Introducción
La práctica en el hospital público nos enfrenta a desafíos constantemente. Debido a
la complejidad de las demandas, se hace cada vez más necesario pensar no solo en
nuestras intervenciones sino en el sustento teórico de nuestra clínica. En los últimos años
observamos frecuentemente, que subyacen al motivo de consulta problemáticas ligadas a la
crueldad en sus distintas dimensiones: maltrato, abuso, destrato, entre otras. Estas no son
necesariamente las que motivan la consulta a Salud Mental. Por el contrario, la mayoría de
las veces, es el síntoma en el cuerpo el que abre paso a otra demanda, a través de la
derivación del médico y otras tantas el sufrimiento psíquico.
Esto nos llevó a preguntarnos acerca de qué demanda de tratamiento se trata; cómo
han impactado estos acontecimientos en la organización psíquica de estas personas; cómo
atender lo que, en muchos casos aparece bajo la forma de duelo pero otras tantas con la
vigencia de un acontecimiento traumático reciente, qué mecanismos psíquicos están
presentes, qué indicadores podemos detectar como específicos, ya que, entendemos,
puede atravesar cualquiera de las entidades clínicas.
Pensar el sujeto actual y sus malestares, supone considerar la complejidad de la
construcción subjetiva atravesada, entre otras, por su propia historia, los conflictos
presentes en su desarrollo, sus modos de vincularse , el contexto socio-histórico, el
compromiso del cuerpo en su modo de hacer frente a los acontecimientos que se suscitan.
Cuando quien consulta está sufriendo, como psicoterapeutas nos involucramos con el dolor
psíquico, lo acompañamos e interrogamos. Hablamos de lo traumático, del narcisismo
herido, del cual dan testimonio las enfermedades psicosomáticas, las adicciones, la psicosis,
las conductas de riesgo, las faltas de cuidado de si, a través de la dificultad o imposibilidad
de acceder al circuito del deseo.
En medio de estos avatares es necesario pensar cómo hace un sujeto para mantener
en equilibrio su identidad en tanto "proyecto identificatorio” (Aulagnier, 1977) cuando la
realidad y la relación con los otros, se torna cruel. Desde esta perspectiva, entendemos,
siguiendo a Ana María Fernández, que es posible hablar de una clínica de la crueldad,
conceptualizada como un modo de padecimiento psíquico por el que transitan personas con
historias de infancia donde lo cruel ha instituido particularidades específicas en la
conformación de sus psiquismos. Preferimos hacer nuestra esta conceptualización porque
consideramos que en las instituciones se ha naturalizado el término "violencia familiar”,
creando la ilusión de un discurso común entre los profesionales de la salud. Sin embargo en
la práctica nos encontramos con que esto no siempre es así. Por el contrario suele estar
cargado de prejuicios y moviliza afectos y representaciones que obstaculizan a la hora de
intervenir.
Desarrollo
1. Características del contexto socio-histórico
Pensar esta clínica es pensar en los malestares de la época actual. Esta es una
época donde el sujeto reivindica su derecho a gozar a su manera bajo el imperativo de una
sociedad y una cultura que lo presionan. Época de caída de los ideales, de desencuentros
con el otro o encuentros sin consistencia producto de la satisfacción individual y del
consumo como sustitutos de la satisfacción. También el psicoanálisis se ve desafiado a dar
respuesta a un modo de manifestación de los síntomas distinto al producido por la moral
victoriana que marcó sus orígenes. Los malestares ya no son solo producto de la represión
de la sexualidad sino también de modos de goce donde la liberación sexual, hace de la
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