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sabido- los regímenes totalitarios de entreguerras se basaban
en la crítica despiadada a la democracia plural de partidos:
pretendían sobreponerse a los partidos que partían, invocando
una
vocación

de

supuesto

unicato

nacional

organicista

que
acababa en la voluntad omnímoda de un conductor conforme al
irracional Führerprinzip u otros equivalentes ideológicos más
o menos análogos.
Pero el rechazo del totalitarismo antipolítico no implica
desconocer que muchas veces la política se degrada a un juego
de
mezquindades,

oportunismos,

deslealtades,

embustes

y
mentiras que pierde hasta los más elementales límites éticos,
ensaya insólitas y rebuscadas argumentaciones y se vale de
cualquier género de artimañas.
Siento decir que es imposible prever todas las volteretas
engañosas
que

pueden

darse

en

esta

materia,

porque

la
imaginación
de

los

competidores

presenta

en

ocasiones
características de increíble riqueza de creatividad maligna,
imposible
de

superar

con

previsiones

legales

y

buenas
intenciones
de
jueces.
Es
imposible
prever
todas
las
situaciones
que

pueden

dar

lugar

a

la

instalación

o

al
continuismo de un régimen.
Echando un vistazo a la historia, podría pensarse que la
prohibición
de

reelección

indefinida

hubiese

evitado

el
porfiriato
mexicano,

pero

con

absoluta

seguridad

puede
afirmarse que no hubiese evitado las repúblicas oligárquicas
de
nuestra

región.

Es

posible

que

tenga

capacidad

para
impedir la instalación de la autocracia de una persona, pero no
de una camarilla consolidada por sus intereses explotadores
del trabajo de un Pueblo.