umbral, el niño claudicará en angustias más allá de las tolerables para poder ser tramitadas;
la intromisión implica la superación de ese tono erógeno.
El abuso supone la conducta consciente de quien lo ejerce como forma de
apropiación del cuerpo del otro como lugar de goce y como propuesta desubjetivante. El
abuso tiene una característica, como lo tienen todas las propuestas desubjetivantes, que es
lograr que aquel que es abusado se quiebre de tal manera que confiese que eso es lo que
desea. Es, de alguna manera, una operatoria sobre el cuerpo que lo que pretende es
fracturar la subjetividad de manera que quien lo padece deje de tener autonomía frente al
otro que ejerce el poder y termine por aceptar que eso es lo que buscaba.
El concepto abuso sexual, es una categoría proveniente del ámbito jurídico y lo
podemos definir como la convocatoria de un adulto a un niño o adolescente a participar en
actividades sexuales que no puede comprender, para las que no está preparado su
psiquismo por su nivel de constitución, y a las cuales no puede otorgar su consentimiento
desde una posición de sujeto. El adulto, o sea el agresor, usa al niño o al adolescente para
estimularse sexualmente él mismo, al niño o a otra persona.
El abuso se da en una situación de asimetría; abusador es aquel que teniendo un
plus de saber y/o poder sobre el niño, ejerce sobre su cuerpo acciones que prematuran y/o
precipitan en una genitalización para la cual el niño no tiene posibilidad de comprender y
resulta por ello traumática.
De manera que el abuso sexual es una situación traumática, en la medida en que
tiene la suficiente fuerza e idoneidad para determinar modos diferentes de tramitación del
exceso que ingresó al psiquismo y que dan cuenta de una ruptura de la organización
psíquica previa al suceso y que fundamentan los indicadores/consecuencias de la situación
traumática padecida.
Sabemos que lo traumático desde un punto de vista económico resulta de una
invasión de cantidad que el psiquismo no puede metabolizar. Desde el punto de vista
dinámico implica situaciones que no se pueden comprender, que no pueden ser integradas
en la red de significaciones con la que el sujeto se maneja. Lo que caracteriza lo traumático
es que viene a irrumpir, de alguna manera, sobre el modo habitual del funcionamiento frente
lo que llega al psiquismo. No se puede procesar lo que llega por los medios habituales, hay
algo que obliga a una complejización o una desarticulación de lo previo. En el peor de los
casos desarticulación sin recomposición. Con los traumatismos severos, es imposible el
retorno a la organización previa. El traumatismo severo produce siempre transformaciones
estructurales. El abuso sexual, deja marcas físicas y un profundo dolor psíquico, es decir,
tiene un efecto arrasador sobre la subjetividad.
Los efectos traumáticos, del abuso se traducen, a veces, en multiplicidad de
síntomas y, a veces, en un encapsulamiento, quedando la vivencia traumática aislada del
resto de la estructura psíquica, con una eficacia que permanece aún mucho tiempo después
del acontecimiento. Esto se ve muy claro en mujeres adultas que nunca hablaron del abuso
que sufrieron en la infancia; y para mantener en silencio frente a sí mismas, ese
acontecimiento infantil como si nunca hubiera sucedido, desmienten, no registran el abuso
que sufren sus hijas y no pueden, entonces, protegerlas.
Volvamos a Clara, porque en ella aquello del orden del exceso, que da cuenta del
trauma vivido, es lo que de alguna manera se intentaba ligar en la repetición de un supuesto
juego que, lo que dejaba en evidencia cada vez era una vivencia de sometedor/sometido y
la captura impiadosa del cuerpo de un niño para la resolución de un goce perverso.
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