esta línea, entre el año 2012 y 2013, se comienzan a incorporar también los Centros de
Actividades Juveniles (CAJ) a los contextos de encierro.
Los CAJ devienen del Programa Nacional de Extensión Educativa (PNEE) de la
Dirección Nacional de Políticas Socioeducativas que tiene por propósito ampliar las
trayectorias educativas y escolares de los jóvenes diversificando el horizonte de
oportunidades y experiencias educativas. Están destinados a alumnos del Nivel Secundario,
teniendo como objetivo crear nuevas formas de estar y de aprender en la escuela a través
de la participación de los/as jóvenes en diferentes acciones organizadas en tiempos y
espacios complementarios a la jornada escolar. Estos buscan consolidar en las escuelas,
espacios en los cuales se pueda abordar, a través de renovadas estrategias, conocimiento y
sentido de pertenencia a la institución, promoviendo vínculos solidarios entre los jóvenes y,
entre ellos y la escuela7.
En un contexto adverso, muchas veces, para que el Paradigma de la Protección
Integral de Derechos prenda y se aprehenda, en las instituciones de privación de libertad,
nos encontramos con estos espacios educativos, que instituyen otras prácticas, que
producen otros vínculos y dan lugar a otras subjetividades. Espacios cuyos agentes, en las
actividades formativas que proponen a través del juego, el arte y la comunicación,
promueven el acceso de las y los adolescentes al capital cultural haciendo propio, lo que las
políticas rezan "es imperioso generar intervenciones a lo largo de la adolescencia que
produzcan experiencias educativas de calidad y con sentido, que a través de la participación
activa fomenten la construcción de ciudadanía y amplíen las posibilidades de inserción
social, económica y cultural”8. Así, los talleristas del CAJ, instalan condiciones para la
grupalidad, despiertan el deseo de aprender, de conocer, de
hacer algo juntos y, de esta
forma, posibilitan el lazo social. Éstos, en un trabajo de sí y del otro, como el camino para
intervenir desde la perspectiva de derechos, introducen prácticas de reconocimiento y
figuras de identificación, que abren a los adolescentes posibilidades de proyección a futuro.
Conclusiones
En el acercamiento a distintos actores vinculados a instituciones de la SENAF9 que
alojan a los jóvenes privados de la libertad o aplican luego del encierro y, la menor de las
veces en vez del mismo, medidas alternativas o programas de libertad asistida; nos
encontramos con una diversidad de actores, trayectorias y compromisos de quienes, de una
u otra forma, están a cargo de llevar a cabo lo que la institución se propone explícitamente
con estas medidas: restituir derechos vulnerados a los adolescentes.
Sin embargo, la experiencia muestra que los incipientes intentos de desarrollar
acciones orientadas hacia ese objetivo, quedan minimizados ante las dinámicas que
históricamente permanecen en entornos institucionales altamente obstaculizadores de dicha
posibilidad. Así acciones como los cambios de nominación, las capacitaciones del personal,
la construcción del primer reglamento de convivencia, la profesionalización de la gestión
7Los Centros de Actividades Juveniles tienen por objetivos según los documentos del Ministerio de
Educación: Contribuir a la calidad educativa generando las condiciones adecuadas para la
construcción de aprendizajes significativos para los jóvenes en la escuela. Fortalecer estrategias de
inclusión escolar y pertenencia institucional de adolescentes y jóvenes que, por distintos motivos, no
están cursando estudios en el Nivel Secundario. Y promover el recorrido por espacios
complementarios a los curriculares para la apropiación de conocimientos.
8Lineamientos de los CAJ, Ministerio de Educación de Nación, pag 4. Recuperado de:
http://portales.educacion.gov.ar/dnps/files/2011/09/Lineamientosde-los-Centros-de-Actividades-
Juveniles.pdf
9Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia, Ministerio de Desarrollo Social, Provincia de Córdoba.
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