Semblanza del Padre Pedro Arrupe, SJ
por Arturo Sandiano S.J.1
Pedro Arrupe nació en Bilbao, en el País Vasco, el 14 de No
viembre de 1907. Al igual que San Ignacio de Loyola, fue un vas
co universal, un hombre de mirada larga y horizontes amplios, sen
sible y abierto a los problemas de su tiempo, y preocupado desde
muy joven por la justicia, en un mundo tan falto como necesitado
de ella.
Como Pablo de Tarso, al que él tanto admiraba, Pedro Arrupe
escuchó la invitación de Jesús a seguirlo y hacer suya la Causa del
Reino; ese Reino de Dios en el que resplandecen la Paz, la Justicia,
la Verdad y el Amor, en el que hay un lugar digno para cada ser hu
mano, y por el que Jesús dio la vida.
En sus años juveniles, siendo estudiante de Medicina e impac
tado por las experiencias de contacto con la realidad de la pobre
za y la marginación en un barrio de la periferia de Madrid, y con
movido también por el sufrimiento que vio en los enfermos en una
visita que realizó a Lourdes, Pedro Arrupe decidió dejar los estu
dios de Medicina para ingresar en el Noviciado de los jesuítas, en
1927.
A los pocos años, con la expulsión de España de los jesuítas en
la Segunda República, conoció la experiencia del destierro, y dió
un paso decisivo en orden a convertirse en un hombre universal.
1 Palabras pronunciadas en el marco de la bendicn e inauguracn de la Sede
Edilicia del Servicio Social Jurídico Notarial. Expresó al el autor: Se me ha
pedido que presente una breve reseña biográfica del querido y recordado
Padre Arrupe, a fin de que todos, pero muy especialmente la jóvenes gene
raciones de nuestra Comunidad Universitaria, comprendan por qué el Ser
vicio Jurídico Notarial Gratuito de la Universidad Católica de Córdoba, lle
va su nombre.
IDENTIDAD
Su formación filosófica en Bélgica, su formación teológica en
Alemania, su especialización en bioética en los Estados Unidos, y
su destino como misionero en Japón, lo fueron llevando paulati
na pero inexorablem ente— , hacia ese universalismo sin fronteras
de ciudadano del mundo, que caracterizaría toda su vida.
En los Estados Unidos, completando su formación jesuítica con
la experiencia de la Tercera Probación, y en fidelidad a su inquie
tud por la justicia, se solidarizó con los presos de algunas de las
cárceles de máxima seguridad de aquel país, a los que visitaba con
frecuencia, siendo él mismo, años más tarde, encarcelado en Japón.
Y ya en el Japón, en donde fue capaz de insertarse en la cultura
nipona para comprenderla desde dentro y profundamente, también
se solidarizó con las victimas de una de las mayores tragedias del
Siglo XX, los afectados en Hiroshima por la explosión de la bom
ba atómica. Como rector del noviciado de los jesuítas en Yamagu-
chi, muy cerca de Hiroshima, fue testigo de prim era mano de los
efectos devastadores de la energía atómica mal utilizada.
Por su iniciativa, el noviciado se convirtió rápidamente en hos
pital de primeros auxilios, y él se lanzó decididamente a la ayuda
humanitaria, aplicando sus conocimientos de medicina para aliviar
los terribles sufrimientos de tantos seres humanos y salvando la
vida de cientos de personas. Desde su radical optimismo de hom
bre enamorado de Dios, Pedro A rrupe trabajó incansablem ente
para transform ar la fuerza destructora de la bomba atóm ica, en
energía para la creatividad y la solidaridad.
Y pese al horror vivido, al ser protagonista de uno de los episo
dios más tristes y terribles de la historia de la humanidad, Pedro
Arrupe quedaría marcado definitivamente y para bien por la bom
ba, que hizo estallar en él y afianzarse, su increíble libertad espiri
tual y su enorme osadía evangélica.
Porque él, que fue testigo directo del poder destructor del mal, y
del daño que pueden causar la malicia y el odio entre los seres hu
manos, sin embargo nunca perdió la fe y la confianza en el hom
bre. Por eso mismo, siempre animó a todos a mirar la realidad con
los ojos de Dios, para descubrir el lado bueno de las cosas y del .
mundo.
ARTURO SANDIANO S.J.
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Elegido en 1965 Superior General de la Compañía de Jesús,
ejerció durante 18 años como sucesor de Ignacio de Loyola, hasta
que en 1981 y como consecuencia de una trombosis cerebral, que
dó impedido y debió ser reemplazado en el cargo.
Durante sus años de Superior General, participó activamente en
la Renovación de la Iglesia Católica, a la luz de las pautas trazadas
por el Concilio Vaticano II. Y desde ahí promovió también una pro
funda renovación de la Com pañía de Jesús, comprometiéndola a
fondo en el gran desafío que debe afrontar la Iglesia a la hora de
evangelizar, y si de verdad quiere ser fiel al mensaje de Jesús: el
desafío de promover una mayor justicia, en todos los órdenes y de
todas las maneras posibles.
Así, y por todo lo que llevamos dicho en esta breve reseña, po
demos afirmar, sin temor a equivocarnos, que Pedro Arrupe es un
referente fundamental del acontecer religioso del Siglo XX, a la al
tura de personalidades como el Papa Juan XXIII, la Madre Teresa
de Calcuta, Martin Luther King, el Hno. Roger de Taizé, ó M onse
ñor Romero.
Pedro Arrupe fue uno de los pioneros en la Iglesia de la incul-
turación del Evangelio; fue el líder del aggiornamento y la adap
tación de la vida religiosa después del Concilio; fué un puente cul
tural entre O riente y O ccidente; fue el padre espiritual de los
veinte mártires jesuitas en países del Tercer Mundo; fue el inspira
dor y anim ador del compromiso por la justicia de innumerables
laicos, religiosos y religiosas, y jesuitas, trabajando en los más di
versos frentes; fue un adelantado del diálogo abierto y respetuoso
con el mundo y las ideologías; fue un amigo de los pobres, de los
marginados y de los que sufren; y por encima de todo, fue un ver
dadero enamorado de la persona de Jesús de Nazaret, lo que le
permitió lograr en su vida, el siempre difícil equilibrio entre mís
tica y profecía.
Recorrió el mundo entero animando la labor de sus hermanos
jesuitas, y llevando un mensaje de esperanza para todos, pero muy
especialmente para aquellos que ya no tenían motivos para seguir
esperando. Fue un hombre que se hizo TODO A TODOS, un au
téntico HOMBRE PARA LOS DEMAS; un hombre, en definitiva,
IDENTIDAD
de CIENCIA, CONCIENCIA Y COMPROM ISO, que se gastó y
desgastó por la Causa del Reino de Dios.
Es por todo eso, que el Servicio Jurídico Notarial de la Facultad
de Derecho de la Universidad Católica de Córdoba lleva el nombre
de Pedro Arrupe. Quiera Dios que todas las personas vinculadas a
este proyecto, seamos capaces de honrar ese nombre con nuestro
esfuerzo cotidiano, en el empeño de trabajar, decididamente y des
de el propio lugar, por una mayor justicia para todos.