LA GLOBALIZACIÓN EN EL SIGLO XXI. REALIDADES Y
PERSPECTIVAS
po r E rn est o C or d eir o G a v ie r*
I. Introducción
Las civilizaciones cierran con frecuencia su ciclo histórico con
una fase política universalista, que se traduce en las escuelas fi
losóficas, así se dieron a través de los siglos, los estoicos cosm o
politas, los cínicos antisistem a, o epicúreos egoístas. Tal vez este
siglo XX I signifique un sim ple coro para la econom ía global o
en térm inos estrictam ente políticos una dem ocracia cosm opolita,
cuyo principio de legitim ación será el respeto a los derechos hu
m anos. A ctualm ente la globalización constituye un fenóm eno re
stringido a los ám bitos financieros m ás selectos, con una notable
repercusión en los com portam ientos em presariales y de los agen
tes m ultinacionales. N os refiere Vallespín en su obra que (...) hemos
entrado en una tercera revolucn industrial, aunque no sepamos con exactitud
hacia dónde se dirige ymo acabará afecndonos. Sí parece claro que se ha
establecido una nueva alianza entre mercado mundial y sociedad de la infor
mación, que recuerda a la antigua alianza entre industrialización y capitalis
*Abogado (Universidad Católica de Córdoba). Profesor de Derecho titular de De
recho Político de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica de Córdoba. Miembro de la
Asociación Nacional de Profesores de Derecho Político. Miembro del Instituto de Historia del
Derecho y de las Ideas Políticas de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de
Córdoba.
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44 La globalización en el siglo XXI. Realidades y perspectivas
mo. La gran diferencia entre una y otra es que ésta última operaba bajo la ac
tiva y eficiente colaboración del Estado-Nación territorial, pero tambn bajo
su supervisión, que fue capaz a la postre de domesticar sus posibles excesos1.
Entendemos que sin perjuicio de reconocer las grandes diferencias entre
unos y otros actores del sistema la economía global ha venido para quedarse.
Reiteramos que es complicado hacer predicciones hacia un futuro incierto más
que nunca en el ámbito de la potica. La mayoa de la gente contempla estos
fenómenos transnacionales con la perplejidad del espectador a un sistema que
supera su capacidad de comprensión.
II. El tránsito desde la soberanía hacia la gobernanza global
Se habla de la crisis del Estado soberano en la sociedad posmoderna,
no obstante el alcance de esta crisis no parece conducir por ahora a una fase
terminal. Conserva el Estado múltiples poderes ganados a tras de siglos de
lucha en lo interno y externo. La quiebra del Estado-Nación es hoy en día más
un deseo o un temor que un dato emrico. No hay por ejemplo Derecho Penal
Internacional, ni reglamentos eficaces que consigan corregir las disfunciones
del comercio internacional. De tal modo se advierte que la globalizacn ju
rídica va más despacio y a menos ritmo que la globalización comunicativa y
económica.
El Estado sigue actuando como la forma política que no reconoce superior
en lo temporal, según la rmula acuñada en la Baja Edad Media. Por otra parte
entre mediados del siglo pasado y comienzos del presente se han incrementado
el número de Estados en forma considerable desde 43 estados aceptados como
miembros de la comunidad internacional en 1914, hasta los actuales más de
190 como integrantes de pleno derecho de la Organizacn de Naciones Uni
das, sin embargo, más al del problema cuantitativo, la cuestión se plantea en
relacn a la calidad de los estados en el mundo globalizado. Desde Ariste
les (La polis como entidad aunoma y autárquica), asimismo los pensadores
cristianos, San Agusn y Santo Tomás, nunca ha existido un Estado sin una
base espiritual. La Teoría del Estado presentaba una potencialida, dotada de
territorio, poblacn y poder soberano elevada en tono hegeliano a la máxima
expresión del espíritu.
1 VALLESPÍN, Fernando. Estructuras condicionantes e ideologías en el siglo
XX. En MELLON, J. (Coord). Las ideologías políticas en el siglo XXI. Barcelona, Ariel, 2002.
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Hoy en día ya no es lo mismo, aparecen sedicentes estados que ostentan
un nombre prestigioso y acan como refugio de terroristas y de piratas finan
cieros que bloquean dinero procedente de actividades ilegales. Son enclaves
desticos que utilizan los foros internacionales y las prerrogativas diplomáti
cas para dotarse de un disfraz de respetabilidad.
III. Las organizaciones internacionales
Las primeras víctimas de la globalizacn son las organizaciones inter
nacionales, en particular las Naciones Unidas, regidas por el principio formal
de igualdad soberana de los estados que encierra al mismo tiempo falsedad
e injusticia. Organismos cuyo gran problema es la falta de adaptacn a la
realidad contemporánea. Otorgar a los micro Estados un voto en la Asamblea
General con el mismo valor que a los titulares del derecho de veto en el Con
cejo de Seguridad, refleja un mero formalismo judico. Asimismo, atribuir la
misma legitimidad al voto de regímenes despóticos, que al emitido por estados
democráticos, supone desconocer la superioridad del estado constitucional. La
ONU no es una asamblea pluralista que gobierna al mundo en representacn
de un pueblo inexistente de las Naciones Unidas. Este Organismo surgcomo
un artificio coyuntural para ordenar la sociedad bipolar surgida después de
la Segunda Guerra Mundial, en definitiva al decir de Díaz del Corral: “Un
instrumento útil de forma transitoria, porque el centro y eje en el juego de las
dos superpotencias era la razón de estado en su sentido natural de equilibrio y
prudencia”2.
La Carta de San Francisco fue concebida a los efectos de lograr un equi
librio del terror, pero mantiene un barniz de legitimidad internacional asociado
inconcientemente con ese foro de la gobernanza global, que no puede ser je
rquico por definición, sino concebido como un marco de diálogo y negocia
ción multilateral. En el contexto de la realidad institucional es dicil que una
organización nacida para la Guerra Fríalogre su adaptacn a la sociedad
internacional del siglo XXI.
2 DÍAZ DEL CORRAL, Luis. De la Razón a la Pasión de Estado. Revista de
Estudios Políticos. 16, 1944.
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46 La globalización en el siglo XXI. Realidades y perspectivas
IV. Los actores centrales en el mundo globalizado
Esta sociedad global es por cierto asimétrica. Es indiscutible la posición
dominante de Estados Unidos, el poder hegemónico del siglo XXI. Desde el 11
S padece un ataque de miedo hobbesiano, aunque es un temor matizado por
la certeza de su superioridad económica y militar. El gran Tocqueville advirtió
al mundo sobre las bases y el origen de quien se constituiría en la república
imperial como la definía Raymond Aron. En este contexto cada día se habla
más de los padres fundadores, se trata pues de reactivar la voluntad de los pio
neros, el empuje de una nacn de propietarios, la arrogancia de los imperios
que no están preparados para el fracaso. Más n sostiene la tesis del imperio
benefactor, capaz de reconstruir con una operación a gran escala, incluso a sus
antiguos enemigos (Alemania y Japón). Se trata en efecto de superar el riesgo
que supone para la seguridad mundial el fenómeno de los estados fallidos. Es
decir, globalización desde un punto de vista fuertemente local y desde una
posicn hegemónica. Las posiciones críticas ante situaciones nuevas y por
ello exigente desde el punto de vista teórico pecan de reiterativas y aplican
antiguos picos antiimperialistas a una coyuntura muy concreta definida por
la guerra de Irak y la incapacidad de sus autoridades para resolver un conflicto
enquistado.
Desde Europa, por cierto, la izquierda y la derecha comparten a veces la
fobia antinorteamericana por diversas razones que varían según los casos, en
viejas querellas hisricas contra el mundo anglosajón y anticuados resabios de
poder aristocrático frente a estos nuevos usurpadores.
Rusia, desps del fracaso de la Unión Soviética, recupera el aliento y
tapona sus grietas internas, la Federacn Rusa sigue siendo el estado con ma
yor superficie del mundo y contiene todavía un centenar de nacionalidades
distintas. Rusia aún no ha logrado asimilar la explosn territorial y las di
versidades culturales. El marxismo ortodoxo pretendía explicar el conflicto
como expresión de la lucha de clases, pero Stalin tuvo que acudir a la patria
para reclamar todos los sacrificios durante la Segunda Guerra Mundial. En la
actualidad lo más grave es la crisis moral generalizada en un país inmenso que
nunca conoc la democracia y las libertades públicas. El autor Furet nos dice
“El comunismo termina en una especie de moda, dejando a una sociedad con
vertida en escombros, su rápida disolución no deja nada en pie, ni principios,
ni códigos, ni instituciones, ni siquiera una historia”3.
3 FURET, Francois. El Pasado de una Ilusn. Fondo de Cultura Económica. 1995.
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En este contexto, noslgicos del comunismo confluyen representando lo
peor del nacionalismo para recuperar las raíces del suo totalitario. El com
plejo de derrota en la Guerra Fría, ha hecho renacer el debate sobre las esencias
nacionales entre occidentalistas y euroasiáticos y en un terreno más realista
a proponer un acercamiento a China como un eje de países aliados en el de-
sarrollismo autoritario. Por otra parte los conductores se sienten vulnerables
ante la incorporacn de sus antiguos territorios a la Unión Europea y OTAN.
El discurso oficial expresado por su máximo líder Putin, refiere a un camino
propio hacia la democracia, a tiempo que califica a la desintegración de la ex
Unn Sovtica, “la castrofe geopotica más grande del siglo XX, expre
sión ambigua que produce la sospecha sobre un retorno de Rusia a posiciones
de hegemonía mundial. Algunos analistas han afirmado a la prensa internacio
nal de que aquel antiguo imperio trata de reproducir el modelo soviético con
otros medios.
La China actual que aún mantiene su espíritu localista y tradicional, fue
descripta por Heggel como aquélla que tiene la particularidad de haberse de
sarrollado dentro de misma”. Hasta donde llega la historia puede conside
rarse como un imperio que ha existido por . Este antiguo imperio que sufrió
la humillacn de verse desplazado a la periferia del mundo y pretende ahora
recuperar su posicn hegemónica, la historia de un país que fue víctima del
saqueo internacional a tras de los siglos, ha desarrollado un rencor en el
alma profunda del país. Los economistas ofrecen datos espectaculares sobre
crecimiento anual, balanza comercial, y sector externo; hay fenómenos muy
significativos, tal el caso de una emergente economía chino-americana. En po
tica exterior, si bien ahora no cede un milímetro en la defensa de sus intereses
territoriales, ya sea respecto al Tibet o Taiwán, y mantiene el incremento per
sistente de sus gastos de defensa, se comporta como una gran potencia inteli
gente que ofrece una imagen de moderación y sensatez. La verdad oficial es el
ascenso pacífico que predica su presidente Hu Jintao al expresar que nuestros
desafíos son la economía y el medio ambiente, nos interesa la coexistencia,
rechazamos el expansionismo, hemos superado la mentalidad de la Guerra
Fa”4. No obstante estimamos que no cabe esperar avances inmediatos en ma
teria de pluralismo político. China continuará construyendo su propio tipo de
democracia de acuerdo con las condiciones nacionales, así expre Hu Jintao
en Pekín ante George Bush en Noviembre de 2005, por otra parte, así lo pro
clamó de forma oficial al XXVII Congreso del Partido Comunista en Octubre
de 2007. Las castrofes ecológicas, la corrupción y los abusos surgen con
frecuencia en las ginas de los periódicos, todavía está fresca en la memoria
de occidente la matanza de Tiananmen cuando en el mes de Junio de 1989 el
ejército de la República Popular acabó con la vida de 200 manifestantes. En
4 Cf. http://cienciayartes.wordpress.com/category/china/page/20/
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4S La globalización en el siglo XXI. Realidades y perspectivas
síntesis, parece evidente que el modelo de desarrollo económico vinculado
con el autoritarismo potico es el elegido por una clase dirigente que no está
dispuesta a cambiar bitos milenarios de represión y paternalismo. Por otra
parte, China está cargada de modales auctonos y sentimientos nacionalistas
alejados del espíritu de la globalización.
Finalmente Europa, la cual se debate entre el ajuste y el derrumbe de la
unn, produce la sensación que se encuentra paralizada en la indefinición. La
Unn Europea ya incómoda consigo misma es incapaz de determinar su pro
pia forma de conducción gubernamental. El interrogante se plantea en cuanto
a que si no hay un pueblo europeo, quién puede sustentar la Unión, al respecto
se advierte que será lo que determine la Canciller alemana y el Presidente
frans, con la aceptación siempre distante del Primer Ministro brinico. No
obstante, los acuerdos logrados son suficientes para seguir adelante, sin legi
timar enrminos democráticos la imposicn a los ciudadanos de sacrificios
no compensados.
V. De la Globalización al renacer de las identidades nacionales
Desde la perspectiva de la soberanía popular, la democracia pluralista fue
capaz de superar las tentaciones totalitarias en su versión fascista o sovtica
que oscurecieron la memoria del siglo pasado. El principio está en la afirma
ción que no existen derechos superiores, ni razas mejores, ni clases sociales
que encarnen el progreso de la humanidad. Desde esta perspectiva, la teoría de
mocrática muestra una tendencia al sentido pctico, renuncia a los conceptos
abstractos y rechaza el debate sobre ideas fundadas en el prejuicio intelectual o
moral. En la actualidad aparecen expresiones de quienes prefieren magnificar a
la comunidad auténtica en perjuicio del individuo y de sus libertades concretas.
Retornan al primer plano dinos discursos sobre la nación sublimada y hasta
antiguos y desprestigiados ensueños raciales. Pareciera en algunos casos que no
se recuerdan los principios constitutivos del Estado Constitucional, entre otros
que la sociedad se compone de individuos y no de clanes, y que se estructura a
tras del contrato y no del status. Desde el punto de vista de la Teoría Política,
la valoración del nacionalismo ofrece un fuerte contraste. Sin embargo adver
timos que el nacionalismo está vivo y vigente en muchos casos. Existen dos
tendencias contrapuestas en relacn al nacionalismo en el mundo acamico y
cultural, así es que se le presta gran atencn a través de monografías y revistas
especializadas como Nation and Nationalism de la Universidad de Cambridge.
En otros ámbitos se ha expresado que el nacionalismo es la filosoa política
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más reaccionaria y servil, que ha producido estragos, sufrimiento, crueldad e
injusticia, se intuye su declive en la era del cosmopolitismo y la globalización.
Nos dice Rafael del Aguila que: “El intes por los determinantes culturales o
religiosos del comportamiento potico, la suposición de que una de las cosas
más importantes que hay en la vida de la gente es la pertenencia a una raza, a
una cultura, a una nación o a una relign, ha multiplicado las explicaciones de
lo político en términos identitarios, y así lo social y lo ecomico que habían
imperado como explicación prevaleciente de nuestros conflictos en el Libe
ralismo o en el Socialismo, han sido desplazados lenta pero inexorablemente
por la cultura como centro explicativo de la política5. De este modo podemos
decir que la crisis de la sociedad homonea, produce en la Teoría Política un
giro hacia las identidades y las adscripciones formales. Lo cierto es que estas
tesis identitarias desplazan sin remedio a los conflictos ideogicos. Samuel P
Huntington sia la cuestión en el marco del supuesto fin de la Historia, que fue
concebida como lucha de ideologías en la tesis de Fukuyama, sustituídos ahora
por imperativos culturales. Huntington señala que: “Los estados nacionales
continuarán desempeñando el papel principal en los asuntos internacionales,
pero los principales conflictos políticos mundiales enfrentan a naciones y
grupos pertenecientes a civilizaciones distintas6. Este autor plantea que las
diferencias entre civilizaciones son s importantes que las existentes entre
ideoloas o regímenes políticos. El mundo se hace más pequeño y la proximi
dad paradójicamente acena las diferencias.
La modernización social y económica aleja a la identidad nacional y acer
ca a la identidad cultural que es fundamentalmente excluyente. Así Occidente
en la cima de su poder es vista con recelo y aún con hostilidad por las élites no
occidentales. Mientras los tricos se esfuerzan en definir niveles y competen
cias en la “multilateral governance, vuelve el nacionalismo rancio y agresivo.
En la esfera internacional amenaza con romper un equilibrio inestable y en el
orden interno deteriora la virtud cívica porque la desigualdad de trato causa
daño a la legitimidad democrática.
Las causas de este renacer son múltiples y muchas de ellas se han reitera
do a través de la historia.
Primero, una cultura propia, traducida en literatura, música popular, pai
saje, costumbres y tradiciones, todo ello relacionado con el alma del pueblo
que fuera propio del Romanticismo organicista.
5 DEL AGUILA TEJERINA, Rafael. El Multiculturalismo frente al Liberalismo
y la Democracia. En PAU I VALL, Francesc y VALLESPÍN OÑA, Fernando. Ciudadanía y
Potica. Edit. Tecnos, 2004.
6 HUNTINGTON, Paul. El Choque de las Civilizaciones?. Edit. Tecnos. 2002.
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50 La globalización en el siglo XXI. Realidades y perspectivas
Segundo, una lectura del pasado, el mito de una edad de oro y de haber
realizado en otros tiempos grandes hazañas.
Tercero, la influencia de la relign que fue determinante en la historia
política de los estados, desde la Reforma de Lucero, Calvino, Huss, hasta los
ejemplos de los musulmanes en Rusia y los calicos en Irlanda.
Cuarto, la importancia del mercado nacional y el proteccionismo econó
mico.
Quinto, la raza que jugara un papel decisivo en supuestos extremos como
lo exaltara un Gavineau y Adolfo Hitler.
Sexto, la lengua que se convirtió en prueba de la existencia de una nación
desde Los discursos a la Nacn Alemana"de Fichte en el siglo XIX.
Séptimo, en el aspecto sociogico la nacionalización parece rmula efi
caz para aglutinar a las masas y dar sentido a la autodeterminacn de aquéllas
en la búsqueda de un proyecto común.
Las consecuencias también son múltiples, unas de naturaleza objetiva.
Todos los nacionalismos se construyen sobre la base de una ciudadanía homo
génea o al menos dominante, todos tienden a practicar la diferencia “ellos y no
sotros. En algunos supuestos pero no necesariamente este enfoque deriva en
xenofobia, intolerancia y violencia. Resulta confusa una valoración política del
nacionalismo, reaccionario para muchos y a veces totalitario, fue rechazado y
utilizado por el marxismo según la coyuntura hisrica y es visto con simpatía
por un sector de la izquierda que encuentra en las identidades minoritarias un
buen recurso ante la rdida del proletariado industrial como soporte de la
acción revolucionaria. Lo realmente seguro es que s allá de los criterios
calificados como objetivos (lengua, relign, raza, cultura), no existe definición
perfecta para este fenómeno complejo.
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VI. Naciones en búsqueda del Estado
Decía Max Weber que: “Una nación es una comunidad que tiende nor
malmente hacia la formación de un estado propio”7. Es a que hay naciones
que desean ser estado para alcanzar su plenitud nacional y se encuentran por
ahora en fase de transicn más o menos pacífica. En definitiva la funcn del
nacionalismo es la creacn subjetiva de la identidad y su definicn más ade
cuada es como una ideología que sostiene el proyecto político de una nación
para convertirse en estado. Este debate afecta a la distribución territorial del
poder, una forma de división vertical de poderes que complementa la clásica
divisn horizontal. Se profundizan estudios sobre analoas y diferencias en
tre confederacn, estado federal y estado regional o automico, combinados
ahora con la teoría moderna de la governanza multinivel. Como sucede ha
bitualmente los tipos ideales pecan de formalismo, no hay dos cosas iguales
ni siquiera parecidas. Así el federalismo norteamericano convive con la for
taleza indestructible de la Unión y con un fuerte sentido de unidad nacional.
Se dijo que la URSS era una falsa federación dominada por la oligarquía del
partido, no obstante el mecanismo federal facilitó el proceso de desintegra
ción del imperio sovtico y permitió que Ucrania y Bielorrusia sean miem
bros originarios de las Naciones Unidas, con plena condición de estados en el
ámbito del Derecho Internacional. Suiza conserva formalmente el nombre de
Confederacn Helvética pero constituye un claro ejemplo de sistema federal.
Pueden multiplicarse los ejemplos pero se advierte que todo esquema rígido no
se ajusta a la realidad pluriforme de la vida política.
En la actualidad se manejan en el lenguaje potico y mediático ideas
como “nación de nacionesy comunidad nacional”. Esta teoría va encon
trando nuevos defensores en épocas recientes, tales como Alvarez Junco y
Requejo desde el Centro de Estudios Poticos y Constitucionales de Madrid,
ello al amparo de la disolucn de la soberaa en sentido clásico. Se impugna
incluso la vigente democracia liberal por su sesgo cultural a favor de la nación
hegenica. No obstante la soberanía se resiste a dejar su sitio, entre otras
cosas porque el objetivo último de los nacionalismos es su configuracn como
estados soberanos a la antigua usanza. En definitiva, el nacionalismo no se
concilia sin referencias identitarias y no puede conformarse con un reconoci
miento cultural porque implica siempre una demanda de poder político.
La teoría de la globalización reacciona a su manera en este conflicto
ideogico, al respecto nos dice Habermas: “La fórmula supranacional, cuyo
7 WEBER, Max. Economía y Sociedad. Fondo de Cultura Económica. México,
1964.
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52 La globalización en el siglo XXI. Realidades y perspectivas
modelo natural es el proceso de integracn europea, ha sido interpretado en
clave de reacción del viejo estado nacional en el terreno de ganar legitimidad
democrática a través del procedimiento de sustitución del sustrato natural por
la eficacia emrica y/o de la última oportunidad de la sociedad de bienestar
para superar su crisis inevitable”8.
En definitiva la concepción de la unión europea como reaccn antiglo-
balización, pretende con habilidad ceder parte de la soberanía para conservar
lo sustancial del poder. La eficiencia y la ampliación de oportunidades son los
argumentos defensivos de los teóricos favorables a la globalizacn en contra
de los argumentos de sus críticos para quienes el mundo está volviendo al es
tado de naturaleza. Un economista Martín Wolf en su obra The Case for Glo
bal Market en defensa del mercado global ofrece datos para contrarrestar los
argumentos antiglobalización, con respecto al incremento de desigualdades,
expoliación de los países pobres, crisis de las políticas sociales y del medio
ambiente, inestabilidad monetaria, críticas provenientes no sólo de la izquierda
en sus diversas variantes sino de una derecha nacionalista que reivindica su
tendencia natural al proteccionismo9.
VII. La protesta social y el futuro de la democracia
Desde fines del siglo pasado estamos siendo testigos de un importante
desarrollo y consolidacn de los sistemas democticos en numerosas partes
del mundo (Europa central y del este, antigua Unión Soviética, América La
tina, etc). En tal sentido puede afirmarse que por primera vez en la historia la
democracia empieza a ser asumida al menos formalmente como un concepto
o una idea de validez universal. Sin embargo en contraste con esta situación
resulta palpable un preocupante y acelerado proceso de degradación en el fun
cionamiento de la mayor parte de los sistemas democráticos ya consolidados,
que produce el efecto de una pérdida de confianza en las virtudes y ventajas
del sistema democrático. Se produce la paradoja entre la aparente fortaleza ex
terior de la democracia y la debilidad interna de la mayor parte de los sistemas
democticos. La gente razonable sabe que no hay alternativas mejores aunque
arrecien las críticas sobre su funcionamiento, tal vez porque nadie aprecia lo
8 HABERMAS, Jurgen. Problemas de Legitimidad en el Capitalismo Tardío. Amo-
rrourtu, Buenos Aires, 1975.
9 WOLF, Martin. Why Globalization Works. The Case for Global MarketEconomy.
Yale University Press. 2004.
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que tiene hasta que lo pierde o porque sus defectos coyunturales pesan más que
sus virtudes estructurales.
Proliferan los comentarios despectivos y a la vez indignados hacia los
destinatarios del poder y sus privilegios, incluso en ambientes no proclives al
populismo antidemocrático. Por otra parte el malestar social es una realidad
que tiene su caldo de cultivo en sectores desplazados de los beneficios que
aporta el sistema o al menos que se perciben a mismos como objeto de un
trato injusto y discriminatorio.
La tentacn autoritaria y las nuevas ínfulas de la extrema derecha son
consecuencias palpables de un estado de ánimo que los partidos democticos
deberían tener muy en cuenta para prevenir los males, antes que lamentar los
efectos. Quizá la ausencia de alternativa ha relajado la capacidad creativa de
los teóricos de la democracia constitucional, dando por supuesto su legitimidad
incuestionable o eludiendo los problemas que incomodan. La atencn pública
y mediática se centra en fenómenos como la revuelta de los barrios periféricos
de París y otras ciudades de Francia en el 2005, marcada sin lugar a dudas por
un fuerte componente multicultural. Esta rebelión mucho más relevante por lo
novedosa que las huelgas y manifestaciones convencionales contra determi
nadas políticas sociales o recortes en las prestaciones del estado de bienestar.
Ulrich Beck en su libro ¿Qué es la Globalizacn? nos dice que “ahora el
odio se globaliza10. También Guy Sorman expresó que hay una ruptura entre
una clara política autista y una sociedad balcanizada. Los grupos radicalizados
utilizan sin pudor los medios que el mundo libre pone a su disposicn. El
tema de nuestro tiempo es en definitiva la integracn de los inmigrantes en
las sociedades democráticas más allá de formalismos y apariencias. Asimismo
es preciso reconocer verdades incómodas, bajo la prédica respetable de la to
lerancia multicultural, se aceptan formas de vida intolerables desde la lógica
de los derechos individuales incluida la sumisión humillante de la mujer. Una
sociedad abierta no es compatible con guetos excluyentes donde se practican
la explotación y la discriminación sexual y moral. Desde el punto de vista de
la teoría potica se plantean dos problemas básicos:
Primero: el Debate sobre la Jerarquía de las Libertades.
En el contexto de la Unión Europea es frecuente la opinión de políticos
que expresan el primer derecho es la seguridad, sin ella no sirven de nada
los demás. Es importante insistir en un equilibrio razonable entre la libertad
y seguridad, ambos principios igualmente valiosos. Las democracias tienen
10 BECK, Ulrich. ¿Qué es la Globalizacn?. Falacias del globalismo, respuestas a
la globalización. Paidos, 2008.
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54 La globalización en el siglo XXI. Realidades y perspectivas
derecho a defenderse a través de medidas espeficas y limitadas, debatidas
y aprobadas por instituciones representativas y sometidas a los controles del
sistema constitucional. En definitiva las libertades públicas no deben sufrir
menoscabo si se jerarquizan de acuerdo a los requisitos señalados.
Segundo: el Control de las Ideas Extremistas.
Las autoridades brinicas después del 7J anunciaron un control de los
sermones en las páginas web y de las publicaciones difundidas en ciertas mez
quitas, se trata de impedir las expresiones que fomenten, justifiquen o glori
fiquen la violencia o inciten a cometer actos terroristas o promuevan el odio
entre comunidades raciales o religiosas. Los autores serán incluidos en una
base de datos de “predicadores del odio y de la intolerancia. En tal caso po
drían ser expulsados del país o prohibirles la entrada al mismo. No hay razones
para defender por un lado la condena al antisemitismo de origen fascista y
desentenderse de los asaltos a cementerios judíos y sinagogas que alientan
algunos grupos de islamismo radical. En ambos se trata de una doctrina racista
y repugnante. Siempre con el más riguroso control según las pautas del estado
de derecho, la defensa de la democracia, podría justificar la vigilancia estricta
de los predicadores del odio, conviene tener en claro cl es la civilizacn que
ofrece la única base aceptable en materia de derechos y libertades.
III. Conclusiones
En este contexto no resultacil definir el fenómeno de la globalizacn,
que cual una gran manta trata de envolver a todo el planeta y convertirlo en una
sola y misma cosa. La propia complejidad del proceso contribuye a la dificul
tad de sostenerlo y ponerlo de manifiesto tanto desde un punto de vista teórico
como en sus manifestaciones cotidianas.
¿De qué hablamos en realidad al referirnos a la globalizacn? ¿A la pe
netración de una cultura de la produccn de bienes y servicios en todos los
rincones del planeta? ¿A la homogeneizacn global de hábitos, costumbres
y aspiraciones por encima de las verdaderas posibilidades de cada sociedad?
¿A la participacn en un proyecto común cuyo objetivo es aún incierto? . No
obstante los acontecimientos de estos últimos años están dejando algo en claro,
lo que finalmente entendemos por globalización, no se trata simplemente de un
desarrollo de los rasgos más sobresalientes del modo de producción capitalista,
o si lo que fue en algún momento, en su seno anidaban suficientes elementos
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rupturistas, como para constituir un marco de relaciones sociales, poticas y
económicas muy diferente al que hemos conocido hasta ahora. Por lo tanto
plantea sus propios desafíos y sus propias posibilidades y oportunidades. Cabe
expresar que los últimos años del siglo pasado espeficamente en 1998 le fue
otorgado el Premio Nobel de Economía al acamico hindú Amartya Kumar
Sen, este autor se constitu en un severo crítico de la globalización econó
mica, atacando uno de sus flancos más perniciosos: la especulacn financiera,
caracterizante de un aspecto parcial de la economía globalizada que tiene por
objeto excluyente la búsqueda del mayor beneficio en el menor tiempo, sos
layando el trabajo productivo y el esfuerzo humano. Analiza los problemas
de la fuerte concentración de la riqueza y la consecuente extensn que viene
asumiendo la pobreza y la desocupación en el mundo. De este modo adopta
un enfoque totalmente distinto que admite como factor dinámico el accionar
del hombre ecomico, asumiendo el rol de protagonista esencial y excluyente
del desarrollo.
Actualmente por parte de intelectuales, economistas, políticos e institu
ciones universales en la que destacamos a la Iglesia Católica y las Naciones
Unidas, con la elaboracn de los índices de desarrollo humano, pobreza y
marginacn, se realizan análisis críticos sobre aspectos de la globalizacn
económica que buscan en definitiva otorgar una visión con rostro humano de
la economía a través de un enfoque esencialmente ético.
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