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za o de la cultura y que, al situar al hombre y lo masculino en la segunda
categoría, y a la mujer y lo femenino bajo la primera, erige al hombre en
parámetro o paradigma de lo humano (Facio y Fries, 1997: 22).
La universalidad de la subordinación femenina, el hecho de que exista y
que involucre ámbitos de la sexualidad, la afectividad, la economía y la po-
lítica en todas las sociedades, independientemente de sus grados de com-
plejidad, da cuenta de que estamos ante algo muy profundo e históricamen-
te muy enraizado. Instituciones como la familia, el Estado, la educación,
las religiones, la ciencia y el derecho han servido para mantener y reprodu-
cir el status inferior de las mujeres.
Sin embargo, el derecho de las mujeres a su ciudadanía política y a partici-
par en cargos políticos ha tenido una gran evolución en las últimas déca-
das. Previo a hacer un breve desarrollo de este, es menester dedicar unas lí-
neas al movimiento social y político que lucha contra esta situación de
subordinación histórica, desde hace más de tres siglos. Se hace referencia
así a las teorías o movimientos feministas.
En palabras de Facio, el feminismo es un movimiento social y político, y es
también una ideología y una teoría, que parte de la toma de conciencia de
las mujeres como colectivo humano subordinado, discriminado y oprimido
por el colectivo de hombres en el patriarcado. El feminismo no se circuns-
cribe a luchar por los derechos de las mujeres, sino a cuestionar profunda-
mente y desde una perspectiva nueva, todas las estructuras de poder. Ade-
más, no se busca conceder a la mujer igual capacidad y derechos que a los
hombres. Por el contrario, partiendo de su diferencia y porque esta no ha
tenido lugar en el mundo, cuestiona profundamente todas las estructuras e
ideologías que han mantenido al hombre como central en la experiencia
humana (Facio y Fries, 1997: 26-27).
El más importante de todos los avances, y la base de toda una sobrevinien-
te conquista de derechos, es el descubrimiento de la falsedad de las ideolo-
gías patriarcales, a partir del cual el feminismo se abocó en develar el
sexismo presente en todas, o casi todas las estructuras o instituciones socia-
les. Se entiende por aquellas ideologías, a las que no solo construyen dife-
rencias entre hombres y mujeres, sino que la construyen de manera que la
inferioridad de estas es entendida como biológicamente inherente o natural.
Las ideologías patriarcales no solo afectan a las mujeres al ubicarlas en un
plano de inferioridad en la mayoría de los ámbitos de la vida, sino que res-
tringen y limitan también a los hombres, a pesar de su estatus de privilegio
(Facio y Fries, 1997: 23-24).
El patriarcado es una estructura social jerárquica, basada en un conjunto de
ideas, prejuicios, símbolos, costumbres e incluso leyes respecto de las mu-
MARCELO BERNAL - MILENA BELANTI