69
*
Investigador becario posdoctoral del CONICET con sede en el IDIHCS (UNLP).
Francisco Longa
*
Resumen
El presente trabajo de investigación da cuenta de la experiencia de un
movimiento social significativo en la escena política nacional, el Movi-
miento Evita, en relación con la cooptación en la que habría caído, al
igual que el resto de los movimientos sociales que se integraron a la ges-
tión de gobierno durante las presidencias kirchneristas entre 2003 y
2015.
A partir de un trabajo en profundidad con entrevistas, observaciones de
campo y análisis documental, el artículo pone en debate las perspectivas
teóricas que advirtieron o criticaron las dinámicas de cooptación. Estas
dinámicas de cooptación son observadas desde los datos empíricos reco-
gidos: principalmente testimonios de los militantes del movimiento, así
“Fuimos leales pero no
obsecuentes”. La cooptación de los
movimientos sociales vista desde el
Movimiento Evita (2005-2015)
Código de Referato: SP.235.XLVI/18
http://dx.doi.org/10.22529/sp.2018.46.03
STUDIA POLITICÆ Número 46 primavera/verano 2018-2019 – pág. 69-101
Publicada por la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales,
de la Universidad Católica de Córdoba, Córdoba, República Argentina.
46 primavera/verano 2018--2019
70
STUDIA POLITICÆ
como también observaciones y sistematizaciones de las movilizaciones
llevadas a cabo por el movimiento estudiado; estos datos fueron recaba-
dos en un extenso trabajo de campo producto de un estudio doctoral fi-
nalizado en 2016.
El análisis presentado permite concluir que el Movimiento Evita dismi-
nuyó su perfil movilizacional en algunas temáticas, pero lo aumentó en
otras. A la vez, se concluye que el Movimiento Evita conservó durante
su tiempo en el gobierno dos áreas sobre las cuales se movilizó con rela-
tiva autonomía respecto del comando central del gobierno: la violencia
institucional y la economía popular. A la vez, se muestran nuevas herra-
mientas para expresar disensos, con las que contó el movimiento al ser
parte de la gestión de gobierno.
Por otra parte, también se observa que la subjetividad de los y las mili-
tantes está fuertemente edificada sobre la idea de la ‘lealtad sin obse-
cuencia’ respecto del Poder Ejecutivo. En suma, desde el análisis de
estos datos, el artículo permite contemplar una serie amplia de dimen-
siones a ser consideradas al momento de evaluar la posible cooptación
de un movimiento social.
Palabras clave: Movimientos sociales – Estado – Cooptación – Movi-
miento Evita
Abstract
This research reveals the experience of a significant social movement of
the national political scene, the Movimiento Evita, in relation to the
cooptation in which this case study would have fallen, like the rest of the
social movements that were integrated to the management of government
during the Kirchner presidencies between 2003 and 2015.
From an in-depth work with interviews, field observations and
documentary analysis, this article discusses the theoretical perspectives
that warned or criticized the dynamics of cooptation. These dynamics
of cooptation are observed from the collected empirical data:
testimonies of the militants of the movement, as well as observations
and systematizations of the mobilizations carried out by the movement
studied; this information was collected in an extensive field work
product of a doctoral study completed in 2016.
The analysis presented allows us to conclude that the Movimiento Evita
decreased its mobilization profile in some subjects, but increased it in
others. At the same time, it is concluded that the Movimiento Evita
preserved —during its time in the government—, two areas on which it
mobilized with relative autonomy with respect to the central command
of the government: institutional violence and popular economy. At the
same time, new tools are presented to express dissent, with which the
movement counted as being part of the government.
Moreover, it is also observed that the subjectivity of the militants is
strongly built on the idea of ‘loyalty without submission’ with respect to
71
the Executive Power. In sum, from the analysis of these data, the article
allows to contemplate a wide series of dimensions to be considered,
when evaluating the possible cooptation of a social movement.
Key words: Social Movements – State – Cooptation – Movimiento
Evita
Introducción
E
N el campo académico se ha sostenido que la conformación de los
movimientos sociales comportó una novedad respecto de formatos
tradicionales de acción política, como los partidos políticos, en la
medida que los movimientos se mostraron renuentes a la toma del poder
estatal (Touraine, 1985; Offe, 1996). Sin embargo, numerosos estudios
sostuvieron que aquellos movimientos que no disputaran la arena político
institucional, podrían —en el largo plazo— diluirse en sus propias de-
mandas, y perder capacidad de irradiación en la opinión pública (Unger,
1987). Como contrapartida, aquellos movimientos que tras un ciclo de
acumulación en el campo social pasaran a integrarse a algún gobierno,
terminarían cooptados por el gobierno, lo que llevaría principalmente a su
desmovilización (Munck, 1995).
El escenario de la Argentina reciente resulta sumamente significativo
respecto de este último punto. Tras un ciclo de acumulación principal-
mente en el campo social, que abarcó a los últimos años de la década de
1990 y a los primeros de la década de 2000, un conjunto de movimientos
sociales de Argentina decidió participar en el gobierno del presidente
Néstor Kirchner, que asumió la primera magistratura en mayo de 2003. A
partir de una apertura de la gestión del Estado a la participación de los
movimientos sociales por parte de los gobiernos kirchneristas, incluyen-
do las dos consecutivas presidencias de Cristina Fernández de Kirchner,
el período interanual 2003-2015 resulta un marco temporal sumamente
significativo para observar de qué manera los movimientos incorporados
a la gestión estatal pueden considerarse o no cooptados.
Este artículo analiza dicho problema de investigación a partir de la expe-
riencia del Movimiento Evita, una organización social nacida entre fina-
les de 2004 y principios de 2005, que expresa la confluencia de una serie
de agrupamientos barriales, como el Movimiento de Trabajadores De-
socupados Evita (MTD Evita), nacidos al calor de las luchas de finales
de los 90. Desde comienzos de 2005 estos agrupamientos pasan a deno-
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minarse Movimiento Evita, adhieren al gobierno de Néstor Kirchner y
comienzan a incorporar a algunos/as de sus dirigentes en cargos de go-
bierno.
En primer lugar presento un apartado metodológico, en el cual se exponen
las técnicas de construcción y recolección de datos utilizadas en esta in-
vestigación. Luego se presenta un Estado del arte que contrapone princi-
palmente dos perspectivas teóricas que florecieron durante la última déca-
da larga en la academia local, una que cuestionó fuertemente la
cooptación de los movimientos integrados a los gobiernos, y otra que la
relativizó y puso el acento en los márgenes de autonomía que los movi-
mientos tuvieron dentro de las estructuras estatales. Mi perspectiva teóri-
ca abreva en elementos de ambas perspectivas, en función de establecer
puentes y triangulaciones entre los aportes más significativos de cada una
de ellas.
El apartado de resultados de la investigación muestra la voz de las y los
propios militantes respecto del debate de la cooptación de su movimiento;
este registro se complementa con un cuadro-muestra que sistematiza una
serie de movilizaciones llevadas a cabo por el Evita durante el período de
tiempo estudiado. Es a partir de esta construcción y recolección de datos
empíricos desde donde se establecen conclusiones respecto del problema
de investigación analizado.
Los datos expuestos y las conclusiones presentadas aquí se desprenden en
parte de mi tesis doctoral, finalizada y aprobada en 2016, en la cual anali-
cé los recorridos de dos movimientos sociales durante el kirchnerismo en
relación con la gestión estatal.
Perspectiva metodológica
El presente trabajo se planteó desde un abordaje cualitativo, anclado prin-
cipalmente en herramientas de la sociología y de la ciencia política. El
trabajo de campo combinó y articuló diferentes técnicas de investigación
tales como las observaciones, las entrevistas en profundidad y el análisis
documental.
Respecto de las observaciones, se observaron talleres, movilizaciones ca-
llejeras, actos de campaña, actividades barriales, jornadas de trabajo de
las cooperativas y reuniones en espacios de articulación política del movi-
miento. Durante dicho proceso se confeccionaron diferentes tipos de no-
73
tas que se corresponden con los presentados por Valles (1997), es decir:
notas condensadas, citas textuales durante las observaciones, y notas ex-
pandidas: ampliación en detalle de las notas condensadas después de la
observación. Además, siguiendo el modelo de notas de campo de Schatz-
man y Strauss (1973), se utilizaron notas metodológicas durante las obser-
vaciones que sirvieron para luego completar información acerca de lo ob-
servado.
Para las entrevistas se confeccionó una muestra en forma estratégica, es
decir que la mayoría de los/as entrevistados/as fue seleccionada a partir
de mi propio criterio, tal como sostienen varios autores y autoras que co-
rresponde a esta modalidad de muestreo no probabilístico (Sabino, 2000;
Vieytes, 2004). Una porción reducida de la muestra, que no estuvo defini-
da a priori, terminó siendo construida a partir de las sugerencias de los
propios entrevistados, constituyendo un proceso de bola de nieve (Ber-
taux, 2005) donde los/as propios militantes fueron abriendo el camino a
otros y otras que serían luego también parte de la muestra. El formato
principal fue la entrevista abierta y en profundidad. En ellas se buscó
comprender en modo analítico los sentidos y orientaciones que los pro-
pios militantes le asignan a su acción cotidiana en el marco del Movi-
miento Evita, en relación con el dilema de la cooptación. Los testimonios
acerca de la capacidad o no de obrar con margen de maniobra respecto
del gobierno fueron recolectados desde esta técnica, adecuada para el tra-
bajo de campo en investigaciones de enfoque cualitativo.
En algunos casos estas entrevistas han servido para identificar informan-
tes clave con los y las cuales me he encontrado en más de una ocasión
para volver sobre algunas dudas y preguntas.
Los nombres de los y las entrevistadas que aparecen citados en este traba-
jo han sido modificados para preservar sus identidades. Son citados/as
con seudónimo en el cuerpo del texto entre paréntesis. Solamente en los
casos en los cuales se entrevistó o se cita a funcionarios/as, legisladores/
as o referentes con un alto reconocimiento público, se consignó sus nom-
bres y apellidos verdaderos.
En cuanto al análisis documental, las principales fuentes secundarias que
he consultado son los documentos producidos por el propio movimiento,
aunque también cobran un lugar importante las publicaciones periodísti-
cas y entrevistas donde se publicó información acerca de medidas de
protesta y movilizaciones llevadas a cabo por el movimiento. Estas fuen-
tes permitieron confeccionar el cuadro-muestra que sirve como registro
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1
FRENTE DE ORGANIZACIONES POPULARES (2004). “Por la recuperación del trabajo y la
justicia social. Fuerza Cro. Presidente Néstor Kirchner!!!”, en P
ÉREZ y NATALUCCI (2012,
198).
de las movilizaciones del Movimiento Evita durante el período de tiem-
po estudiado.
Respecto del caso de estudio elegido, el Movimiento Evita es un movi-
miento social conformado entre finales de 2005 y principios de 2006 en
Argentina. Es producto de la confluencia de un conjunto importante de
organizaciones de desocupados con trabajo barrial e identidad nacional-
popular surgidas durante las décadas de 1990 y 2000, como el Peronis-
mo que Resiste, el Movimiento Patriótico Malón, el Movimiento Popu-
lar 20 de diciembre, Descamisados, el Movimiento la Patria Vencerá y,
centralmente, el Movimiento de Trabajadores Desocupados Evita (MTD
Evita). No obstante, también conformaron al movimiento algunos agru-
pamientos y referentes provenientes del tradicional Partido Justicialista
(PJ). Si bien varias de estas organizaciones se definen desde sus oríge-
nes como nacional-populares o directamente como peronistas, la mayo-
ría de ellas fueron críticas al proceso neoliberal encarnado por las presi-
dencias de Carlos Menem entre 1989 y 1999 de la mano del peronista
Partido Justicialista. Según Natalucci (2012), el Evita se nutrió de tres
afluentes: las organizaciones con trabajo territorial y piquetero (tales
como el MTD Evita), las organizaciones de la estructura territorial del
PJ (como la Corriente Peronista Federal conducida por Fernando “Chi-
no” Navarro) y los militantes independientes (atraídos por la impronta
del movimiento en la Cumbre de los Pueblos llevada a cabo en la Ciu-
dad de Mar del Plata en 2005).
Desde 2003 estos movimientos comenzaron un recorrido de coordina-
ciones y articulaciones que los llevó a conformar diversos agrupamien-
tos como el espacio Patria o Muerte. Algunas de esas organizaciones
formaron luego el Frente de Organizaciones Populares (FOP). Este
agrupamiento declaraba que la patria: “bajo la conducción del compañe-
ro presidente Néstor Kirchner, está dando pasos trascendentes para re-
cuperar su dignidad, volver a la cultura del trabajo y avanzar en la equi-
dad social”.
1
Apenas unos meses después este espacio cambia de
nombre y se constituye como Frente Patria para Todos. Más adelante,
entre finales de 2005 y principios de 2006, cambia de nombre nueva-
mente, incorpora nuevos grupos y se constituye oficialmente como Mo-
vimiento Evita.
75
2
Por integración al Estado voy a entender a los procesos mediante los cuales un mo-
vimiento social incorpora a uno o varios de sus militantes, a partir de una estrategia
colectiva, en el aparato estatal. Sin embargo, es importante diferenciar integración al
Estado de integración al gobierno. M
ANEIRO definió la integración gubernamental
como “la participación de los referentes de los movimientos (...) en cargos políticos
(electivos o no electivos) con niveles de responsabilidad en la gestión de diversas
áreas” (2014: 475). Esta diferenciación es relevante en la medida que es substancial-
mente distinto incorporar un militante a un puesto de funcionario en virtud de una ne-
gociación con el gobierno, que lograr que un militante ingrese a un cargo legislativo
por la vía electoral en el marco de una fuerza política opositora al gobierno en cues-
tión. En ambos casos hay integración al Estado, pero sólo en el primero hay integración
al gobierno.
Estado del arte
Como fue mencionado, la participación en el Estado y los gobiernos
2
por
parte de los movimiento sociales ha sido un nudo teórico relevante para la
academia contemporánea. Precisamente porque, a diferencia de otros for-
matos organizativos como los partidos políticos o los movimientos de li-
beración nacional, el surgimiento de los llamados movimientos sociales
en los países centrales —durante las décadas de 1960 y 1970—, compor-
tó una novedad en la medida que la mayor parte de estos movimientos
reivindicaba la ampliación de derechos para determinados colectivos so-
ciales, pero se mostraba reticente frente a la táctica de tomar el poder es-
tatal. En función de ello, en la academia proliferaron una serie de posicio-
nes —que se detallan más adelante—, que suponían que los movimientos
sociales que se integraran al Estado resultarían cooptados por las dinámi-
cas burocratizantes de éste mismo, y caerían en la desmovilización que el
comando central del gobierno le exigiría a cambio de brindarle acceso a
la gestión estatal.
En términos estrictos, el término cooptación fue el más utilizado para
criticar a los movimientos que fueron incorporados a un gobierno. Ese
carácter de movimiento cooptado es el que impediría su capacidad de
decisión y acción autónoma, la cual pasaría a estar ahora bajo una rela-
ción de heteronomía, por pensarlo en los términos que lo entendió Casto-
riadis (2013).
Más allá de posibles interpretaciones ambivalentes acerca de la coopta-
ción, es indudable que ésta implica un descalificativo. Sani sostiene, en
el célebre diccionario de política dirigido por Bobbio et al. (2000), que
el término cooptación “tiene generalmente un significado peyorativo en
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cuanto que los mecanismos para la elección de los dirigentes de tipo
cooptativo se presentan fácilmente para favorecer el mantenimiento de
la dirigencia en los cargos sin el consenso, o directamente de un modo
contrario a los deseo de la base” (Sani, 2000: 371). En un primer lu-
gar entonces, la cooptación vendría a ilustrar una escisión entre los di-
rigentes y las bases, siendo los primeros quienes acceden usualmente
a los cargos en el Estado. Esta disociación apuntaría a “no sólo debili-
tar a los eventuales grupos de oposición o directamente prevenir su
formación sino también incorporar en su propio programa directivas e
iniciativas llevadas adelante por la oposición emergente, sustrayéndo-
les así los puntos de fuerza y los motivos de reclamo entre la base”
(Sani, 2000: 372).
Como se observa, en esta definición el término cooptación siempre alu-
de a una acción activa desde el gobierno, que se ve beneficiado en di-
versos planos al debilitar a la oposición cooptada. Nada dice esta defini-
ción de las capacidades de penetración, potenciación o de avance
estratégico que podría significar para un grupo opositor el hecho de ac-
ceder a instancias gubernamentales, en función de una posible estrategia
de poder propia. Por el contrario, la cooptación apuntaría siempre a evi-
tar “la autonomía y el poder de otro distinto al poder central omnipoten-
te” (Valenzuela Van Treek y Yévenes Arévalo, 2015: 2). En la misma lí-
nea, se ha sostenido que la cooptación es: “la capacidad de integrar
actores estratégicos al poder dominante haciendo uso de mecanismos in-
formales (prebendas, dinero) y formales en la integración al sistema de
partidos” (Gerschewski, 2010: 8).
En Argentina, los trabajos académicos que se ocuparon de analizar la
adhesión de los primeros movimientos sociales a la presidencia de Nés-
tor Kirchner,
3
coincidieron en resaltar el carácter de subordinación polí-
tica y de cooptación que implicaba para ellos la integración a las estruc-
turas del Estado en dicho contexto (Battistini, 2007). Para estos autores
y autoras, la estrategia del gobierno apuntó a
3
En mi trabajo doctoral periodicé la etapa kirchnerista en tres ciclos: el ciclo de norma-
lización y transversalidad (2003-2007), que abarca la presidencia de Néstor Kirchner; y
los dos ciclos que se dieron durante la primera y segunda presidencia de Cristina Fer-
nández de Kirchner: el ciclo de ofensiva nacional-popular (2008-2010) y el ciclo de re-
legitimación estatal (2011-2015) (L
ONGA, 2016, p. 96-106). Esta periodización se nutrió
de dos trabajos fundamentales que analizaron los ciclos del kirchnerismo: el de S
VAMPA
(2011) y el de BONNET (2015).
77
...desarmar la movilización popular, especialmente por medio de me-
canismos de cooptación (sea a través de instrumentos de asistencia
social, por la colocación de algunos dirigentes en puestos estatales o
por la combinación de esto con conformidades básicas de tipo ideoló-
gico-político por parte de las organizaciones cooptadas) (Rajland,
2008: 340).
Estas estrategias por parte de los gobiernos se habrían “acentuado a
partir de mayo de 2003, con la presidencia Kirchner [quien] se ha ca-
racterizado por explorar posibilidades de cooptación de un sector del
movimiento piquetero” (Campione y Rajland, 2006: 307). En el mismo
sentido, Escudé señaló que “el presidente Kirchner cooptó dirigentes
piqueteros. Auspició la elección de algunos como legisladores e incor-
poró a otros en funciones de gobierno (2007: 1). Para estos trabajos, la
confianza en el carácter progresista que mostraba el gobierno de Néstor
Kirchner “desarmó políticamente a esos movimientos, los desnaturalizó
y hasta los llevó a su disolución” (Oviedo, 2004: 4). Independiente-
mente de dónde se sitúe el peso en la configuración de la relación entre
Estado y movimiento, la cooptación de las organizaciones por parte de
los gobiernos kirchneristas habría operado entonces principalmente
acentuando el clientelismo como modo de relacionamiento entre el go-
bierno y los movimientos (Campione y Rajland, 2006). Para Torre es
“revelador que la única fuerza encuadrada del kirchnerismo la haya
aportado la cooptación de líderes del movimiento piquetero” (2005:
26). También Quiroga (2010) destacó a la cooptación como uno de los
soportes clave que tendrá la etapa kirchnerista. Por su parte, De Riz se-
ñaló que tras la asunción de Kirchner “las protestas sociales fueron
contenidas con diferentes estrategias que incluyeron la implementación
de programas sociales, la cooptación y el aislamiento de los más radi-
cales” (De Riz, 2008: 14).
Una nueva perspectiva
Recién con Cristina Fernández de Kirchner en ejercicio de su primer
mandato presidencial desde 2007, un conjunto de nuevos trabajos acadé-
micos comenzaron a revisar críticamente los postulados antes presenta-
dos (Gómez, 2007; Natalucci, 2008; Massetti, 2009; Schuttenberg, 2009
y 2011; Cortés, 2010; Massetti, Villanueva y Gómez, 2010). Estos nue-
vos aportes cuestionaron “las hipótesis de cooptación y empezaron a
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problematizar la dinámica de los movimientos sociales en la presidencia
de Kirchner” (Schuttenberg, 2012: 198). La perspectiva anterior, que ha-
cía foco en la cooptación, limitaba —si no negaba— la capacidad de
agencia de estas organizaciones sociales (Retamozo, 2011). Martín Cor-
tés, quien ha trabajado en profundidad precisamente con el Movimiento
Evita, hacia 2007 advirtió que la integración de movimientos sociales al
gobierno nacional fue resultado de decisiones políticas de los movimien-
tos, antes que de una cooptación que presuponía movimientos pasivos y
manipulados (Cortés, 2007).
A partir de una serie de trabajos empíricos que pusieron el acento en los
motivos por los cuales los movimientos se sumaron al proyecto de gobier-
no, un conjunto de autores comenzó a sustentar con evidencia empírica
los límites de la apelación directa a la cooptación. Para ello, criticaron
que los estudios anteriores tenían poca base empírica, y estaban “basados
principalmente en las fuentes periodísticas y poca observación directa y
entrevistas” (Gómez, 2010: 77). De esta forma se comenzó a minar el ar-
mazón conceptual que sostiene que la adhesión al proyecto político de go-
bierno se basa principalmente en la obtención de beneficios directos para
las organizaciones. Según Gómez (2010), la adhesión de los movimientos
a los gobiernos kirchneristas tuvo más que ver con la coincidencia en las
políticas públicas llevadas a cabo por el Ejecutivo, que con la obtención
de recursos para los movimientos:
...este enfoque permite descartar la pertinencia del concepto tradicional
de ‘cooptación’ que presupone necesariamente un alineamiento político
motivado en ventajas para las organizaciones o sus cuadros a cambio de
la aceptación de la no concesión de las demandas mediatas o inmediatas
a sus bases (Gómez, 2010: 72).
La cooptación entonces no podría explicar “el insistente intento de los
movimientos oficialistas de fijar posiciones políticas de alto perfil y en
varias ocasiones en abierta crítica, disidencia y hasta de desafío al gobier-
no” (Gómez, 2010: 72). Este intento por parte de las organizaciones esta-
ría demostrado en tanto que “las mediciones cuantitativas de las acciones
colectivas realizadas desde el 2003 no sólo no se reducen sino que au-
mentan (...) los relevamientos de movilizaciones y protestas demuestran
un aumento de su capacidad de movilización tanto espacial como tempo-
ralmente” (Gómez, 2010: 75). Este diagnóstico se refuerza a partir de al-
gunos trabajos empíricos que niegan el proceso de desmovilización que se
adjudicaba a los movimientos que se incorporaron al gobierno durante el
79
kirchnerismo (Klakcho, 2009); aunque también se ha admitido que en es-
tas movilizaciones “parece reducirse el repertorio de lucha y hacerse me-
nos disruptivo, y se politizan acentuadamente los objetivos de las demos-
traciones políticas” (Gómez, 2010: 75).
Aún desde esta perspectiva, que critica el uso directo de la cooptación
para dar cuenta de la integración de los movimientos al gobierno, Ma-
ssetti sostuvo al analizar el pasaje del piqueterismo al ciclo de institu-
cionalización de los movimientos sociales acaecido desde 2003, que
ésta “conversión de las prácticas de las organizaciones necesariamente
implica una desmovilización” (Massetti, 2009: 132). Aun así, Retamozo
(2011) señaló que el kirchnerismo se nutrió de los movimientos sociales
sin absorberlos. En un sentido similar se expresó Chávez Solca (2014),
quien cuestionó la aplicabilidad del término cooptación, en un intere-
sante trabajo que reúne algunas evidencias de movimientos kirchneris-
tas que mostraron márgenes de independencia para expresar disidencias.
También el trabajo de Perelló (2007), construido a partir de testimonios
de integrantes del movimiento Barrios de Pie, refuerza la crítica a la
perspectiva que denunciaba la cooptación, a partir de testimonios como
el siguiente: “nosotros somos parte del kirchnerismo con autonomía,
con autonomía política, nosotros construimos el kirchnerismo desde Li-
bres del Sur y en el Frente para la Victoria veíamos la herramienta polí-
tica del kirchnerismo” (Perello, 2007: 92). Huelga aclarar que Barrios
de Pie finalmente rompió su alianza con el kirchnerismo en 2008, des-
contento con la decisión del presidente Néstor Kirchner de ingresar al
tradicional Partido Justicialista, lo cual reafirmaría la autonomía en sus
decisiones. En suma, estas evidencias llevarían a rechazar el “hablar de
cooptación —al menos de forma generalizada— cuando muchos de los
grupos que se incorporan al gobierno guardan márgenes de autonomía
importantes que los llevan en ocasiones a dimitir de los puestos de go-
bierno por diferencias con la política gubernamental” (Antón et al.,
2011: 32).
Como se observa, en la academia local existieron dos perspectivas con-
trapuestas para evaluar la integración de los movimientos sociales a los
gobiernos kirchneristas. El primer grupo de trabajos citados condenó
fuertemente el carácter de cooptación de los movimientos que se suma-
ron al kirchnerismo, mientras que el otro grupo negó que exista coopta-
ción, reforzó el carácter consciente de la adhesión política al gobierno y
consignó margen de maniobra para los movimientos dentro de la esfera
estatal.
FRANCISCO LONGA
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STUDIA POLITICÆ
El análisis que se presenta a continuación tiene puntos de contacto y de
distanciamiento con ambas perspectivas teóricas. En términos generales,
y tal como lo consigné en mi tesis doctoral, mi enfoque se acerca más al
segundo grupo de estudios, en la medida que refuerza la capacidad de de-
cisión consciente y de accionar con relativo margen de independencia
para los movimientos dentro del gobierno. No obstante, también mi enfo-
que retoma algunos elementos de la desmovilización que sugería el pri-
mer conjunto de trabajos, para pensar los cambios en las dinámicas de
movilización y de luchas que se suscitaron en los movimientos incorpora-
dos al gobierno. Para ello, este artículo sustenta sus conclusiones en mate-
rial empírico que, mientras realza la perspectiva de los actores, muestra
también acciones concretas del movimiento en las calles a partir de un re-
gistro de sus movilizaciones. Esta perspectiva responde a una decisión
metodológica y epistemológica acerca de cómo abordar el caso de estudio
elegido.
La mayoría de los estudios recientes que cuestionaron la aplicación del
término cooptación se basaron en la recuperación sociológica de los tes-
timonios de los miembros de los movimientos. Esta herramienta es cen-
tral, y es puesta a prueba también en este trabajo, valorando que “el estu-
dio de los discursos es una entrada eficaz para responder a las preguntas
de cómo determinadas organizaciones fueron interpeladas por el kirchne-
rismo sin adscribirles un papel pasivo, cooptado o manipulado” (Reta-
mozo, 2014: 5). Sin embargo, el análisis aquí presentado también integra
otro indicador: el registro concreto de las movilizaciones realizadas por
el movimiento. A partir de ese registro se confecciona una agenda de
movilizaciones que permite dotar de mayor solidez a la argumentación.
Este registro permitirá dar cuenta de un abanico amplio de formas de
movilización, que va desde la diversidad de autoridades a las cuales se
peticiona, hasta los disímiles orígenes en las convocatorias a las movili-
zaciones. Esto permite trascender un campo binario que solamente iden-
tifique si hubo o no movilizaciones, y comprender por el contrario las
múltiples características de las mismas: es decir, si implicaron radicali-
dad, confrontación o apoyos; si fueron convocadas por el movimiento o
si respondieron a convocatorias impulsadas por el propio gobierno; si
implicaron lógicas de lealtades o de oposiciones frontales entre el movi-
miento y el gobierno, etc.
La hipótesis que sostiene este artículo es que el Movimiento Evita, si bien
modificó sus dinámicas de movilización en función de su integración al
gobierno, también mantuvo un importante margen de impugnación y de
81
crítica respecto de determinados aspectos de la política del gobierno, prin-
cipalmente en lo que refiere a los temas ligados a la violencia institucio-
nal y a la economía popular.
Resultados: (Auto)críticas al gobierno nacional en tres tiempos:
organicidad, lealtad y obsecuencia
Como se viene sosteniendo, el Movimiento Evita es una organización en-
cuadrada en el proyecto kirchnerista prácticamente desde su nacimiento,
hacia inicios de 2006. Tanto es así que algunos autores han sostenido que
“no hay un proyecto propio que se considere autónomo (aunque más no
sea relativamente) del gobierno, sino que se parte de la necesidad de for-
talecer al gobierno porque eso es fortalecer a la propia organización”
(Cortés, 2010: 111). Esta apreciación puede conducir indefectiblemente a
un escenario donde las acciones del movimiento no salgan del encuadra-
miento que el gobierno le asigne, sobre todo tomando en cuenta los traba-
jos que sugieren la cooptación de los movimientos sociales en el poder.
Para poder dar cuenta de los niveles de cooptación o de autodetermina-
ción que el movimiento desplegó, se presenta a continuación un análisis
de algunos de los debates más destacados que se instalaron en los movi-
mientos sociales a partir de algunas políticas impulsadas por los gobier-
nos kirchneristas. Se analiza el caso de la promulgación de la Ley Antite-
rrorista y la represión a los trabajadores/as de la fábrica Lear en Buenos
Aires.
Hacia el año 2007 el gobierno nacional impulsó una modificación en el
Código Penal a través de una Ley que establece penas de prisión a quie-
nes participen de actos terroristas, con una tipificación de éstos que gene-
ró amplia polémica en el campo de los organismos de Derechos Humanos
y en las agrupaciones de izquierda, que entendieron que dicha normativa
afectaba las posibilidades democráticas de participación colectiva. Los di-
putados nacionales por el Movimiento Evita votaron a favor de dicha Ley,
al igual que el resto de los diputados y diputadas kirchneristas. Este
acompañamiento, no obstante, trajo aparejado un tipo de disidencia sim-
bólica del movimiento, y de referentes del mismo:
...por orgánica al proyecto (...) los compañeros terminaron levantando
la mano a favor de la aprobación de esa ley, aunque en la discusión en
el proyecto ellos plantearon que, aunque no coincidamos, nosotros lo
hacemos por una orgánica y por lealtad al proyecto político. Pero noso-
FRANCISCO LONGA
46 primavera/verano 2018--2019
82
STUDIA POLITICÆ
tros no estamos para nada de acuerdo con eso (Lucas —Movimiento
Evita—).
Otros militantes justifican este posicionamiento a partir de una necesidad
más general que tiene el movimiento de acompañar medidas impulsadas
por el Poder Ejecutivo, aun cuando no están de acuerdo con las mismas:
“nuestros diputados lo tienen que votar, digo más allá de que nosotros no
estemos de acuerdo, nosotros somos parte de un proyecto y nuestros dipu-
tados lo tienen que votar” (Joaquín Noya —Movimiento Evita—). Este
acompañamiento a proyectos reñidos con la tradición progresista o de iz-
quierda, podría ser ilustrativo de un típico caso de cooptación, o al menos
de subordinación política del movimiento al gobierno. No quedan dudas
que en este caso al menos, el movimiento se mostró orgánico respecto de
la política impulsada por el Poder Ejecutivo, aun cuando los testimonios
confirman que al interior del movimiento no estaban de acuerdo con la
mencionada Ley.
No obstante, tomar esta organicidad simplemente como un acto de obe-
diencia sin más, o como un dato empírico unitario, oculta más de lo que
visibiliza. Por el contrario, esta organicidad debe ser considerada como
un punto de partida y no de llegada, si se busca comprender el carácter
complejo y dinámico de las relaciones entre el movimiento y el gobier-
no. Es por ello que, más interesante aún que el dato empírico respecto
de la votación en cuestión, es observar los sentidos que tuvieron lugar
en ese acto de adhesión pública, y complejizar lo que implicó hacia den-
tro del movimiento en términos de debate orgánico y de construcción de
identidad.
Para los y las militantes del Movimiento Evita el hecho de haber plantea-
do las disidencias en los espacios orgánicos respecto de la Ley, e incluso
de argumentar contrariamente a la misma en el parlamento, otorga un
sentido diferente al que puede tener una adhesión directa a una política
emanada desde el gobierno. En términos del análisis de la influencia real
en las estructuras institucionales, es probable que dichas orientaciones
tengan poco sentido, siendo que en los hechos el movimiento terminó
votando a favor de la Ley. No obstante, para la constitución de la subje-
tividad de los militantes, instalar ciertos debates no es irrelevante. El im-
portante peso que los y las militantes asignan a la instalación de estos
debates, nos permite entender qué lugar se auto asignan en el marco del
kirchnerismo. Para la militancia del Evita, establecer estas críticas impli-
ca tener juego político propio y diferenciarse de lo que consideran la ‘ob-
83
secuencia’ de otros espacios kirchneristas que omiten toda crítica hacia
el gobierno.
El segundo ejemplo refiere al conflicto por los despidos en la fábrica au-
topartista Lear, hacia mediados de 2014, que generaron una ola de protes-
tas y de cortes de la autopista Panamericana por parte de los y las trabaja-
doras despedidas, algunas de las cuales fueron reprimidas por la
gendarmería nacional. Al respecto, el Movimiento Evita se mostró crítico
frente al accionar represivo del gobierno: “tenemos la obligación que ante
cualquier conflicto obrero estar presente y acompañar a los compañeros.
Hemos estado en Lear, todo eso” (Víctor —Movimiento Evita—). De he-
cho una de sus principales figuras, Leonardo Grosso, diputado nacional
por el Movimiento Evita y referente en asuntos ligados a violencia institu-
cional, hizo durante los meses del conflicto en Lear numerosas declara-
ciones críticas hacia el accionar del gobierno, tanto en el recinto legislati-
vo como hacia la prensa. El blanco elegido fue principalmente el
secretario de seguridad Sergio Berni. La prensa lo representaba así:
“Grosso había cuestionado al funcionario nacional por hacer “todo lo
contrario” a lo que Néstor Kirchner hacía”.
4
Más adelante, cuando en
uno de los piquetes en la fábrica el diputado nacional por el Frente de Iz-
quierda y de los Trabajadores (FIT) Nicolás del Caño, fue afectado por la
represión, Leonardo Grosso junto con otros parlamentarios firmaron un
proyecto de resolución en la Cámara de Diputados de la Nación que plan-
teaba: “repudiar enérgicamente la brutal represión desatada (...) contra los
trabajadores despedidos de la empresa autopartista LEAR (...) y rechazar
toda criminalización de la protesta social”.
5
En estos casos se observa cómo en el movimiento tiene lugar un meca-
nismo de distanciamiento respecto de declaraciones y/o acciones de fun-
cionarios del gobierno, que impacta fuertemente en la mirada de sus mi-
litantes:
Nosotros nos consideramos profundamente kirchneristas, soldados de
Néstor y Cristina, pero si nosotros vemos que algo no va, nosotros a la
calle lo vamos a salir a decir. Por ejemplo, a Berni nosotros lo repudia-
FRANCISCO LONGA
4
Periódico Digital Urgente24.com 24/10/2014. recuperado de http://www.urgente24.
com/232095-disidencias-en-el-kirchnerismo-el-movimiento-evita-ponecondiciones
Fecha de consulta: 17/12/2014.
5
Honorable Cámara de Diputados de la Nación, 18/07/2014. Recuperado de http://
pts.org.ar/IMG/pdf/proyecto_r_repudio_represion_en_lear.pdf
Fecha de consulta: 06/11/2014.
46 primavera/verano 2018--2019
84
STUDIA POLITICÆ
mos totalmente, en lo que fue las acciones del secretario de seguridad no-
sotros no coincidimos para nada (Lucas —Movimiento Evita—).
Es decir que, en base a la observación analítica, se percibe un mecanismo
complejo de desfase entre identidad y acción política en algunas ocasio-
nes y procesos. El desfase se da entre el debate interno del movimiento,
las posturas de los militantes respecto de determinadas políticas públicas
y el accionar concreto que el movimiento lleva en la práctica política ins-
titucional. En este mecanismo los militantes parecen reconocer que mati-
zan las críticas en función de una lectura del contexto político: “por ahí a
veces nos cuidamos de que la crítica no sea tan fuerte porque dentro del
mismo campo popular nos dicen que somos funcionales a la derecha, que
somos sciolistas o que somos trotskistas, siempre por tener nuestras críti-
cas. Por ahí a veces no las exponemos tanto” (Lucas —Movimiento Evi-
ta—). Aunque, más allá de estos cuidados, es claro que el lugar de la crí-
tica aparece en modo preponderante: “nosotros no somos ganado que nos
arrastran, sino que vamos evaluando las necesidades del momento y ha-
ciéndole críticas también. Que hay muchas cosas que todavía faltan. No-
sotros tenemos que hacerle la crítica” (Víctor —Movimiento Evita—).
Esta vocación crítica en la militancia de Evita es tan fuerte a nivel identi-
tario, que algunos militantes se reconocen como oposición dentro del pro-
yecto: “nosotros somos oposición dentro del kirchnerismo, hemos tenido
muchos problemas (...) nosotros seguimos siendo sapo de otro pozo”
(Víctor —Movimiento Evita—).
Esta auto percepción de muchos militantes del movimiento como críticos
hacia el gobierno nacional, está fundamentada en aquellas acciones con-
cretas que han llevado a cabo, y que se consideran impugnatorias de de-
terminadas medidas de gobierno: “cuando hay algo que se analiza y que
creemos que está mal lo decimos abiertamente. (...) en la Provincia de
Buenos Aires nosotros hemos salido a hacer cortes hasta hace un año
atrás y se estaba programando otro también” (Gerardo —Movimiento
Evita—). Estas intervenciones contribuyen a que el Movimiento Evita se
auto perciba como una organización leal respecto del gobierno nacional,
pero no ‘obsecuente’:
otras organizaciones que, hasta si se quiere, son obsecuentes (...) nosotros
podemos ver distintas políticas que creemos que no están bien o que no
se han debatido como corresponde y muchos salen a aplaudirlas, en un sí
porque sí mismo. A eso nosotros lo llamamos obsecuencia. Y la obse-
cuencia no te da lealtad (Gerardo —Movimiento Evita—).
85
Esto genera en sus militantes un proceso de construcción de identidad que
les permite reconocerse como una voz cuestionadora de aquello que no
concuerda con sus orientaciones ideológicas. Sostengo que esta percep-
ción de sí como una organización crítica, se encuentra extendida en la mi-
litancia del movimiento, es constitutiva del movimiento y se consolidó en
contraposición directa a la mirada respecto de otras organizaciones del
mismo espacio político, a las que consideran como acríticas e incapaces
de alzar la voz en contra de aspectos que consideren negativos del gobier-
no: “otras organizaciones kirchneristas no lo hacen, o por lo menos yo he
visto muy pocas” (Gerardo —Movimiento Evita—).
Esto presenta una tensión central para comprender en modo analítico
cómo se configura la identidad de los militantes en esta puja entre ser
fieles al proyecto, pero a la vez poder expresar sus críticas. En numero-
sas entrevistas emergió esta tensión entre lealtad y obsecuencia. Para al-
gunos militantes aparece también asociada al origen del movimiento de
trabajadores desocupados. En ese sentido, en el Movimiento Evita se rei-
vindican las raíces piqueteras previas al 2003 y la fuerte apropiación de
este movimiento por parte de los sectores populares. Esto se percibe,
nuevamente, en contraposición al origen de otras agrupaciones kirchne-
ristas a las que se las asocia a la construcción puramente desde el Esta-
do, a su composición mayoritariamente de clase media y a la dependen-
cia de su política respecto del poder instituido: “a mí me pone muy
contento que la clase media se sume a militar a favor del campo nacional
y popular, digo por ejemplo por los compañeros de La Cámpora, Kolina
y otros espacios,
6
pero nosotros construimos lo que construimos porque
nosotros salimos del barrio, y esa es la diferencia” (Lucas —Movimiento
Evita—).
¿Desmovilización o nueva semántica movilizatoria?
Como ya fue presentado, en los estudios recientes sobre los movimientos
sociales se planteó que una de las principales exigencias del kirchneris-
FRANCISCO LONGA
6
Creada en 2006 con la participación directa de Máximo Kirchner, hijo del matrimonio
presidencial,La Cámpora es una agrupación política con base en la juventud, ligada di-
rectamente a la defensa de los gobiernos kirchneristas. La Corriente de Liberación Na-
cional Kolina es un movimiento conformado en 2010 cuya principal referente es Alicia
Kirchner, hermana del ex presidente y Ministra de Desarrollo Social de la Nación entre
2003 y 2015.
46 primavera/verano 2018--2019
86
STUDIA POLITICÆ
mo, a cambio de ser parte del gobierno, tenía que ver con la desmoviliza-
ción. Varios movimientos como los Movimientos de Trabajadores Des-
ocupados de la Corriente de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón, que
no adhirieron al kirchnerismo y rechazaron la ocupación de cargos en el
gobierno, denunciaron en sus comunicados y documentos el carácter de
cooptación y de desmovilización en el que caían esos movimientos que,
provenientes de la lucha social, ahora se institucionalizaban pasando a
formar parte del gobierno (Svampa y Pereyra, 2004). El primer interro-
gante que es necesario despejar al respecto, alude entonces a qué ocurrió
con las movilizaciones callejeras en el Movimiento Evita durante el perío-
do estudiado. Al respecto, Natalucci propuso:
...problematizar ciertas afirmaciones que sostienen que el Movimiento
Evita tiene un apoyo monolítico a la política del gobierno y sus aliados.
Las marchas realizadas para repudiar y exigir el esclarecimiento de los
asesinatos de Mariano Ferreyra, Cristian Ferreyra, o la represión de Ins-
frán a los originarios: demuestran que las relaciones entre una organiza-
ción nacional y popular y un gobierno del mismo signo están atravesadas
por conflictos y tensiones. Más que por una subordinación automática
(Natalucci, 2012, 51).
Coincidiendo con este punto de partida, a continuación se profundiza el
análisis de las movilizaciones del movimiento a partir de un relevamiento
empírico propio, que se acompaña de una observación analítica. Este rele-
vamiento permite complejizar el esquema lineal entre ‘movilizados’ y
‘desmovilizados’ con el cual se pretendió observar las dinámicas de movi-
lización callejera, las cuales por el contrario presentan pliegues y matices
que escapan a dicho esquema. Se adjunta a continuación un cuadro mues-
tra que sintetiza algunos aspectos de mi trabajo de relevamiento de las
movilizaciones del movimiento. Cabe aclarar que una sistematización
completa de todas las movilizaciones en las que participó el Movimiento
Evita durante estos diez años, y que contemple todo el territorio nacional,
comporta una tarea prácticamente imposible de ser llevada a cabo en tér-
minos de factibilidad investigativa. La cotidianidad de las acciones de re-
pudio, las movilizaciones decididas en el corto plazo en función de dar
respuesta a determinada problemática local, y la vasta extensión territorial
del movimiento, dificultan la posibilidad de acceder a un registro taxativo
al respecto. No obstante, la pertinencia del cuadro que se presenta no re-
fiere a su exhaustividad sino a que constituye una muestra representativa
del conjunto, seleccionada en función de garantizar un reflejo de lo perci-
bido durante el trabajo de campo.
87
Cuadro Nº 1: registro-muestra de movilizaciones del Movimiento Evita (2005-2015)
FRANCISCO LONGA
Lugar
Ciudad de
Buenos Aires
Ciudad de
Neuquén
Ciudad de
Buenos Aires
Ciudad de
Buenos Aires
José León
Suárez, Pdo.
de San Martín,
Prov. de
Buenos Aires
Ensenada y
Berisso, Prov.
de Buenos
Aires
Baradero,
Prov. de
Buenos Aires
Rosario,
Prov. de
Santa Fe
Ciudad de
Buenos Aires
Ciudad de
Santa Fe,
Prov. de
Santa Fe
Fecha
10/03/2005
09/04/2007
27/06/2008
16/04/2010
07/02/2011
17/04/2012
27/06/2012
25/01/2013
26/11/2014
02/05/2015
Motivo de la
movilización
Movilización y
escrache en repudio
al aumento en los
combustibles
Repudio asesinato de
Carlos Fuentealba
Apoyo a la resolución
Nº 125
Aplicación de la Ley
de Medios
Repudio a dos casos
gatillo fácil
Apoyo a la
nacionalización de
YPF
Repudio al Comisario
Franchiotti
Repudio por asesinato
de militantes
Movilización y acampe
por la libertad de
presos políticos
Movilización a favor
del autocultivo de
marihuana
Institución a la
que se moviliza
Empresa privada
de combustibles
Shell
Gobierno y
policía
provinciales
Congreso
Nacional
Poder Judicial de
la Nación
Policía
Bonaerense
Empresa estatal
de combustibles
YPF
Gobierno
municipal y
policía provincial
Gobierno
municipal y
policía provincial
Poder Judicial de
la Nación
Poder Ejecutivo,
Poder Legislativo
y Poder Judicial
de la Nación
Origen de la
convocatoria
Gobierno
nacional y
organizaciones
kirchneristas
Movimientos
sociales y
organizaciones
sindicales no
kirchneristas
Movimientos
sociales y
organizaciones
políticas
kirchneristas
Gobierno
nacional y
organizaciones
kirchneristas
Movimiento
Evita y
organizaciones
no kirchneristas
Gobierno
nacional y
organizaciones
kirchneristas
Movimiento
Evita
Movimiento
Evita
Organizaciones
no kirchneristas
y Movimiento
Evita
Organizaciones
no kirchneristas
y Movimiento
Evita
Elaboración propia en base a registros de campo
46 primavera/verano 2018--2019
88
STUDIA POLITICÆ
El cuadro permite apreciar algunos aspectos de las dinámicas de movili-
zaciones del Movimiento Evita. Se percibe la amplitud en el tipo de de-
mandas, la diversidad de motivaciones que impulsan las movilizaciones
(apoyos, repudios), la variedad de autoridades a las que se peticiona (o
se apoya), y el vasto espectro territorial en el cual se despliegan (diver-
sas provincias y municipios). Por otra parte, también el cuadro ilustra
los márgenes difusos en los cuales se encuadraron las lógicas moviliza-
cionales del Movimiento Evita, en la medida que muchas de sus movili-
zaciones respondieron a actividades convocadas directamente por el go-
bierno nacional (incluso movilizaciones impugnatorias, como el caso del
boicot a la petrolera Shell); otras tuvieron que ver con movilizaciones
de todo el campo de movimientos y organizaciones kirchneristas (como
fue recurrente en las actividades de respaldo a determinadas medidas
del gobierno); algunas implicaron acciones colectivas con organizacio-
nes no kirchneristas (como los repudios a los casos de gatillo fácil), e
incluso hubieron movilizaciones convocadas y llevadas a cabo si no úni-
ca, sí principalmente, por el Evita (repudio al comisario Franchiotti en
Baradero).
Esta multiplicidad de temas en la agenda de las movilizaciones permite
afirmar que, en determinadas temáticas, el Movimiento Evita se movili-
zó para apoyar las medidas que el gobierno nacional impulsaba, pero en
otros aspectos mostró una agenda política propia que se demarcó de la
agenda del gobierno nacional. Estas últimas tuvieron que ver principal-
mente con dos grandes temas de agenda: el repudio a casos de violencia
institucional y las demandas ligadas a la economía popular. Por la natu-
raleza política de ambos temas, las movilizaciones ligadas a esta ‘agen-
da propia’ implicaron en muchos casos críticas abiertas a funcionarios o
políticas concretas de los gobiernos kirchneristas.
Como fue dicho, el cuadro compone apenas una muestra intencionada
en donde se seleccionaron movilizaciones emblemáticas que permiten
ampliar el espectro acerca de lo que implica para el movimiento salir
a la calle siendo parte a la vez de un gobierno. No obstante, la diná-
mica movilizacional contiene otras dimensiones que el cuadro por sí
solo no permite percibir. Si el cuadro arroja una óptica cuantitativa del
fenómeno, a continuación complemento esta mirada con el análisis en
profundidad de tres casos de movilizaciones del movimiento, que se
inscriben en esta ‘agenda propia’ sobre violencia institucional y eco-
nomía popular.
89
La ‘agenda propia’: violencia institucional y economía popular
El primer caso remite a los años 2011 y 2012, cuando algunos movimien-
tos sociales que se reconocen como autónomos, y fueron críticos hacia el
kirchnerismo, iniciaron un plan de lucha por el aumento en las asignacio-
nes de los programas de fomento al cooperativismo que otorgaba el Mi-
nisterio de Trabajo, como por ejemplo el Programa de Trabajo Autogestio-
nado (PTA). El plan de lucha ideado por estos movimientos consistió en
una serie de movilizaciones con cortes de calles hacia la sede del Ministe-
rio en la Capital Federal. Esas marchas fueron encabezadas por organiza-
ciones territoriales opositoras como el Frente Popular Darío Santillán, el
Frente de Organizaciones en Lucha y la Federación de Organizaciones de
Base. Mi trabajo de campo durante dichos años me permitió ser testigo de
dichas coordinaciones y comprender el rol complejo que jugó el Movi-
miento Evita en aquel plan de lucha.
Es importante aclarar que el Evita gestiona una cantidad importante de
programas de incentivo provenientes del Ministerio de Trabajo. Luego de
un período de negociaciones con la cartera laboral en función de obtener
aumento para dichos subsidios, y contemplando la necesidad de sus bases
sociales, el Movimiento Evita decidió establecer una serie de comunica-
ciones con los movimientos opositores que venían llevando a cabo las
movilizaciones al Ministerio. Si bien estas organizaciones presentaban un
claro perfil antioficialista, la incapacidad del Movimiento Evita de conse-
guir beneficios en las asignaciones por sí mismo, lo llevó a participar de
las movilizaciones convocadas por los otros grupos. No obstante, el fuer-
te carácter impugnatorio hacia la gestión del Ministro en las marchas, y el
contenido claramente opositor de las organizaciones convocantes, situa-
ron al Movimiento Evita en un lugar complejo respecto de su afiliación al
kirchnerismo. La resolución que tomó el movimiento fue acompañar di-
chas movilizaciones, pero solamente con banderas y banderines identifi-
catorios de sus cooperativas de trabajo, y no del Movimiento Evita. Esto
le permitía ser parte de los beneficios que se pudieran obtener a partir de
las medidas de lucha, sin confrontar abiertamente con el gobierno nacio-
nal. El movimiento fue explícito al coordinar con las otras fuerzas políti-
cas en que, por su lugar en el proyecto de gobierno, sería complicado par-
ticipar abiertamente de una marcha crítica al oficialismo con piquetes de
por medio.
El segundo caso a analizar refiere a las marchas conmemorativas del fe-
riado del 1 de mayo, día internacional de los/as trabajadores/as. El 1 de
mayo de 2014 la Central de Trabajadores de la Economía Popular
FRANCISCO LONGA
46 primavera/verano 2018--2019
90
STUDIA POLITICÆ
(CTEP), que está integrada entre otros movimientos por el Evita, marchó
hacia las puertas del Ministerio de Trabajo de la Nación. En esas marchas
la mayoría de los oradores fueron críticos del Ministro de trabajo Carlos
Tomada, al tiempo que le exigieron el reconocimiento de la CTEP como
gremio de la economía popular; todo ello implicó una crítica explícita al
gobierno nacional. Dichas movilizaciones convocaron cerca de 20.000
personas y se calcula que al menos 10.000 fueron miembros del Movi-
miento Evita, que esta vez sí colocó sus banderas a la par de las de la
CTEP. Este reclamo por la personería gremial para la CTEP hacia el go-
bierno nacional fue sostenido por el Movimiento Evita durante casi dos
años. Es sumamente significativo destacar que, hacia finales del gobierno
presidencial del Frente para la Victoria en diciembre de 2015, el Evita en
el marco de la CTEP se movilizó hacia el Ministerio de Trabajo para rei-
terar este reclamo, el cual terminó en la dispersión con gases por parte de
la policía. Ese mismo día Esteban ‘Gringo’ Castro, dirigente del Evita y
Secretario General de la CTEP, firmó un comunicado titulado: “La CTEP
repudia las mentiras y dilaciones del ministro de trabajo Carlos Toma-
da”.
7
Una semana más tarde, justo un día antes de la finalización del
mandato de Cristina Fernández de Kirchner, Tomada firmó la resolución
que otorgó la personería a la CTEP.
Un tercer caso de análisis por demás significativo alude a las moviliza-
ciones en torno al asesinato de Cristian Ferreyra en noviembre de 2011.
La víctima, de 23 años, era militante del Movimiento Campesino de San-
tiago del Estero - Vía Campesina (MOCASE-VC) y fue asesinado por
dos hombres ligados a los terratenientes de dicha provincia, cuando in-
tentaba resistir a un desalojo en el campo donde había nacido y se había
criado. Las declaraciones del MOCASE-VC apuntaron a los autores ma-
teriales, pero también al avance de lo que denuncian como el modelo del
agronegocio:
...esto ocurre con complicidad y alevosía de parte de autoridades provin-
ciales y funcionarios del poder judicial e instituciones como la dirección
provincial de bosque, quien AUTORIZÓ desmonte en un lugar donde vi-
ven familias campesinas indígenas de varias generaciones. A todos ellos
los hacemos responsables directos del asesinato de Cristian.
8
7
CTEP. Recuperado de http://ctepargentina.org/la-ctep-repudia-lasmentiras-y-dilacio-
nes-del-ministro-de-trabajo-carlos-tomada/ Fecha de consulta: 19/12/2015.
8
MOCASE-VC. Recuperado de: http://www.mocase.org.ar/2011/11/asesinan-cristian-
ferreyra-miembro-del.html Fecha de consulta: 10/04/2015.
91
Cabe destacar que el gobierno provincial en 2011 estaba en manos de Ge-
rardo Zamora, un ex militante de la Unión Cívica Radical reconocido
como kirchnerista y aliado al gobierno nacional. A partir de dicho caso el
MOCASE-VC, y un conjunto de movimientos sociales, iniciaron un pro-
ceso de movilizaciones y reclamos por el juicio a los responsables mate-
riales y políticos del crimen de Ferreyra. Aun cuando se trató de un go-
bierno kirchnerista, algunos referentes del Movimiento Evita salieron
públicamente a denunciar el crimen y a sus responsables: “el gobierno na-
cional debería ser el primero en repudiar la represión y también ser el pri-
mero en estar junto a los reprimidos”,
9
sostuvo Fernando ‘Chino’ Nava-
rro, referente del Movimiento Evita. En los días subsiguientes el
MOCASE-VC convocó a una movilización en la puerta del Congreso Na-
cional para denunciar el crimen del joven campesino y para presentar un
proyecto de Ley que frene los desalojos en las ocupaciones de tierras. En
dicha movilización participó un conjunto nutrido de movimientos socia-
les, organismos de derechos humanos y el Movimiento Evita, que no sola-
mente participó sino que garantizó algunos elementos logísticos como el
armado del escenario para el acto.
Este caso es significativo en la medida que este crimen, y otros relativos a
la cuestión de la tierra en el país entre 2003 y 2015, estuvieron directa-
mente relacionados con el modelo de desarrollo planteado por los gobier-
nos kirchneristas. Se ha destacado que en el marco del modelo extractivis-
ta que caracterizó a la economía durante la etapa kirchnerista (Giarracca y
Teubal, 2010), el agronegocio implicó la expansión de la soja transgénica,
lo cual llevó a numerosos desalojos en campos ocupados por familias de
pequeños productores y por comunidades indígenas (Svampa y Viale,
2014). En ese sentido, estos crímenes significaron para el Movimiento
Evita un alto nivel de contradicción, en la medida que no podían pensarse
como casos aislados, sino que se enmarcaron en la propia lógica del mo-
delo económico sostenido por el gobierno del cual ellos eran parte. La
responsabilidad directa en estos crímenes del gobernador de Santiago del
Estero, enrolado en el kirchnerismo, fue destacada en las acciones colecti-
vas desde el MOCASE-VC. Sin embargo, y a pesar de las tensiones que
pudieran generar con el gobierno kirchnerista de Santiago del Estero, el
Movimiento Evita respaldó a las víctimas y acompañó los reclamos del
movimiento campesino tanto en declaraciones públicas como en manifes-
FRANCISCO LONGA
9
Testimonio en diario Página/12 19/11/2011, recuperado de: http://www.pagina12.com.
ar/diario/sociedad/3-181602-2011-11-19.html Fecha de consulta 04/04/2015.
46 primavera/verano 2018--2019
92
STUDIA POLITICÆ
taciones y movilizaciones. Si bien no hubo alusiones a la responsabilidad
del gobierno nacional —ya que en sus declaraciones el Movimiento Evita
focalizó en los responsables provinciales—, es importante destacar que
este acompañamiento mostró un importante nivel de autodeterminación
en cuanto a su agenda política y sus intervenciones públicas, más allá de
su adscripción al gobierno nacional.
Por último, también hay que destacar que la movilización del Evita res-
pondió a la agenda del gobierno. Como se observa en el cuadro-muestra,
desde los inicios del gobierno de Néstor Kirchner el Movimiento Evita
participó de innumerables movilizaciones en apoyo a la gestión nacional.
Las denominadas Fiestas Patrias Populares que el gobierno llevó a cabo
en algunas emblemáticas fechas de feriados nacionales, como el 25 de
mayo o el 9 de julio, contuvieron un fuerte sesgo de apoyo político gu-
bernamental. Se sumaron a este tipo de movilizaciones, las acciones de
repudio que el Movimiento Evita llevó a cabo contra grupos políticos y
judiciales opositores al gobierno nacional. El movimiento acompañó así
movilizaciones masivas hacia el edificio del Congreso, en función de la
aprobación de determinadas leyes que impulsó el gobierno nacional,
como la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisuales o la resolu-
ción Nº 125. También se movilizó al frente de empresas privadas enfren-
tadas el gobierno, como en el caso del boicot con cortes de acceso a las
estaciones de combustibles Shell en el año 2005. Se sumaron a éstas,
movilizaciones netamente de apoyo a candidaturas en tiempos electora-
les, la participación en actos político-partidarios del Frente Para la Victo-
ria, o del agrupamiento Unidos y Organizados —del cual el Evita formó
parte—, como el realizado en el estadio de Vélez Sársfield hacia finales
del 2012. En todas estas instancias el Movimiento Evita ha demostrado
una amplia capacidad de convocatoria; en la movilización del 24 de Mar-
zo de 2014, se calcula que unas 50.000 personas nutrieron la columna
del movimiento.
Este escenario permite sostener, en línea con Natalucci, que el caudal mo-
vilizacional del movimiento no ha disminuido durante sus años en el go-
bierno: “no se observa como consecuencia de la integración al gobierno la
desmovilización del Evita (...) la movilización por un lado queda reserva-
da para los momentos de cuestionamiento a determinados acontecimien-
tos” (2012: 51). Es cierto que algunos entrevistados indican que bajó el
nivel de movilización: “esa es la parte que nos hace falta gimnasia, yo
creo que sí, antes había más [movilizaciones], yo creo que la ultima mar-
cha que le hicimos fue el corte de Hudson a Scioli, el año pasado solici-
93
tando alimentos” (Víctor —Movimiento Evita—). Pero esa advertencia es
pensada como un cambio de lógica política, siendo que en la etapa de los
agrupamientos previos a la constitución del Evita, éstos eran opositores al
gobierno nacional. Ahora el escenario ha cambiado, y ser parte del gobier-
no les plantea la necesidad de preservar el proyecto político del cual son
parte: “hay necesidades políticas, si el movimiento quiere avanzar algunas
cosas también tenés que conceder” (Víctor —Movimiento Evita—). Sin
embargo, para otros militantes no hubo desmovilización sino inclusive
todo lo contrario: “no es verdad, hay más movilización ahora en defensa
del proyecto nacional que la que teníamos antes en época del conflicto”
(Gabriel ‘Gallego’ Rodríguez —Movimiento Evita—). Como se ve, estos
testimonios son ambivalentes en torno a si hubo o no disminución de las
movilizaciones.
A mi juicio, el trabajo de campo tanto desde las observaciones empíricas
de las movilizaciones como de las entrevistas, en lo que refiere a los re-
pertorios de protesta sin dudas muestra que el piquete fue cediendo lugar
a la movilización, y el boicot fue reemplazado por los actos proselitistas.
Los agrupamientos nacional-populares como el Frente Patria para Todos,
así como el Movimiento Evita en sus inicios, se caracterizaron por llevar
adelante acciones colectivas de protesta de fuerte carácter impugnatorio y
radical: los cortes de ruta en reclamo por alimentos, o boicots como el
realizado por el Movimiento Evita y otras organizaciones kirchneristas
contra la empresa de combustibles angloholandesa Shell en 2005 —que
implicó bloqueos impidiendo a los consumidores cargar combustibles—
,lo demuestran. Claro que este aspecto de las movilizaciones tiene que ver
también con el contexto de crisis económica y de legitimidad política en
el cual estuvo inmerso el país durante finales del siglo XX y los primeros
años del siglo XXI.
Si se tiene en cuenta el carácter contencioso del movimiento piquetero en
el que se formaron los agrupamientos que hoy son parte del Evita, se ob-
serva entonces que la impronta radical e impugnadora de la dinámica mo-
vilizacional fue dejando lugar a un perfil de movilización más ideologiza-
do y ligado a la defensa de leyes o iniciativas llevadas a cabo desde el
Estado. Nuevamente, esto debe entenderse en el marco más general de
reencauzamiento de la ‘normalidad’ institucional que tuvo lugar desde los
primeros años del gobierno de Néstor Kirchner. La salida de la crisis de
2001, y la capacidad del kirchnerismo de dotar de gobernabilidad a la
nueva etapa política, implicó una reconfiguración general de la conflicti-
vidad social, lo cual impactó en las dinámicas de movilización no sola-
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mente de las organizaciones que adhirieron al gobierno, sino también de
las opositoras.
En el caso del Evita, este escenario —antes que a una desmovilización—,
más bien llevó a la resemantización de sus dinámicas de movilización.
Los militantes entienden estas transformaciones dentro de un marco más
general de transformaciones en las tácticas políticas que se dio el movi-
miento, en la medida que consideran que desde 2005 se pasó de una etapa
de resistencia a una etapa de ofensiva
...varían las condiciones y uno va planteando diferentes políticas y herra-
mientas, que se yo (...) el piquete como forma de lucha o la confrontación
o la acción directa varía según el momento. Nosotros arrancamos, pasó
mucho tiempo, pero digo, el boicot a Shell, hubo acciones, bueno, la 125;
hoy tampoco estamos confrontando con el Estado, es diferente la rela-
ción. Pero ha habido en gobiernos locales: se han dado toma de tierras,
confrontación ante determinados problemas sociales (Sergio —Movi-
miento Evita—).
La etapa de resistencia habría terminado con el inicio del proyecto kir-
chnerista y con la llegada del Evita al gobierno. La ofensiva ahora al
movimiento a modificar algunas de sus tácticas políticas y mecanismos
de acción, lo cual no quiere decir que se deja de lado un modelo de ac-
tivismo para pasar a adoptar otro completamente distinto, sino que algu-
nas formas de lucha van sufriendo modificaciones en función de la nue-
va lectura.
Por otra parte, la nueva posición asumida dentro del gobierno le provee
al movimiento de nuevas herramientas para expresar o bien sus disiden-
cias o bien sus apoyos. Me refiero por ejemplo al nivel de amplificación
mediática que tienen las declaraciones de un Diputado provincial, como
se vio con las vertidas por Fernando ‘Chino’ Navarro, referente y Diputa-
do por la Provincia de Buenos Aires del Evita, cuando criticó al gobierno
nacional por no repudiar la represión que se cobró la vida de Cristian Fe-
rreyra. Otro ejemplo en este sentido es el pedido de solicitud de repudio
a la represión en Lear, presentado a la Cámara de Diputados de la Na-
ción —entre otros— por el Diputado Nacional del Movimiento Evita
Leonardo Grosso, que fue mencionado más arriba. Es evidente que estos
dos casos muestran métodos nuevos para el movimiento al momento de
realizar una impugnación a una política del gobierno, lo cual permite
matizar el peso absoluto en la variable movilizacional al momento de
evaluar apoyos o impugnaciones. Tener en cuenta este tipo de elementos,
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permite ampliar el registro de observación de los movimientos en rela-
ción con el ‘dilema’ de la cooptación.
Conclusiones
Una vez concluido el análisis que se presenta en este artículo, volvamos
sobre los interrogantes iniciales. Tras lo observado, ¿podemos asegurar
que el Movimiento Evita fue cooptado por el kirchnerismo? Esa coopta-
ción, ¿habría significado su desmovilización?
Las conclusiones de este trabajo de investigación muestran que el Movi-
miento Evita se planteó, tomando el lenguaje de varios de sus militantes,
una relación de ‘lealtad sin obsecuencia’ respecto de los gobiernos kirch-
neristas. En lo que refiere estrictamente a las movilizaciones, no se obser-
va un proceso de desmovilización en el movimiento, sino de resemantiza-
ción de las dinámicas movilizacionales, donde aquellos piquetes de fuerte
carácter impugnatorio y críticos de la institucionalidad estatal, fueron de-
jando lugar a movilizaciones con consignas y reivindicaciones más liga-
das a la cristalización en poder instituido de ciertas políticas que el movi-
miento demanda.
El proceso de integración al gobierno, en ningún sentido implicó que el
movimiento abandone la calle como espacio de expresión y de manifesta-
ción. Esto quedó evidenciado en el cuadro-muestra de movilizaciones
presentado, donde se advierte la diversidad de tipos de reclamos, de auto-
ridades a las cuales se peticiona y la amplitud federal de las acciones co-
lectivas callejeras del movimiento.
Pero a la vez se observa una diversificación en los métodos para expresar
disidencias, que permite no absolutizar el peso de la movilización al mo-
mento de evaluar posibles escenarios de cooptación. En el marco de esta
diversificación se puede contemplar el vasto herramental para formular
críticas al gobierno nacional con que el movimiento cuenta, y que fue
descripto en las páginas anteriores. Estas herramientas van desde la críti-
ca formulada en medios de comunicación por sus referentes hasta las in-
tervenciones de sus legisladores en los ámbitos parlamentarios. Estos nue-
vos métodos también tienen fuerte impacto en la subjetividad de los
militantes, como quedó expresado en los testimonios recogidos en el tra-
bajo de campo. Esto se relaciona con otra conclusión de este trabajo, que
indica que la capacidad de denunciar aspectos críticos hacia el gobierno
generó un fuerte impacto en las identidades de los militantes del Evita.
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Esto los llevó a auto identificarse como leales pero no obsecuentes res-
pecto del gobierno nacional, lo cual según ellos/as los diferenciaría de
otras organizaciones kirchneristas de carácter acrítico y obsecuente.
El margen de acción del movimiento, su capacidad de movilización y de
crítica a aspectos en los que no concordaron con el gobierno nacional,
muestra a las claras un movimiento con capacidad de decisión política y
de acción, al margen de las determinaciones de lealtad que supuso su ad-
hesión al gobierno nacional. Cabe destacar, no obstante, que a pesar de
esta capacidad de crítica y de movilización autónoma respecto del gobier-
no, en una gran cantidad de casos revisados —como en el de la Ley Anti-
terrorista—, los posicionamientos del movimiento terminaron por privile-
giar la orgánica y el acompañamiento a las medidas dispuestas por el
gobierno nacional, antes que la confrontación con éstas.
En este sentido es interesante dejar asentado un interrogante que tiene que
ver con la cuestión de los liderazgos. Me refiero a que las movilizaciones
impugnatorias y las declaraciones de repudio relevadas, muestran no obs-
tante que en casi en todos los casos la figura principal del gobierno (Nés-
tor Kirchner o Cristina Fernández de Kirchner), quedó a resguardo de las
críticas. Los blancos principales de impugnación fueron Ministerios o Se-
cretarías, o altos funcionarios estatales, pero no precisamente él o la presi-
denta. Este elemento seguramente se relacione con la complejidad de la
relación líder-movimiento dentro de la tradición nacional-popular, asunto
que fue problematizado en un célebre trabajo de Portantiero y De Ípola
(1981).
No obstante, y aun contemplando esta complejidad, mi conclusión indica
que el Evita construyó una relación con el gobierno nacional que no signi-
ficó una obediencia absoluta. Claro que esto no significa que sus reperto-
rios de acción dibujen un continuum inalterado desde 2005 hasta 2015.
He sustentado que el movimiento presentó una resemantización de sus di-
námicas movilizacionales. Esto se tradujo en la politización de las consig-
nas de las movilizaciones, dejando atrás la casi exclusividad de los recla-
mos reivindicativos, reorientando la dinámica de confrontación hacia los
actores políticos opositores al gobierno nacional, y priorizando los actos
con oradores antes que los cortes de ruta. Por otra parte, también es cierto
que muchas de las movilizaciones que llevó adelante el Evita durante la
etapa kirchnerista fueron promovidas por el gobierno nacional, priorizan-
do el apoyo a medidas de gobierno y reforzando la lealtad al líder; es de-
cir que las movilizaciones impulsadas por el Poder Ejecutivo fueron pre-
dominantes en esta resemantización.
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Sin embargo, el análisis presentado también muestra que existió una
agenda propia del movimiento en el gobierno. Más allá de participar en
las movilizaciones de apoyo al gobierno, hay dos grandes temas en los
cuales el Evita se movilizó con cierta autonomía: el repudio a la violencia
institucional y las demandas de la economía popular. Los casos revisados
de la represión en Lear, del asesinato de Cristian Ferreyra y las moviliza-
ciones hacia el Ministerio de Trabajo en defensa de la CTEP, muestran
que el movimiento también mantuvo una agenda alternativa a la que dic-
taba el comando central de gobierno.
En lo que refiere entonces a la relación entre Estado y movimiento, y a las
formas de vinculación entre ambos, este escenario lejos está de mostrar
un movimiento cooptado y desmovilizado en un sentido pasivo. Lo que se
observa, en cambio, es un movimiento que buscó nuevas estrategias para
canalizar sus críticas, a partir de asumir las nuevas lógicas que implicó su
integración al gobierno, en lo que fue considerada una nueva etapa de
‘ofensiva política’.
Además de estas conclusiones, es importante dejar asentado otro elemen-
to que robustece el análisis. A pesar de que, como fue visto, muchos/as
militantes desarrollan una auto percepción de sí mismos/as como parte de
un movimiento crítico y no obsecuente, también otros/as cuestionaron la
externalidad de dicho planteo. Con ello, plantearon que pensarse como
críticos o no críticos respecto del kirchnerismo, implicaría una relación de
externalidad con el gobierno, que en los hechos no es tal. Al respecto re-
sulta significativo el testimonio de un referente del Evita del partido de
Vicente López, en la provincia de Buenos Aires: “en vez de críticos tene-
mos que ser autocríticos, porque somos parte de ese error también, noso-
tros nos consideramos parte de ese error cuando el gobierno hace algo
que no nos cierra del todo” (Joaquín Noya —Movimiento Evita—). Si te-
nemos en cuenta esta perspectiva, las fronteras entre movimiento y go-
bierno se muestran más difusas aún, con lo cual ya no resulta tan sencillo
pensar en autonomías o heteronomías del movimiento frente al gobierno,
en la medida que los propios militantes se sienten ‘parte de ese gobierno’;
de ser así, ¿es válido exigirles autonomía respecto de un gobierno consti-
tuido por ellos mismos?
Creo importante analizar este último testimonio en relación con los apor-
tes recientes que vienen haciendo colegas como Natalucci y Pagliarone
(2013), quienes señalaron que los estudios que criticaron la cooptación de
los movimientos sociales supusieron una división tajante entre Estado y
sociedad, que debería problematizarse en nuestras actuales sociedades.
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Desde dicho marco, no se debería entonces partir de una separación abso-
luta entre Estado y sociedad, ni entre movimientos y gobiernos, en la me-
dida que ambos forman parte en forma imbrincada de un mismo proceso
político. Es en función de estas últimas advertencias, y del análisis pre-
sentado en este artículo, que propongo volver sobre un interrogante:
¿cómo se debe evaluar la cooptación de un movimiento social?
Las conclusiones aquí vertidas no deben llevar a desestimar toda posibili-
dad de analizar el derrotero de un movimiento social desde el término
‘cooptación’. Sin embargo, la amplitud del espectro presentado aquí para
el análisis del Movimiento Evita, sirve sí para sumar elementos al mo-
mento de evaluar un posible escenario de cooptación.
Los testimonios y los sentidos de auto reconocimiento de los/as militan-
tes, la capacidad del movimiento de expresar disidencias internas, las
transformaciones tácticas en los métodos de acción colectiva en función
de las etapas de ‘resistencia’ u ‘ofensiva’, y –centralmente- la posibilidad
o no de establecer una agenda propia de movilizaciones dentro de un go-
bierno, son sin duda algunas de las variables a sopesar al momento de
asegurar o no la cooptación de un movimiento social respecto de un go-
bierno. A estas dimensiones también se debe incorporar una perspectiva
sociológica, que dé cuenta de los sentidos de apropiación de los movi-
mientos respecto de los gobiernos de los cuales ‘se sienten parte’, para
poder contemplar desde allí también qué sentido ocupa la exigencia de
autonomía.
Seguir indagando en este debate teórico, y en sus implicancias en el aná-
lisis concreto desde la experiencia del Movimiento Evita, principalmente
en el actual período pos 2015 —que marcó su salida de la gestión de go-
bierno en el plano nacional—, forma parte de mis motivaciones académi-
cas a futuro.
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