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ejecutivo, no se explica cómo sería posible que no resultase
representado por quien eligió.
El único camino para resolver esta contradicción es dar
por cierto –presumir- que cuando un Pueblo votase por tercera
vez
equivocando,
esta
engañen o, más aún, que corra el mero riesgo de equivocarse o
de
función
continente, para evitar que corran el riesgo de equivocarse y
de ser engañados al votar.
Como es obvio, esto presupone que los Pueblos necesitan
ser asistidos, en razón de que después de dos mandatos de un
presidente, el electorado sufriría cierto grado de incapacidad
que demandaría esa asistencia tutelar. No parece razonable
entender que la Convención Americana habilite al tribunal para
el
continente.
Por otra parte, son muchas las formas en que es posible
confundir y engañar a un electorado ante cualquier elección.
Las tácticas políticas völkisch o populacheras, que se montan
sobre
engaño. Las mentiras acerca de los candidatos, el descrédito
que
ideologías totalitarias, las falsas imputaciones éticas y otras
muchas, son comunes en las campañas electorales, pese a ser
medios sucios de competencia política.