A partir de lo expuesto anteriormente, consideramos que la peligrosidad (en tanto
concepto teórico y operativo) se encuentra intrínsecamente ligada a un criterio externo en el
cual se entrecruzan diversos niveles de dimensión; desde la pertenencia socio-cultural,
pasando por el criterio disciplinar e individual del agente de salud que emite un determinado
juicio profesional, hasta los condicionamientos institucionales que moldean determinadas
prácticas. De este modo, la peligrosidad según quién la evalúa constituye un aspecto más
en el complejo concepto de "peligrosidad” y sus repercusiones prácticas.
Por consiguiente, resulta significativo considerar algunos interrogantes: ¿quién es
peligroso?, ¿contra qué o quién puede desplegar esa peligrosidad y cuáles son sus posibles
derivaciones? Es innegable, lo adjetivado como "peligroso” para sí o para terceros a partir
del criterio externo implica consecuencias. Entonces, ¿qué riesgos implican la peligrosidad?
De la peligrosidad al riesgo
Realizar un análisis crítico de la evolución de la noción de peligrosidad sugiere dejar
de considerarla como una propiedad individual para situarla en un conjunto complejo de
relaciones en donde la percepción del que evalúa está presente (Diaz Usandivaras et al.,
2001).
La peligrosidad se relaciona al riesgo como posibilidad de ocasionar daño tanto para
sí o para terceros. En la práctica cotidiana el riesgo es un adjetivo usualmente adjudicado a
quien porta un padecimiento mental y no como condición a la que pudiere encontrarse
sometido. Si se reflexiona acerca de lo planteado por numerosos autores, se puede
observar que: nada de lo que se considere riesgo preexiste a la observación del mismo, sino
que se establece como una construcción del observador, no una realidad preexistente y
dada (Luhmann, 1991; Martínez García, 2010).El concepto de riesgo, en este sentido no
debiera caracterizar ningún hecho o persona que exista con independencia de donde se
encuentre observado y de quién sea el observador.
Si hacemos una consideración de las diferencias entre riesgo y peligrosidad, el
riesgo está vinculado a la vulnerabilidad, mientras que peligro aparece más asociado a la
factibilidad de que ocurra un perjuicio o daño. Si bien es posible distinguir, entre riesgo (la
posibilidad de daño) y peligro (la probabilidad de accidente o patología), el peligro es una
causa del riesgo (Serrano Moreno, 2010).
Actualmente en el lenguaje profesional y legal las nociones de peligrosidad y riesgo
se convierten en categorías vinculadas, bajo la denominación "riesgo cierto e inminente".
Si tomamos la palabra cierto, en su primera acepción alude a: "fijo, determinado, que
no puede dejar de suceder, que existe en la realidad, que es indudable; que tiene
conocimiento verdadero o está seguro de la verdad de una cosa” (Diccionario Enciclopédico
Vox 1, 2009). En consecuencia, mediante la operación psiquiátrica de clasificación de
"riesgo cierto” la dimensión moral de la vida de los pacientes se reconstituye médicamente.
El paciente es juzgado en sus conductas traducidas en síntomas patológicos, tanto por
quien lo evalúa y clasifica, como por la sociedad.
Por su parte, inminente refiere a: "que amenaza o está para suceder prontamente”
(Diccionario Enciclopédico Vox 1, 2009). Su origen etimológico deriva del latín podemos
entender "riesgo inminente” como amenaza de un dicho o hecho que anticipa un daño. En
tanto, si nos referimos a una persona; alguien debiera ser considerado como una amenaza
cuando existe al menos un evento en el cual ésta se haya concretado. ¿Es posible
anticiparnos con certeza de que algo que no ha ocurrido acontecerá? Certeza, amenaza,
riesgo son términos que se ponen en tensión. Riesgo para el paciente, la sociedad, pero
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