118
339.
Las estadísticas penitenciarias revelan que, en el universo de la población penitenciaria, las
personas mayores son una minoría
649
y, a su vez, en el conjunto de estas, las mujeres mayores
representan una proporción aún menor, es decir, son “una minoría dentro de una minoría”
650
.
340.
No
encuentra en aumento, debido, entre otras razones, al incremento de la esperanza de vida en algunos
países y a la tendencia hacia la aplicación de penas más prolongadas y condenas más severas, como
la cadena perpetua
651
. En tal sentido, las personas mayores pueden encontrarse internas en centros
penitenciarios
durante edades tempranas a penas de larga duración, de manera que, con los años, se han habituado
a la vida en prisión, pero cuya reinserción social resulta compleja; b) por haber sido condenadas en
más
ocasiones,
readaptación,
inconvenientes
violencia por parte de otras personas internas
652
.
341.
En todo caso, las personas mayores privadas de libertad conforman un grupo heterogéneo en
orden a sus necesidades, las que dependen de distintos factores asociados con el curso de la vida,
las condiciones de salud de la persona y las discapacidades que puedan sobrevenir, entre otros. En
línea con lo anterior, la CIPDHPM refiere que el envejecimiento consiste en el “[p]roceso gradual que
se desarrolla durante el curso de vida y que conlleva cambios biológicos, fisiológicos, psicosociales y
funcionales de variadas consecuencias” (artículo 2). Tales cambios, pueden afectar la salud
653
o las
condiciones psicosociales
654
de la persona, e incidir en el deterioro de distintas funciones del cuerpo,
incluidas las de movilidad, sensoriales o cognitivas
655
. A ello se suman las necesidades específicas
649
De acuerdo con información del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la situación penitenciaria en América Latina
y El Caribe da cuenta que, en promedio, el 92% de las personas privadas de libertad son hombres, cuya edad media es de
34 años. Por su parte, las personas de 65 años o más, en distintos Estados, representan un porcentaje significativamente
menor: Argentina, 5,3%; Bahamas, 3%; Barbados, 3,4%; Brasil, 4,8%; Chile, 5,6%; Costa Rica, 7,39%; El Salvador, 4,9%;
Guyana, 5,5%; Honduras, 9,3%; Jamaica, 5,4%; Perú, 7,4%, Surinam, 3,9%, y Trinidad y Tobago, 7,5%. Estos datos reflejan
que, en promedio, aproximadamente el 6% de las personas privadas de libertad en la región tendrían 65 años o más. Cfr.
Banco Interamericano de Desarrollo, Dentro de las prisiones de América Latina y el Caribe: Una mirada al otro lado de las
rejas, Estados Unidos de América, 2019, pág. 10, y Las cárceles de América Latina y el Caribe ante la crisis sanitaria del
COVID-19, Estados Unidos de América, 2020, pág. 5. Por su parte, en Canadá, durante el periodo 2018-2019, de 4.749
personas ingresadas a cárceles federales, 251 eran mayores de 60 años (5,29%), de las cuales 12 eran mujeres (0,25% del
total y 4,78% del conjunto de las personas mayores) y 239 hombres (5,03% y 95,22%). Cfr. Public Safety Canada, Corrections
and Conditional Release Statistical Overview 2019, Canadá, 2020, pág. 50. En el caso de México, hasta agosto de 2021, las
prisiones de los fueros federal y común albergaban a 222.018 personas, de las cuales 7.502 tenían 60 años o más (3,38%).
De esta últimas, 283 eran mujeres (0,13% de la población penitenciaria general y 3,77% del total de personas mayores) y
7.219 hombres (3,25% y 96,23%). Cfr. Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, Gobierno de los Estados Unidos
Mexicanos, Cuaderno mensual de información estadística penitencia nacional, agosto 2021, págs. 42 y 44.
650
Cfr.
Dinamarca, 2009, pág. 16.
651
Cfr. UNODC, Manual sobre Reclusos con necesidades especiales, supra, págs. 126 y 128, y OMS, Oficina Regional para
Europa, Prisons and Health, Dinamarca, 2014, pág. 165.
652
Cfr. UNODC, Manual sobre Reclusos con necesidades especiales, supra, pág. 128.
653
De
moleculares y celulares”, los cuales, con el tiempo, “reducen gradualmente las reservas fisiológicas” con el consecuente
“deterioro
enfermedad”. Cfr. OMS, Informe mundial sobre el envejecimiento y la salud, supra, pág. 27.
654
La vejez –entendida como una “[c]onstrucción social de la última etapa del curso de vida”, artículo 2 de la CIPDHPM–
, con frecuencia conlleva variados cambios de importancia a nivel psicosocial, referidos a los roles y posiciones sociales, así
como a “la necesidad de hacer frente a la pérdida de relaciones estrechas”. Cfr. OMS, Informe mundial sobre el envejecimiento
y la salud, Estados Unidos de América, 2015, pág. 27.
655
La OMS señala que, con la edad, la “masa muscular tiende a disminuir”, cuestión que puede estar asociada “con el