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*
Profesor en la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y en la Universidad Nacional
del Litoral (UNL). Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Técnicas (CONICET).
Gastón Souroujon
*
Resumen
En línea con la tradición liberal y su temor al accionar de las pasiones en
el ámbito público, uno de los cambios más importantes que el nuevo go-
bierno del PRO en Argentina propone es desactivar la lógica política en-
tendida como pasión que había caracterizado la administración anterior. El
presente escrito tiene como desafío analizar esta transformación en el seno
de tres símbolos cargados de elementos emocionales: la jura presidencial,
las fiestas patrias y la moneda nacional. La observación de la manera en
que el PRO interviene sobre estos tres símbolos con el fin de descompri-
mir los riesgos que imprimen las pasiones en el espacio político nos per-
mite comprender algunos elementos centrales del nuevo proyecto.
El final de las pasiones políticas.
El esfuerzo del PRO por desactivar
las emociones fuertes del escenario
público
Código de Referato: SP.225.XLV/18
http://dx.doi.org/10.22529/sp.2018.45.03
STUDIA POLITICÆ Número 45 invierno 2018 – pág. 59-84
Publicada por la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales,
de la Universidad Católica de Córdoba, Córdoba, República Argentina.
45 invierno 2018
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STUDIA POLITICÆ
Palabras clave: Nueva derecha – PRO – Pasión política – Liberalismo
Abstract
In consonance with the liberal tradition and its fear of the action of
passions in the public sphere, one of the most important changes that the
new government of PRO in Argentina proposes is to deactivate the
political logic understood as passion that characterized the previous
administration. The present paper has the challenge analyzing this
transformation within three symbols loaded with emotional elements: the
presidential oath, the patriotic commemorations and the national
currency. The observation of the way in which PRO intervenes on these
three symbols in order to decompress the risks that imprint the passions
in the political space allows us to understand some central elements of
the new project.
Key words: New right – PRO – Political passion – Liberalism
E
L análisis interpretativo de la coyuntura política del presente, de los
significados que se traslucen en lo vigente, implica siempre un
riesgo para el analista, un caminar por un estrecho sendero en el
cual debe evitar un doble peligro: que sus lecturas no se conviertan en un
mero relato de sucesos de manera descriptiva o que se vean demasiado
empañadas por elementos ajenos a lo académico, que los calores del vér-
tigo de lo cotidiano no afecten demasiado la perspectiva necesaria para
comprender el fenómeno. Vale decir, siempre que observamos el presente
debemos evitar el peligro y la tentación de convertirnos en periodistas
ilustrados y en militantes de una causa. Esa es la razón por la cual sacar
conclusiones en torno a un gobierno que sólo hace un año se encuentra en
el poder es un desafío riesgoso y plagado de limitaciones en el cual sólo
podemos visualizar ciertas señales, el tiempo dirá si éstas fueron elemen-
tos significativos del período o cantos de sirenas que nos desviaron del
mismo. La presente es una lectura del gobierno del PRO que, a pesar de
reconocer estas limitaciones, procura subrayar algunos tópicos que aún no
fueron profundizados por los académicos que se acercaron al análisis de
este incipiente proceso.
La llegada de un partido de centroderecha ungido por el voto de la ciuda-
danía al Poder Ejecutivo argentino supuso una novedad en la historia po-
lítica de este país, ya que desde la promulgación de la ley Sáenz Peña en
1912, que introduce el sufragio universal y la consecuente democracia de
masas, esta expresión política no pudo ganar ninguna elección presiden-
61
cial. A pesar de lo dicho, el tumultuoso devenir político argentino posibi-
litó que la derecha acceda al gobierno durante gran parte del siglo XX sin
la necesidad de un partido fuerte que exprese esta posición. Paradoja que
se explica por la versatilidad de la derecha de acomodarse a las más di-
versas circunstancias políticas y utilizar distintas estrategias para llegar al
poder (Borón, 2000: 141). Hasta la década del 80 la estrategia que primó
era la de los golpes de estado cívico militares, los intereses de las élites
sólo podían plasmarse en una dirección política a partir de la coacción y
el silenciamiento de los derechos políticos y civiles. El regreso de la gra-
mática democrática en 1983 y la articulación de un fuerte imaginario po-
lítico en torno a ella por parte del gobierno de Alfonsín, obliga a las dere-
chas a vestirse con ropas democráticas, proceso que se evidencia en gran
parte de América Latina (Giordano, 2014: 50). En esta línea debemos
comprender la Unión de Centro Democrático (UCeDe) de Alsogaray, que
se erigió durante esa década como el tercer partido, aunque muy alejado
de los dos partidos que dominaban la escena política, la Unión Cívica Ra-
dical (U.C.R.) y el Peronismo.
La década de los 90 supuso un giro sorprendente en los mecanismos de la
derecha para acceder al poder ya que las reformas políticas históricamen-
te demandadas por la misma fueron llevadas a cabo por el gobierno pero-
nista de Carlos Menem, que meses atrás en el seno de la campaña electo-
ral presentaba un discurso en las antípodas: revolución productiva y
salariazo. La frase cómica de Alsogaray en el seno de esa campaña en
1988 “O a Carlitos le enseñamos liberalismo o yo me dejo crecer la pati-
lla”, tomó visos de realidad cuando el peronismo históricamente asociado
a los intereses de los trabajadores hizo suyo el programa del liberalismo
económico. Sin embargo, como señala Borón (2010), esta expropiación
de la doctrina liberal por el peronismo de Menem condenó la posibilidad
de un partido de derecha con base popular.
Por lo comentado, el triunfo del PRO en el balotaje de noviembre de 2015
constituyó un giro inédito en el universo político nacional, un partido de
centroderecha que llega al poder mediante el voto popular. Fundado alre-
dedor de la figura de Mauricio Macri en el 2002,
1
PRO articula un con-
junto heterogéneo en donde, tal como señalan en distintos trabajos (Vom-
GASTÓN SOUROUJON
1
En el 2002 el partido se llama Compromiso para el Cambio, recién en el 2005 a partir
de la alianza con el partido liderado por López Murphy Recrear, aparece el nuevo nom-
bre Propuesta Republicana (PRO)
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STUDIA POLITICÆ
maro y Morresi, 2014; Vommaro, Morresi, Bellotti, 2015; Vommaro,
2016) se conjuga una facción de derecha representada por históricos acto-
res políticos liberales y conservadores, una facción de jóvenes provenien-
tes de los ThinkTanks, una facción de empresarios, una facción radical y
una facción peronista; heterogeneidad que lo aleja del modelo de partido
tradicional de derecha y le permite oscilar entre el pragmatismo y posicio-
nes más doctrinarias vinculadas con el liberalismo conservador (Vomma-
ro, Morresi, 2014: 397). Más allá de ciertas afinidades, PRO también se
distancia del peronismo menemista, fundamentalmente al tener la ventaja
y la desventaja de carecer de una fuerte tradición identitaria arraigada por
todo el territorio nacional que le imprima ciertas fronteras a la posibilidad
de resignificación de su identidad pero también que le otorgue un piso
importante de apoyo político electoral. En consonancia con su visión de la
política consensualista PRO se presenta asimismo como la síntesis de to-
das las identidades políticas argentinas, como se evidencia en el discurso
de Macri luego de las PASO de agosto: “...el radicalismo... con la defensa
histórica que han hecho de la república, las instituciones y los valores de-
mocráticos... reconozco el valor del peronismo en nuestra historia... he
aprendido el valor de la justicia social, de la igualdad de oportunidades,
de la movilización social ascendente... sueño que esas banderas históricas
se sumen a partir del 10 de diciembre... también aprendo de los liberales
esa defensa que hacen de las libertades individuales... como también he
aprendido del socialismo, del progresismo y de la izquierda que tantas ba-
tallas ha dado por la igualdad” (Macri: 10/8/15). Palabras que no nos ha-
blan del ensanchamiento del significante PRO, sino de la debilidad de
ésta como identidad política.
PRO llega al gobierno a través de una alianza electoral con la U.C.R y la
Coalición cívica de Elisa Carrió (A.R.I.), denominada Cambiemos, deno-
minación propositiva en la cual la difusa dirección del cambio se contra-
pone con la clara referencia de aquello que se desea transformar, lo más
claro del mundo de significaciones que puede despertar Cambiemos es la
referencia específica a su contrincante político, el kirchnerismo. Irónica-
mente, una coalición que llama a la unión de todos los argentinos para así
desactivar la lógica antagónica de la política que los años kirchneristas
habían emplazado (Vommaro, 2014), elige como significante que de ce-
mento a la alianza un término que solo tiene la capacidad de marcar el
momento diferencial con el otro (Laclau y Mouffe, 2005). Lo que muestra
que todo proyecto consensualista en política no es más que un silencia-
miento del conflicto, un ocultamiento del objetivo de eliminar al otro
como actor legitimo dentro del espacio público.
63
Más allá del intento de PRO por posicionarse como superador del cliva-
je ideológico izquierda-derecha, la mayoría de los analistas coinciden en
caracterizarlo como una fuerza de centro derecha. Según la clasificación
de Coppedge (1997), estas expresiones se caracterizan por apelar a sec-
tores de clase media e incluso baja (además de las élites) y subrayar va-
lores como el orden público, la cooperación con el sector privado, el
crecimiento y el gobierno transparente.
2
Bohoslavsky y Morresi (2016)
coinciden con esta nominación y describen al PRO como una manifesta-
ción cercana a la familia de las derechas liberal conservadoras, en con-
traposición a la familia nacionalista católica, una familia que, según los
autores, sin ser antidemocrática, tradicionalmente ha presentado reservas
en torno a los abusos de la democracia intentando limitarla a partir de
las instituciones o las decisiones tecnócratas. PRO es una expresión de
esta centro-derecha que combinaría elementos socioeconómicos del neo-
liberalismo con posiciones culturales y morales conservadoras (Morresi,
2015).
Ligado con lo anterior, tanto en los discursos como en el accionar de
PRO, se desprende una concepción peyorativa de lo político que recupe-
ra cierta herencia de la gran familia de las derechas argentinas: lo políti-
co es el lugar de la demagogia y las disputas en torno a intereses secta-
rios contrarios a la sana administración de lo público,
3
concepción que
según Landau (2015) es factible visualizar desde el inicio de la gestión
en la ciudad de Buenos Aires, donde ante los vicios y pujas de la políti-
ca nacional PRO pretendía presentar a la ciudad como un espacio no
conflictivo. Distinción entre un espacio público dialógico y sano, frente
a uno conflictivo que obstaculiza el desarrollo que también se torna evi-
GASTÓN SOUROUJON
2
Centro-derecha que según este autor se distingue de la derecha al presentar tres
variantes: a) conservadora: apela a una elite tradicional sin procurar seducir a los
otros sectores de la población como el Partido Conservador de Chile), b) fascista:
contiene elementos fascistas en su discurso como el Partido Nazista de Chile, c)
autoritaria: está esponsoreada por un régimen militar como el Partido ARENA de
Brasil.
3
Como se expresa en ciertos artículos reproducidos en la página Web CPC PRO: “Nos
engañamos solitos. La política berreta, mediocre y mezquina nos durmió” (DEVOTO,
2011) “...de a poco nos vamos dando cuenta que el Estado debe ser administrado, y que
para ello no sirven la política, la retórica, los discursos ni el voluntarismo. Que los re-
cursos son de todos y son escasos, y que hay que gestionarlos eficientemente” (D
EVOTO,
2014).
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STUDIA POLITICÆ
4
Durante años fuimos conducidos a un enfrentamiento permanente, padeciendo perse-
cuciones y un estilo de pensamiento que descalificaba al otro. El diálogo no es sólo
nuestra metodología. Es nuestra manera de entender la política y la vida” (M
ACRI, 10/12/
2015). Tenemos que sacar al enfrentamiento del centro de la escena y poner en ese lugar
al encuentro, el desarrollo y el crecimiento. En la pelea irracional no gana nadie, en el
acuerdo ganamos todos (M
ACRI, 10/12/2015).
5
Concepción que puede desprenderse de las palabras del presidente en torno a las de-
mandas salariales de los distintos sectores: “Movilizarse, hacer paro, son manifestacio-
nes de la democracia en las cuales no creo...” (Entrevista a Macri 12/3/2017).
dente en los discursos presidenciales de Macri.
4
Como analizaremos en
breve, esta apuesta por el carácter dialógico de lo político es uno de los
componentes más significativos de una parte del liberalismo político que
lo lleva al igual que el PRO a desechar las pasiones. Con relación a la
concepción de democracia, según el estudio de Morresi (2015) los
miembros de PRO se inclinan por una democracia minimalista donde
prima una concepción procedimental que entiende al régimen como un
sistema de reglas que permiten la alternancia en el poder. Concepción
que se nutre de las teorías empíricas o positivas de la democracia (Colo-
mer, 2004) que niegan la incorporación de cualquier elemento sustanti-
vo a la democracia, y que en algunas de sus manifestaciones perciben la
necesidad de una ciudadanía pasiva que se limite a aparecer en el espa-
cio público al momento del sufragio y no recargue con demandas al sis-
tema político.
5
Es indudable que estos primeros meses de gobierno PRO-Cambiemos
mostraron grandes metamorfosis en términos económicos, sociales y polí-
ticos, mudanzas evidentes para cualquier observador, y que la perspectiva
del tiempo permitirá dilucidar mejor. Sin embargo, a nuestro entender lo
más novedoso de este carácter transformista, el cambio más radical sobre
el que se erige todo el edificio del proyecto del PRO es el intento por des-
activar la lógica política como pasión que había signado la pasada déca-
da. Si bien, como observamos anteriormente, la cicatriz antagonista de lo
político pervive aún en su promesa consensualista, el primer año de go-
bierno de esta coalición presentó una serie de gestos, decisiones, olvidos,
que buscan licuar la enérgica movilización de pasiones que había marcado
la política en el período anterior. Más que un enfriamiento de la economía,
el gobierno del PRO se caracteriza por un enfriamiento de lo político por
el cual se procura desactivar las emociones fuertes. Esto no significa que
no podamos rastrear un imaginario político que busca dotar de legitimidad
65
6
Para ahondar más en torno al concepto de Imaginario Político ver (SOUROUJON, 2014).
7
Para un análisis más detallado del fenómeno ver (SOUROUJON, 2011).
al régimen político
6
erigido sobre rituales del mundo de la empresa y del
voluntariado, en el cual la eficiencia se combina con la moralización de la
política (Vommaro, 2014). Imaginario político que comparte con el edifi-
cado por el menemismo una articulación de elementos de la espiritualidad
de autoayuda con reformas pro mercado (Souroujon, 2014; Vommaro, Mo-
rresi, Bellotti, 2015), y que al igual que la experiencia kirchnerista erige a
la juventud como arquetipo, como sujeto cuyos valores deben ser reprodu-
cidos en toda la sociedad, sólo que estos valores juveniles estaban asocia-
dos para el kirchnerismo con la militancia, el compromiso, la voluntad
(Montero, 2012) y para el PRO con el desenfado, la alegría, lo nuevo
(Núñez, Cozachcow, 2016). Pero imaginario en el cual no es el espacio po-
lítico el escenario en que las pasiones se canalizan.
El presente escrito tiene como desafío el análisis interpretativo del trabajo
del nuevo gobierno sobre una serie de símbolos con el fin de desapasionar
el mundo político, de descomprimir los riesgos que acompañan a las pa-
siones y estructurar así una nueva relación entre lo público y lo privado.
Pero antes de introducirnos en esta empresa es necesario preguntarnos por
la razón por la cual un proyecto como el PRO persigue tal objetivo, lo que
nos lleva a estudiar la concepción que la tradición liberal tiene de las pa-
siones, cómo a lo largo de los siglos el liberalismo fue respondiendo a lo
que desde esta perspectiva es un problema. En este sentido, se observará
que la apuesta del PRO en torno a las pasiones se halla inserta dentro de
la cosmovisión liberal.
1. La tradición liberal: una política sin pasión
Uno de los registros desde el cual podríamos acercarnos a la tradición li-
beral es el intento por desactivar el papel que los comportamientos moti-
vados por pasiones tienen en el espacio público. Excede los objetivos de
esta escrito deslindar las distintas modulaciones que a lo largo de los si-
glos presenta esta relación.
7
Sin embargo, el trabajo de Hall (2002) acier-
ta en mostrar que a lo largo del tiempo los teóricos liberales han exiliado
a las pasiones a los márgenes de sus construcciones teóricas de dos mo-
dos diferentes: al reconocer y subrayar su peligro y buscar en consecuen-
cia los instrumentos necesarios para restringirla del mundo político y al
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ignorar la discusión sobre las pasiones, como si no tematizar un fenómeno
bastase para exorcizarlo. En tanto que esta segunda estrategia propia del
liberalismo contemporáneo (Rawls, Nagel, Habermas), encuentra en una
razón universal, ahistórica el motor que signa las motivaciones de los in-
dividuos en el universo político. El liberalismo moderno, tanto econó-
mico como político, era mucho más sensible al problema de las pasiones
y constantemente estudió los modos de cercarlas. En este sentido, podría-
mos distinguir analíticamente tres grandes estrategias que se articulan en
los primeros siglos del liberalismo: 1) la doctrina de la pasión compensa-
dora (Hirschman, 1978: 47) por la cual se utilizaba las pasiones más frías,
codicia, amor por el lucro, para frenar aquellas más calientes como el an-
sia del poder o el deseo sexual; 2) los diseños institucionales como la di-
visión de poder, el pacto político, checks and balances, instituciones con-
tra mayoritarias. Respuesta que la antigua tradición republicana (que tiene
otra percepción sobre las pasiones) ya había pensado, recordemos la im-
portancia que tienen las instituciones en Maquiavelo para canalizar las
pasiones de los dos grupos principales que conforman la sociedad. Sin
embargo, en los siglos XVIII y XIX autores como los Federalistas
8
o
Benjamin Constant
9
piensan las instituciones no como herramientas ca-
nalizadoras, sino limitadoras de las pasiones; 3) el interés, categoría que
como sugiere Hirschman (1978) aparece a fines del siglo XVI como una
instancia intermedia entre la dicotomía tradicional de razón y pasión, libre
de la ineficacia de la primera y de la naturaleza destructiva de la segunda.
Esta línea coincide con la de autores como Walzer (2004) o Mouffe
(2002), quienes concuerdan que el liberalismo ha recurrido al interés y a
la razón normativa como factores principales para descifrar las motivacio-
nes del individuo en el espacio público, relegando las pasiones al ostracis-
mo. Lo que se traduce en los dos modelos de democracia liberal que pri-
man desde la posguerra: la democracia como una agregación de intereses
8
Los padres fundadores de la revolución norteamericana temían sobre todo la aparición
de una pasión mayoritaria que atente contra los principios e intereses generales de la
nueva Nación. La respuesta más original, fue utilizar la extensión del Estado Federal
como un elemento que favorezca la aparición de múltiples pasiones encontradas, que no
permita la hegemonía de una. A esto se le debe agregar una cámara de Senado elegida de
forma indirecta y la posibilidad de la revisión judicial, que son pensadas como traba de
la razón contra las pasiones espontáneas de las masas.
9
“Por eso diseña unas instituciones capaces de regular y contener las pasiones políti-
cas, que muestren su eficacia no sólo para armonizar intereses contrapuestos, sino para
defender los principios sobre los que se asientan...” (S
ÁNCHEZ - MEJÍA, 1992: 200).
67
propuesta por Schumpeter y la democracia deliberativa propuesta por au-
tores como Rawls y Habermas (Mouffe, 2002). Lo político entonces se re-
duciría a la negociación de intereses o a un dialogo racional: en ambos
casos se ignoran los elementos que generan diferencias insalvables, dado
que la negociación y el debate implican procesos políticos que ponen lí-
mites en el comportamiento de quienes participan (Walzer, 2002) y per-
miten acuerdos de una relativa estabilidad.
Ahora bien, cuál es el temor que despiertan las pasiones en el seno de lo
político, cuál es el problema que una tradición tan heterogénea como el li-
beralismo ha percibido y ha tratado de erradicar. Cuál es la raíz filosófica
política que nos puede orientar en las causas del enfriamiento de la políti-
ca que el PRO promueve.
En primer lugar, la lógica de las pasiones inhibe la predecibilidad, el
comportamiento basado en el interés o la razón, en cambio, habilita un
cálculo relativamente certero de los escenarios posibles. La fluctuación de
las pasiones (Hall, 2002), su arbitrariedad hace imposible el ejercicio de
predecir el comportamiento en la vida pública, de calcular costos y bene-
ficios de una determinada decisión (ningún esquema de elección racional
o de negociación puede incorporar un elemento tan impulsivo como las
pasiones). También en relación con la arbitrariedad, el liberalismo recupe-
ra el argumento aristotélico que relaciona las pasiones con la injusticia,
sólo el gobierno de las leyes, aquellas voces que imperan sin pasión, pue-
den asegurar que las pasiones de las masas o de una elite política no aten-
ten contra las libertades individuales. Como sugiere Rosenblum (1987)
toda la tendencia liberal es antiromántica, así como diseñada para supri-
mir lo afectivo y personal de la vida social, circunscribiendo la autoridad
política a un conjunto de reglas imparciales y, de este modo, protegiendo
a la sociedad política de las intrusiones de las inclinaciones emocionales.
A su vez, este legalismo impone a las personas a actuar como si fueran
sujetos abstractos requiriéndoles indiferencia a las lealtades, amores,
odios (Rosenblum, 1987: 37).
En segundo lugar, a pesar de su inestabilidad, las pasiones fuertemente
arraigadas tienen un elemento de incondicionalidad que imposibilita cual-
quier escenario de acuerdo entre ellas, las pasiones eliminan el elemento
pacificador que se erigió con las instituciones democráticas, mostrando el
carácter violento que anida en la política (Souroujon e Iglesias, 2010).
Walzer (2002) grafica esta situación a partir de la dicotomía entre convic-
ción y fe: la primera habilita la posibilidad de crítica y en consecuencia
de convencer y dejarse convencer, la fe, en cambio, es inconmovible, no
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deja resquicio para la duda ni aun cuando la realidad empírica lo posibili-
te. Tanto el principio de la negociación como el del dialogo parten del su-
puesto de que los actores que participan pueden cambiar su posición a
partir de la lógica de los intercambios o de la lógica del mejor argumento,
mientras que sobre pasiones no se puede ni negociar ni razonar. La cons-
tatación y preocupación de este elemento de las pasiones se manifestó
fuertemente en los autores liberales que fueron testigos de las experien-
cias totalitarias como Aron, Popper, Berlin, donde la incondicionalidad y
la puesta en paréntesis de la reflexión crítica lleva a los fanatismos que
asemejan la lógica política con la lógica religiosa. En particular Raymond
Aron quien veía que el compromiso de los intelectuales con el stalinismo
tenía las características de una religión secular que permitía sustituir la
razón por el dogma (Aron, 1957; Ansart, 1997).
2. Las pasiones y los símbolos
Cassirer (1968) afirmaba que el hombre es un animal simbólico ya que no
se enfrenta a la realidad de una manera inmediata sino a través de estas
construcciones artificiales que permiten que las experiencias del mundo
material adquieran sentido (Edelman, 1988: 14). Sin esta mediación nos
encontraríamos frente a datos en bruto que por sí solos no relatan nada,
sólo podemos entender la relación de un pedazo de tela roja con ciertos
sentimientos contestatarios, igualitarios, etc. si la concebimos como un
símbolo y no como un objeto que no requiere interpretación. Cualquier
acto, elemento, palabra, tonalidad musical, puede convertirse en un símbo-
lo a partir del trabajo de una comunidad y erigirse como señales de signifi-
cado para la misma. Cuando hablamos de símbolo nos referimos a una es-
pecie de signo particular que hace referencia a un sentido imperceptible
que no está conectado con el significado por una relación convencional y
unívoca (Durand, 2007), como por ejemplo las señales de tránsito. En esta
línea, los símbolos son más que un reemplazo directo de algo que se en-
cuentra ausente, no son un mero reflejo de una realidad que existe fuera de
ellos. Si así fuera serían redundante (Baczko, 2005; Cohen, 1976) Esta ca-
pacidad de un objeto de convertirse en símbolo de algo con lo cual no po-
see una relación evidente responde a la facultad de innovación semántica
que se halla en el símbolo, un momento creador que posibilita la aparición
de nuevas significaciones, de nuevas síntesis (Ricoeur, 2009: 29).
Los símbolos políticos son construcciones ambiguas y siempre abiertas
que permiten condensar, vehiculizar y significar las identidades, lealtades
69
y experiencias de una comunidad política, para lo cual están cargados de
componentes valorativos y emocionales (Rothman, 1998: 285). Estos son
los que despiertan, articulan y transportan las pasiones que el liberalismo
tanto teme. La historia política argentina está plagada de símbolos políti-
cos pasionales, aunque como sugiere Adamovsky y Buch (2016: 9) fue el
peronismo el movimiento que articuló en la escena pública uno de los ar-
senales simbólicos más importante, no sólo por su variedad sino también
por la intensidad emotiva que alcanzó. La relevancia de los mismos para
el juego político se torna innegable no sólo si observamos su pervivencia
a lo largo del tiempo, sino especialmente si posamos nuestra mirada en el
tratamiento que hacen de éstos los regímenes que quisieron erradicar el
peronismo. Nuevamente los autores citados nos recuerdan que tras el de-
rrocamiento de Perón las masas destruyeron todos los símbolos que se
identificaban con este régimen y los militares por decreto prohibieron la
producción y el uso de todos estos símbolos (bustos, imágenes, banderas,
marcha peronista), bajo el argumento de que los mismos producían divi-
siones entre los argentinos (Adamovsky y Buch, 2016: 10). Aun el mene-
mismo, la otra experiencia democrática con una orientación económica li-
beral, estuvo plagado de símbolos que expresan pasiones públicas, no
sólo los propios de la identidad peronista, los cuales reaparecen luego de
una primera etapa en la que se los quiso desterrar (Souroujon, 2014), sino
también símbolos nuevos que pretendían significar la reconciliación na-
cional: el abrazo de Menem con el almirante Rojas, el rostro de Rosas en
los billetes de veinte pesos. Incluso símbolos que buscaban significar la
entrada de Argentina al primer mundo: el envío de tropas a distintos con-
flictos internacionales, las relaciones informales y cercanas que el Presi-
dente mantenía con su par norteamericano. Símbolos que a pesar de su
aparente faz pacífica eran acompañados de discursos y otros actos simbó-
licos belicosos contra aquellos sectores que se mostraban en contra de es-
tas nuevas significaciones.
3. Las pasiones del kirchnerismo
El universo político pasional que el PRO intenta desinstalar es aquel arti-
culado por los tres periodos en que el kirchnerismo se mantuvo en el go-
bierno. Años en donde la pasión era percibida como una de las más im-
portantes virtudes para la vida política y, en consecuencia, aquellos que se
identificaban con esta identidad hacían de la participación y la presencia
constante en el espacio público una actividad que los definía. Durante es-
GASTÓN SOUROUJON
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tos años es posible hallar en los discursos de los dos presidentes (Néstor
Kirchner y Cristina Fernández) una apología de la pasión política, cuali-
dad que combinaba tres grandes dimensiones. En primer lugar era enten-
dida como patriotismo, como amor a la patria, lo que debería generar
comportamientos que prioricen los intereses nacionales sobre los extran-
jeros, y los intereses generales sobre los particulares,
10
dimensión de la
pasión que era vehiculizada principalmente por las fiestas populares que
se repitieron en particular durante los dos gobiernos de Fernández (Fiesta
del Bicentenario, Fiesta de la Democracia, Fiesta por el retorno de la Fra-
gata Libertad). Fiestas, en las cuales, a través de una secuencia de imáge-
nes, palabras y música se procuraba reforzar los sentimientos de pertenen-
cia a una visión de país y de lealtad hacia el régimen. Así como también
se buscaba recuperar próceres populares y fechas históricas relegadas (en
este orden, por ejemplo podríamos entender la conmemoración del com-
bate de la Vuelta de Obligado como día de la Soberanía Nacional).
Una segunda dimensión está asociada a la pasión como cualidad indis-
pensable para motorizar las transformaciones políticas que involucran el
proyecto, transformaciones que demandan un alto grado de compromiso y
de trabajo desinteresado que sólo puede ser llevado a cabo por una cuota
de energía extraordinaria motivada por la pasión.
11
Los símbolos más re-
levantes fueron la recuperación de la figura de Eva Perón y luego, tras su
muerte, de Néstor Kirchner como abanderados y mártires de esta pasión
política que, empujados por la misma, no dudaron en sacrificar su vida y
10
“Volvemos a recuperar de a poco el sentido de pasión por la Patria y pasión por las
cuestiones de la Argentina, pasión por la bandera, pasión por recuperar y luchar por uto-
pías que creíamos que era imposible poder llevarlas adelante.” (Discurso de Néstor
Kirchner: 6/08/04).
“Con mucha pasión decía Cristina días pasados, que lo que tenemos que ser en este
tiempo es fanáticamente argentinos, apasionadamente argentinos, abrazarnos a la bande-
ra de la Patria, al sentido de la nacionalidad, a la recuperación de la dignidad, a la bús-
queda permanente de la justicia...” (Discurso de Néstor Kirchner: 13/07/05).
11
“Nosotros tenemos muchísimas ganas, muchísimas ilusiones, no va a haber agravio
ni descalificación que nos saque del carril de la construcción de la nueva Argentina. Les
puedo asegurar que se siente una pasión bárbara, una pasión extraordinaria por llevar la
Argentina adelante y además desde la fuerza, de la construcción de este espacio político
que todos nosotros representamos” (Discurso de Néstor Kirchner: 3/07/07).
“Y además de ese amor, además de las convicciones, además de las ideas, pónganle
pasión. Porque con pasión se cambia únicamente la historia; con pasión se construye so-
lamente un país; con pasión se transforma una realidad adversa” (Discurso de Fernán-
dez: 20/04/11).
71
su cuidado de sí en pos de la felicidad de su pueblo
12
(Souroujon, 2016).
En el caso de Kirchner asistimos a un trabajo de sacralización política so-
bre su figura tras su deceso, percibido no sólo en los discursos de su viu-
da sino también en la gran cantidad de escuelas, parques, calles que fue-
ron bautizadas con su nombre, en las películas que relatan su biografía, en
los cánticos de los militantes, etc.
Para finalizar, la tercera dimensión implica ese elemento incondicional
que describimos anteriormente, asociado a la defensa de las posiciones e
ideas que se encuentran encarnadas como elementos de fe, no en la razón
ni en los intereses, sino en la pasión. Lo que lleva a concebir el escenario
político como un espacio de lucha, de debate caliente, características que
son elogiadas como positivas.
13
La elevación de la figura de la genera-
ción de militantes y desaparecidos de la década del 70 como arquetipo
que perfilaba los contornos de la identidad kirchnerista (Montero, 2012),
puede ser comprendida como el símbolo principal de esta dimensión (y
también de las dos anteriores). Una generación caracterizada en el imagi-
nario kirchnerista por el compromiso y la lucha por una causa, por la in-
transigencia radical de sus posturas, por el desapego hacia los intereses
personales y por un activismo militante en el espacio político.
De esta manera, el kirchnerismo había dejado tras su salida del poder no
sólo una identidad dura en el seno de sus simpatizantes y seguidores más
comprometidos, sino un dispositivo pasional en la vida pública que im-
pregnaba a toda la sociedad, caracterizado por una sociedad civil que se
apropiaba del espacio público cada vez que debía demandar algo al régi-
men y habituada a comprender las diferencias políticas como luchas anta-
gónicas, en donde lo que se pone en juego no es una mera decisión de po-
lítica pública sino un concepto de país.
GASTÓN SOUROUJON
12
“Sin pasión, seguramente, esta señora que está acá atrás mío no hubiera transforma-
do, la pasión la consumió. A esa sí que la pasión la consumió, como a otro que yo cono-
cí durante mucho tiempo” (Discurso de Fernández: 30/03/11).
13
“Defender una idea es algo glorioso, a mí me encanta la gente que tiene ideas y prin-
cipios, defenderlas con la palabra, con la decisión, con la militancia, con la pasión, eso
es lo que le hace falta profundamente a la Argentina” (Discurso de Kirchner: 16/06/05)
“No le tengan miedo a la discusión pasional. Yo desconfío de esos a los que les da lo
mismo que llueva, haga frío o haga calor. A mí me gusta la gente que siente las cosas,
que discute, que debate; me gusta la gente, inclusive, cuando dentro de nuestra propia
fuerza, se debate y se discute con amigos, con compañeros, que por allí tienen una vi-
sión diferente y que, finalmente, podemos articular algo en común” (Discurso de Fer-
nández: 14/05/13).
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STUDIA POLITICÆ
Como hemos argumentado, este escenario pasional era totalmente ajeno a
la concepción de democracia y política que PRO pareciera defender. De-
mocracia restringida a un sistema de procedimientos y con una ciudada-
nía que no se manifieste constantemente, así como la política entendida
como acuerdo y dialogo. Las palabras del presidente en la apertura de las
sesiones del Congreso en el 2017 apuntan explícitamente a este punto:
Para hacerlo necesitamos más acuerdos y más realidades, menos exalta-
ción y menos símbolos, menos relato y más verdad (Macri, 1/3/2017).
En lo que sigue trataremos de presentar los intentos del partido en el go-
bierno por desapasionar el espacio público a partir del análisis de la ope-
ración que éste realiza sobre tres complejos simbólicos que históricamen-
te han manifestado un alto componente pasional en nuestro país: la jura
presidencial, las fiestas patrias y la moneda nacional.
4. La jura presidencial: vicios públicos virtudes privadas
Nos arriesgamos a afirmar que no hay en el seno de las democracias li-
berales contemporáneas un ritual más relevante que el traspaso de los
atributos de poder y, en particular, el momento de la jura presidencial.
Este ritual está compuesto por una mixtura de palabras, manipulación de
objetos, gestos, actos significantes (Abélès, 1988) que funcionan como
símbolos que instituyen el momento extraordinario por el cual un ciuda-
dano hasta entonces en pie de igualdad con el resto de la población se
erige como cabeza de la Nación. Esta mixtura esta rígidamente estanda-
rizada, tal es así que el elemento afirmativo del juramento,
14
el juro
que..., se encuentra prescripto en el artículo 93 de la Constitución Na-
cional: “Desempeñar con lealtad y patriotismo el cargo de presidente (o
vicepresidente) de la Nación y observar y hacer observar fielmente la
Constitución de la Nación Argentina”. Juramento presidencial que fun-
ciona como un realizativo (Austin, 1990) en donde es la expresión la
misma realización del acto. El momento de envestidura de un particular
en Presidente de la Nación se da cuando éste expresa el juramento ante
el escenario adecuado. El presidente es elegido por una serie de proce-
sos que dan un manto legal y legítimo a su autoridad, sin embargo es
14
AGAMBEN (2010) explicita que el juramento se encuentra constituido por tres ele-
mentos, una afirmación: juro que...; una invocación: juro por...; y una maldición: si así
no lo hiciere...
73
15
“Yo Cristina Fernández de Kirchner, juro por Dios, la patria y sobre estos Santos
Evangelios, desempeñar con lealtad y patriotismo el cargo de presidente de la Nación
Argentina, si así no lo hiciere que Dios, la patria y él me lo demanden”.
solamente esta simple fórmula la que realiza la acción de transforma-
ción, la que erige un presidente.
Afortunadamente para nuestros fines las dos últimas juras presidenciales
presentan características que las distinguen de la fórmula estandarizada,
tanto la jura de Cristina Fernández como la de Mauricio Macri rompen
el rito de juramento tal como se halla estipulado y se realizaba, al injer-
tar pequeñas variaciones que para los oídos de algunos analistas pueden
emplazarse en el seno de lo anecdótico. Sin embargo, para nosotros po-
seen un valor fundamental ya que es una intervención sobre un símbolo
que amerita ser interpretado; más aún si tenemos en cuenta que el jura-
mento presidencial es un realizativo, por lo que la transformación del
mismo debe ser leída no como un mero accidente, sino como el intento
de estos políticos de realizar algo, de trabajar sobre las pasiones de
quienes lo escuchan.
Ya en otro trabajo (Souroujon, 2014) hemos reflexionado en torno a la
aparición de ese él espectral al interior de la maldición, del condicional
que tiene como objeto castigar el perjurio (Agamben, 2010), en el segun-
do juramento presidencial de Fernández.
15
Y hemos interpretado el mis-
mo como un momento inaugural del proceso de sacralización de Kirchner
que va a signar la segunda presidencia de Fernández. La presidenta en el
instante del juramento no sólo da paso a su nueva gestión sino que realiza
una operación simbólica por la cual procura despertar pasiones de carác-
ter religioso político sobre el líder muerto. En el caso de la jura presiden-
cial de Macri observamos un ejercicio a las antípodas, el juramento de
Macri es el reverso simbólico de aquel anterior de Fernández y sólo pue-
de ser aprehendido en toda su complejidad si tenemos como foco de lec-
tura el intento del PRO por desapasionar el mundo político que había he-
redado del kirchnerismo. Recordemos la fórmula expresada por Macri el
10 de diciembre del 2015 “Yo Mauricio Macri juro por Dios nuestro Se-
ñor y estos Santos Evangelios, desempeñar con lealtad y honestidad el
cargo de presidente de la Nación Argentina y observar y hacer observar
con fidelidad la constitución de la Nación Argentina, si yo no lo hiciere
que Dios y la patria me lo demanden”. Juramento que presenta dos modi-
ficaciones con relación a su expresión tradicional, la primera en la invo-
cación, juro por..., en donde la Patria se halla ausente como ente garante
GASTÓN SOUROUJON
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de la autenticidad de las palabras junto a los entes religiosos (Dios y los
Santos Evangelios). La segunda en la afirmación en la cual el patriotismo
es reemplazado por la honestidad como cualidad con la cual el presidente
se compromete a desempeñar su función. Última modificación mucho
más significativa no sólo porque, tal como hemos comentado, la afirma-
ción es la única parte del juramento estipulada por la carta magna argenti-
na, sino porque ya no estamos ante una omisión, sino ante un reemplazo y
la aparición de una nueva virtud.
La ausencia del vocablo patria y la aparición inesperada de la honestidad
nos empuja a realizar dos lecturas complementarias, en primer lugar de-
bemos preguntarnos en torno a la ausencia, si bien al momento de la
maldición reaparece la patria, su evaporación de los otros dos momen-
tos, sumada a la desaparición del lema tenemos patria de los autos ofi-
ciales debe ser pensada detenidamente. Los periódicos del momento ar-
gumentaron que fuentes del PRO tomaron la decisión a raíz de que estas
palabras se encuentran muy vinculadas a la gestión kirchnerista. Una
movida política sumamente riesgosa si tenemos en cuenta que los voca-
blos patria, patriotismo, son términos evaluativo-descriptivos (Skinner,
2007), que permiten dotar con un manto de legitimidad las acciones con
las cuales se les relacionan. En la escena política lo que usualmente se
percibe es una guerra retórica de los distintos oponentes políticos por
conquistar, por hacer suyo estos términos evaluativos-descriptivos. Un
ejemplo es la estrategia del menemismo con relación al término demo-
cracia asociado fuertemente durante ese período a la gestión de Alfonsín,
en este orden el gobierno justicialista no sólo trató de reconceptualizar la
categoría al revivir la vieja dicotomía democracia formal y sustancial
(los elementos sustantivos de esta idea de democracia eran el desarrollo,
la eficacia y el bienestar), sino que también se esforzó por divorciar la
asociación entre Alfonsín y la U.C.R. con las instituciones democráticas
repitiendo constantemente que en la historia nacional fue el peronismo el
gran defensor de la causa democrática.
16
La jugada del PRO de negarse
a disputar el sentido de estos términos obedece a algo más profundo que
la asociación de estos términos con el gobierno anterior (si fuera así de-
16
“... eran demócratas cuando venía la democracia y eran evidentemente totalitarios
cuando venían los gobiernos totalitarios. Fuimos nosotros, los hombres y mujeres de la
causa nacional y popular, pese a todo lo que nos dijeron, los que pusimos la cara en las
distintas oportunidades para bancarnos las situaciones más hartas, más difíciles y más
comprometidas de la historia de la República Argentina en las últimas décadas” (M
E-
NEM: 25/06/93).
75
bería evitar vocablos como Nación, Justicia, etc.) o la postura no antago-
nista en el espacio público que el nuevo partido propugna, responde al
proyecto de desapasionar la política. En la tradición de la teoría política,
en particular en el discurso republicano, el patriotismo ocupa un lugar
central dentro de las pasiones políticas, en donde se conjuga un amor por
la cosa pública en detrimento de los intereses privados que lleva a la ciu-
dadanía a participar de los asuntos comunes, y una identificación con los
miembros de la propia comunidad política a partir de un pasado y de ex-
pectativas compartidas que fortifica los lazos de solidaridad. Pasión que
en primer lugar niega la igualdad abstracta y legal entre las personas ya
que discrimina entre los compatriotas y los que no lo son, la tradición li-
beral no puede hacer esta distinción, el interés o la razón son propieda-
des del hombre no de una nacionalidad. En segundo lugar esta pasión in-
cita a los ciudadanos a comprometerse con una participación permanente
en la vida pública, compromiso ajeno como hemos visto a la idea de de-
mocracia del PRO. Por último, fundamentalmente el patriotismo, la pa-
tria, es una de las dimensiones del dispositivo pasional kirchnerista, ser
patriota es ser para esta identidad apasionadamente argentino. Desactivar
la intensidad pasional heredada obliga al PRO a relegar al ostracismo a
la patria.
La aparición del vocablo honestidad como reemplazante de patriotismo,
no es una elección azarosa, responde por un lado a un intento de diferen-
ciación de Macri con el gobierno anterior que es erigido por el Imagina-
rio del PRO como un nido de corrupción y delito. Pero principalmente es
un indicador de una concepción en la cual son las virtudes, las lógicas,
las prácticas privadas, las que deben reinar el espacio político. Virtudes,
lógicas y prácticas mucho más apáticas comparadas con el calor de las
pasiones políticas. La honestidad es una virtud principalmente asociada
al ámbito del mercado, al sujeto liberal en sus relaciones privadas, ni los
antiguos griegos ni los pensadores cristianos, ni los humanistas cívicos
contemplaban a la honestidad dentro de las virtudes políticas. Honesto es
aquel que cumple los contratos, que cumple la palabra empeñada, que no
busca sacar ventajas ilícitas de sus relaciones con los demás. Contraria-
mente al patriotismo, la honestidad no es una clave que permita discrimi-
nar entre connacionales y extranjeros, sino que obliga a comportarse con
todos de la misma manera. Ya Platón (1995) había advertido en Repúbli-
ca la disímil noción de justicia que se desprende de la honestidad y del
patriotismo. Mientras la primera, defendida por Céfalo, se asocia con de-
cir la verdad, devolver a cada uno lo suyo y haber pagado todas las deu-
das, la segunda, articulada por su hijo Polemarco, es hacer bien a los
GASTÓN SOUROUJON
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amigos y mal a los enemigos. Concepciones que en varias ocasiones pue-
den entrar en contradicción.
17
Algunos autores han reconocido otros elementos que representan este as-
censo de lo privado en la forma de hacer política de PRO. Vommaro (2014)
subraya que son el voluntariado y el emprededurismo los valores morales
originarios del mundo privado que conforman el ethos del PRO. Por otra
parte, los mítines partidarios (Vommaro, 2014; Núñez, Cozachcow, 2016)
semejan mucho más a fiestas privadas, como casamientos o discotecas,
que a las tradicionales congregaciones en las plazas públicas; las camina-
tas y caravanas son reemplazadas por flashmobs (Vommaro, 2014), hasta
la misma banda de sonido pasa de las marchas o los grandes himnos de la
música popular comprometida (Mercedes Sosa, Fito Páez) a canciones pri-
mordialmente festivas (Tan Biónica, Gilda). El juramento de Macri debe
ser interpretado como una transformación en las formas de hacer política,
en donde ya no es la pasión pública del patriotismo, aquella que obliga a
poner los intereses nacionales por sobre los personales, y a atender las ne-
cesidades de mis conciudadanos por sobre cualquier otro compromiso. Ya
no es el patriotismo el eje sobre el cual juzgar el desempeño político, sino
la honestidad que sólo obliga a cumplir con lo pactado y que no involucra
ningún compromiso interno.
5. Las fiestas cívicas: pintura de dos bicentenarios
Como en el caso anterior, la intervención del PRO en las fiestas cívicas
con el objeto de enfriar las pasiones debe ser leída como la contracara
de estas conmemoraciones durante el kirchnerismo. Hemos comentado
el uso intensivo de las fiestas populares durante el gobierno de Fernán-
dez para vehiculizar las pasiones, obviamente es la fiesta del Bicentena-
rio de la Revolución de Mayo en 2010 el punto más importante en el
seno de estos actos y el que la mayoría de los analistas tomaron como
punto de comparación con el otro Bicentenario (el de la Independencia
en el 2016 organizado por el PRO). La conmemoración del 2010 fue el
festejo popular más masivo en la historia de nuestro país, con una dura-
17
La famosa frase de Néstor Kirchner “No pagaremos la deuda a costa del hambre y la
exclusión de millones de argentinos” no puede ser aprehendida dentro de la clave de la
honestidad, solo el patriotismo y su capacidad de priorizar los intereses de los conciuda-
danos a los pactos con el extranjero la explica.
77
ción de 5 días y casi tres millones de personas. La mayoría de Jefes de
Estado de los países latinoamericanos concurrieron a la avenida 9 de ju-
lio el 25 de mayo para presenciar el imponente desfile de carrozas orga-
nizado por el grupo teatral Fuerza Bruta. Los festejos de 2016 pueden
ser leídos como el reverso, un discurso en el Monumento a la Indepen-
dencia en la Quebrada de Humahuaca la noche anterior, un reducido
acto en Tucumán el 9 de Julio con unas pocas palabras del presidente y
un Tedeum, en donde el único invitado internacional de relevancia fue
el Rey emérito de España y un desfile militar el día posterior en Buenos
Aires. Ante la exuberancia del bicentenario anterior los miembros del
PRO defendieron la puesta en escena de su bicentenario bajo el lema de
la austeridad.
Las voces críticas a esta iniciativa del PRO censuraron el olvido de la his-
toria, el ocultamiento del pasado que el bicentenario del 2016 manifestó
(Adamovsky, 2016), silencio que junto a otros símbolos (como los que es-
tudiamos en este trabajo) confluyen para pensar un país sin antagonismos,
sin identidades conflictivas ni complejas. También podemos detenernos
en una lectura crítica del discurso pronunciado por Macri el 9 de Julio.
Más allá de la poco feliz referencia a la angustia de los próceres al decidir
separarse de España,
18
el matiz más destacable de esas palabras fue el in-
tento del presidente de desplazar el sentido de la independencia nacional
que se estaba conmemorando a una idea de independencia individual, afín
a cierta tradición liberal y a una ética de autoayuda
19
que implica que
cada individuo es responsable de sus actos y que las circunstancias que lo
GASTÓN SOUROUJON
18
“Claramente, deberían de tener angustia de tomar la decisión, querido Rey, de sepa-
rarse de España...” (Macri: 9/7/2016).
19
Cito textualmente algunos pasajes de la literatura de autoayuda que explicitan esta
idea para así evidenciar la afinidad electiva entre el PRO y este fenómeno cultural:
“Hay un papel que la aptitud emocional juega por encima de la familia y las
fuerzas económicas... Estudios a largo plazo de ciertos niños crecidos en medio de
la pobreza, en familias abusivas o con un padre que padece una severa enfermedad
mental, mostraron que aquellos que pueden recuperarse a pesar de enfrentarse a
las más penosas dificultades, tienden a compartir las claves de su destreza emocio-
nal. Estas incluyen una sociabilidad ganadora que atrae a los demás, confianza en
ellos mismos, una actitud persistentemente optimista ante el fracaso y la frustra-
ción, la habilidad de recuperarse rápidamente de un revés, y una personalidad fácil
de llevar” (G
OLEMAN, 2000: 296). “En cada momento de nuestra existencia esta-
mos en el campo de todas las de posibilidades... tenemos acceso a un número infi-
nito de acciones... todo lo que está sucediendo es producto de las decisiones”
(C
HOPRA: 1996: 39).
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STUDIA POLITICÆ
afectan son obra de sus decisiones y no de factores políticos sociales eco-
nómicos.
20
Concordamos con estas interpretaciones, aunque para los fines de nues-
tro trabajo nos parece más oportuno colocar la mirada en otro registro de
lectura. Desde sus orígenes, las festividades públicas poseen la facultad
de abrir un umbral temporal distintivo, las fiestas implican un momento
de espíritu religioso que genera una ruptura con el devenir cotidiano si-
tuándose en un tiempo extraordinario. Acciones, manifestaciones, com-
portamientos que en los tiempos profanos del día a día se encuentran
prohibidas o censuradas, en las fiestas tienen su oportunidad para reve-
larse. No obstante, se ha atenuado ese carácter carnavalesco del reino del
revés que imponen el tiempo de las fiestas. Las conmemoraciones popu-
lares siempre abren una posibilidad para que algunos de sus sesgos pue-
dan reproducirse. Los festejos por el Bicentenario kirchnerista supusie-
ron una de las rupturas más importantes con el tiempo normal a la que
hemos asistido desde el retorno de la democracia. La congregación de
una gran masa de gente participando de una fiesta patria, allende el ca-
rácter propagandístico y pedagógico que siempre acompaña a estas con-
memoraciones (Ihl, 2007), supuso una posibilidad para reforzar y a la
vez expresar las pasiones de un pueblo y reconstruir el lazo social (Ozof,
1988) a través de su identificación con sufrimientos, expectativas y me-
moria compartida, y con ciertos símbolos que apelan a sentimientos co-
munes. El Bicentenario de Julio organizado por el PRO trató de anular el
carácter excepcional de la celebración, la ausencia de símbolos que ape-
len a estas pasiones comunes, el estricto vallado y apego al protocolo que
impidió la participación masiva de grandes contingentes durante el acto
central, son herramientas para controlar cualquier brote de espontanei-
dad, de lo inesperado, que acompaña siempre el accionar de las masas.
EL PRO trata de domesticar el elemento impredecible de la pasión que
tanto temor genera en el liberalismo mediante el festejo de las fechas pa-
trias en la temporalidad de lo profano, no son ocasiones que rompen el
20
“...porque eso conlleva una responsabilidad, porque no se agota en decir “el país
es independiente, este Estado es independiente. Es cada ciudadano, cada uno de noso-
tros asumiendo ese rol, ese rol de responsabilidad que significa que no le podemos
echar la culpa a nadie de lo que nos suceda porque somos los dueños de nuestro desti-
no. Significa que no podemos sentarnos a esperar que alguien venga a tomar las deci-
siones por nosotros ni los problemas sean solucionados por otros. Somos nosotros los
que tenemos que elegir nuestros proyectos, impulsarlos, defenderlos” (Macri: 9/7/
2016).
79
continuo de la rutina. Así, al quitar el carácter extraordinario se aleja el
riesgo de aquello que no se puede controlar.
6. La moneda nacional: Cuando los próceres ya no valen
La moneda no es sólo un instrumento de intercambio para las operaciones
comerciales, no sólo posee una relevancia en el plano económico, sino
que también es una de las herramientas simbólicas más relevantes que po-
see un territorio nacional o regional. Permite la reproducción del lazo so-
cial (Simmel, 1977) y expresa la confianza que la ciudadanía tiene en el
Estado, ya que es ésta fe la que sustenta al fin y al cabo el valor del dine-
ro (Lindgren, 1980). Históricamente la mayoría de los países han utiliza-
do los diseños de los billetes para honrar allí a sus próceres nacionales, el
panteón de héroes de cada nación se halla impreso en el dorso de sus bi-
lletes de curso legal. Argentina no ha sido una excepción, las cinco mone-
das que se han sucedido hasta la actualidad, con sus distintos cambios de
diseño desde la unificación de la moneda nacional en 1881 con el Peso
Moneda Nacional,
21
han contemplado en sus caras las figuras y los he-
chos más representativos de la historia.
La aparición de un prócer nuevo en los billetes nacionales es una opera-
ción simbólica en la pasión identitaria de un país,
22
razón por la cual,
durante todas estas décadas, se repite un núcleo duro de figuras con el
cual toda la población se siente identificada. La inclusión u omisión de
uno u otro político constituyó un punto de debate y conflicto entre sus
defensores y sus detractores. Dos son los casos más recientes, la inclu-
sión de Juan Manuel de Rosas en los billetes de veinte pesos durante el
gobierno de Menem y la aparición de Eva Duarte de Perón en los billetes
de 100 en el año 2012 durante la gestión de Fernández. Quizás el caso
de Rosas, su papel de tirano o de liberador, hoy en día sólo genera des-
21
El Peso Moneda Nacional es reemplazado en 1970 por el Peso Ley, en 1983 éste es
sustituido por el Peso Argentino hasta 1985 que surge el Austral. Por último, en 1992 el
Austral deja su paso al Peso Convertible, que es el que rige en la actualidad, amén de
que en el 2002 ya se suprime la leyenda “convertible de curso legal”.
22
Esta es la razón por la cual la Unión Europea optó por plasmar en el Euro distintas
puertas, ventanas y puentes que representen diferentes momentos arquitectónicos, las
monedas en cambio tienen una cara común y una cara que varía de acuerdo a la emisión
de cada país de origen.
GASTÓN SOUROUJON
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encuentro entre los historiadores y algunos intelectuales, pero la imagen
de Eva es aún capaz de excitar aquel elemento incondicional que acom-
paña a las pasiones. Más de medio siglo luego de su muerte Evita des-
pierta devoción y odios, posturas que no pueden ser mediatizadas ni por
la razón ni por el interés.
La inflación acumulada empujó al gobierno del PRO a anunciar en el
2016 la emisión de una nueva serie de billetes que incluya mayor deno-
minación, se agregaría un billete de doscientos, de quinientos y poste-
riormente uno de mil. Lo interesante para los fines de nuestro trabajo es
que esta nueva serie, titulada fauna autóctona, prevé la aparición de ani-
males de la fauna local en reemplazo de los próceres nacionales, así el
billete de doscientos y el de quinientos, que ya se encuentran en circula-
ción, presentan en sus anversos una ballena franca austral y un yaguare-
té respectivamente. Esta nueva serie también proyecta reemplazar a Juan
Manuel de Rosas por un guanaco, a Sarmiento por un cóndor, y a Roca
por una taruca, en tanto que los billetes que coronaban Mitre, San Martín
y Belgrano desaparecen por su baja nominación, y el nuevo billete de
mil será graficado por un hornero.
En concordancia con la idea consensualista de la política que impregna
al PRO, desde el Banco Central justificaron que estos nuevos billetes se-
rían un punto de encuentro en el que todos los argentinos se verían re-
presentados. Pero, ¿qué expresa este punto de encuentro, más aún, qué
silencia? La serie fauna autóctona es un notorio símbolo de uno de los
pilares fundamentales que la tradición liberal ha defendido desde La
Carta sobre la Tolerancia de Locke en el siglo XVII hasta La Teoría de
la Justicia de Rawls en el XX: la neutralidad del Estado, el espacio pú-
blico desligado de todas aquellas diferencias religiosas, ideológicas, ét-
nicas, etc. que son ejes de conflictos y se estructura sobre un conjunto
de elementos mínimos y supuestamente neutrales sobre el que cualquier
persona racional acordaría. La serie fauna autóctona se encamina a este-
rilizar a la identidad nacional de sus elementos más conflictivos, pero
evidentemente el único símbolo que se erige como un reflejo de un
acuerdo sin conflicto es un conjunto de animales. Conjunto que no es
capaz de despertar el elemento incondicional que despliegan las pasio-
nes, no habilitan la posibilidad de que el espacio público se vea inunda-
do por discusiones insuperables en torno a la naturaleza de las figuras
históricas del país. Una aversión a la confrontación que tal como expre-
sa Mouffe (2002) es el camino para una falta de participación y apatía
generalizada en el espacio público, compatible con una democracia en-
81
tendida como un mero sistema de reglas que, como hemos señalado, re-
cuperando a Morresi (2015), se halla en la cabeza de gran parte de la di-
rigencia de PRO.
7. Comentarios finales
Los tres símbolos que hemos repasado expresan lo que a nuestro enten-
der es una de las transformaciones más claras que propone el nuevo go-
bierno dirigida a enfriar la política, a desactivar un dispositivo pasional
en el espacio público que el kirchnerismo había edificado en sus años en
el poder. Las palabras citadas de Macri en donde clama por más acuer-
do y menos exaltación y símbolos son un ejemplo explícito en el seno
del discurso de esta estrategia por parte del PRO, un discurso que como
asevera Sznaider (2014) desde los tiempos del inicio de su gestión en la
ciudad opuso resultados, performance y un democratísimo higiénico a la
construcción de una épica y de un adversario propia del kirchnerismo.
La introducción de gramáticas del seno de lo privado al espacio público,
la puesta en práctica de un devenir que reproduce una constante rutina
sin tiempos extraordinarios en los cuales el pueblo exprese sus pasiones
abiertamente, el reemplazo de símbolos identitarios potencialmente con-
flictivos por puntos de encuentros casi infantiles, son un claro intento
por erradicar del espacio público la valoración positiva que habían asu-
mido el conflicto entre posiciones incondicionales y la entrega a los in-
tereses de la patria. Consecuente con la tradición liberal, el PRO parece
sentirse más cómodo frente a una ciudadanía que guía su comportamien-
to por el interés o la razón dialógica y es reacia a participar activamente
en el universo público; que frente a un pueblo pasional y constantemen-
te movilizado.
Los autores que defienden la importancia de las pasiones en la vida públi-
ca apuntan a que sin ella la ciudadanía carecería de la energía necesaria
para participar y comprometerse en el complejo mundo político actual, es-
taría signada por la pasividad y la apatía (Hall, 2002). Es la pasión, asegu-
ra Walzer (2002), la que explica los compromisos y solidaridades con las
identidades políticas, con nuestros aliados y los antagonismos. Argumen-
tos todos con los que el PRO concordaría, salvo que no le otorgaría una
valoración positiva. Justamente las iniciativas de PRO, como hemos visto,
intentan desactivar estas prácticas. No obstante, si seguimos a Mouffe, la
eliminación de la pasión del espacio público implica un riesgo aún mucho
más peligroso. Para esta autora las pasiones son imposibles de erradicar
GASTÓN SOUROUJON
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del espacio público, sin embargo cuando no son canalizadas por las insti-
tuciones democráticas se abren las puertas para que germinen pasiones no
democráticas liberales, es decir pasiones que no respetan los derechos del
otro, en particular del inmigrante. Durante la gestión de Macri en el go-
bierno de la ciudad es factible observar ciertos antecedentes xenofóbicos,
en particular en el contexto del conflicto en el Parque Indoamericano a fi-
nes del 2010 donde el entonces Jefe de Gobierno conectó discursivamen-
te la inmigración a la delincuencia y al narcotráfico (López, 2012). Aun-
que aún no sea un tono que prime en su gobierno, la xenofobia es un
peligro latente en un país donde el 61 % ve que la inmigración es perjudi-
cial (Morresi, 2015). En este orden, PRO transita por un sendero poco
auspicioso, quizás en su intento por evadir los remolinos de Caribdis y las
pasiones políticas que despertó el kirchnerismo esté despertando a la
monstruosa Escila de la xenofobia.
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Fecha de recepción: 30/01/2017
Fecha de aceptación: 08/08/2017