En el año siguiente de la experiencia (2014), se trabajó con los niños y los padres,
para hacer una intervención más específica y directa desde el medio familiar hacia el niño y
desde el niño hacia la familia. La propuesta tendió a favorecer la construcción de actividades
que permitieran otro modo de expresión y tramitación de las emociones, para promover la
creatividad, el diálogo, y la capacidad de simbolizar, y dejar de lado la descarga directa e
impulsiva de la emoción, principalmente, de aquellas emociones y sentimientos que
aparecían frente a situaciones de frustración o de reconocimiento e imposición de la norma.
Desde aquí, se programó un trabajo compartido entre padres y niños para dar lugar a
un producto con un impacto agradable y saludable en el encuentro con el otro.
Se trabajó el “poder hacer” en consonancia con nociones éticas y de respeto por el
semejante a partir de la producción de un juguete, un dibujo, un cuento. permitiendo un
encuentro placentero, con la familia, los amigos, los compañeros....a través del uso de ese
juguete, ese dibujo, ese cuento.
Este del año 2015, se trabajará aunque con los padres y las cuidadoras pero más
más específicamente con el niño, para que pueda aprender e incorporar mecanismos de
control de la violencia a partir del reconocimiento y cuidado de su propio cuerpo y de las
acciones que otros pudieran tener sobre é l, aprender a cuidarse, y así poder cuidar,.
Desde el equipo de cátedra, y teniendo en cuenta la edad de los niños que concurren
a la guardería de la parroquia y con ello las problemáticas habituales que en esa edad se
tramitan, es que se pensaron los diferentes talleres.
Para el tiempo de los dos años y hacia adelante, en el niño el placer está puesto en
el control de la musculatura, en la acción, y en un principio, sin un miramiento por lo que
ésta acción provocará en los otros; aquí es donde comienzan a pegar al compañero, a tirar
el pelo, a morder. pero sin una noción concreta de lo que producen, es decir, la empatia y
la compasión como sentimientos que regulan el vínculo con los otros están allí en proceso
de construcción; de manera que desde aquí, y siguiendo las propuestas planteadas por
Dolto (1997) es que propusimos trabajar en ese placer sentido en el cuerpo pero derivándolo
hacia otros fines que no provoquen rupturas de vínculos sino que generen la mirada de los
otros y el placer de estar en compañía.
Es en las edades que tienen los niños de la población con la que intervenimos donde
se fundan los sentimientos éticos y donde se comienzan a inscribir las legalidades en el
psiquismo, y esto no ocurrirá sin la consideración de que el otro es uno como y o .
Sin dudas que para que estos procesos tengan lugar es necesario que el niño
encuentre en su medio modelos donde estas categorías estén ya incorporadas, para que
puedan además ser tomados como modelos identificatorios. Pero ocurrió que, en la
población trabajada, se observaron ciertas carencias o dificultades en los adultos similares a
lo que aparecía en los niños, y desde allí entonces, la propuesta a trabajar también con la
familia.
Proponer la creación y lo artístico, en sus diferentes presentaciones nos permitía
lograr ese desvío de la descarga directa de la tensión en el cuerpo producida ya sea por
frustraciones, por imposición de renuncias, por puestas de límites, por el retiro del pañal, el
chupete o la mamadera, que es lo que para este tiempo podría ocurrir, hacia la elaboración
de algo que sí podía ser mostrado, que podría llevar un nombre y que daría cuenta de un
tope a aquella descarga para poder pensar qué hacer, elegir los materiales y pensar un para
qué; sin dudas lo que se trabajó es el modelo para favorecer la capacidad de pensar en
oposición a la respuesta impulsiva y quizás en algunas ocasiones violentas.
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