-3-
de
análisis.

Como

dice

Amelia

Valcarcel,

“evitemos

confundir

los

deseos

con

derechos

y
los
temores

con

razonamientos”.

El

sexo

no

es

un

deseo

ni

una

autopercepción.
Hace
ya

varias

décadas,

la

irrepetible

Simone

de

Beauvoir

dijo

con

clarividencia

que
ninguna
victoria

de

las

mujeres

se

conquistaba

para

siempre.

Que

cualquier

cambio
social,
político,

económico,

podía

poner

en

cuestión

nuestros

avances

y

habría

que
empezar
a

luchar

de

nuevo,

desde

el

principio,

como

sifo

y

su

piedra.


Esto
es

precisamente

lo

que

nos

está

ocurriendo

a

las

mujeres

con

la

teoría

queer:

nos
quieren
destruir,

nos

quieren

borrar

de

la

historia

otra

vez.

Ya

no

figuraremos

en

ninguna
estadística,
ni

seremos

identificadas

como

mujeres

en

las

tragedias

de

la

violencia

que
nos
azotan.


Ahora
mismo,

como

resultado

de

estos

“progresos”

hombres

trans

que

se

identifican

o
autoperciben
como

mujeres,

están

ocupando

nuestros

espacios

públicos

en

muchos
países
occidentales

y

nos

desplazan

en

deportes,

en

los

empleos,

en

los

cargos

políticos,
etc.
En
esta

delirante

teoría

se

pretende

que

para

no

discriminar

a

personas

trans

y

proteger
sus
legítimos

derechos

humanos,

todo

el

sexo

femenino,

en

su

entero

conjunto,

dejemos
de
ser

lo

que

somos,

mujeres,

para

integrar

esas

controversiales

categorías

que

antes
mencioné.
Ello

teóricamente

también

afectaría

al

sexo

masculino,

pero

como

es
evidente,
a

los

hombres

se

les

afectaría

muchísimo

menos.
Las
personas

trans

-mujeres

y

hombres-,

enfrentan

problemas

muy

graves

en

su
búsqueda
de

respeto

y

reconocimiento

como

grupo

humano.

Sus

derechos

merecen

ser
protegidos
y,

además

de

todos

los

instrumentos

internacionales

(Declaración

Universal
de
Derechos

Humanos,

convenciones,

pactos,

resoluciones,

etc.),

sus

luchas

deben
ampararse
en

instrumentos

específicos.

Pero

no

pueden

pretender

que

los

instrumentos
que
contienen

y

amparan

los

derechos

de

las

mujeres

(CEDAW,

Belém

do

Pará,

y

etc.)
se
les

apliquen

bajo

categorías

de

dudosa

epistemología.
El
tema

de

esta

Opinión

Consultiva

es

la

discriminación

que

sufren

distintos

grupos
vulnerables
en

los

sistemas

penitenciarios

y,

entre

esos

grupos,

las

personas
transexuales,
-mujeres

y

hombres-.


A

ello

se

refiere

específicamente

el

Capítulo

VII,
del
texto

de

la

Opinión

y

es

el

fundamento

de

este

voto.
Estoy
opuesta

a

la

opinión

de

que

nada

impide

que

personas

transexuales

que

se
autoidentifican
como

mujeres,

sean

recibidas

en

centros

penitenciarios

de

mujeres

y
convivan
con

ellas

en

los

mismos

espacios.

Lo

impiden

los

casos

frecuentes

y

penosos
de
violaciones

y

embarazos

sufridos

por

mujeres

privadas

de

libertad

provocados

por
estos
transexuales

que

gozan

de

absurdos

privilegios.
De
previo

al

análisis

de

textos

jurídicos

incluidos

más

adelante,

a

propósito

de

los
derechos
de

las

personas

transexuales

quiero

ser

muy

enfática:

las

críticas

que

he

hecho
a
la

teoría

queer

no

van

en

absoluto

en

contra

de

ningún

derecho

de

las

personas
transexuales.
En
fecha

reciente

la

Universidad

Complutense

de

Madrid

me

distinguió

al

otorgarme

un
Doctorado
honoris

causa.


En

el

discurso

de

aceptación

dije:

los

foros

internacionales,

las

cátedras,

mis

cargos

políticos,

me

han

visto
plantear
una

y

otra

vez

que

la

paz,

la

libertad,

la

democracia

y

sobre

todo

la