EL COMPROMISO PROFESIONAL EN LAS POLÍTICAS PÚBLICAS
Adriana Dottori, nica Beatriz Olivera, Anaa Rossi, Carolina Zemborain1
RESUMEN
El presente escrito tiene como objetivo principal trasmitir la experiencia de un grupo
de profesionales que conformamos la Asociacn Construyendo Redes, presidida por la Lic.
María Josefa nchez. Esta experiencia se desarrolla en la Secretaría de Nez,
Adolescencia y Familia (Senaf), perteneciente al Ministerio de Desarrollo Social del gobierno
de la provincia de Córdoba. Dicha institución es el órgano de aplicacn, desarrollo y
promoción de poticas públicas, regulador de la proteccn integral y los derechos del niño y
adolescente. Nuestro trabajo se enmarca en un convenio, mediante el cual los profesionales
de la Asociación desarrollamos estrategias de atención institucional-cnica a personas
derivadas por profesionales de los programas de la Dirección de Fortalecimiento Familiar. La
tarea que desempeñamos tiene que ver por un lado, con el compromiso profesional frente a
los malestares actuales, allí donde consideramos que las poticas públicas deben intervenir
instrumentando dispositivos que den respuesta a las problemáticas en las que el
desvalimiento y la vulneración de derechos influyen en la constitución de la subjetividad. Por
otro lado y en ese sentido, poder repensar nuestra pctica e interrogarnos sobre algunos
aspectos del dispositivo psicoanatico en relacn al contexto socio histórico actual.
Nuestra formación como grupo se remonta a más de dos décadas y se fue
organizando en torno a diversas pcticas, en ámbitos variados: desde el hospital público,
pasando por el trabajo en instituciones relacionadas con la infancia, y siempre presente la
tarea clínica en consultorios.
El quehacer grupal, el pensar con otros, se constituyó en uno de los pilares
fundamentales de nuestra práctica cotidiana, acordando con Lewkowicz (2004), que "en
fluidez se existe por pensamiento.
Esto nos llevó a Pensar en los malestares actuales, lo cual nos remite
necesariamente a Freud, al Malestar en la Cultura, donde nos advierte: el costo que
asumimos como seres humanos por pertenecer a un conjunto social y acceder a la cultura
produce sufrimientos. En este sentido es necesario considerar el impacto que tienen en la
constitución de la subjetividad los procesos socio-hisricos, la política y la economía.
Según Bauman (2000), precariedad, inestabilidad y vulnerabilidad son las
características más extendidas y dolorosas de las condiciones de vida contemporáneas,
generando experiencias de inseguridad, incertidumbre y desproteccn.
Nuestro compromiso a partir del convenio realizado con Senaf nos puso frente al
sufrimiento en sus aspectos más crueles y nos lle a usar todos nuestros sentidos en la
1 Licenciadas en Psicología. Procedencia institucional: Asociacn Construyendo Redes, Ciudad de
Córdoba. Direcciones de contacto: Adriana Dottori (adrianadottori@gmail.com); Mónica Beatriz
Olivera (monicaolivera@arnet.com); Anaa Rossi (arossi11@hotmail.com); Carolina Zemborain
(carozemborain@hotmail.com)
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comprensión de lo que nos atravesaba y se desplegaba como el padecimiento ligado
estrechamente al desvalimiento social y psicogico del ser humano.
¿Cuál es el lugar del estado en la constitucn de la subjetividad? ¿Cuáles pueden
ser los modos y maneras de intervencn psicogicos en la proteccn de derechos?
Coincidimos en este punto con Silvia Bleichmar,(2004) quien inscribe su trabajo en
un enunciado de Piera Aulagnier que compartimos en el campo de la experiencia freudiana
no puede existir un conocimiento del femeno psíquico, sin que corresponda esperar de él
que posibilite una acción sobre el fenómeno”.
Ese es el sentido final de nuestro trabajo.
PALABRAS CLAVE
ASOCIACIÓN CONSTRUYENDO REDES - POLÍTICAS PÚBLICAS - PROMOCIÓN Y
PROTECCIÓN DE DERECHOS - DISPOSITIVOS DE INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA.
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El presente escrito tiene como objetivo principal trasmitir la labor de un grupo de
profesionales que conformamos la Asociación Construyendo Redes. Nos proponemos
presentar un testimonio, tomando un rmino de Green (2001), en donde al escribir
intentaremos poner en palabras, a nivel simbólico, nuestra labor profesional en el ámbito de
la salud mental. Tenemos claramente presente que el ámbito de la salud mental se
encuentra absolutamente entramado con los malestares actuales, los sufrimientos psíquicos
concomitantes insertos en un contexto socio histórico y cultural.
La posmodernidad con sus parámetros de fluidez y crisis en la representacn, nos
pone frente a modos particulares de subjetivación. Coincidimos con Silvia Bleichmar (2005)
en la necesidad de diferenciar la constitucn psíquica, de la producción de subjetividad, en
alusn a las formas de representación que la cultura en un momento dado permite u
obstaculiza.
Hoy quienes estamos en este lugar nos encontramos con el inquietante desao de
darle palabras a una trayectoria en lo institucional - clínico que nos precede.
Nuestra formacn como grupo se remonta a más de dos décadas y se fue
organizando bajo la coordinación de la Lic. María Josefa Sánchez en torno a diversas
pcticas, en ámbitos variados desde el hospital público, pasando por el trabajo en
instituciones relacionadas con la infancia, y siempre presente la tarea clínica en consultorios.
En sus comienzos y como Instituto de Formación en Psicoterapia Psicoanalítica, la actividad
se desarrol en una institución social del estado, el Hospital Córdoba, de la Ciudad de
Córdoba, lugar donde el sufrimiento amenaza desde el propio cuerpo, y el rostro del
malestar es la posibilidad real de la muerte. En ese momento, se articuló con la Universidad
Nacional de rdoba, firmándose el primer acuerdo para que los futuros psicólogos
incorporaran a su formación académica la práctica cnica en el mencionado hospital.
La situacn contextual de diciembre de 2001, conceptualizada por Ignacio
Lewkowicz (2004) como "el desfondamiento del Estado”, provocó un cimbronazo del cual
nadie resultó ileso. Si el final de 2001 nos dejaba en los umbrales de la fluidez, se hacía
necesario encontrar una manera de habitarla. Como profesionales de la salud mental, esa
coyuntura abrió la posibilidad de pensar de un modo diferente. Fue en este contexto en
donde decidimos formalizar la red de profesionales que veníamos compartiendo formacn y
trabajo. En este sentido, la Asociación Construyendo Redes es el resultado de un grupo de
profesionales atravesados por los acontecimientos socio-hisricos del 2001. Momentos en
donde era difícil metabolizar lo que sucedía; reinaba la sensacn de que no había garanas
de proyeccn e insercn, de quienes estábamos trabajando y de las nuevas generaciones.
El propósito era reunirnos con la idea de que en medio de tanta incertidumbre, tambn se
abría la posibilidad de que nuestros sueños y esperanzas, podían advenir en proyectos. Nos
convocaba la posibilidad de pensar y reflexionar en referencia a una red de personas que
teamos en común y de la cual formábamos parte.
Por esos tiempos el referido autor conceptualizaba que "la condicn contemporánea
se configura entre dos movimientos de distinta índole: por un lado el desfondamiento del
Estado; por otro la constitución de una subjetividad que habita ese desfondamiento. Y a esa
subjetividad la llamó nosotros (Lewkowicz, 2004).
En plena coincidencia con el referido autor creemos que en fluidez se existe por
pensamiento, uno pertenece a los sitios en los que puede pensar.
La Asociación Construyendo Redes nace en esa contingencia, con la convicción y el
deseo de seguir adelante en pos de continuar pensando y generando distintos espacios de
trabajo y produccn intelectual. Esa contingencia que nos convocó, nos permitió mirarnos y
hablarnos, también interrogarnos, es decir, se fue transformando en encuentro.
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El modo de sostener ese encuentro fue posible a través del trabajo. De esa manera,
como Asociación, durante el o 2003 participamos del Programa Pequeños Hogares,
impulsado por la Secretaría de Proteccn Integral del No y del Adolescente del gobierno
de Córdoba; con el objetivo de crear nuevos espacios institucionales destinados a los
menores que se encontraban bajo la protección de esta Secretaría y que resultaran
superadores de los modelos existentes. Cuando el malestar proviene de la vulneracn de
los derechos, es fundamental que el Estado brinde protección y asistencia especiales.
Nuestro aprendizaje, en la construcción y elaboracn del hacer, del saber hacer y el
conocimiento en la psicología se contextualizó en el ámbito institucional-cnico. Trabajo que
implicó la elaboracn de propuestas en las problemáticas de la infancia y poticas públicas
que nos posibilitaron la adquisicn de una experiencia y conocimiento que atravesó nuestro
hacer como profesionales de la salud mental.
En la misma direccn y en continuidad a lo realizado, los miembros de la Asociación
Construyendo Redes realizamos un convenio con la Secretaría de Nez, Adolescencia y
Familia (en adelante Senaf), órgano creado por la ley 26.061. Secretaria perteneciente al
Ministerio de Desarrollo Social, hoy, órgano de aplicación, desarrollo y promocn de
políticas públicas y regulador de la proteccn integral y los derechos del no.
El compromiso profesional presente en la labor llevada a cabo en la Senaf, en el
marco del convenio mencionado, nos puso frente al malestar, el dolor y el sufrimiento en sus
aspectos más descarnados: la diversidad de malos tratos, destratos y crueldades en los
vínculos afectivos primarios, bajo la forma de maltrato, abusos y abandono de nos,
violencia de género, entre otros.
Problemáticas en donde el desvalimiento y la vulneracn de derechos constituyen
una pareja que produce padecimientos a quienes se encuentran afectados e involucrados y
tienen un impacto en el posicionamiento de cnicos y profesionales intervinientes.
Forma de expresn abrupta e irruptiva del malestar actual, lo que nos llevó, sin
saberlo en primera instancia, a usar todos nuestros sentidos en la comprensión de lo que
nos atravesaba y se desplegaba como el padecimiento ligado estrechamente al
desvalimiento social y psicogico del ser humano.
Nos implicó situarnos y poner en claro nuestra concepción filosófica de hombre, cuál
es nuestro posicionamiento ético y profesional desde el que damos cuenta de nuestra
práctica y elaboraciones teóricas.
En este sentido entendemos al hombre produciendo y producido por la cultura. El ser
humano para ser sujeto de cultura y pertenecer a una sociedad debe renunciar a aquello
que en el inicio de la vida lo hizo humano, lo pulsional. Freud, nos expresa claramente que
la renuncia pulsional del ser humano para pertenecer a la cultura es un costo que asumimos
en donde el beneficio radica en la pertenencia a un conjunto social y la accesibilidad a lo
cultural. Esta renuncia trae malestar, ¿cuáles son las alternativas, entonces?, el ser humano
puede buscar as de expresn y salida que permiten la compensacn y reparacn de
aquello que renuncia. Vías y canales involucrados en la base de la constitucn de la
subjetividad que tendrán su expresn según las particularidades de los sujetos y los
contextos socioculturales. En otras palabras, la naturaleza humana está determinada por las
condiciones sociales en las que se desenvuelven, naturaleza humana situacional
(Lewkowicz, 2004) irreductible de una situación a otra.
Desde que nace el sujeto recibe una serie de marcas que lo constituyen y ordenan,
marcas de índole emocional-humanizantes y pertenecientes a un orden social. Lo social, en
sentido pctico las organizaciones sociales, generan enunciados de discurso que tienen
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capacidad de sentido constituyendo el ten de fondo de una estructura básica de una
subjetividad instituida. Las prácticas de los discursos instauran marcas iniciales que
devienen significativas y estructurantes.
¿A qué nos referimos con la produccn institucional de infancia? ¿Cuál es el lugar
del estado en la constitucn de la subjetividad? ¿Cuáles pueden ser los modos y maneras
de intervencn psicológicos en la proteccn de derechos?
En relación a la produccn institucional de infancia, consideramos que la nocn del
no sujeto de derecho implica pensar un paradigma absolutamente distinto de lo que venía
siendo conceptualizado y abordado como infancia. La ley 26.061 implicó un nuevo
paradigma, se modificó aquello que se consideraba infancia, “los menores” dejaron de ser
tutelados por el Estado y pasaron a ser sujeto de derechos. Final de la infancia, refiere la
socloga Corea (1999) en un cido ensayo en donde plantea que las modificaciones
socioculturales hicieron que la produccn institucional de la infancia en rminos
tradicionalmente conocidos ya no es. Las instituciones encargadas del cuidado y la
proteccn de la infancia sufrieron modificaciones. En este sentido, el art. 4 de la Ley 26061
establece como prioridad del Estado, ejecutar poticas públicas de fortalecimiento familiar
con el objetivo de contribuir a la recomposicn, restauracn y fortalecimiento de los
vínculos de sujetos y/o familias en las cuales fueron vulnerados los derechos del niño;
ocasionando como consecuencia de ello, daños morales y emocionales, y poniendo en
riesgo la subjetividad de los mismos.
En la implementacn de estas leyes creemos visualizar el rol del Estado; como bien
plantea Edelman, el Estado cumple una función de ordenador, del funcionamiento pquico
individual y grupal, como apuntalador y garante simbólico. En sus intervenciones se generan
representaciones que constituyen hitos identificatorios para los grupos sociales y los sujetos
(Edelman, 2004).
En esta dirección, creemos que el contexto social, el Estado y las leyes que lo rigen,
se constituyen como un otro social, (Fainstein, 2013), de modo tal, que pueden ser
determinantes potenciales de sufrimiento o tener la posibilidad de ser atenuantes del mismo.
Las condiciones sociales pueden ser tanto favorecedoras de bienestar como generadoras
de sufrimiento individual, familiar y social. Así, el Estado tiene un lugar fundamental en
cuanto a presencia subjetivante en circunstancias de crisis y vulneración de derechos. Esa
presencia en tanto intrusiva, indiferente, potencia los estados de sufrimiento; por lo contrario
su presencia activa permite alivios y ser un soporte representacional, posibilitando distintas
alternativas a las descargas en el cuerpo o a la acción y el sufrimiento en los vínculos.
Con todo lo anteriormente referido volvemos al último interrogante, acerca de los
modos de intervención psicogicos en la protección de derechos.
Violencia, abuso, abandono, y otras formas de maltrato y destrato son los motivos por
los cuales el equipo de Fortalecimiento Familiar trabaja con estos grupos familiares, y por
los cuales se solicita de nuestra intervención.
El desafío que nos convoca es articular dichos conceptos con la demanda
institucional recibida de la Dirección de Fortalecimiento Familiar. Trabajamos, muchas
veces, con personas que han atravesado situaciones de crueldad y reproducen,
generalmente sin registro de ello, estas modalidades vinculares. En muchas instancias de su
vida, no saben cuidar ni cuidarse (Fernández, 2013).
Estamos en el momento de gimnasia intelectual” (Lerner, 2013) de plantear y
explicitar cómo trabajamos en este contexto institucional.
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En primer lugar consideramos, al momento de la consulta, que las personas
derivadas ya han sido objeto de la reaccn social e institucional punitiva en relacn a sus
acciones. Han recibido denuncias de vecinos, familiares, maestros, médicos, que observan
indicadores o dan cuenta de malos tratos, abandono, abuso. Al momento de nuestra
intervencn la ley los atrave. Los nos fueron retirados y se encuentran fuera de su
contexto familiar. Los padres, en el mejor de los casos, esn cuestionados y puestos a
prueba en su capacidad y posibilidad de reasumir las funciones parentales. Esta situación
no es una simple descripcn sino que es una parte activa del dispositivo de atención, siendo
una variable fundamental en el encuadre de trabajo.
En este contexto, el terapeuta se encuentra frente a una gran tensn a raíz de la
complejidad y muchas veces crueldad de las situaciones que se exponen, como así también
por las dificultades de simbolización de estas personas que demandan el contacto humano y
la manifestacn de sentimientos reales. El terapeuta debe buscar un equilibrio entre
comprometerse con esto y sustraerse de la satisfaccn inmediata en pos de avanzar en el
camino de la simbolizacn.
Como marco de trabajo y en acuerdo con Winnicott (1991) nos proponemos adoptar
una actitud no moralista y darle tiempo a la madre y/o padre para expresarse acerca de si
mismos, convirtndonos en receptores de una historia, que por el solo hecho de ser
relatada y escuchada adquiera nuevos sentidos. La particular disposicn del terapeuta pone
en primer plano el ser visto, mirada humanizante que busca constituirse en productora de un
lugar subjetivante garante de la de condicn de existencia. En palabras de Galeano
(1989)... dejar de ser los nadies.
Así, trabajamos en el establecimiento de un encuadre que consista en:
Realizar una escucha humanizante.
Facilitar momentos de despliegue de la versn de su situacn personal y familiar en
un marco de contencn.
Generar experiencias de sostén de personas y situaciones, mucho de lo que se
espera que una madre o padre haga con su hijo, y que intentamos crear y recrear en la
relacn terapéutica. En otras palabras es suministrar estructuras de sosn del yo para que
pueda generar y efectuar esta operación en su ámbito familiar.
Generar el espacio en la relacn humanizante propiciando intervenciones
institucionales que consideren la necesidad de estas personas de resarcimiento de la
deprivacn de la que fueron objeto (ausencia de referencias parentales, vivencias de
sufrimiento y dolor) y que se reproducen en la relación con sus hijos.
Lograr el máximo nivel de simbolizacn posible, coincidiendo con Hornstein (2003)
en que la tarea en los bordes no es solo recuperar lo existente sino producir lo que nunca
estuvo.
Desarrollar una labor, en donde la tarea esta en esclarecer y dar palabras a los
horrores vividos por estos sujetos, y significarlos adecuadamente poniendo de relieve
responsabilidades de los hechos ocurridos por parte de los responsables del cuidado de los
nos.
Instrumentar en algún punto intervenciones educativas, que busquen modificar las
creencias e influir en el conjunto de la personalidad. El terapeuta como referente institucional
y sujeto de la cultura se ofrece como modelo de identificacn.
Acompañar en momentos difíciles, donde la única decisn posible, por el bien de
nos principalmente pero también de los adultos, es sostener la separación temporaria o
definitiva de padres con sus hijos.
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Consideramos, apoyándonos en el pensamiento de Green (2010) que, las actitudes
de los que presiden la crianza de los nos tienen influencia directa en la prevención o
activación descontrolada de fuerzas destructivas, propias de la naturaleza humana.
En esta direccn y desde lo psicogico podemos afirmar la importancia del lazo con
el objeto en la intrincacn pulsional , es decir que cuando se trata de lo humano, la vida
depende del amor, de contar con un objeto que sea capaz de sostener y contener las
pulsiones de muerte - agresivas. El mencionado autor sugiere que la pérdida de amor o
incluso la amenaza del retiro de amor puede desempeñar un papel mortífero si las
condiciones coadyuvan. Así como en el origen de la vida el ser humano necesita del adulto
para su devenir, el sujeto a lo largo de su desarrollo y transcurrir le son imprescindible
sostenes colectivos. En este sentido afirmamos, en pleno acuerdo con Edelman (2004) que
el lazo social constituye una condicn de posibilidad para la existencia misma del psiquismo
y garana de continuidad a lo largo del tiempo, incide en la elaboracn personal y colectiva
de las crisis y de las situaciones que pudiesen devenir traumáticas, ndole un lugar a un
trabajo de puesta de sentido que solo es posible colectivamente.
Al comienzo de este escrito nos planteamos la difícil tarea de poner en palabras, un
testimonio, una labor profesional; tarea que sigue desarrollándose y planteándonos el
constante desao de poner nuestras certezas en cuestn permanente en momentos en
donde los cambios y las incertidumbres abundan en nuestra disciplina.
Nuestro desafío constituye, en palabras de Bleger (1966):
Creo que la psicoloa ha dejado de ser un conocimiento de lujo y ha pasado a ser
una necesidad impostergable, conocemos las leyes que rigen el movimiento de un
objeto, pero no conocemos todavía bien las leyes psicogicas que rigen la vida
humana. Y creo que dependen en cierta medida las situaciones de tensión que
estamos viviendo en la actualidad, enfocada de esta manera la psicología tiene que
calar, cada vez más en la realidad social
......
, ya que la realidad psicogica se hace
presente en todo, puesto que en todo interviene el ser humano.
Labor nada sencilla, que nos entusiasma y da un punto de certeza en épocas de
incertidumbres y sufrimientos.
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