LA LUCHA DE AM MAR-CÓRDOBA. TRABAJADORAS SEXUALES RESISTIENDO EL
DISPOSITIVO DE LA SEXUALIDAD EN MOMENTOS BIOPOLÍTICOS
Fidel Azarian4
RESUMEN
En el presente trabajo buscamos problematizar el dispositivo de la sexualidad sobre
el cual se erige la concepción abolicionista del trabajo sexual que orienta la legislación y la
políticablica actual en nuestra provincia y en nuestro país. En correspondencia con la
anatica del poder desarrollada por Foucault, nuestro análisis no toma por objeto sistemas
globales de dominación sino más bien un campo de fuerzas específico: las resistencias de
las meretrices de AMMAR, quienes desde hace catorce años vienen batallando en rdoba
por el reconocimiento de sus derechos como trabajadoras del sexo. Nuestra hipótesis es
que la lucha de AMMAR-Córdoba nos incomoda y nos desafía en la medida en que las
trabajadoras sexuales reclaman el derecho a vivir una sexualidad no reproductiva y
disociada del amor.
PALABRAS CLAVE
TRABAJO SEXUAL - DISPOSITIVO DE LA SEXUALIDAD - RESISTENCIAS - AMMAR
RDOBA.
4Fidel Azarian es estudiante avanzado de la licenciatura en Ciencia Política (UCC) y de la carrera de
Abogacía (UNC).Se desempeña como becario del Centro de Investigaciones Jurídicas y Sociales de
la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba y es integrante
del colectivo de investigación El llano en llamas. Sus intereses se centran en el estudio de los
conflictos sociales, específicamente en las formas en que el Estado -a través de sus políticas- se
relaciona con los sectores movilizados o bien excluidos y marginados, y las estrategias de lucha que
estos colectivos sociales implementan para resistir y lograr sus objetivos. Direccn de contacto:
fidelazarian_iu@hotmail.com
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Los debates en torno a la prostitución se vinculan a una innumerable cantidad de
tópicos: la política, la ética, el derecho, las cuestiones urbanas, los problemas de nero y
sexualidad, entre otros. Por otra parte, la prostitución es, desde hace varios años, uno de los
temas más urticantes y polémicos al interior del feminismo, al punto que lo ha dividido en (al
menos) dos grupos irreconciliables: anti prostitución o abolicionistas versus pro prostitución
o pro sexo. El nivel de radicalidad y enconamiento del debate es tal que hasta el modo de
nominar la comercialización de servicios sexuales supone un posicionamiento al respecto.
Así es como hay quienes afirman que las prostitutas son sujetos políticos con capacidad
para asumir en primera persona su propio destino, refiriéndose al trabajo sexual como una
actividad libre y voluntaria; y hay quienes dicen que no hay prostitutas sino personas
prostituidas sobre las cuales pesan las estructuras del capitalismo y del patriarcado.
En el presente trabajo buscamos problematizar el dispositivo de la sexualidad sobre
el cual se erige la concepción abolicionista del trabajo sexual que orienta la legislación y la
política blica actual en nuestra provincia y en nuestro país. Nos valemos del método
genealógico de Foucault para explicar la formación del dispositivo de la sexualidad y poner
en cuestión aquellos discursos (religiosos, científicos, legales) que estratifican el orden
sexual distribuyendo de manera desigual derechos y privilegios. En correspondencia con la
anatica del poder desarrollada por Foucault, nuestro análisis no toma por objeto sistemas
globales de dominación sino más bien un campo de fuerzas específico: el del trabajo sexual
en lardoba actual. Nuestro punto de partida son las resistencias de las meretrices de
AMMAR, quienes desde hace catorce os vienen batallando en Córdoba por el
reconocimiento de sus derechos como trabajadoras del sexo. Es importante aclarar que en
el presente trabajo nos interesa dar cuenta de mo la sexualidad es producto y productora
de relaciones de poder, motivo por el cual nuestro análisis de la lucha de AMMAR-Córdoba
se centra en la impugnación que las trabajadoras hacen del orden sexual vigente y cómo
puede pensarse -a partir de esas resistencias- otras formas posibles de vivir el trabajo y la
sexualidad.
En primer lugar, creemos que deberíamos preguntarnos: ¿qué características
particulares diferencian al trabajo sexual de otras actividades lícitas en el actual gimen de
producción? ¿Q partes del cuerpo se ponen en juego cuando las mujeres trabajan como
médicas, docentes, artistas?¿Por qno se pone en cuestión que esas partes del cuerpo se
vendan y no se dice que esas otras mujeres son cosificadas y convertidas en mercancía?
La tesis de Michel Foucault es que el siglo XVIII fue un punto de inflexión para los
cuerpos a raíz de que proliferaron en Occidente una multiplicidad de discursos sobre el sexo
que produjeron una diversidad de sexualidades herejes. Emerge en la historia una
sexualidad moderna que en gran parte se forma con la pastoral cristiana, la cual buscaba
producir efectos espeficos sobre el deseo por el solo hecho de ponerlo en discurso.
Se podan citar otros muchos ámbitos que entraron en actividad, a partir del siglo
XVIII o del XIX, para suscitar los discursos sobre el sexo. En primer lugar la medicina, por
mediación de las “enfermedades de los nervios, luego la psiquiatría, cuando se puso a
indagar en el “exceso”, luego en el onanismo, luego en la insatisfacción, luego en los
“fraudes a la procreacn la etiología de las enfermedades mentales, pero sobre todo
cuando se anexó como dominio propio el conjunto de las perversiones sexuales; tambn la
justicia penal, que durante mucho tiempo había tenido que encarar la sexualidad, sobre todo
en forma de crímenes enormes y contra natura, y que a mediados del siglo XIX se abrió a
la jurisdiccn menuda de los pequos atentados, ultrajes menores, perversiones sin
importancia; [...] irradiaron discursos alrededor del sexo, intensificando la conciencia de un
peligro incesante que a su vez reactivaba la incitación a hablar de él” (Foucault, 2010, p. 33).
Foucault entend al sexo como una tecnología operada por discursos de poder-
saber, que fueron desplegados por la burguea hacia fines del siglo XVIII para regular (y
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legitimar) la familia nuclear burguesa. En relación con el trabajo sexual, su producción como
una herea puede entenderse a la luz de dos de estas estrategias: histerización del cuerpo
de la mujer y socialización de las conductas procreadoras. En virtud del primero, al estar la
mujer saturada de sexualidad, fue puesta en comunicación orgánica con el cuerpo social
(cuya fecundidad debe asegurar), con la familia (como elemento sustancial y funcional de la
misma) y con los niños (cuya vida debe producir y garantizar). El segundo mecanismo tuvo
lugar por incitaciones o frenos a la fecundidad de las parejas, responsibilizacn de las
mismas por el cuerpo social entero y pcticas de control de nacimientos.
Podemos decir entonces, que hace por lo menos tres siglos, Occidente montó un
dispositivo de la sexualidad que produjo cuerpos sexuados a partir de la atribución de
significados sexuales y funciones diferenciadas a sus distintos órganos, y un gimen de
verdad que hoy nos lleva a aceptar que algunas partes del cuerpo se pueden comercializar y
otras no. La desnaturalizacn de dicha concepcn hegemónica sobre el trabajo sexual es
una tarea compleja por los efectos de verdad que produce el ejercicio y la circulación del
poder en la sociedad. Creemos que en ese sentido caminan hoy las luchas de las
trabajadoras sexuales nucleadas en AMMAR-Córdoba.
En El sujeto y el poder, Foucault (1983) nos propone partir de una serie de luchas
que se han desarrollado en los últimos años para analizar las relaciones de poder: luchas
contra las formas de sujeción. El blanco de estas luchas no es ninguna institución, ningún
grupo social en particular, sino más bien una cnica de poder que surge entre los siglos
XVII y XVIII en el marco de lo que Foucault denomi la “gran mutación tecnogica del
poder en Occidente. A partir de aquel momento el cuerpo y la vida llegan a ser objetos de
un poder que es individualizante y homogeneizante al mismo tiempo. En dicho proceso
histórico, el sexo tuvo una importancia crucial. Por un lado, a partir del sexo puede
garantizarse la vigilancia de los individuos y por otra parte el sexo asegura la reproducción
de las poblaciones. En ese sentido, dice Foucault (1999: 899), el sexo ha llegado a ser, al
final del siglo XIX, una pieza política de primera magnitud para hacer de las sociedad una
quina de produccn. El dispositivo de la sexualidad produce sujetos, en un ejercicio
simultáneo de disciplinamiento del cuerpo y normalización de las poblaciones según
pametros estadísticos.
Las distintas luchas contra este poder de sujecn/subjetivación comparten
características comunes que creemos que se hacen presentes en el caso de la lucha de
AMMAR. En primer lugar, son luchas que no están confinadas a una geografía determinada,
son luchas transversales, no se limitan a un país. Así, encontramos organizaciones similares
a AMMAR, que reclaman por los mismos derechos, diversos lugares del mundo: Hetaira en
España, COYOTE en Estados Unidos, Davida en Brasil, EMPOWER en Tailandia, STELLA
en Canadá, entre otras (Fassi, 2013). Otro rasgo distintivo de las luchas del presente es que
son batallas contra los saberes y valores dominantes de una sociedad. Siguiendo a
Foucault, decimos que la voluntad de verdad está sostenida por una serie de prácticas
específicas en las cuales el saber se hace valer en una sociedad y se posiciona en un lugar
de autoridad excluyendo y sometiendo otros discursos. Así es como podemos encontrar los
orígenes de la ola abolicionista que llegó a la Argentina en los últimos años en la
Conferencia Internacional de Violencia de Género de 2010, donde reconocidas intelectuales
y activistas feministas se hicieron presentes. Tal es el caso de la abolicionista Catherine
MacKinnon, quien con sus definiciones sobre la prostitución, log un enorme impacto en la
prensa, entre los legisladores nacionales e incluso en la Corte Suprema de nuestro país.
Por otra parte, las resistencias actuales son luchas inmediatas: no atacan al enemigo
principal sino al enemigo inmediato, cuestionan las instancias de poder más cercanas. La
lucha que las trabajadoras del sexo protagonizan parte del cuestionamiento a la red de
relaciones clandestinas que administra el negocio del sexo, red en la cual la institución
policial cumple un rol protagónico. De hecho, AMMAR-Córdoba surge en el año 2000 para
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frenar la represión y la persecución policial (Avalle, 2010). Las trabajadoras sexuales
afirman que el accionar represivo no se orienta a erradicar la explotación sexual del trabajo
ajeno en whiskeas, cabarets, prostíbulos, etc., sino a impedir el ejercicio aunomo del
trabajo sexual en las calles.
Cabe destacar que una de las características más importantes que según Foucault
comparten estas luchas es que cuestionan el estatus del individuo.
Por un lado afirman el derecho a ser diferentes y subrayan todo lo que hace
a los individuos verdaderamente individuos. Por otro lado, atacan a lo que separa a
los individuos entre ellos, lo que rompe los lazos con otros, lo que rompe con la vida
comunitaria, y fuerza al individuo a volver a mismo y lo ata a su propia identidad de
forma constrictiva” (1983, pp. 6-7).
La lucha de las trabajadoras sexuales reclama el derecho a la singularidad en tanto
confronta con formas hegemónicas de vivir la sexualidad. En las sociedades occidentales,
de tradición cristiana, nos encontramos con un andamiaje moral fuertemente
institucionalizado que solo legitima el amor y la reproducción como finalidades aceptables
del acto sexual. Dicho orden sexual está siendo cuestionado en los últimos años por
organizaciones feministas y movimientos de la diversidad que han logrado politizar la
sexualidad y anclarla a un debate sustantivo en relación con la democracia y con la
ciudadanía. Esta irrupción polémica e impugnatoria ha tenido distintas expresiones. En lo
concerniente al trabajo sexual, citamos un texto colectivo, escrito a fines del 2012, en la
ciudad de Neuquén, donde participaron las trabajadoras sexuales de AMMAR-Córdoba junto
a diversas organizaciones y activistas (feministas, lesbianas, gays, travestís, trans,
bisexuales, queer):
En nuestro país, la norma sexual hegemónica se articula sobre la pareja
monogámica, heterosexual y reproductora, que se legitima bajo la institución del
matrimonio. En este marco, las relaciones sexuales suponen un vínculo erótico-
afectivo basado en el amor y la gratuidad, establecndose una jerarquía erótico-
sexual que condiciona y limita fuertemente lo que se aprehende como deseo legítimo
o como práctica deseable, excluyendo así multitud de pcticas y modos de desear
que son expulsados del campo de lo legítimo. El trabajo sexual aparece como una de
las contracaras de ese modelo al situar el sexo en un marco de actividad comercial”
(Aravena y Maccioni, 2013, p.10).
Nuestra hipótesis es que la lucha de AMMAR-Córdoba se inscribe en este proceso
histórico de resistencias a las formas de sujecn/subjetivación. La lucha de AMMAR-
Córdoba nos incomoda y nos desaa en la medida en que las trabajadoras sexuales
reclaman el derecho a vivir una sexualidad no reproductiva y disociada del amor y en ese
sentido la resistencia conlleva una búsqueda de otras subjetividades posibles. Desde
nuestro punto de vista, las trabajadoras sexuales de AMMAR-Córdoba no solo se oponen a
un régimen de poder diciendo “ya basta sino que también producen prácticas que revelan
otras formas posibles de vivir en comunidad: una ética del cuidado de los cuerpos.
La ética que informa la política de AMMAR-Córdoba es una ética de los cuerpos en
la medida en que el sindicato se hace cargo de la vulnerabilidad de las trabajadoras
sexuales a causa de las violencias a las que están expuestas. Es que, como dice Butler
(2008), los cuerpos no pueden sobrevivir ni florecer si no son cuidados y respetados, si no
son protegidos de la violencia, si no se les garantizan medios materiales de vida, como así
tambn capacidades expresivas y creativas. Sostenemos que una ética del cuidado de los
cuerpos orienta la política de AMMAR-Córdoba: así puede entenderse mo gracias a un
sinmero de acciones realizadas por el sindicato, las condiciones de vida de las meretrices
afiliadas mejoraron en estos os de lucha. En ese sentido, debemos resaltar que AMMAR
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abrió espacios educativos (cursos de alfabetización, escuela primaria, jardín de infantes,
guardería, cursos de teatro, biblioteca, etc.), realizó actividades sanitarias (campañas de
prevención del VIH, análisis clínicos para detección de enfermedades de transmisn sexual
y atención médica mediante la incorporación de profesionales de la salud, entrega de
preservativos, etc.), organizó marchas y radios abiertas junto a otras organizaciones
políticas, colaboró en el diseño de estrategias jurídicas con abogados que militan en el uso
alternativo del derecho para terminar con detenciones arbitrarias, violencias, abusos, etc.
(Fassi, 2013).
El horizonte colectivo de la lucha puede encontrase en las instancias de articulación
que la asociación integra con otros espacios de resistencia (por ejemplo, la organización de
la marcha de la gorra, contra el código de faltas, o la organización de la marcha del orgullo
gay”, por la diversidad sexual), en el apoyo a reclamos de otros sectores, como por ejemplo
a quienes luchan por la tierra y la vivienda, o incluso en la demanda de participación en la
lucha contra la trata de mujeres. La lucha de las trabajadoras sexuales de AMMAR-Córdoba
nos desafía en la medida en que plantea otras formas posibles de vivir el trabajo y la
sexualidad, pero a su vez nos propone una forma alternativa de “vivir juntos, que implica
una ética del cuidado de sí y de los otros.
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BIBLIOGRAFÍA
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Derecho y Ciencias Sociales (UNC)”.En Aravena, M. E. y Maccioni, F. (comp.) Sexo y
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Fassi, M. (2013). Por un derecho con derechos: Trabajo sexualy el reclamo por legislación
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Foucault, M. (2010). Historia de la sexualidad 1. La voluntad de saber. Buenos Aires:Siglo
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