
MARTINA TORRES CRISCUOLO 199
Nos gustaría destacar tres aportes signicativos a la vez que precisar contribuciones es-
pecícas atendiendo a la división de la obra. En primer lugar, destacamos la idea de la
religión como dinamizador de la historia. El autor se enfoca en esta noción en las dos pri-
meras partes de su libro, recuperando los argumentos de Ernst Troeltsch, Wilhelm Dilthey,
Rudolf Otto, Max Scheler, John Dewey y Charles Taylor; incluyendo también los aportes
de Robert Bellah en la cuarta parte. Todos estos autores coinciden en una crítica de la
concepción hegeliana de la historia. De este modo, analizan la religión de manera no teleo-
lógica, es decir, teniendo en cuenta la contingencia histórica. Valiéndose de esta objeción,
Joas comprende que el desarrollo de los ideales religiosos no sigue un proceso lineal y que
tampoco existe un punto en el que alcancen su forma última, sino que las distintas épocas y
momentos históricos constituyen modos diferentes de desplegar ciertos ideales que nunca
llegan a realizarse de forma completa ni denitiva. Es, más bien, el logro siempre parcial
de los ideales y valores religiosos lo que conduce a las personas a buscar constantemente
y por diversos medios la realización de estos, impulsando y desplegando en esa búsqueda
diferentes procesos sociales y políticos que van moldeando la complejidad de la historia. La
religión aparece entonces como un motor histórico, un factor que inuye de forma decisiva
y a través de múltiples maneras en los desarrollos culturales de las sociedades, marcando
cambios y transformaciones.
En segundo lugar, resulta imprescindible mencionar la elaboración de Joas en torno a la
concepción de libertad como don, es decir, como una capacidad inherente al ser humano,
pero que no depende enteramente de sus fuerzas. Esta idea, desarrollada por el autor en la
tercera parte de la obra, se vale de los aportes más relevantes de Paul Tillich, Wolfhang
Huber, Paul Ricoeur y Troeltsch, constituyendo el eje central del libro. Joas comprende la
vivencia de la fe y el fortalecimiento de la libertad política como dos procesos que, lejos
de desarrollarse aislada y contradictoriamente, van de la mano y se despliegan en forma
conjunta. Con esta argumentación, el autor busca demostrar que, contrariamente a lo que se
suele suponer en las teorías más extendidas de la secularización, las prácticas y tradiciones
religiosas no necesariamente impiden o amenazan la consolidación de la libertad en las so-
ciedades, sino que profundizan su sentido, impulsándolas y contribuyendo a su promoción.
En este punto cabe destacar la lectura crítica que Joas realiza sobre la secularización, que, a
su vez, constituye un rasgo característico de su teoría social. Lejos de interpretarla como el
olvido progresivo de las tradiciones religiosas o como la reducción de estas al ámbito pri-
vado, el autor comprende que la secularización constituye una serie de complejos procesos
sociales, culturales y políticos que se desarrollan de manera diferente en cada sociedad. Es-
tos no solo tienen que ver con los procesos de modernización, sino también con la aparición
de nuevas “sacralizaciones” (2024, p. 142), muchas de ellas fruto de la lógica utilitarista e
individualista que el capitalismo establece.
En tercer lugar, resulta fundamental mencionar el carácter global que la investigación de
Joas busca alcanzar. A partir del estudio de los numerosos autores tratados en el libro, ar-
gumenta que la moral religiosa contiene la potencia de convertirse en una realidad social
global. Por eso, la “genealogía armativa” del universalismo moral que propone implica un
estudio histórico profundo, que abarque no solo el desarrollo de la religión cristiana en Eu-
ropa durante los últimos siglos, sino que se extienda globalmente hacia el resto del mundo,
incorporando otras tradiciones religiosas, desde la llamada “era axial”, hasta el presente.
Si bien es indudable el valor de esta obra para la teoría social, la losofía política y de las
religiones, cabe mencionar también tres puntos problemáticos. En primer lugar, sería desea-
ble para una lectura situada en América Latina, un abordaje de autores latinoamericanos. Si
bien Joas reconoce y advierte sobre esta carencia en la introducción del libro, la inclusión