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DOCTRINA
adquiridos por quienes le han precedido en la ardua tarea de bús
queda de la verdad y el saber.
Pero, llegado el momento de concretar sus estudios en una obra,
debe poner escrupuloso cuidado en señalar las fuentes en que ha
abrevado, y si utiliza ideas o conceptos ajenos, deberá “citar” el
a
utor y el trabajo. Atendiendo a esa realidad la ley consagra el “de
recho de cita”, que configura al mismo tiempo un “deber de cita”,
que encuentra su marco en imperativos tanto de tipo legal, como de
carácter ético.
El catedrático argentino Isidro Satanowsky, en su obra Derecho
Intelectual4, al referirse al derecho de cita nos decía: tres requi
sitos condicionan el ejercicio de su derecho: indicar el nombre del
autor, hacer la cita entre comillas e incorporarla dentro de un texto
personal” 5, agregando a renglón seguido una previsión que estima
mos no debe olvidar jamás el investigador:
“Las citas pueden constituir, si no la parte esencial de una obra,
por lo menos la más interesante y multiplicarse hasta llegar a un
aprovechamiento ilegítimo de la producción ajena. Es por eso que la
ley ha previsto el caso determinando los límites dentro de los cuales
debe mantenerse el que cita. La ley argentina (art. 10), fija en un
máximo de 1000 palabras, y la italiana (art. 22) tres páginas” 6.
Cuando he dictado cursos sobre “Metodología de la investiga
ción”, o dirigido tesis doctorales, he recordado siempre estas reglas a
mis discípulos y en muchas oportunidades he debido rechazar traba
jos, u ordenar que se los corrigiese, porque en ellos se violaban los
principios que inspiran el derecho de cita recordándoles que — aun
que no hubiesen procedido dolosamente— su conducta podía tornar
se ilícita si rebasaba los límites objetivos impuestos por la ley o, en
otros casos, configurar una falta ética al incurrir, por ejemplo, en
desprolijidades inadmisibles en un trabajo de tesis doctoral.
Tan antiguo y reconocido por todos es el deber de colocar las
citas entre comillas, que el Diccionario de la Real Academia, al re
4 Tea, Buenos Aires, 1954, 2 tomos.
5 Isidro Satanowsky, obra citada, T. I, 198-E, p. 354.
Obra y lugar citados en nota anterior.