósito de
iniciar procesos de estigmatización sobre ellos, sus prácticas, y a veces, sus
proyectos políticos. Eran miradas de personas externas a los agrupamientos
políticos que se referían a los jóvenes -y sus convicciones- cargados de pre-
juicios y un profundo desconocimiento de su militancia.
Goffman (2010) dene al estigma como un atributo que produce un descré
-
dito amplio y constituye una divergencia entre la identidad social virtual y
la real, produciendo un aislamiento entre la sociedad y la persona. La cla-
sicación está estrechamente vinculada a cada situación que viva un sujeto
por el sólo hecho de ser denigrado. Se utilizó esta categoría para pensar el
etiquetamiento sobre la militancia juvenil.
Inés, militante de La Cámpora, contó que mientras participaba políticamente
en los barrios en reiteradas ocasiones se le acercaron distintas personas a dis
-
MARCOS MUTUVERRÍA 29
cutir sobre las medidas que tomaba el gobierno en ese momento. No sólo era
una queja a la pasada, sino agravios con frases descalicadoras. Tanto a ella
como a sus compañeros le decían: “Ustedes no entienden nada”, “Les están
lavando la cabeza”, “No se dan cuenta de que las cosas no son así”. La prin
-
cipal acusación giraba en torno a que los consideraban solamente “fanáticos”
de un proyecto político sin capacidad de reexión.
Estas descalicaciones externas a su organización política provocaron que la
joven argumentase una posición a la defensiva. No todos los militantes esta
-
ban obligados a saber y dar respuesta por todo lo que ocurría en el gobierno,
y que además ninguno de ellos podía saber de todas las temáticas, para lo
cual en los cursos de formación iban incorporando elementos novedosos que
aportaban a los temas de discusión entre los miembros de la agrupación o la
coyuntura política.
Inés contó una anécdota que la había impactado mucho, y que tuvo que ver
con la serie de actividades políticas que llevaron a cabo en La Cámpora como
parte del programa Mirar para cuidar
10
. La joven formó parte de un grupo de
militantes que salió a relevar precios en los supermercados, como parte de
una “lucha contra la inación” y para evitar que aumentaran los precios que
el gobierno había congelado en 500 productos básicos de la canasta familiar.
En una de las reuniones de distribución del trabajo en el territorio, a ella y a
otro militante les asignaron ir junto con un referente de Tigre, a controlar los
precios de un supermercado de Nordelta
11
.
10
El 22 de mayo de 2013, la presidenta Cristina Kirchner pidió a los movimientos “po-
líticos, sociales y juveniles” que conformaban el kirchnerismo que fuesen parte del plan
“Mirar para cuidar” anunciado por el Gobierno para combatir la inación. El pedido im-
plicaba principalmente ocuparse de scalizar los valores de venta al público de productos
que integran la canasta básica en todo el territorio argentino, utilizando el despliegue de las
organizaciones populares, sociales, sindicales y políticas. El proyecto se realizó en el marco
del congelamiento de precios que se realizó en febrero de 2013, y se puso en funcionamien-
to el 1º de junio, junto con la canasta de 500 productos sin aumentos de precios. Para ver
más: https://www.youtube.com/watch?v=TtVrzJgJ0_4 (útimo acceso: 21-11-22)
11
Nordelta es una localidad del Partido de Tigre, ubicado en la zona Norte del aglomerado
gran Buenos Aires, que es reconocido socialmente por tener los countries y barrios privados
más exclusivos de la provincia. En menos de 15 años Nordelta se convirtió en la primera
Ciudad Pueblo de la Argentina, con más de 30.000 habitantes disfrutando un nuevo estilo
de vida. Su desarrollo está regido por el plan director aprobado por Ley Provincial, lo cual a
diferencia de otro tipo de emprendimientos, le da a Nordelta un alto grado de previsibilidad.
Hoy se presenta como un Núcleo Urbano, que cuenta con todos los servicios que se encuen-
tran en las ciudades. Ver más en www.Nordelta.com (último acceso 21-11-22).
30 STUDIA POLITICÆ Nº 57 invierno 2022
Con la incertidumbre de no saber a dónde iban, pero con la convicción de
militar en el lugar asignado, Inés y su compañero se encontraron con un lugar
desconocido, y con un supermercado que les parecía “un palacio”. Tuvieron
que ingresar y comenzar a registrar en las planillas los precios que se mostra
-
ban en góndolas. La joven fue muy precisa al indicar que tenían la orden de
“no contestar nada” de lo que les preguntaran tanto empleados de la empresa
como clientes. Sólo debían remitirse a informar que la tarea única era relevar
los precios eximidos, para luego elevar a través de la realización de un infor-
me a la Secretaría de Comercio para su posterior análisis, y determinar si se
cumplía o no con el acuerdo de precios.
Nos dijeron de todo… Era un lugar cheto mal. Me acuerdo de que una
señora me pasó por al lado más o menos diez veces, y que cada vez que
pasaba me gritaba: qué olor a mugre. Y hacía un gesto como que se tapaba
la nariz, y después me miraba a ver si yo la estaba mirando. Y yo nada,
no le respondía, seguía anotando los precios. Y a los dos minutos volvía y
decía: qué olor a mugre. Después también nos decían: Está lleno de negros,
se llenó de negros el supermercado, chantas, ladrones, de todo (Inés, 22
años, militante de La Cámpora, estudiante universitaria y asistente de una
representante del Senado. Entrevista realizada en 2014)
Para algunos jóvenes de La Cámpora la experiencia de poner el cuerpo en
actividades políticas de la organización los colocaba frente a frente con luga-
res y espacios tan diversos, como, por ejemplo, en este caso, sufrir insultos,
menosprecio y descalicación en una jornada en el centro comercial de Nor-
delta. El intento de estigmatización narrado por esta militante tiene vínculo
con algunas etiquetas históricas que tuvieron lugar en la sociedad argentina
respecto de los sectores populares desde el comienzo del peronismo.
Dos estudios, muy distintos entre sí, pero con alguna relación con lo acadé
-
mico, permiten la aproximación a los signicados sociales que el término
“negros” o “cabecitas negras” tenía para las clases altas y medias de Buenos
Aires. El primer estudio desde la sociología fue el de De Imaz (1965), quien
implementó una encuesta a miembros de la clase alta de Buenos Aires a
nes de los años cincuenta (luego de la caída de Perón). Entre 1958 y 1959
De Imaz formulaba la preguntaba: “A veces la gente habla de ‘negros’ o de
‘cabecitas negras’. ¿Considera usted que esos términos son simplemente des-
pectivos o que reejan realmente a un grupo social?”. Entre las respuestas,
el 55% armaba que reejaba “una realidad social”, mientras un 36% decía
que era un término despectivo. Luego el autor preguntaba: “¿Cree usted que
MARCOS MUTUVERRÍA 31
dichos titulados ‘negros’ o ‘cabecitas negras’ también podrán con el tiempo
ascender en la escala social? O mejor, que ascenderán” El 49% respondía que
no ascenderían, mientras que el 42% aseguraba que “ascenderían o podrían
ascender” (De Imaz, 1965, p. 51).
El otro estudio fue el análisis antropológico realizado por Ratier (1971) que
por primera vez tomó como objeto de análisis al “cabecita negra” y por me
-
dio de información del trabajo de campo en sectores populares y de sus vi-
vencias, combinó la denuncia con un análisis de los signicados del término.
Se trató del análisis del racismo argentino, con los términos “cabecita” y
“negro”, de las relaciones clase y raza, o de la noción de “blanquitud” (Ra-
tier, 1971, p. 9).
El autor confrontó el imaginario de que Argentina no era un país racista con
algunas prácticas de exclusión de lo no-blanco, explicando “el matiz político
que puso sal en el enfrentamiento cuasi-racista de porteños y provincianos:
ser ‘negro’ era ser peronista, y viceversa. Y los negros pisaban fuerte” (Ra
-
tier, 1971, p. 13). También Ratier entendía que había un racismo más “por
omisión que por armación” (Ratier, 1971. P. 17), porque se pensaba -más
de lo que se decía- que las “razas” europeas eran superiores; y para el autor
el racismo forma parte del “bagaje ideológico con que se organizó el país”
y, sobre todo, a partir de las migraciones internas y el año 1945. El autor
puntualizaba: “todas las armas son buenas en el enfrentamiento, incluido el
prejuicio racial. Son ‘negros ensoberbecidos’, ‘cabecitas negras’” (Ratier,
1971, p. 32). Tanto para De Imaz (1965) como para Ratier (1971) “negros”
y “cabecitas negras” resultaban sinónimos. Y Ratier planteaba que un rasgo
clave que denía a los “cabecitas negras” es que eran peronistas
12
.
Más recientemente, Grimson (2016) analizó la interseccionalidad de identi
-
caciones de clase, étnicas y raciales presentes durante el 17 de octubre de
1945 en un estudio que dio cuenta de cómo se construía un “otro” negro (en
el sentido argentino de “no-blanco”) que resultó crucial para poder denir
la propia identidad blanca, europeísta, urbana, educada y antiperonista. Para
este autor las clasicaciones sociales del color en la Argentina presentaban
la peculiaridad de que blanco y negro aludían, más que al color de piel, a
la jerarquía de clase y étnica de las personas, y donde “negro” se asociaba
12
Es reconocida en la tradición peronista la referencia de Eva Perón en los discurso dirigi-
dos al pueblo peronista como sus “cabecitas negras” o “grasitas”, lo que aporta una impor-
tante asociación discursiva de estos términos con la tradición peronista, sin que ello quite
vínculo con la utilización racializada que se estudió.
32 STUDIA POLITICÆ Nº 57 invierno 2022
directamente a la identicación política peronista (Grimson, 2016, p. 49).
El intento de estigmatización realizado en el supermercado de Nordelta por
adultos antiperonistas hacia jóvenes militantes se puede asociar a esta cues
-
tión planteada en la historia del peronismo por la cual resultaban indignos
aquellos quienes apoyaban a Perón, y se los homogeneizaba como “no-blan
-
cos”. Es decir, los jóvenes que adherían al peronismo -en el período kirch-
nerista- y militaban en La Cámpora, eran “negros” con “olor a mugre” por
el hecho de ser peronistas, y no por el color de su piel. Esto daba cuenta de
la vitalidad estigmatizante que se presentaba en el escenario político y que
contribuía a desmentir el imaginario de una Argentina “libre de prejuicios
étnicos” (Caggiano, 2010; Adamovsky, 2010; entre otros).
Una característica novedosa de estas interacciones era que los militantes asu
-
mían ese tipo de situaciones como “parte del juego” y si bien en cualquier
otra circunstancia hubiesen podido responder de otro modo, el hecho de estar
militando “con la camiseta” y con los condicionamientos rigurosos que se
les plantearon previamente desde La Cámpora, su tarea, además de relevar
precios, implicaba tolerar la violencia verbal.
Inés se emocionó en una parte del relato, ahogada por la bronca, pero inme
-
diatamente se repuso y contó que estaba resignada a aceptar que otros suje-
tos pudiesen decir cualquier cosa sobre su persona, y que debía soportarlo
como algo que era inherente a la práctica política. Efectivamente, este tipo
de prácticas eran parte de una estrategia política por la cual se era visible
como organización y, a la vez, se soportaba la estigmatización. Se vivía como
una práctica de militancia más, por la cual se fortalecía la concepción de “la
patria es el otro
13
”.
Mis amigos creen además que una reunión es ir a enestarse, a estar todos de
joda. Y las reuniones a veces son un bodrio. Pero bueno, ahí en esas reunio-
nes hay veces que se tratan cosas importantes, y a veces no, a veces se habla
de cualquier boludez. Pero tenés que estar. Y ellos me dicen que yo estoy de
joda en las reuniones. Y me da mucha bronca (Esteban, 29 años; militante de
La Cámpora, abogado y asesor político. Entrevista realizada en 2012)
13
La frase pertenece a uno de los slogans del gobierno de Cristina Kirchner quien dijo que
“si no se quiere al pueblo, si no se quiere al prójimo, es imposible querer a la patria. La
patria es el otro, la patria es el prójimo. Por eso, no nos olvidemos nunca de eso, la patria es
el otro, no es un concepto vacío, no es un concepto abstracto” el 2 abril de 2013 en su dis-
curso en Puerto Madryn. Puede verse en https://www.youtube.com/watch?v=r7nhkc1MsPc
(último acceso: 21-11-22).
MARCOS MUTUVERRÍA 33
Este relato de Esteban permite ver, por un lado, cómo la participación políti-
ca puede generar diferencias en el grupo de pares, sobre todo aquellos que no
se veían interpelados con la política. La idea peyorativa de la política como
ocio (utilizando la noción hegemónica de ocio como no productividad y li-
viandad) servía para desvalorizar la militancia como trabajo y compromiso.
En otros espacios de sociabilidad también sucedían interpelaciones despre
-
ciativas de su accionar. Esteban contó que en el gimnasio a donde iba en su
barrio había vivido una escena que lo había indignado, cuando otro joven se
había puesto a gritar que en el gobierno eran todos “unos ladrones” y él le
dijo que “no quería participar de esa charla” y se fue, lo que repercutió en
que todos pensaban que era “un loco” por apoyar al gobierno de Kirchner.
Eso le causó “mucha bronca” porque sentía que había una relación desigual
entre quienes decían ser opositores y podían decir cualquier cosa y ellos, los
militantes, que enseguida eran increpados o etiquetados como corruptos por
su adscripción política.
Este tipo de situaciones aparecían como habituales en la vida de cada mili
-
tante, sólo que a veces era algo que, si bien se contaba como una cuestión
naturalizada, se padecía en lo emocional. Para Esteban la situación podía
tener algunas explicaciones más profundas cuando se trataba de discutir con
amigos, con quienes a veces gritaban, pero se terminaban poniendo de acuer-
do o respetando porque primaba la amistad, pero en casos como el del gimna-
sio, optaba por el silencio, como factor de cuidado, ya que temía que pudiese
haber algún tipo de agresión física.
Así como la mayoría eran experiencias de rechazo en los “externos”, en al
-
gunos casos estuvo en interacciones empáticas. Ese mismo día Esteban contó
que una vez fue a comprar una pizza con una remera con la imagen de Cris-
tina Kirchner a un local del centro platense, sin percatarse de cómo estaba
vestido, y que lo había sorprendido que otro cliente que estaba esperando su
pedido se le había acercado y le había elogiado la remera. Al salir del local
con la caja de pizza en la mano, se fue de regreso a su casa pensando que era
una excepción porque en casi todos lados encontraba gente que “bardeaba”,
y que probablemente si lo veían con una remera de La Cámpora dirían otras
cosas, como: “Mirá, ahí va el chorro”, “Es todo un choreo”, “Son todos co-
rruptos” o “Es todo una mierda”.
Estos casos permitieron hilvanar algunas experiencias donde se vinculaba la
práctica política con la mirada externa que estigmatizaba la militancia juve
-
nil (Goffman, 2010).
34 STUDIA POLITICÆ Nº 57 invierno 2022
Los casos de descalicaciones externas se daban en cuatro formas. En primer
lugar, los jóvenes aparecían sospechados de su capacidad de gestión en el
ámbito de la política. En vínculo con los casos de resistencia al interior de
los espacios políticos ligados a la gestión estatal -donde los viejos los desca-
licaban por no estar listos para la práctica política- en las experiencias por
fuera del ámbito de la política también aparecían representaciones de los jó-
venes como “incapaces”. En segundo lugar, los consideraban sujetos ligados
al ocio –aún en la práctica política- fortaleciendo la idea de moratoria social
hegemónica. Estas fueron dos imágenes culturales fuertes porque tendían a
limitar la capacidad de acción juvenil.
En tercer lugar, aparecía una lectura de clase racializada –“negros”, “olor a
mugre”- en vínculo con una etiqueta histórica del peronismo. Es decir, el pe
-
ríodo kirchnerista y la acción juvenil estaba asociada, por medio del etique-
tamiento y la descalicación, a la tradición peronista. Y en cuarto lugar, una
lectura del tipo moral por la cual a estos jóvenes militantes los consideraban
“soberbios” y “chorros” en vínculo con la participación en la organización
La Cámpora.
Las interacciones con etiquetamientos, discriminación, desvalorización y
acusación eran vividas como algo profundamente angustiante. Cada uno pre
-
sentaba modos distintos de sobrellevar esas situaciones. Como se vio en el
caso de Inés en el supermercado de Nordelta se soportaba para poder llevar
a cabo la acción política, y en el ejemplo de Esteban en el gimnasio de su
barrio era vivida con paciencia para poder mantenerse en grupos de pares.
Estos dos ejemplos dieron cuenta de una modalidad de práctica de la agru-
pación naturalizada como parte del ocio de la política donde se optaba por
el silencio y la no confrontación como un recurso necesario para la acción
política.
Conclusiones
En estas páginas se presentó un ejercicio analítico con la noción de genera
-
ción de Karl Mannheim para interpretar y comprender a las juventudes mili-
tantes de la agrupación La Cámpora entre los años 2011 y 2015, como parte
de Unidos y Organizados.
Las nociones de Mannheim (1993) permitieron rearmar el sentido sobre
la importancia de no homogeneizar a las juventudes políticas. Bajo la argu
-
mentación de las categorías posición generacional, conexión generacional
MARCOS MUTUVERRÍA 35
y unidad generacional se pudo relacionar a las organizaciones juveniles en
el marco de un proceso histórico y social que explicaron modos de acción
política.
La agrupación La Cámpora formaba parte de diferentes conexiones genera
-
cionales, que encontraban puntos de encuentro en la participación política.
También los militantes se distinguían, de acuerdo a sus intereses, como parte
de distintas unidades generacionales. El punto de encuentro entre ellas esta-
ba dado por un signicado emocional que compartían los militantes por un
mismo proyecto político. La participación en esas unidades generaciona
-
les tenía un efecto socializador entre sus miembros por el cual la consigna
compartida por la experiencia misma de la militancia funcionaba como un
agitarse juntos (Mannheim, 1993), frente a un camino político.
Es decir, las unidades generacionales compartían qué se debía hacer en polí
-
tica para mejorar la vida de las personas y cómo debía transcurrir ese cambio,
es decir, de qué manera se debían implementar las políticas del proyecto
y con qué prácticas cotidianas se debían profundizar los cambios. También
esas unidades generacionales eran capaces de propagar sus intereses por fue-
ra de su unidad generacional, e inclusive su conexión generacional, para
persuadir a otros sujetos con los que compartían la posición generacional a
n de que puedan insertarse en esos agrupamientos.
Profundizando en ese agite juvenil, se analizaron dos disputas centrales que
compartían los jóvenes militantes de La Cámpora. Sobre la disputa interna
dentro del sistema político argentino, las juventudes que participaron de las
esferas del estado durante el kirchnerismo repudiaban, por un lado, la “heren
-
cia política” familiar, es decir, a quienes le otorgaban los accesos a la estruc-
tura política a partícipes de su familia; y por otro, cuestionaban a quienes se
negaban a darles oportunidades a los jóvenes para la renovación política. Si
bien reconocían el esfuerzo desde Cristina Kirchner por incorporarlos a las
esferas de la corporación política, sentían que tenían que hacerse lugar “a los
codazos” porque había mucha resistencia a la renovación generacional en la
participación política.
Por otra parte, se mostraron experiencias que vincularon la práctica política
con la mirada externa que estigmatizaba la militancia juvenil. Las nomina
-
ciones analíticas trabajadas daban cuenta de cómo los jóvenes eran etiqueta-
dos como: “incapaces” en la política; ligados al “ocio” coincidiendo con la
moratoria social hegemónica; como “negros” con “olor a mugre”, desde una
concepción de clase racializada –y con anclaje histórico en el peronismo-; y
36 STUDIA POLITICÆ Nº 57 invierno 2022
como “soberbios” y “chorros” –concepción moralizada- en vínculo con la
adscripción política a la organización La Cámpora.
Bibliografía
aBoy Carlés, g. (2001). Las dos fronteras de la democracia argentina. Homo Sapiens.
aCha, o. (2011). Los muchachos peronistas: Orígenes olvidados de la Juventud Peronista
(1945-1955). Planeta.
aDamovsky, e. (2010). Historia de la clase media argentina. Planeta.
altamirano, C. (2004). La lucha por la idea: el proyecto de la renovación peronista. En M.
Novaro y V. Palermo (Comps.), La historia reciente. Argentina en democracia (pp.
59-74). Edhasa.
anzorena, o. (1989). JP. Historia de la Juventud Peronista (1955-1988). Ediciones Cor-
dón.
BalBi, F. a. (2007). De leales, desleales y traidores. Valor moral y concepción de política
en el peronismo. Serie Antropología Política y Económica. GIAPER - Editorial An-
tropofagia.
Bauman, z. (2007). Between Us, the Generations. En J. Larrosa (Ed.), On Generations. On
coexistence between generations (pp. 365-376). Fundació Viure i Conviure.
Bisso, a. (2007). El debate acerca de los orígenes del peronismo desde la perspectiva de los
libros de la democracia renovada. En A. Camou, M. Tortti y A. Viguera (Coords.), La
Argentina democrática: los años y los libros, (pp. 97-112). Prometeo.
BraChetta, m. t. (2005). Refundar el peronismo. La Revista UNIDOS y el debate político
ideológico en la transición democrática [Tesis de maestría]. FLACSO.
Caggiano, s. (2010). El sentido común visual. Miño y Dávila.
CamPo, h. (1983). Sindicalismo y peronismo: los comienzos de un vínculo perdurable.
Artes Grácas Santo Domingo.
Chaves, m. (2005). Juventud negada y negativizada: representaciones y formaciones dis-
cursivas vigentes en la Argentina contemporánea. Revista Última Década Año 13 (23),
9-32. CIDPA.
Chaves, m. (2010). Jóvenes, territorios y complicidades. Una antropología de la juventud
urbana. Espacio Editorial.
Chaves, m., FaJarDo, F. y mutuverría, m. (13-15 de octubre de 2010). La juventud y lo
joven. En “Documentos” del peronismo entre 1970 y 1977 [Actas electrónicas].
Reunión Nacional de Investigadores/as en Juventudes Argentina, Salta, Argentina.
Chaves, m., galimBerti, C. y mutuverría, m. D. (2016). Cuando la juventud se pone en
marcha el cambio es inevitable: juventudes, acción política, organizaciones y Estado
MARCOS MUTUVERRÍA 37
en Argentina. En P. Vommaro, Cuadernos de pensamiento crítico. Movimientos juveni-
les y revoluciones sociales en el siglo XXI (pp. 47-68). Ruth Casa Editorial.
Chisholm, l. (29 de junio-03 de julio de 2005). Generations of Knowledge, Knowledge of
Generations and the Generation of Knowledge [Keynote contribution]. International
Conference Childhoods, Oslo, Norway.
De imaz, J. l. (1965). La clase alta de Buenos Aires. UBA.
De Ipola, E. (1987). La difícil apuesta del peronismo democrático. En J. C. Portantiero y
J. Nun (Comps.), Ensayos sobre la transición democrática en la Argentina (pp. 333-
374). Puntosur.
Dell’unti, J. (2016). “Peronistas somos todos”: las dinámicas políticas del campo peronis-
ta sub-nacional en el período kirchnerista. FLACSO México.
Di tella, t. (2003). Perón y los sindicatos. Ariel.
ehrliCh, l. (2010). Rebeldes, intransigentes y duros en el activismo peronista, 1955-1962
[Tesis de maestría, Universidad Nacional de General Sarmiento]. Repositorio Univer-
sidad Nacional de General Sarmiento.
eisenstaDt, s. n. y BenDaviD, J. (1956). Inter-generation tensions in Israel. International
Social Science Journal, 8(1), 54-75.
FernánDez, C. (14 de septiembre de 2010). La juventud le habla a Néstor, Néstor le habla a la
juventud [Discurso]. Acto de la Juventud Peronista en el Luna Park, Buenos Aires, Ar-
gentina. https://www.casarosada.gob.ar/informacion/archivo/22619-blank-77976707
Feuer, l. (1968). The Conict of Generations. Heinemann.
galimBerti, C. m. (2016). Juventud, política sindical y desarrollo regional: estrategias
político-sindicales y representaciones sobre el desarrollo regional en la Juventud Sin-
dical Peronista Regional La Plata, Berisso y Ensenada (2010-2015) [Tesis de maes-
tría, Universidad Nacional de La Plata]. Repositorio Institucional de la Universidad
Nacional de La Plata.
galimBerti, C. y mutuverría, m. D. (2018). Juventud y política. Usos y sentidos de la
“juventud” en tres organizaciones políticas argentinas (2010-2015). Encrucijadas. Re-
vista Crítica de Ciencias Sociales, 15, a1505.
germani, g., y De yuJnovsky, s. s. (1973). El surgimiento del peronismo: El rol de los
obreros y de los migrantes internos. Desarrollo Económico, 13 (51), 435–488.
gillesPi, r. (2011). Soldados de Perón. Historia crítica sobre los Montoneros. Sudameri-
cana.
goFFman, e. (2010). Estigma, la identidad deteriorada. Amorrortu Editores.
guBer, r. (2001), La etnografía: método, campo y reexividad (Vol. 11). Editorial Norma.
gusFielD, J. r. (1957). The sociology of politics. J. B. Gittler (Ed.), Review of Sociology
(pp. 520-530). John Wiley.
38 STUDIA POLITICÆ Nº 57 invierno 2022
gutiérrez, r. (2001). La desindicalización del peronismo y cambio organizativo en el pe-
ronismo argentino, 1982–1995. Política y gestión, Número 2, pp. 93–112.
gutiérrez, r. (2003). Entre movimiento y partido: un análisis de las transformaciones or-
ganizativas del peronismo (1983–1995). Política y gestión, Número 5, pp. 27–76.
grimson, a. (2016). Racialidad, etnicidad y clase en los orígenes del peronismo, Argenti-
na 1945. Working Paper Series 93, Berlin: desiguALdades.net International Research
Network on Interdependent Inequalities in Latin America.
James, D. (2004). Doña María: historia de vida, memoria e identidad política (1ª ed.).
Manantial.
James, D. (2013). Resistencia e integración: El peronismo y la clase trabajadora argentina.
Siglo Veintiuno Editores.
Jennings, l. B., Parra-meDina, D. m., hilFinger messias, D. k y mCloughlin, k. (2009).
Hacia una teoría social crítica del empoderamiento de la juventud. En B. N. Chec-
koway y L. M. Gutiérrez (Eds.), Teoría y práctica de la participación juvenil y el
cambio comunitario (pp. 43-74). Editorial GRAÓ.
kriger, m. (2016), La tercera invención de la juventud: dinámicas de politización juvenil
en tiempos de la reconstrucción del Estado-Nación. Grupo Editor Universitario.
laClau, e. (1990). Nuevas reexiones sobre la revolución de nuestro tiempo. Nueva Visión.
laClau, e. (2005). La razón populista. Fondo de Cultura Económica.
leCCarDi, C. y Feixa, C. (2011). El concepto de generación en las teorías de la juventud.
Última década, 19(34), 11-32.
levitsky, s. y wolFson, l. (2005). La transformación del justicialismo: Del partido sindi-
cal al partido clientelista, 1983-1999 (Vol. 5). Siglo XXI.
lorenz, F. (2006). Las guerras por Malvinas. Edhasa.
maFFesoli, m. (2007). Una sociología de lo actual y de lo concreto. La emergencia de nue-
vos fenómenos de tribalismo. Revista Anthropos, (215).
maneiro, m. (2005). Como el árbol talado. Memoria del genocidio en La Plata, Berisso y
Ensenada. Al Margen.
mannheim, k. (1928). Das Problem der Generationen. Kölner Vierteljahreshefte für Sozi-
ologie, 7(2), 157-185.
mannheim, k. (1952). Essays on the Sociology of Knowledge. Routledge & K. Paul.
mannheim, k. y sánChez De la ynCera, i. (1993). El problema de las generaciones. REIS,
(62), 193-242.
manzano, v. (2010). Juventud y modernización sociocultural en la Argentina en la década
del sesenta. Desarrollo Económico, 50(199), pp. 363-390.
menDel, g. (1969). La crisis de las generaciones. Península [1972].
MARCOS MUTUVERRÍA 39
mora y arauJo, m. (1995). De Perón a Menem. Una historia del peronismo. En A. Borón
(Comp.), Peronismo y menemismo, avatares del populismo en la Argentina (pp. 47-
65). El Cielo por Asalto.
murmis, m. y Portantiero, J. C. (1972). Estudios sobre los orígenes del peronismo: 1.
Siglo XXI.
mutuverría, m. D. (2016). Militantes y Estado. Prácticas de Ocio, 2(18), 01-13.
mutuverría, m. D. (2017). Juventud y participación política: la condición juvenil en el
peronismo platense contemporáneo [Tesis doctoral, Universidad Nacional de General
Sarmiento]. Repositorio de la Universidad Nacional de General Sarmiento.
mutuverría, m. (2020). La inversión emocional en la política. Juventudes, peronismo, pa-
siones e igualdad [Colección Las juventudes argentinas hoy: tendencias, perspectivas,
debates] (1ª ed.). Grupo Editor Universitario. ISBN 978-987-8308-22-7
ortega y gasset, J. (1966). El tema de nuestro tiempo (1923). En J. Ortega y Gasset, Obras
completas (Vol. 3: 1917-1928) (pp. 141-203). Revista de Occidente S. A.
PaneBianCo, a. (1995). Modelos de partido. Organización y poder en los partidos políticos.
Alianza.
Plotkin, m. (2002). Mañana es San Perón: A cultural history of Peron’s Argentina. Row-
man & Littleeld Publishers.
ramos, J. a. (1989). La era del peronismo. Ediciones del Mar Dulce.
ratier, h. (1971). El cabecita negra. CEAL.
roBles, h. B. (28 y 29 de agosto de 2008). La Juventud Peronista platense. Desde los
orígenes hasta la primera etapa barrial (1957/69) [Ponencia]. En 3ª Jornadas sobre
Política en Buenos Aires en el siglo XX, CISH, Facultad de Humanidades y Educación,
Universidad Nacional de La Plata, La Plata, Argentina.
roBles, h. B. (2009). La Plata en las vísperas montoneras: una reconstrucción de las condi-
ciones sociales y políticas de la masicación y radicalización política de la JP platense
y su articulación con Montoneros (1970-72). Cuestiones de sociología: Revista de
estudios sociales, Volumen (5-6), 339-369.
roBles, h. B. (2011). Radicalización política y sectores populares en la Argentina de los
’70: La Juventud Peronista (JP) y su articulación con Montoneros en los barrios peri-
féricos de la ciudad de La Plata [Tesis de maestría, Universidad Nacional de La Plata].
Repositorio institucional de la Universidad Nacional de La Plata.
saintout, F. (2013). Los jóvenes en la Argentina: desde una epistemología de la esperanza.
Universidad Nacional de Quilmes Editorial.
sautu, r. et. al. (2005), Manual de metodología: construcción del marco teórico, formu-
lación de los objetivos y elección de la metodología. CLACSO.
sChneiDer, a. (2006). Los compañeros. Trabajadores, izquierda y peronismo. 1955-1973.
Imago Mundi.
40 STUDIA POLITICÆ Nº 57 invierno 2022
sChuttenBerg, m. (2011). La reconguración de las identidades. Sociohistórica, Número
28, pp. 41-73.
sChuttenBerg, m. (2012). La trayectoria política de Libres del Sur 2003-2011. Recongu-
ración identitaria, alianza y ruptura con el kirchnerismo. En G. Pérez y A. Natalucci
(Eds.), Vamos las bandas: Organizaciones y militancia kirchneristas (pp. 127-148).
Nueva Trilce.
siDiCaro, r. (2002). Los tres peronismos. Estado y poder económico. 1946–55 / 1973–76 /
1989– 99. Siglo XXI.
sigal, s. y verón, e. (2002). Perón o muerte: los fundamentos discursivos del fenómeno
peronista. EUdeBA.
sPinelli, m. e. (2007). Rasgos de la cultura política argentina. Un análisis del enfrenta-
miento peronismo-antiperonismo, 1945-1983. En M. Ferrari, L. Ricci y M. E. Spine-
lli (Comps.), Memorias de la Argentina contemporánea, 1946-2002. La visión de los
mayores, (pp. 73-100). EUDEM.
taPsCott, D. (1998). Growing Up Digital: The Rise of the Net Generation. McGraw-Hill.
teaCh, C. (2002). El enigma peronista: la lucha por su interpretación. Historia Social, Fun-
dación Instituto de Historia Social, Número 43, pp. 129-139.
tessler, m., konolD, C. y reiF, m. (2004). Political generations in developing countries:
Evidence and insights from Algeria. Public Opinion Quarterly, 68(2), 184-216.
torre, J. C. (1990). La vieja guardia sindical y Perón: sobre los orígenes del peronismo.
P Imprenta.
torre, J. C. (2012). Ensayos sobre movimiento obrero y peronismo. Siglo Veintiuno Edi-
tores.
vázquez, m. (2013). Youth as a militant cause: Some ideas about political activism during
Kirchnerismo. Grassroots, 1(2), 27-36. International Sociological Association.
vázquez, m. y vommaro, P. (2008). La participación juvenil en los movimientos sociales
autónomos. El caso de los Movimientos de Trabajadores Desocupados (MTDs). Revis-
ta Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, 6(2), 485-522.
vommaro, g. (29 de mayo-02 de junio de 2013). Estudiar el reclutamiento partidario a
través de la variable ‘generaciones políticas’: el caso del PRO en la ciudad de Buenos
Aires [Ponencia]. Congreso Internacional de la Latin American Studies Association
(LASA), Washington DC, EEUU.
vommaro, P. (2015). Juventudes y políticas en la Argentina y en América Latina: tenden-
cias, conictos y desafíos. Grupo Editor Universitario.
zanata, l. (2009). Breve historia del peronismo clásico. Colección nudos de la Historia
Argentina. Buenos Aires: Sudamericana.