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*
Profesora titular del Departamento de Relaciones Internacionales en la Universidad
Pontificia Comillas en Madrid.
Código de Referato: SP.241.XLIV/18
http://dx.doi.org/10.22529/sp.2018.44.05
Un viaje sin retorno para los
Sudetes alemanes
Heike Pintor Pirzkall
*
Resumen
La razón por la que decidí escribir este artículo está relacionada directa-
mente con mis ancestros. Soy descendiente de sudetes alemanes. Mis fa-
miliares tuvieron que abandonar forzosamente Checoslovaquia al final
de la Segunda Guerra Mundial. La primera parada fue un campo de refu-
giados en Baviera a pocos kilómetros de su tierra, después fueron realo-
jados cerca de Dresden. A raíz del inicio de la Guerra Fría y la división
de Alemania, la familia emigró nuevamente para asentarse definitiva-
mente en la República Federal de Alemania en 1956. Mi interés se cen-
trará principalmente en explicar la migración forzosa y el proceso de ex-
pulsión de esta minoría étnica y su realojamiento e integración en la
República Federal de Alemania después de 1945. También describiré ac-
ciones concretas en torno al mantenimiento de su identidad en las últi-
mas décadas y la situación actual de los descendientes de este pueblo
que lucha por que su identidad no se diluya del todo.
STUDIA POLITICÆ Número 44 ~ otoño 2018 – pág. 97-113
Publicada por la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales,
de la Universidad Católica de Córdoba, Córdoba, República Argentina.
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Palabras clave: Sudetes alemanes – Alemania – Checoslovaquia – Mi-
noría étnica – Migración forzosa – Realojamiento – Integración
Abstract
The reason why I decided to write this article is directly related to my
ancestors. I am a descendant of Sudeten German. My family was
forced to leave Czechoslovakia at the end of the Second World War.
The first stop was a refugee camp in Bavaria, just a few miles across
the border, after that they were relocated near Dresden. The town was
located in the German Democratic Republic, so finally the family
migrated again to settle permanently in the German Federal Republic
in 1956. My main interest is to explan the process of expulsion and
forced migration of this ethnic minority and its relocation and
integration in the GFR. I will also describe concrete actions that have
been taking place along the years for the maintenance of their identity
and the current situation of the descendants who are fighting to avoid
the dilusion of their identity.
Key Words: Sudeten German, Germany, Czechoslovakia, ethnic minori-
ty, forced migration, relocation, integration.
Introducción
L
AS migraciones han existido desde el inicio de los tiempos. Se deno-
mina migración al término que se utiliza para describir un movi-
miento de personas en el que se observa la coacción, incluyendo la
amenaza a la vida y su subsistencia, bien sea por causas naturales o huma-
nas, como por ejemplo movimientos de refugiados y de desplazados inter-
nos, así como personas desplazadas por desastres naturales o ambientales,
desastres nucleares o químicos, hambruna o proyectos de desarrollo (OIM,
2018).
Muchas de estos movimientos se dan por necesidades personales, pero tam-
bién pueden ser consecuencia de un ambiente social o político que impide
la permanencia de una persona en un país. La migración humana se puede
observar como un único proceso visto desde dos puntos de vista: inmigra-
ción y emigración. Inmigración es el proceso por el cual un individuo o
grupo llega a un país diferente de su lugar de origen para establecer su re-
sidencia. La emigración se refiere a la salida del lugar de origen para asen-
tarse en otro sitio. Además de las diversas causas de tipo económico, políti-
co y social, las migraciones cambian a las sociedades que pierden a sus
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ciudadanos y también a las que los reciben, generando distintas reacciones
y consecuencias.
Las migraciones internacionales suponen siempre una movilización del fac-
tor humano, que formaba parte de una determinada sociedad política, gene-
ralmente el Estado. Contienen un elemento internacional que supone que
las personas van a movilizarse de forma transfronteriza, continental o intra-
continental, provocando un desequilibrio entre Estados, un posible deterio-
ro de sus relaciones, e importantes cambios y efectos a largo plazo en las
sociedades receptoras. También es necesario tener en cuenta la temporali-
dad de las mismas, ya que pueden ser migraciones de carácter temporal (se
quiere regresar al país de origen una vez finalizado un conflicto o una si-
tuación extraordinaria) o definitiva (cuando no hay intención de regresar),
(Calduch, 2018: 4).
El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) enumeró en
el 2009, en su informe sobre Desarrollo Humano, las siguientes causas que
motivan la migración internacional:
– La búsqueda de una vida mejor para uno mismo y su familia.
– Las disparidades de ingresos entre distintas regiones y dentro de una mis-
ma región.
– Las políticas laborales y migratorias de los países de origen y de destino.
– Los conflictos políticos (que impulsan la migración transfronteriza, así
como los desplazamientos dentro de un mismo país).
– La degradación del medio ambiente, inclusive la pérdida de tierras de
cultivo, bosques y pastizales (los ‘refugiados del medio ambiente’ en su
mayoría acuden a las ciudades en lugar de emigrar al extranjero).
– El ‘éxodo de profesionales’ o migración de los jóvenes más formados de
países en desarrollo para llenar las lagunas en la fuerza laboral (PNUD,
2009).
En la actualidad, más de 200 millones de personas (aproximadamente el
3 % de la población mundial) vive fuera de su país. Este fenómeno tiene un
enorme impacto en la productividad de los Estados de acogida y en la miti-
gación de la pobreza de las naciones de origen de los inmigrantes por me-
dio del envío de las remesas. Los seres humanos están constantemente bus-
cando la supervivencia, el afán de superarse y la estabilidad. Es por eso
que, en determinados momentos de su vida, se ven en la necesidad de mu-
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darse o desplazarse para buscar una vida mejor. En el caso de desplaza-
mientos forzados, tema que nos concierne en este artículo, según el infor-
me de Tendencias Globales de ACNUR, más de 65 millones de personas
tuvieron que dejar sus países en el 2016 y las cifras han ido en aumento
desde entonces a raíz principalmente del conflicto en Oriente Medio y
África (ACNUR, 2017:1). El número de desplazados y refugiados ha al-
canzado su nivel máximo desde la II Guerra Mundial. “Los conflictos se
multiplican de forma creciente”, recalcó el alto comisionado de la ONU en
la presentación del informe en Líbano —se hizo público simultáneamente
en otras muchas ciudades—. “Al mismo tiempo, parece que viejos conflic-
tos no van a terminar nunca” (El País, 2013).
Cabe destacar los enormes flujos migratorios del siglo XIX y la primera
mitad del XX desde Europa a Estados Unidos principalmente, aunque
también a Latinoamérica y en menos medida a África con el objetivo de
labrarse un futuro lejos de una Europa afectada por guerras, el hambre o
la intolerancia religiosa. Aquí también se pueden incluir las migraciones
mixtas qué, aunque se realicen de forma intra-continental del Imperio a
sus colonias, con lo que no hay oficialmente un traspaso real de fronteras,
al haber un cambio geográfico se les consideran migraciones internacio-
nales. El período de entreguerras se caracterizó por procesos de limpieza
étnica y desplazamientos forzados a gran escala. La Primera Guerra Mun-
dial y los cambios derivados del conflicto en el mapa político europeo,
como la desintegración del Imperio Austrohúngaro, provocaron el reasen-
tamiento obligado de más de seis millones de personas. Esta reorganiza-
ción europea provocaría que personas que habían vivido siempre en una
región se convirtiesen en una minoría en un nuevo Estado (Judt, 2005:
25-26).
Poco después de la revolución soviética y el ascenso al poder del nazismo
en Alemania los movimientos migratorios forzosos siguieron produciéndo-
se. Las expulsiones, realojamiento y migraciones forzosas fueron desde la I
Guerra Mundial una fórmula utilizada por muchos gobiernos para calmar
los conflictos nacionalistas en toda Europa.
Con la Segunda Guerra Mundial las grandes migraciones forzadas se mani-
festaron en forma de deportaciones masivas y los traslados por causas polí-
ticas. Después de la guerra e inicio del proceso de reconstrucción europea,
la necesidad de mano de obra favoreció los movimientos migratorios de
trabajadores hacia Europa, que pasó de ser exportador de emigrantes a re-
ceptor durante décadas
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Las migraciones forzosas
Las migraciones forzosas son migraciones no voluntarias de grupos huma-
nos que se trasladan de un lugar a otro como resultante de circunstancias
anormales como guerras, revoluciones o persecuciones ideológicas o ra-
ciales. Existen dos categorías: desplazados o refugiados. Los desplazados
son personas expulsadas de su lugar de origen como consecuencia de
eventos inesperados. Los refugiados son personas que abandonan el país
de forma voluntaria por inseguridad, causas políticas y socio-culturales,
tales como conflictos locales, guerras, persecuciones ideológicas y políti-
cas (Abu-Warda, 2017: 36). A lo largo de la histórica podemos identificar
innumerables eventos que han tenido una influencia considerable y actúan
como factor de empuje. Hablamos de los procesos de descolonización de
finales del siglo XIX y comienzos del XX, la reconstrucción europea tras
la Segunda Guerra Mundial, la reunificación alemana o la construcción de
la Unión Europea con el establecimiento de la libre circulación de perso-
nas, la guerra de los Balcanes, Afganistán, Kurdistán, Palestina, Sudán o
Siria.
La migración forzada es la resultante de coacción, apremios políticos u
otras formas de violencia, en lugar de acciones voluntarias. Esa situación
a menudo coloca a los emigrantes en una posición de gran desventaja.
Aun cuando la migración forzada se define como un movimiento migrato-
rio en que hay un elemento de coacción, como amenazas a la vida y a los
medios de vida. La población de migrantes forzados es pequeña en com-
paración con los migrantes que buscan trabajo, integrada por grupos más
vulnerables y posiblemente más marginados. Dentro de la categoría de mi-
gración forzada, el grupo más conocido y cuyo número es más preciso es
el de “refugiados”: personas que huyen de países asolados por guerra, vio-
lencia y caos, y que no pueden o no quieren regresar a sus países de ori-
gen debido a que allí carecerían de una protección efectiva (Abu-Warda,
2017: 42).
Marco jurídico de los movimientos migratorios
Las secuelas de la Primera Guerra Mundial y los masivos movimientos mi-
gratorios en el período de entreguerras llevaron a los primeros intentos de
regular el tema del refugiado en el marco jurídico internacional. Con la
creación de la Sociedad de Naciones en junio de 1919, se intentó crear un
nuevo orden internacional basado en el principio de la seguridad colectiva.
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La Sociedad tenía dos objetivos esenciales, por un lado, preservar la paz a
través de acciones colectivas, remitiendo las controversias al Consejo de la
Sociedad con fines de arbitraje y conciliación. Se usarían sanciones econó-
micas militares por lo que los miembros se comprometían a defender a
otros miembros ante una agresión. Por otro lado, la Sociedad potenció la
cooperación internacional en asuntos económicos y sociales. La negativa
del aislacionista Senado norteamericano al ingreso de Estados Unidos y la
exclusión de Alemania y la Unión Soviética, que no ingresaron respectiva-
mente hasta 1926 y 1934, limitaron desde un principio sus acciones (Re-
nouvin, 1990: 767-768). Su mayor éxito fueron los programas de coopera-
ción económica y humanitaria que ayudaron a miles de refugiados y
desplazados.
El primer organismo internacional en ocuparse de los refugiados fue el
Alto Comisionado para los Refugiados, creado en junio de 1921 por la
Sociedad de Naciones, bajo la dirección del explorador y estadista norue-
go, Fridtjof Nansen. Cómo funciones principales de esta organización hay
que destacar la coordinación de la repatriación de prisioneros, la ayuda a
las poblaciones de Rusia por hambrunas o la asistencia a los enfermos de
Tifus en Polonia. También hay que mencionar la creación de los Pasapor-
tes Nansen en 1922, una certificación expedida por la Oficina Internacio-
nal Nansen para las personas desplazadas sin pasaporte, que permitía a los
apátridas o a las personas privadas de pasaportes emitidos por su propio
país la entrada y el tránsito a otros países. La organización reglamentó for-
malmente la Protección de las Minorías y los Apátridas en 1929. Otras ac-
ciones importantes de la Sociedad de Naciones fue la creación de la
Unión Internacional de Socorros en 1927, la firma de la Convención sobre
la abolición de la esclavitud, la Convención sobre la trata de mujeres y ni-
ños en 1935, la Convención sobre trata de mujeres mayores de edad en
1933, las Convenciones sobre el Opio en 1925 y 1931 y la Organización
de Higiene (ACNUR, 2018). En 1933, además se crea la Convención rela-
tiva al Estatuto del Refugiado y en 1939 el Comité Intergubernamental so-
bre Refugiados.
Los millones de desplazados, refugiados, prisioneros de guerra que oca-
sionó la Segunda Guerra Mundial, convirtió el problema de los refugiados
en una cuestión prioritaria para la comunidad internacional que se ve re-
flejado en los documentos jurídicos internacionales como la Declaración
Universal de los Derechos Humanos de 1948, la cual garantiza el derecho
de las personas a buscar y a disfrutar de asilo (art. 14). La regulación de la
situación de los refugiados se encuentra recogida en la Convención de Gi-
103
nebra de 1951 y en el Protocolo de Nueva York de 1967. Otros documen-
tos esenciales que cabe mencionar son la IV Convención de Ginebra de
1949 y el Protocolo Adicional de 1949; La declaración de las Naciones
Unidas sobre el Asilo territorial de 1967; El acta Final de Helsinki (1975);
la Convención de 1954 sobre el Estatuto de los Apátridas; la Convención
de 1961 para reducir los casos de apátrida. ACNUR (Alto Comisionado
De Naciones Unidas para los Refugiados) es la organización internacional
de mayor responsabilidad en la protección y asistencia a los refugiados
(ACNUR: 2018). También existen una serie de acuerdos y convenios re-
gionales que regulan la situación de los refugiados como la Convención
Europea de Derechos Humanos. El Acuerdo Europeo sobre Habilitación
de Visado para refugiados de 1959, la Carta Africana de Derechos Huma-
nos y de los Pueblos de 1981, la Convención de la Organización para la
Unidad Africana (OUA) de 1969, la Declaración de Cartagena sobre los
refugiados de 1984 y la Convención de Dublín, de 1990.
El caso de los Sudetes
Los Sudety o Sudetes, significan varias cosas. Desde una perspectiva pura-
mente geográfica o topográfica, son una cadena montañosa que recorre
Alemania, Polonia y la República Checa. Pero desde el siglo XIX, los Su-
detes, es la denominación que recibió una minoría alemana asentada en las
regiones de Bohemia, Silesia y Moravia, reinos dentro del Imperio Austro-
húngaro en ese entonces por más de ocho siglos. Se estima qué a principios
del siglo XX, alrededor de 1910, vivían en estas regiones alrededor de
3.489.711 Sudetes alemanes. En 1902 el geógrafo moravo Franz Jesser
acuño el término “Sudetendeutsche” (Sudetes alemanes) para identificar
específicamente a la minoría germano-parlante de Bohemia y Moravia. La
popularidad del término se extendió rápidamente por toda la región, espe-
cialmente después de la firma del Tratado de Saint-Germain-en-Laye en
1919, cuando estas regiones pasaron a formar parte de la recién creada
Checoslovaquia. El término “Sudetendeutsche” se convirtió en un concep-
to colectivo de carácter político para reafirmar su identidad alemana en el
nuevo Estado Checo (Henning-Hahn, 2007: 1-8).
El Tratado de Saint-Germain-en-Laye se firmó en 1919 entre las poten-
cias aliadas y Austria con el objetivo de coordinar la desintegración del
Imperio Austrohúngaro. Mediante este tratado, se reconoció a Hungría,
Checoslovaquia (con Bohemia, Moravia y Silesia) y Yugoslavia (con Es-
lovenia, Bosnia-Herzegovina, Croacia, Voivodina y parte de Dalmacia)
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como nuevos Estados independientes. También se estableció la cesión del
Trentino, Tirol del Sur, Trieste, Istria, varias islas de Dalmacia y el Friuli
a Italia, Galicia a Polonia. Hungría cedería Transilvania, parte del Bánato
y Bucovina a Rumanía, algo que se concretó en el Tratado de Trianon, y
el Burgenland a Austria. Una cláusula importante era la prohibición de
revisar o revocar la independencia de Austria, para impedir cualquier
unión con Alemania sin la autorización de la Sociedad de Naciones. As-
pecto que posteriormente no fue respetado por Hitler, que anexionó Aus-
tria en 1938 bajo el famoso “Anschluss”. El tratado no tuvo en cuenta la
situación de las poblaciones de habla alemana como los Sudetes en Che-
coslovaquia, la región del Tirol del Sur, con capital en Bolzano (Italia), y
algunas comunidades en Hungría y Transilvania (Palmer, Colton 1980:
522-523), que se quedaron fuera del nuevo territorio austríaco y pasaron
a forma parte de otro Estado con una lengua y cultura diferente, lo que
dificultó su integración y provocó graves tensiones entre la población.
El 30 de septiembre de 1938 se firman los Acuerdos de Múnich entre los
jefes de Estado de Alemania, Italia, Francia y Gran Bretaña con el objeti-
vo de solucionar la crisis de los Sudetes y conseguir también apaciguar a
Alemania, después de la anexión de Austria. Esto es parte de la política de
apaciguamiento o appeasement policy del Primer Ministro británico
Chamberlain. El Reino Unido y Francia aprobaron la incorporación de los
territorios con mayoría alemana al Tercer Reich y consideraron este acuer-
do como una revisión parcial del Tratado de Versalles. El mayor error fue
no invitar a las autoridades checas a participar en la reunión. Los checos
se sintieron profundamente traicionados y esto tendría graves consecuen-
cias para los Sudetes al finalizar la Segunda Guerra Mundial. El presiden-
te checo se vio obligado a exilarse cuando la Wehrmacht invadió el resto
de Checoslovaquia en marzo de 1939 (Gledjura, 1962: 64). La desilusión
de Benes con las potencias europeas facilitó el entendimiento con la
Unión Soviética y su apoyo una vez finalizada la guerra. La humillación,
maltrato y expulsión forzosa de los Sudetes fue una consecuencia clara de
la brutalidad de la invasión del ejército alemán y las atrocidades realizadas
durante la ocupación del país.
Expulsión de los Sudetes y su llegada a Alemania
Una vez finalizada la guerra, la situación de los Sudetes se decidiría en la
Conferencia de Potsdam en el artículo XIII del Protocolo de Potsdam de 2
105
de agosto de 1945: “Traslado ordenado de las partes de la población ale-
mana”. Los aliados consiguieron llegar a un acuerdo con los gobiernos de
Hungría, Checoslovaquia y Polonia en relación a la expulsión de los Su-
detes, que debía hacerse de forma “ordenada” y “humana” y no antes de
que el Consejo Aliado de Control hubiese evaluado la situación y registra-
do el número de personas. Por medio de este documento se legaliza la si-
tuación de las expulsiones de los alemanes a partir de agosto de 1945,
pero la expulsión y huida de la población, denominadas expulsiones salva-
jes o “wilde Vertreibungen”, ya habían tenido lugar mucho antes con la
llegada de las tropas soviéticas entre enero y julio de ese mismo año . Se
estima que más de 30.000 Sudetes tuvieron una muerte violenta durante
este proceso. Otros sufrieron deportaciones masivas a la Unión Soviética
desde Polonia, Ucrania, Besarabia, países Bálticos, Yugoslavia o Austria
principalmente. En Checoslovaquia el gobierno de Benes ya había forzado
la salida de casi un millón de Sudetes alemanes entre mayo y junio de
1945, sin la autorización de los aliados. Sólo en Eslovaquia la expulsión
fue más ordenada y humana. Los expulsados recibieron dinero y pudieron
llevarse hasta 100 kilos de equipaje por persona. En la fotografía podemos
ver uno de esos trenes que se encargaría de llevar a los Sudetes expulsa-
dos a la frontera con Alemania.
(dpa / CTK), 2016
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El 23 de abril de 1946, los americanos como parte del gobierno interino
aliado de Alemania, firmaron un acuerdo con las autoridades checas para la
repatriación y realojamiento de los Sudetes alemanes que se encontraban
dentro de la zona de ocupación americana. En este acuerdo se especifica-
ron las instrucciones sobre el tipo de transporte, los pasos fronterizos de
salida (Eger y Taus, principalmente) y el equipaje permitido. Los Sudetes
sólo podían llevar consigo objetos personales y alimentos. Unos 25 kilos
por persona y un máximo de 500 Reichsmark. Los checos iban custodiando
los trenes con los refugiados hasta que llegasen a Alemania, a las ciudades
de Wiesau y Furth principalmente, y una vez entregados, retornarían para
iniciar un nuevo proceso de expulsión. El gobierno norteamericano pidió
también ayuda a las autoridades polacas para gestionar la salida de los Su-
detes de Silesia y otras regiones contiguas. Para su coordinación se creó
una Comisión de Repatriación encargada de gestionar los horarios y los
trenes. La expulsión forzosa se prolongó hasta finales de 1947 aproximada-
mente (Deutschlandfunk, 2016).
En una primera fase los Sudetes fueron realojados en campos de refugia-
dos, denominados “Durchgangslager” (campos de transición), en antiguas
instalaciones militares y también, aunque en menor medida, en granjas. La
coordinación de los campos fue gestionada por soldados norteamericanos
con el apoyo de la Cruz Roja y la Administración de las Naciones Unidas
para el Auxilio y la Rehabilitación (UNRRA). Una vez allí, después de pa-
sar los controles médicos, los refugiados recibían un pasaporte sanitario y
eran inscritos en la oficina de empleo del campo. Muchos refugiados traba-
jaron en esta fase temporal en la agricultura y como trabajadores de la
construcción en ciudades cercanas.
La situación no era mejor para los alemanes que también tenían que sufrir
penurias, racionamiento de alimentos y precariedad de viviendas y trabajo,
lo que facilitó la aceptación de los recién llegados. Para evitar posibles re-
vueltas o levantamientos los aliados decidieron diseminar a los refugiados
que venían de las mismas ciudades y pueblos. Los Sudetes no sólo habían
perdido su patria sino también perderían su identidad cultural. Posterior-
mente fueron realojados por toda Alemania en campos en las afueras de las
ciudades (Wolter, 2013:34).
Una vez iniciada la andadura de la República Federal de Alemania, el nue-
vo gobierno alemán creó en 1949 un Ministerio específico para gestionar a
los refugiados, asilados y damnificados por la guerra (Ministerium für
Vertriebene, Flüchtlinge und Kriegsgeschädigte) con el objetivo de promo-
ver la integración por medio de ayudas, subsidios y créditos. En coordina-
107
ción con el Ministerio de Industria se ofrecieron también créditos blandos
para la construcción de viviendas y pequeñas fábricas, así como ayudas
para la creación de negocios. Muchas de estas ayudas provenían directa-
mente del Plan Marshall y fueron aprovechadas en gran medida por los Su-
detes alemanes ya que muchos de ellos tenían un oficio o ya habían sido
empresarios en su tierra natal. Este ministerio se disolvió finalmente en
1969 bajo el gobierno de Willy Bandt (Wolter, 2013: 15-16). El tiempo de
los refugiados había pasado y una nueva era en la política exterior hacia el
este (Ostpolitik) implicaba nuevos retos para Alemania. La cuestión de los
Sudetes quedaba así zanjada y se entendía que tanto ellos como los refugia-
dos de otras regiones ya se habían integrado y formaban parte de una eco-
nomía pujante y de pleno empleo. Los Sudetes decepcionados por la falta
de compromiso político para trabajar en pro de la recuperación de su pa-
tria, se centraron en la creación de asociaciones políticas y culturales para
mantener viva su identidad y luchar por sus derechos. En el siguiente apar-
tado hablaremos de estas asociaciones “Landesmannschaften” y de otras
organizaciones sin ánimo de lucro que fueron consolidándose en todo el te-
rritorio alemán.
El Proceso de Integración de los Sudetes al nuevo Estado
Se estima que un total de doce millones de alemanes fueron deportados del
Tercer Reich entre 1943 y 1945 (no hay datos exactos, sólo son cifras esti-
mativas). En la actualidad uno de cada cuatro alemanes tiene algún familiar
que pasó por el trance de abandonar su tierra forzosamente (Gledjura,
1962: 59-65). Según distintos artículos, el proceso de integración de los
Sudetes alemanes en la República Federal de Alemania, ha durado aproxi-
madamente unos 30 a 40 años. Por tanto, que la integración fuese un pro-
ceso rápido es realmente un mito. Sí cabe decir que una parte importante
de esta minoría étnica estaba muy cualificada y pudo participar en la re-
construcción de Alemania y del milagro económico alemán, aunque tuvie-
ron que pasar unos años iniciales muy difíciles, con precariedad laboral,
falta de alojamiento y racionamiento de alimentos. La integración fue más
lenta en un principio, ya que muchos Sudetes alemanes veían su estancia
en Alemania como temporal y su máximo deseo era volver tarde o tempra-
no a su tierra natal, algo que finalmente no ocurrió por las propias circuns-
tancias históricas y la duración de la Guerra Fría.
La imagen que se presenta más abajo: Lugares de acogida de los Sudetes
alemanes en 1950 (Deutschlandfunk, 2016), nos indica de forma detallada
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los lugares de acogida de los Sudetes alemanes después de 1945. Aunque un
pequeño número emigró a países como Dinamarca, Suecia, Gran Bretaña,
Suiza, Italia o Austria, 90 % de los Sudetes fueron repartidos por la Repúbli-
ca Federal de Alemania. Esta dispersión por todo el territorio alemán fue in-
tencionada y, como se explicó más arriba, fue una táctica de los aliados para
evitar que se formaran grupos que pudiesen organizar levantamientos o re-
vueltas. Los Länder (Estados federados) de Baden Württemberg, Baviera,
Turingia, Hessen y Sajonia acogieron a más de la mitad de los desplazados,
unos 1.6 millones de personas, siendo estos estados los más cercanos a la
frontera checa. En los Estados del Norte de Alemania, podemos observar
que el número de desplazados es mucho menor, como por ejemplo Hambur-
go, que acogió sólo a 5818 personas o Bremen que sólo recibió 2289. Esto
se debe principalmente a que las ciudades del norte habían sufrido devasta-
dores bombardeos y por tanto no estaban en condiciones de acoger a un
gran número de refugiados. Cabe resaltar que a Mecklenburg-Vorpommern
(también en el norte) llegaron 160.000 personas (sobre todo alemanes ex-
pulsados de Silesia), por su cercanía a la frontera polaca.
(Deutschlandfunk, 2016)
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¿Cómo mantuvieron los Sudetes su identidad?
Inicialmente, y a raíz de la gran dispersión del pueblo Sudete por todo el
territorio alemán, la creación de asociaciones no fue fácil. Muchos de ellos
se centraron primeramente en conseguir una vivienda y trabajo en un entor-
no que no les era muy favorable. Muchos no querían hablar de su tierra o
de su patria por miedo a ser rechazados y por tanto sus tradiciones se que-
daron limitadas al ámbito privado. Una vez que la situación fue mejorando,
se crearon las primeras asociaciones de desplazados a nivel local (Heima-
tkreise), que pronto se unirían para formar una confederación a nivel nacio-
nal en 1953. El gobierno alemán también subvencionó la creación de una
fundación de la que hablaremos más adelante.
Existen en la actualidad una gran variedad de instituciones que trabajan
activamente por mantener viva la identidad, la cultura y las costumbres de
los Sudetes alemanes, unas 12 en total. Son fundaciones culturales y aca-
démicas, asociaciones políticas y culturales tanto públicas como privadas.
Entre las más importantes están la Sudetendeutsche Stiftung, fundada en
1970. Esta Fundación persigue fines en materia de promoción cultural, se-
gún la ley § 96 de la Ley Federal de los Refugiados, con el objetivo de
mantener el patrimonio cultural de los Sudetes alemanes, tanto en Alema-
nia como en el extranjero con el patrocinio del gobierno bávaro. Esta fun-
dación se encargó también de gestionar los fondos para la creación de la
casa de Los Sudetes, Sudetendeutschen Haus, que se inauguró en Múnich
en 1985.
En la biblioteca, Collegium Carolinum Bibliothek, se encuentran más de
170.000 archivos bibliográficos y audiovisuales sobre historia y cultura de
distintas minorías de Europa del este. Complementariamente se encuentra
también el archivo de los Sudetes alemanes, Sudetendeutsches Archiv, una
de las primeras organizaciones que se crearon en 1955 con fondos del go-
bierno alemán y el gobierno bávaro para mantener viva la memoria de los
Sudetes. También existe desde 1951 un periódico de tirada semanal, Die
Sudetendeutsche Zeitung, que tiene hoy su redacción en la casa de los Su-
detes. Llegó a tener una tirada de 60.000 ejemplares. En la actualidad es
una publicación virtual y sus artículos se centran en la política exterior de
Alemania, de Chequia y de Europa. Se espera que en este año se termine la
construcción del Museo de los Sudetes-alemanes, Sudetendeutsches Mu-
seum en Múnich y se cumpla así la máxima de la Ley 96 que es el manteni-
miento y el cuidado del patrimonio de este pueblo, especialmente en la ac-
tualidad, ya que la mayoría de los Sudetes originarios ya no están con vida
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y son sus hijos y sus nietos los únicos que pueden mantener viva esa me-
moria. Se han recopilado miles de documentos, objetos y recuerdos. El
museo, aunque ha recibido fondos estatales, ha sido posible gracias a dona-
ciones privadas.
Webcam Baustelle Sudetendeutsches Museum (2018): http://baudoku.1000eyes.de/cam/
probat/ACCC8E297DAC/
La asociación más activa y estructurada, la Federación de Sudetes-alema-
nes (die Sudetendeutsche Landsmannschaft), es una organización no parti-
dista y aconfesional que representa a los Sudetes expulsados de Bohemia y
Moravia. En la actualidad la organización tiene más de 250.00 miembros.
Conjuntamente defienden los derechos de los Sudetes en el Sudetendeuts-
cher Rat o Consejo de los Sudetes alemanes. Se fundó en 1952 aunando
pequeñas asociaciones locales denominadas Heimatkreise y Heimatlands-
chaften, conformando hoy una estructura a nivel nacional. La Federación
de Sudetes-alemanes organiza anualmente el Día de los Sudetes (Sudeten-
deutscher Tag) que ha llegado a albergar a más de 300.000 participantes en
los años 60 a unos 180.000 en la actualidad. Este año se celebrará la re-
unión número 69 del 18 al 20 de mayo en la ciudad de Augsburgo en Ba-
viera (Sudetendeutsche Landesmannschaft, 2018)
En el año 2015, la Federación de Sudetes-alemanes en su asamblea anual,
decidió introducir modificaciones a su estatuto, aprobando el nuevo docu-
mento el 28 de febrero de ese año. La eliminación de dos de los puntos
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más importantes para los Sudetes, como son la recuperación de la patria y
el derecho a la recuperación de los bienes arrebatados por los checos, cau-
saron sentimientos encontrados entre los participantes. Estos dos puntos
han sido desde 1989 un escollo en las relaciones entre Alemania y Che-
quia, y su eliminación ha sido vista con muy buenos ojos por el gobierno
checo, lo que facilitará el acercamiento y dará paso a la reconciliación. La
federación se convirtió desde ese momento en nexo de unión en los futuros
diálogos de ambos Estados (Die Zeit, 2015).
Conclusiones
A pesar del trauma causado por las migraciones y de la estigmatización de
los Sudetes alemanes por querer formar parte del Tercer Reich, esta mino-
ría tuvo la suerte de poder participar del milagro económico alemán. El que
muchos de ellos tuviesen oficios y su afán de superación les permitió inte-
grarse gradualmente en la sociedad alemana. Su interés por mantener su
identidad cultural se ha visto reflejado en el gran número de asociaciones y
organizaciones que existen en la actualidad y en la participación en eventos
y festividades. El final de la Guerra Fría supuso un momento de tensión ya
que muchos Sudetes alemanes deseaban poder recuperar sus tierras en la
actual Chequia, pero finalmente por medio del diálogo político llegaron al
convencimiento de que era mejor renunciar a esos derechos y trabajar en
pro de la reconciliación de ambos países y de sus pueblos. Este proceso de
acercamiento sigue su curso. Se han realizado muchas iniciativas y es la
responsabilidad de las nuevas generaciones conseguir superar los últimos
escollos para finalmente hacer las paces con la historia. Espero que pueda
ver llegar ese momento en un futuro no muy lejano.
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HEIKE PINTOR PIRZKALL