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servicios electrónicos, sin límite legal a esa acumulación, en
forma
que

ninguna

democracia

respetable

del

hemisferio
norte lo permite.
Semejante concentración de medios de comunicación es
incompatible con el modelo de democracia plural al que todos
aspiramos
en
el
continente,
porque
dichas
enormes
corporaciones mediáticas económicamente poderosas operan
en la realidad como partidos únicos, capaces de desorientar y
promover los mayores errores, ante la total falta de ética con
que
difunden

noticias

falsas,

incluso

en

materia

de

salud,
instigando al incumplimiento de medidas sanitarias, llegando
impunemente a recomendar la ingesta de falsos remedios y
hasta tóxicos en la actual emergencia que vive nuestra región
y el mundo, poniendo en peligro vidas humanas.
Por
otra

parte,

la

hegemonía

monopólica

de

medios
afecta
nuestras

culturas

nacionales,

privan

de

voz

a

las
minorías, conceden voz a alucinados extremistas e incluso a
neonazis, generan zozobra en la población con noticias falsas
de
todo

orden,

no

reparan

en

linchar

públicamente

a

quien
consideran molesto, no matan como en tiempos de dictaduras
de seguridad nacional, pero aniquilan el honor de quien quieren
con total impunidad, destrozan personalidades públicas como
a Túpac Amaru en la plaza del Cusco.
En tercer lugar, pero quizá sea el primero, porque de él
en alguna medida se desprenden los anteriores, se hallan las
administraciones
fraudulentas

de

las

economías

de

los
Estados
mediante

maniobras

financieras

de

endeudamiento
abusivo por miles de millones de dólares que no se invierten
en
el

país,

sino

que

salen

a

cuentas

en

el

extranjero

so