REFLEXIONES SOBRE EL ABUSO SEXUAL EN LA INFANCIA:
¿INDICADORES O CONSECUENCIAS?
María Cristina Hernando, Mariela R. Zachetti1
RESUMEN
Partiendo de la conceptualización del abuso sexual en la infancia, se propone una
articulacn con el concepto de trauma en sentido estricto y crisis situacional; desde allí se
plantearán las diversas manifestaciones en los nos, manifestaciones que a la hora de la
investigación diagnóstica hacen de indicadores que nos señalan el circuito para des-cubrir
el acontecimiento y con ello las modalidades de resolucn o no... que fueron posibles; pero
al mismo tiempo, manifestaciones que son consecuencia del trauma padecido y que dan
cuenta de un intenso sufrimiento del lado del niño.
Nos referiremos a las manifestaciones gráficas y dicas recogidas en la clínica con
niños y en el trabajo con los padres.
El objetivo es generar un espacio de intercambios que nos permita enriquecernos
para abordar la cnica del abuso sexual en nos desde la experiencia recogida y
compartida.
PALABRAS CLAVE
NIÑOS - INDICADORES - TRAUMATISMO - ABUSO SEXUAL.
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Cristina Hernando: Lic. y Prof. en Psicología, Especialista en Psicología Cnica. Psicoanalista,
miembro de la Asociación Psicoanatica de Córdoba, Profesora titular de Psicología de la Nez de la
carrera de Psicología de la UCC, Miembro fundadora de ECAP (Institución formadora para la clínica y
asistencia psicogica de niños y adolescentes). Mariela Zachetti: Lic. en Psicología. Psicoanalista.
Especialista en Psicología cnica. Profesora Adjunta de Psicología de la Nez de la carrera de
Psicología de la UCC. Profesora Asistente de la Cátedra Entrevista psicológica de la Facultad de
Psicología de la UNC, Miembro docente de ECAP. Miembro fundador del Espacio de Infancias.
Redes y miradas actuales, de la Facultad de Psicología de la UNC. Direcciones de contacto: María
Cristina Hernando (crishernando@arnet.com.ar); Mariela R. Zachetti (marielazachetti@vahoo.com.ar)
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Hace poco tiempo recibimos la consulta por una na de casi 4 años, a la que
llamaremos Clara, quien había sido protagonista, junto con un amiguito dos años mayor, de
algunos juegos” que parecían en un principio, estar motivados por la curiosidad propia de
esa edad para el descubrimiento y reconocimiento de su cuerpo.
Desde aquí entonces primera cuestn: ¿era verdaderamente un juego aquello que
se estaba poniendo en escena?
Las ocasiones en las que la habían des-cubierto en este juego en un principio
parecían sólo de exploracn de cuerpos y diferencias, pero luego aparecieron los
tocamientos y pcticas de Clara sobre el cuerpo de los otros nos que daban indicios de
un saber de Clara que no era esperable para sus escasos 4 años.
Nos encontrábamos entonces con varios indicadores algo sabía de más la niña, la
repeticn de una escena que era siempre la misma, y en esa escena no había juego, había
la reproducción de una asimetría de saber sobre la sexualidad en relacn al otro no y con
ello la presencia de restos sensoriales que plantaban la pregunta por una posible
genitalizacn vivida con su consecuente erotizacn.
Segunda cuestión: desde allí las pregunta para los pas en el momento de la
entrevista: ¿Cómo es un día de Clara? ¿Con quién está durante el día?2
Como punto de partida, es necesario discriminar entre abuso e intromisión, juegos
sexuales y abuso. Intromisn es todo aquello de la sexualidad del adulto, genital que
ingresa al psiquismo produciendo cortocircuito. Implica la accn de un adulto que genera en
el niño un cúmulo de excitación sexual que no espreparado para simbolizar y que opera
en el psiquismo de diversas maneras: produciendo angustia, inquietud, irritabilidad, formas
de hiperkinesis, a la manera de la neurosis actual o como recuerdos, fantaas o restos
fragmentarios inmetabolizables que forman parte de lo arcaico, que pueden ser reactivados
por situaciones vitales azarosas o no.
El abuso es una intromisión, o su efecto pquico es la intromisión, pero no toda
intromisn es abuso sexual, en el sentido estricto. Consideramos que hay que ser muy
cuidadoso de conservar cierta especificidad de las palabras en psicoanálisis respetando los
campos por los cuales circulan. Porque si uno llama abuso a toda intromisn psíquica, se
corre el riesgo de no respetar el carácter específico del abuso como conducta, digamos,
avasallante y consciente de quien lo ejerce. El baño compartido de los adultos con niños
mayores, la exposicn repetida del cuerpo del adulto desnudo al no, el colecho y la
cohabitación son situaciones que en la clínica aparecen como generadores de excitacn.
La visión del coito de los padres a repeticn puede ser un factor altamente
intromisionante. La escena primaria es una fantasía, pero la visión del coito parental es otra
cosa.
Todo niño tiene un tono erógeno capaz de resolver con sus propios recursos;
podríamos pensarlo a este tono como un umbral para la erotizacn, un umbral para el
incremento de la excitacn en el medio interno del psiquismo. Superado ese tono, ese
2Indicación: se sugiere no convertir el trabajo terapéutico en una investigación policial. Uno de los problemas que
se plantean cuando hay una suposición de abuso es que el trabajo del analista queda centrado en ver si es
verdadero o falso esto, lo cual es problemático porque obliga al analista a un trabajo abusivo sobre la mente del
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umbral, el no claudicará en angustias más allá de las tolerables para poder ser tramitadas;
la intromisn implica la superación de ese tono erógeno.
El abuso supone la conducta consciente de quien lo ejerce como forma de
apropiación del cuerpo del otro como lugar de goce y como propuesta desubjetivante. El
abuso tiene una característica, como lo tienen todas las propuestas desubjetivantes, que es
lograr que aquel que es abusado se quiebre de tal manera que confiese que eso es lo que
desea. Es, de alguna manera, una operatoria sobre el cuerpo que lo que pretende es
fracturar la subjetividad de manera que quien lo padece deje de tener autonomía frente al
otro que ejerce el poder y termine por aceptar que eso es lo que buscaba.
El concepto abuso sexual, es una categoría proveniente del ámbito judico y lo
podemos definir como la convocatoria de un adulto a un no o adolescente a participar en
actividades sexuales que no puede comprender, para las que no está preparado su
psiquismo por su nivel de constitucn, y a las cuales no puede otorgar su consentimiento
desde una posicn de sujeto. El adulto, o sea el agresor, usa al niño o al adolescente para
estimularse sexualmente él mismo, al no o a otra persona.
El abuso se da en una situacn de asimeta; abusador es aquel que teniendo un
plus de saber y/o poder sobre el niño, ejerce sobre su cuerpo acciones que prematuran y/o
precipitan en una genitalizacn para la cual el niño no tiene posibilidad de comprender y
resulta por ello traumática.
De manera que el abuso sexual es una situación traumática, en la medida en que
tiene la suficiente fuerza e idoneidad para determinar modos diferentes de tramitacn del
exceso que ingresó al psiquismo y que dan cuenta de una ruptura de la organización
psíquica previa al suceso y que fundamentan los indicadores/consecuencias de la situacn
traumática padecida.
Sabemos que lo traumático desde un punto de vista económico resulta de una
invasión de cantidad que el psiquismo no puede metabolizar. Desde el punto de vista
dinámico implica situaciones que no se pueden comprender, que no pueden ser integradas
en la red de significaciones con la que el sujeto se maneja. Lo que caracteriza lo traumático
es que viene a irrumpir, de alguna manera, sobre el modo habitual del funcionamiento frente
lo que llega al psiquismo. No se puede procesar lo que llega por los medios habituales, hay
algo que obliga a una complejizacn o una desarticulación de lo previo. En el peor de los
casos desarticulación sin recomposición. Con los traumatismos severos, es imposible el
retorno a la organización previa. El traumatismo severo produce siempre transformaciones
estructurales. El abuso sexual, deja marcas sicas y un profundo dolor psíquico, es decir,
tiene un efecto arrasador sobre la subjetividad.
Los efectos traumáticos, del abuso se traducen, a veces, en multiplicidad de
ntomas y, a veces, en un encapsulamiento, quedando la vivencia trautica aislada del
resto de la estructura pquica, con una eficacia que permanece aún mucho tiempo después
del acontecimiento. Esto se ve muy claro en mujeres adultas que nunca hablaron del abuso
que sufrieron en la infancia; y para mantener en silencio frente a sí mismas, ese
acontecimiento infantil como si nunca hubiera sucedido, desmienten, no registran el abuso
que sufren sus hijas y no pueden, entonces, protegerlas.
Volvamos a Clara, porque en ella aquello del orden del exceso, que da cuenta del
trauma vivido, es lo que de alguna manera se intentaba ligar en la repetición de un supuesto
juego que, lo que dejaba en evidencia cada vez era una vivencia de sometedor/sometido y
la captura impiadosa del cuerpo de un no para la resolución de un goce perverso.
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Por el mismo tiempo que realizan la consulta, Clara había dejado de jugar como lo
hacía habitualmente, ya casi no dibujaba y cada mañana cuando sus papás la despedían
porque se iban a trabajar, la na quedaba en medio de unberrinche según los papás
pidiendo a gritos que no la dejen.
En realidad estas manifestaciones, los berrinches, eran las más antiguas,
recordemos que la niña no había cumplido aún los 4 años en el momento de la consulta, y
fue más tarde que aparece la puesta de la problemática en el juego y en el nculo con otros
niños. Seguramente porque la modalidad de expresión y reaccn frente a lo traumático
dependede las posibilidades estructurales del no en ese momento, y vemos como Clara
fue agregando a la descarga de la tensión a través de lo impulsivo y lo motor del primer
tiempo, inhibiciones y trastornos importantes en las capacidades de simbolizacn que ya a
los cuatro os están presentes en los niños; de manera que en la niña a partir de allí fue
más clara la manifestación del sufrimiento.
Lo que aparecía además en Clara durante el trabajo en sesn, era una intensa
identificación con el agresor, que por momentos daba lugar a imitaciones escalofriantes
donde un profundo sadismo se apoderaba de ella y aparecía otra vez en vivo la escena de
sometimiento, de parte de ella en el rol de madre/cuidadora/nera hacia los bebés o de
parte de ella como Clara/. hacia la figura del terapeuta. Vivencias aterradoras que, luego
de una intervención que diera cuenta de qunes éramos al, de la confirmacn de lo que
ella de tan pequeña había sufrido realmente, de cómo eso se le metía en la cabecita y como
una tormenta se la llevaba. y se perdía, la dejaba devastada. destruida y demandando a
la terapeuta que le recordara que no le iba a hacer do.
Clara había sido víctima durante aproximadamente un o y medio, desde antes de
su control de esnteres, de un vínculo de tortura, sadismo y excesos sexuales por parte de
una persona que si bien no era del medio familiar, estaba con ella a solas todos los días.
Ocurría que para ese tiempo habían sucedido muchos cambios a nivel familiar que sin
dudas contaminaban la posible presunción, del lado de los padres, de que algo más le
estaba pasando a la na.
Esto es muy habitual cuando se trabaja con nos tan pequeños donde es común
que vivan el nacimiento de otros hermanos, donde se tramitan las ansiedades de
separación, donde se insertan en la dinámica edípica, comienzan a transitar la guardería; sin
dudas muchos cambios que suelen manifestarse de manera semejante; y debe ser por ello
que no se diagnostican fácilmente las situaciones de abuso y que incluso no aparezcan de
inicio en el período diagnóstico.
¿Cles son las condiciones necesarias para que un abuso se produzca?
La asimetría no-adulto es el fundamento de la vulnerabilidad de nos. La excesiva
importancia de respetar a alguien por el solo hecho de ser adulto puede hacer vulnerables a
niños que intentan ser obedientes.
El abuso sexual puede darse en general, en una relación excluyente de dos, el no y
el abusador; en secreto, sin testigos, y es ese secreto el que condiciona a que continúe.
Solemos escuchar frases, tales como: Me dijo que si se lo contaba a mi mamá la iba a hacer
sufrir; Es un hermoso secreto entre nosotros dos; Es una verdadera demostración del amor
entre padre e hija; si se lo contás a mamá se va a poner celosa; que son la evidencia de que
el mantenerlo en secreto es la condición para que se perpetúe.
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Pero en el caso de nos muy pequeños, más pequos que Clara inclusive, el
abuso suele naturalizarse como modalidad de vínculo quizás, y como modo de
demostracn del caro y sin que se presente como una situacn violenta; generalmente
aparecen los indicios cuando el no está con otros nos, cuando comienza a compartir el
juego, como ocurrió con Clara.
Otros indicadores de presunción de hiperestimulacn o abuso sexual:
Intes exagerado en temas sexuales, y por la relacn amorosa y sexual de los padres.
Precocidad exagerada en modalidades de seducción, coqueteo y búsqueda de contacto
etico.
Una frontera imprecisa entre imaginacn, ensuos y ficción.
Falta de represn o fracaso de la represión en la escena imaginaria.
Formas abiertas y violentas de aparición de la escena sexual.
Dificultades en el control de esfínteres.
Algunas manifestaciones en las entrevistas o sesiones psicoanalíticas pueden ser:
En el dibujo:
Acentuacn en los dibujos de la figura humana de algunas partes del cuerpo que han
participado en el abuso, por ejemplo en una nita que el padre le besaba la vulva
aparecía en la figura humana marcada con un círculo esta parte del cuerpo.
Utilización del lenguaje con expresiones sobre órganos genitales de una manera inusual
para la nominacn del dibujo.
Dibujos con un tratamiento exagerado de la zona genital... flores y bolsillos con flores
en las polleras de las nenas.
Inhibicn para el dibujo
En el juego:
La accn de desnudar muñecos y realizarentre muñecos de distinto sexo, o a veces del
mismo sexo una representacn de escenas sexuales,
Reproduccn de escenas con alguna elaboracn fantaseosa de la situacn de abuso
Alucinosis, el niño repite las palabras del abusador, Es el abusador..., identificacn con
el agresor.
Aparecen tambn situaciones agresivas intensas, descarga de golpes, acusaciones a
los padres o al analista. Como una forma de hacer activo el maltrato que implica el
abuso
Inhibicn para el juego.
Debemos ser muy cuidadosos en la interpretación de estas escenas ya que algunas
no son simbólicas ni transcriptas sino que son fragmentos no digeridos de momentos
vividos. Son rasgos indiciarios de elementos vistos. En general podemos decir que estas
escenas que vemos aparecer en el juego son modos de significación de traumatismos
graves con muy poca distorsn y en los cuales aparecen elementos muy directos no
digeridos del orden de lo indiciario. De manera que toda la produccn simbólica (juego,
dibujo) queda capturada y al servicio de una evacuacn de lo traumático inmetabolizable.
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Hemos intentado de alguna manera poner en común nuestro trabajo en relacn a la
problemática del abuso sexual en la infancia y con ello una postura teórica y cnica para su
abordaje.
Trabajar con niños, y con nos tan pequeños nos exige saber mucho de teoría y la
suficiente apertura para ingresar en su lógica; sólo desde allí y desde la comprensn de la
importancia del momento vital que esn atravesando, donde se construyen los pilares para
el futuro, podremos ser sus terapeutas, ejerciendo una práctica responsable y sostenida
desde claros conceptos éticos.
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